A los pasos de tu corazón 1/3 (AU)
Se siente mejor amar algo, cuando lo haces libremente.
Eso es lo qué Magnus Bane se repetía día a día, al despertar y al acostarse. Mientras contaba los días para que el verano terminara y tuviera que ingresar en esa universidad que odia o cuando su padre lo presumía ante sus amigos por sus buenas notas y desempeño. Mientras su padre le presentaba a las hijas de sus socios o miraba chicos besándose y el deseaba con intensidad ser uno de esos chicos. Mientras anhelaba poder amar y ser amado por quién era.
Era como un niño que se para debajo de las estrellas y pedía un deseo. Y después, esperaba que pasara. Que las promesas se cumplieran.
Cuando era pequeño, su padre lo inscribió a clases de deportes.
Magnus supo que lo odiaría cuando su padre entró a su habitación y le mostró un uniforme de fútbol americano. Y tal como lo esperó, pasó: odió el deporte.
No le molestaba quedarse en la banca mientras los otros niños jugaban. Pero todo cambió, cuando escuchó a alguien susurrarle.
-Ven conmigo- dijo una voz a su espalda, en un susurro que era increíble que pudiese escucharse.
Magnus se dio vuelta y vio a un niño.
Era el niño más bonito que había visto. Tenía ojos azules y cabello negro, la piel sorprendentemente pálida.
Magnus estaba tan concentrado en sus ojos, hasta que vio algo que le llamaba más la atención: su rosado y brillante tutu de muchos colores.
El asiático se le quedó viendo.
Entonces, el niño se acercó a su oreja y volvió a susurrar: Ven conmigo.
Y sin esperar respuesta, el niño tomó a Magnus de la mano y fueron hacia un gimnasio.
-Quien eres?- preguntó Magnus- Por qué me trajiste aquí?
En el gimnasio, una mujer les enseñaba a bailar ballet a un grupo de niñas.
-Necesito un compañero- dijo el niño.
-Y por qué no bailar con las niñas?- preguntó Magnus.
-Las niñas me dan asco- dijo el pequeño- Siempre estás sentado y no juegas con los otros niños, pensé que podrías ser mi compañero.
-Me has observado?- preguntó con las mejillas rojas.
-No pude evitarlo- dijo el niño- eres muy lindo. Soy Alec Lightwood.
-Magnus Bane- dijo Magnus.
-Entonces, quieres bailar conmigo?- preguntó Alec.
Magnus no pudo decir que no.
Desde entonces, cuando su padre lo traía a las prácticas, Magnus se escapaba al gimnasio para bailar con Alec.
Durante el tiempo que pasaron juntos, Magnus había aprendido que la danza era algo que le gustaba de verdad.
Pero el tiempo lo hizo descubrir que tenía sentimientos por el pequeño Alec.
Y cuando lo supo, se aterró. Se aterró de que sus padres lo rechazaran por gustarle un niño. Le aterró que su padre lo odiara por fijarse en los niños y no en las niñas.
Y por cosas tan mundanas de la vida, ambos chicos cruzaron caminos diferentes. Pero Magnus nunca olvidaría a Alec.
Tampoco esperaría volverlo a encontrar.
***
-
Bueno, hijo- dijo Asmodeo- suerte en tu primer día en la universidad. Se que harás sentir orgulloso a las empresas Bane.
-Prometo esforzarme lo mejor que pueda, padre- dijo Magnus, mientras bajaba del auto.
Magnus caminaba entró al edificio de la universidad, pero se quedó vigilando la calle para saber que su padre se había ido. Cuando el auto de Asmodeo ya no estaba a la vista, Magnus salió corriendo del edifico y cruzó la calle hacia el instituto de danza más prestigioso de la ciudad.
Una pequeña parte de él se sentía mal por mentirle a su padre. Se suponía que el año pasado iba a inscribirse en la universidad para estudiar administración de empresas y seguir con la empresa de la familia Bane. Pero ese no era su sueño.
Magnus quería bailar más que nada en el mundo. No pudo resistirse a inscribirse en la escuela de danza y le mintió a su padre. Aunque siempre le había mentido con respecto a su pasión por el baile, desde que era niño.
Sabía que si Asmodeo lo descubría, lo mataría. Pero su deseo por bailar era más fuerte que el miedo.
Magnus tomó aire antes de entrar al edificio y abrió la boca por el asombro de ver a tantos estudiantes.
El asiático fue a cambiarse y después se dirigió al salón donde se practicaba. Allí habían un montón de chicos y chicas hablando, practicando y divirtiéndose. Magnus sentía tantos nervios a flor de piel.
Empezó a hacer unos estiramientos antes de que la profesora llegara. La tranquilidad era placentera, pero también era efímera.
Magnus escuchaba unas risas a poca distancia. Se volteo y vio a unas chicas, ellas susurraban entre si mientras veían a Magnus.
El chico decidió ignorarlas, pero el plan falló cuando una de ellas le habló.
-Nunca te había visto aquí antes. Veo que eres nuevo.
-No te equívocas- dijo Magnus, siendo lo más amable posible.
Magnus creía conocer a esas chicas de algún lado, pero no recordaba de donde las había visto.
-Hablaba con mis amigas sobre preguntarte algo- dijo la chica- No te molestaría si lo pregunto?
-Supongo que no- dijo Magnus.
-Que se siente ser heredero de las empresas Bane y también ser un marica?- dijo la chica.
Magnus sentía la mejillas arder por la pena y la vergüenza, las chicas empezaban a reírse.
-Que no te de pena pintarte los labios- dijo otra- y así podrás encontrar a otro marica que te quite lo virgen.
Las risas seguían sonando en los oídos de Magnus. Lágrimas se esforzaban por salir.
-Chicas, chicas- dijo la tercera- Creo que tocaron un nervio, la niña va a llorar.
Antes de que continuaran, la puerta del salón fue abierta y entraron dos mujeres. Una era adolescente y la otra era una mujer adulta.
Ambas tenían mucho parecido y Magnus pensó que de seguro eran madre e hija.
-Bienvenidos a un nuevo ciclo lectivo- dijo la mujer- Soy Maryse Lightwood y seré su profesara.
La chica a mi lado, es mi hija Isabelle. Ella vendrá algunas clases para ayudarme.
El resto de la clase pasó a un ritmo tranquilo, el trió de arpías (es decir, las tres chicas molestas) no tuvieron la oportunidad de molestar a Magnus u a otro estudiante debido a que estaban todo el tiempo bajo la mirada de supervisión de Maryse. Magnus pensó que de seguro no era el primero al qué esas chicas molestan.
Al terminar la clase, Magnus esperó a que el salón se vaciara. En cuanto no hubo nadie, se acercó a la barra y acarició la madera. Cerró los ojos y respiró profundamente, luego liberó el aire que estaba en su pecho.
Abrió los ojos y miró toda la sala, sonrió y una lágrima se escapó sin desearlo de sus ojos y corrió por su rostro hasta caer en el suelo. Magnus se recordó así mismo que estaba cumpliendo su sueño.
Dejó que una risa invadiera el espacio silencioso.
Fue por su mochila y sacó el reproductor de música. Le puso play a una canción y dejó el salón fuera invadido por otro sonido.
La melodía era suave al principio y movió sus pies con pasos suaves y delicados. Dio un salto y extendió sus brazos con elegancia. Solo el espejo lo veía bailar, pero no por mucho.
Magnus tenía sus ojos cerrados por un instante, la música era un extensión de si mismo y podía percibirla en sus pies.
Cuando dio un ultimo, aterrizó en frente al espejo mientras jadeaba del cansancio. Abrió los ojos y vio que no estaba solo.
Detrás suyo, un chico lo estaba mirando. Magnus se dio vuelta y su atención se centró en los ojos de su espectador. Los ojos eran del azul más profundo y hermoso que jamás había visto antes, excepto una vez.
Era la primera vez en años que volvió a encontrar a esos ojos azules.
-Me gustó- dijo el chico- No muchos bailarines han demostrado esa pasión en sus movimientos como tu lo has hecho hace un rato.
-Yo- Magnus no sabía que decir-Yo...tu...no tenías por qué verlo.
-Tranquilo- dijo el desconocido, refiriéndose al tartamudeo de Magnus- Tengo ese efecto en la gente, ya me acostumbré.
Magnus solo seguía sin decir nada, no sabía que decir.
Con mucha rapidez, tomó sus cosas y empezó a correr. El chico trató de detenerlo.
-Espera- dijo- no tienes que irte...
-Si tengo- volvió a decir Magnus, sorprendido por no haber tartamudeado.
-Puedo invitarte un café?!- gritaba Alec, con la esperanza de que Magnus lo haya escuchado- No tiene que ser un café, puedo invitarte otra cosa!
Fue corriendo por el camino que el chico tomó, pero no lo vio por ningún lado. Puso sus manos en su rostro y dejó que un gruñido de frustración se le escapara de la garganta.
-Hey, Alec- se dio vuelta y vio quién le habló. Era Isabelle.
-Hasta que al fin te encuentro- dijo Alec- Creí que estabas en el salón donde enseña mamá.
-Llegaste quince minutos tarde hermanito- dijo Isabelle- Pero creo que encontraste algo interesante.
Alec recordó al chico que vio bailar como a un dios. Podía sentir su corazón latir fuerte y rápido, sus mejillas se tiñeron.
-Por Ángel- dijo Isabelle- Te sonrojaste y eso nunca pasa! Quien es? Es una chica o un chico? Necesito que me digas.
-Es un chico- dijo Alec- Lo encontré en el salón cuando fui por ti y mamá. Isabelle, ese chico es...muy mágico.
La forma en que se movía...-una mirada soñadora nació en el rostro de Alec, una mirada que nunca había tenido. Su mente viajaba al momento que vio a ese chico bailar, se movía como si la música fuera extensión de si mismo, como si la sintiera en el alma- era hermosa.
-Awww- dijo Isabelle- Mi hermano está enamorado.
-Necesito tomar tu lugar mañana- dijo Alec, con rapidez- Y necesito que me digas todo lo que sepas de ese chico.
-Alec- dijo Isabelle- hoy fue el primer día, no esperes que sepa...
-Izzy...-Alec movía el brazo de su hermana y lo movía mientras hacía un berrinche del que hasta un niño de ocho se sentiría orgulloso- lo necesitoooo. Por fiiiiisssssss
Isabelle río, sabía que cuando Alec hacía esas cosas, no se detendría hasta conseguir lo que quería. La pelinegra sonrió, le traía recuerdos de cuando Alec y ella eran niños.
-Está bien- dijo rendida- Hablame de él y yo hablaré con mamá.
-Gracias- exclamó Alec con una sonrisa tan radiante como el brillo de sus ojos.
Alec le habló a Isabelle sobre el chico y ella lo reconoció. Le dijo que se llamaba Magnus Bane y que tenía la sospechas de que era gay en el armario cuando lo descubrió viendo a los chicos con calzas tan apretadas que lucían los traseros mientras trataba de que no lo descubrieran.
Al día siguiente, Alec llegó al salón antes que nadie. Llevaba puesto una remera negra con brillos y una calza masculina de color negra que le apretaba pero que aún así le encantaba.
Se puso unos zapatos de ballet y empezó a hacer calentamientos. Todo era tranquilidad, hasta que escuchó un pequeño grito.
-Tu otra vez?!
Alec se dio vuelta y sonrió, en la estrada estaba Magnus. Su rostro con un semblante forjado por la incredulidad y una sombra de lo que parecía ser asombro. Alec volvió a sonreír y se acercó a Magnus.
El asiático quería alejarse del chico, pero no podía. Se sentía atrapado.
Alec empezó a moverse alrededor de Magnus. Parecía un gato que estaba jugando con su presa antes de devorarla.
El de ojos de gato apartó su mirada del chico. Pero Alec no quería eso.
Con sensual delicadeza, puso sus dedos en la barbilla de Magnus y lo obligó a verlo. Magnus vio los ojos azules de Alec y sintió que caía más y más en su encanto.
Alec tuvo un fugaz recuerdo de un niño de ojos de gato con uniforme de jugador de fútbol. Acercó con una sonrisa sus labios a la oreja de Magnus.
Magnus sentía sus nervios a flor de piel, preparado para cualquier cosa que hiciera ese chico.
Alec separó sus labios y los abrió.
Ven conmigo, susurró.
Eso detonó en Magnus una serie de recuerdos.
Alec Lightwood, pensó Magnus.
Y obediente, tomó la mano que Alec le tendía. Ambos sintieron una electricidad.
Alec guió a Magnus al centro del salón. Antes de empezar a bailar, Alec le volvió a susurrar
Baila conmigo.
La danza era un ballet que inventaron con la melodía de sus corazones sincronizados.
Cuando terminaron, estaban jadeando del cansancio que provocó esa danza improvisada.
Sus cabellos y cuerpos llenos de sudor. Fue como hacer el amor por primera vez.
Magnus acercó su mano al rostro de Alec y este se acercó más a Magnus. Alec lamió con su lengua el sudor que cayó a sus labios.
Magnus se acercaba más y más a los labios del chico. Recordaba no haber dormido bien esa noche debido a que no pudo parar de pensar en Alec.
Ambos se acercaban más y más a los labios del otro hasta que se besaron. Para Magnus, ese era su primer beso.
Se aferraban al otro con desesperación y dulzura, como si la vida fueran los labios del otro. El sudor de sus manos se habían mezclado cuando se tomaron de la mano. Magnus sujetó con sus puños la remera de Alec, con lentitud empezó a acostar al chico en el piso.
Alec no pudo evitar tentarse y enrolló sus piernas en la cintura de Magnus.
Estuvieron así por un rato, pero se separaron cuando escucharon pasos. Magnus se quedó viendo a Alec y a sus labios hinchados por tanto besarse, inconveniente llevó sus manos a sus propios labios. Luego le dedicó una mirada de horror a Alec, tomó sus cosas y salió corriendo.
Alec se levantó y trató de seguirlo, pero su madre lo detuvo.
-Que haces jovencito?- preguntó Maryse, confundida por ver a Alec sudoroso y por Magnus corriendo del salón a toda velocidad- Otra vez te acostaste con uno de mis alumnos? Me prometiste que no lo harías después de la quinta vez.
-No me aproveché de él, mamá- dijo Alec, levantando la vista mientras trataba de encontrar a Magnus- Solo bailamos.
Su madre lo miró.
-Vestidos?- dijo la mujer.
-Vestidos- dijo Alec.
Alec corrió en busca de Magnus después que su madre lo dejara libre.
Pensó que estaría en los baños y allí lo encontró.
Magnus estaba encerrado en un cubículo.
-Magnus?- preguntó Alec.
-Vete- fue la única respuesta.
-Magnus, siento si hice algo que te lastimó. Pero verte bailar...tu cerca de mí...me descontroló.
-No hiciste nada malo.
-Y por qué estás enojado conmigo?
-Estoy enojado, pero conmigo. Me gustas...pero yo no estoy listo para salir del armario.
-Al menos puedes salir del baño para hablar?- preguntó Alec, su voz cargada de comprensión.
Después de un momento, Magnus estaba afuera del baño y mirando a Alec. El ojiazul tomó su mano y empezó a acunarlas con las suyas.
-Me gustas, Magnus y quiero que sepas que nunca me molestaría por esperarte. Tu vales toda la paciencia del mundo.
Magnus sonrió y besó a Alec en mejilla.
Alec le devolvió el beso, pero en los labios.
-Ahora,- dijo Alec- que te parece fugarnos para tomar algo?
-Pero tengo clases- dijo Magnus.
-Magnus- dijo Alec- Mi madre es la profesora, de seguro no le molestará que nos vayamos antes.
Magnus volvió sonreír y besó los labios de Alec. Sintiéndose libre por primera vez en su vida.
El ojiazul tomó su mano y corrieron hacia el exterior.
Mientras ambos caminaban por la ciudad, Alec se distrajo en la hermosa sonrisa de su chico y supo que podría vivir de sus labios y de su sonrisa.
Holaaaa
Espero que les gustara.
Que les pareció?
Les gustaría una secuela?
Me inspiré en un vídeo que una seguidora me envió y bueno, aquí está.
Posdata: Ya tienen Lord of Shadows? Yo sí 😍
Cuando salió, me descargue el pdf en ingles (mi ingles es muy malo) y moría cada día por la ganas de leerlo en español.
Hoy fui a una página de Cazadores de Sombras en Facebook y encontré el pdf traducido de Lord of Shadows, lo descargue en el momento.
Espero poder leerlo cuando disponga de tiempo.
Ustedes ya lo leyeron? Que les pareció?
Nos leemos luego.
Besos y saludos😘👋
Caro.
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