Atados (AU)
Era una mañana tranquila y disfrutaba de un delicioso desayuno rutinario, cuando su tía Esther se acercó a la mesa. A continuación, se sentó en la silla y prosiguió a tomar su té.
Magnus la veía tan tranquila y tenía la mirada pérdida en el horizonte, como si estuviera viendo algo que estuviera mas allá de sus sentidos. A lo mejor, estaba vislumbrando el futuro y Magnus empezó a preguntarse cómo sería tener ese don.
-Hoy, mi querido muchacho, conocerás al amor de tu vida.
Magnus se quedó mudo, la tostada detuvo su viaje hacia la boca.
-Y que dice Elenor sobre eso?- normalmente la esposa de su tía era mejor en clarividencia.
-Ella no me ha hablado nada sobre eso- contestó Esther- No dudes de mis habilidades, muchacho.
-Y sabes algo sobre el futuro amor de mi vida?- preguntó irónicamente mientras llevaba a la lavar el plato al fregadero.
-Las hojas de té no dicen mucho, quizás quieren que te sorprendas.
-Tía, las hojas de té son las que menos querrían eso. No es su trabajo hablarme sobre el destino?
-Solo dijeron que te enamorarás de un ángel.
Magnus terminó de lavar los platos y luego fue a buscar sus cosas antes de salir a la escuela. Antes de irse, besó a tía en la mejilla.
Cuando tenía dos años, había perdido a su padres en un accidente. Pero se salvo del orfanato cuando sus tías decidieron hacerse cargo de su custodia. Ellas eran dos excéntricas y maravillosas mujeres que nunca se avergonzaron en su forma de amar. Cuando se casaron, abrieron su propio negocio en el que se dedicaban a predecir el futuro de las personas.
Magnus había crecido cautivado por esta vida y rápidamente se metió en ella. Esther y Elenor quedaron encantadas al enseñarle todo lo que sabían a su pequeño sobrino.
Durante toda la tarde, no dejó de pensar en lo que su tía le dijo en la mañana. Ella dijo que se enamoraría de un ángel, será cierto? El joven Bane movió la cabeza con una sonrisa, era ridículo.
Incluso había consultado a las hojas de té y a las cartas, pero estas parecían quedarse calladas. Parecía que querían sorprenderlo, pero sólo lo molestaban.
Al final, decidió que lo mejor sería ignorar la predicción de su tía. Aunque no era la mejor, rara veces acertaba y si las hojas y la cartas estaban mudas, solo podía significar que la predicción era errónea. No importaba mucho encontrar el amor.
Así que, para distraerse, decidió que lo mejor era estar con su primer amor: los libros.
Fue a la librería cerca de casa y rápidamente ingresó en ella. Sus píes llegaron al estante de novedades y vagamente escuchó la campana sonar cuando ingresó. Después de quince minutos que parecieron eternos, decidió llevarse un libro. Se aseguró de tener el dinero suficiente y una sonrisa escapó de sus labios al ver que tenía el total que necesitaba.
Quizás su tía no se equivocaba, quizás este libro era el amor de su vida. Sin prestar mucha atención al mundo que no fuera sus pensamientos, se dirigió a la caja.
-Son doscientos sesenta y cuatro- dijo el cajero.
Magnus buscó el dinero y se lo entregó al muchacho. Entonces, reparó en él y se quedó mudo. Era el chico más hermoso que conoció en su vida. Tenía ojos azules, cabello negro y sonrisa simpática y encantadora.
Magnus se quedó mudo. Era un ángel quién lo estaba viendo?
-Son doscientos sesenta y cuatro- volvió a decir el chico.
-Cua...cuatro- balbuceo Magnus.
-Alec- fue lo único que el chico dijo mientras tomaba el dinero que Magnus le daba- Gracias por comprar en Librería Nefilim, vuelva pronto.
-Claro que lo haré- pensó Magnus, pero se dio cuenta que en realidad lo dijo en voz alta.
-Me alegra- fue lo que respondió Alec.
-Soy Magnus.
-Entonces nos vemos luego, Magnus.
Magnus salio de la tienda y se dirigió a su casa a toda velocidad. Subió las escaleras y cerró de un portazo la puerta de su habitación. El moreno se arrojó a la cama y miró el techo.
El libro quedó abandonado a un lado de la cama. Sería ese chico de quien hablaba su tía?
Ya no sabía que pensar, el destino se había quedado collado solo para traicionarlo con su tía.
Magnus sacó el libro de la bolsa y lo ubicó en uno de los estantes. Iba a tirar la bolsa al tacho de basura, cuando se fijó que el recibo tenía escrito algo.
Si un día quieres tomar un café, solo ven a buscarme al trabajo.
Alec.
Luego, su número de celular.
***
Durante la cena, se había mantenido callado. No paraba de pensar en Alec y el número de este. Apenas había tenido una improvisada predicción en la mañana y en la noche ya tenía una propuesta para salir de su supuesto amor verdadero.
-Magnus- escuchó que Eleanor lo llamaba- Magnus, querido, estás muy distraído. Sucede algo malo?
-Lo que sucede, mi querida Elenor- respondió Esther-, es que Magnus encontró a su amor verdadero y no deja de pensar en ese ángel.
-Entonces acertaste. Estoy orgullosa, querida.
***
Debía llamarlo, pero sentía que no podía. Su mano tenía sostenía el teléfono y la otra, el número de Alec. Respiró hondo y marcó el número.
La respiración era entre regular y un intento de ser tranquila.
Por qué el gran Magnus Bane estaba nervioso?
-Hola?- preguntó una voz.
-Hola, Alec- dijo Magnus- Soy Magnus.
-Magnus! Es decir, Magnus, me alegra que llamaras.
El moreno sonrió, no sólo por el intento fallido de hermoso chico para que no notara su emoción. Sonrió por lo dulce que había sonado.
-Quería llamarte para arreglar una cita.
-De verdad? Eso me encantaría.
-Entonces nos vemos mañana a las...
-A las ocho. Mi turno acaba a esa hora.
-Entonces nos vemos a las ocho, ángel.
Y cortó.
Magnus dejó el teléfono en la cama y corrió a su escritorio, buscó sus cartas del tarot y trató de ver algo. Pero estas parecían seguir calladas.
Supongo que el destino quiere sorprenderme, pensó el moreno.
***
Antes de ir por Alec, sus tías lo retuvieron en la cocina.
-Saldrás a algún lado hoy, Magnus?- preguntó Esther.
-Como si no supieran- contestó Magnus.
-Creo que nos atrapó, amor- contestó Elenor- Magnus, Venus te favorece mucho esta noche.
-Y sabes como es Venus en cuestiones de amor, sobrino- terminó de decir Esther.
-Por qué ustedes pueden ver y yo no? Consulté las hojas de té, el tarot y las cartas astrales. Pero el destino solo se queda callado.
-Y te reías de mí ayer por la mañana- se burló Esther- Puede que creas en el destino, pero no en el verdadero amor. Pero este chico cambiará muchas cosas en ti, Magnus. Sólo debes ser abierto si quieres nuevas percepciones.
-Ahora corre a tu cita, muchacho- dijo Elenor.
Magnus besó las mejillas de ambas mujeres y luego fue corriendo a la librería. Vio que Alec estaba cerrando la tienda y una chica de cabello negro besaba su mejilla antes de irse.
El moreno se quedó quieto en el lugar, sin saber que pensar.
Alec lo vio y luego salio corriendo hacia Magnus, besó su mejilla.
-Hola- lo saludó Alec.
-Hola- respondió Magnus, su mente aún revivía el beso que la pelinegra le dio a su chico- Quién era la chica que te besó en la mejilla?
-Ah, es Isabelle. Ella es mi hermana.
-Oh.
-Acaso pensaste...
-No- contestó rápidamente- No pensé nada.
-Claro- dijo Alec, no tan seguro- Conozco una hamburguesería aquí cerca, vamos allá?
-Claro- entonces lo besó en la mejilla.
La cara de roja cambió de papel pergamino a un rojo encantador.
Y durante el camino a la hamburguesería, reparó en que había pensado en Alec como su chico.
No tardaron en llegar. Alec pidió una hamburguesa y Magnus ensalada. El moreno seguía un estricto código de vegetarianismo debido a que creía que todos los animales tienen alma.
-Y que tal el libro?- preguntó Alec. Magnus sabía que se refería al libro que había comprado cuando se conocieron.
-No lo he leído aún, pero voy a hacerlo. Desde cuando trabajas en la tienda?
-Estaba buscando trabajo un día y encontré lugar en la tienda. Curiosamente, ayer fue mi primer día. Algo me decía que ese era el lugar correcto.
-Yo también. Es decir, no hay mejor lugar que una librería, no?
-Supongo que tienes razón.
El resto de la noche fue entre risas, miradas y aprendiendo a conocerse. Cada vez más, Magnus creía que Alec era en verdad un ángel.
Cuando llegaron a la casa de Magnus, ambos compartieron su primer beso. Bajo la luz de la luna y el canto de los grillos, parecía un beso lento.
Cada uno, explorando la boca del otro. Hasta que Elenor y Esther abrieron la puerta.
-Oh, eres el ángel- dijo Esther. Magnus quería el suelo lo tragase- Eres más guapo de lo que vi en mi visión.
-Que?- preguntó Alec.
-Pasa- dijo Elenor- Deja que te veamos la fortuna.
-Querida, este joven ángel ya es afortunado. Su amor verdadero es nada más y nada menos que nuestro sobrino! Son almas gemelas.
-Tías!- Magnus quería cada vez más que la tierra lo tragase- Alec tiene que irse, no tiene tiempo de una sesión.
Las mujeres gruñeron y se fueron adentro.
-Entonces...cuando dijiste que tus tías eran adivinas no era broma.
-Perdona, ellas son amables pero cuando traigo a alguien se emocionan demasiado. La gente luego desaparece.
-Dijeron que eres mi amor verdadero.
-Ignoralas, según ellas estamos atados al otro.
-Y lo crees?
-Crecí con ellas aprendiendo a leer las cartas, hojas de té y las estrellas. Pero también creo en que podemos moldear nuestro futuro.
-Y lo de las almas gemelas?
-Tu sí?
-Pienso descubrirlo.
Besó a Magnus en los labios.
-Vienes a la librería mañana?
-Claro.
-Genial.
Mientras lo veía marchar, se tocó los labios con los dedos. Aún podía sentir el fantasma del beso y los angelicales labios de Alec.
Que les pareció?
Espero que les haya gustado.
Recuerden que el lunes publicare dos nuevas historias.
La tercera parte de Caigo Cautivo y un nuevo fic Malec llamado Mi mundo feliz.
(Para más información, lean ultima actualización de Rey de corazones o Esa magia entre nosotros) Para quienes no lo saben, Esa magia entre nosotros ya está completita por si les gustaría darle una miradita.
Gracias por leer, votar y comentar.
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