Es "vox populi​​" que Ricardo Jaime es mi amigo y uno de mis brazos recaudadores, y si no cortamos de cuajo este tema que ventila la corrupción y sigue creciendo, terminará jodiéndome a mí y a nuestro gobierno. Se pudrirá todo y disminuirá el flujo de dinero que embolsamos, y eso es inadmisible —se repite el ex presidente mientras da vueltas en la habitación como un loco enrabietado.

La noticia que circula por todos los medidos le subió la sangre a la cabeza y lo puso de mal humor. En las llamadas que realizó, su cólera hizo temblar a sus colaboradores de confianza, y de inmediato, cada uno comenzó a operar en su ámbito para contrarrestar el ataque, sin embargo, no le provocó la misma reacción a Ricardo Jaime.

Cuando le exigí que venga a rendir cuentas a la reunión privada con los del exclusivo círculo íntimo del poder, Ricardo se atrevió a preguntarme: ¿Es necesario?

Por más amigo que sea, ¡quién se cree que es! Yo soy quien da las órdenes y no admito que nadie las discuta, se obedecen y listo —dice para sus adentros el ex presidente cuando lo interrumpe una llamada.

—"Ruso", los empresarios están nerviosos y no paran de llamarme. Ya no sé qué más decirles para calmarlos —con su inconfundible voz ronca, Julio De Vido a través del seguro canal privado de comunicación, le hace saber a Néstor Kirchner su preocupación mientras se arregla su tupido bigote para intentar calmar su inquietud.

Para Julio De Vido, coloquialmente Néstor es "el ruso", "el uno", el "jefe", el verdadero líder que ostenta el poder real. Prefiere llamarlo a él antes que a su actual jefa, "La Yegua", apodo que tal vez se haya ganado la Presidenta por las caderas demasiado anchas para su complexión; o por el aire de equino que tiene su manera de reír y que evoca la figura de una potranca; o tal vez por su mala manera de ejercer su autoridad; y eso no quita que él le reconozca su oficio y don de mando. —Están sumamente preocupados por lo que ventilan los medios de Ricardo. Temen que todo se complique si los periodistas, la oposición y la justicia, siguen hurgando y el berenjenal crece. Me piden que Ricardo deje de hacer cagadas y que seamos prudentes. Les aterra que la mierda los salpique, y me piden suspender cualquier tipo de aporte hasta que todo se calme.

—¿Suspender los aportes? ¡Que ni se les ocurra hacerlo! Julio, conoces más que nadie nuestra sencilla ideología: nuestros negocios están por encima del gobierno; el gobierno está por encima del individuo, y nuestra perpetua continuidad en el poder está por encima de todo lo demás. Si fomentamos la cultura de la pobreza, habrá más pobres e ignorantes que habiten este país, y más votos obtendremos. Ya lo estamos haciendo y funciona. Bastará con que les demos algunas migajas del dinero que recaudamos para que nos vuelvan a votar en las próximas elecciones legislativas, pero para hacerlo, necesitamos dinero. Así que, ¡apriétalos! y diles con claridad y con todas las letras, que si joden, que se olviden de los negocios que hacen con el estado — rumiando furia amenaza Néstor, y al oír sus gritos, Julio De Vido aparta su oído y ríe para sus adentros.

Julio es aliado de los Kirchner desde que arrancaron sus carreras políticas. Comparten su cercanía ideológica con los Montoneros, la guerrilla peronista que luchó contra el régimen militar en la década del 70, y por la cual y en una suerte de exilio político, Julio debió abandonar su natal Buenos Aires para irse al sur de la Patagonia como empleado de una empresa de telecomunicaciones.

—Tranquilo, un día de estos te vas a infartar (...) —aconseja y le alerta Julio ante el desmesurado ataque de bronca Néstor, y a propósito hace una breve pausa para darle tiempo a que afloje los nervios— Como siempre, despreocúpate que yo cumpliré con mi trabajo con los empresarios, pero, ¿qué debo hacer con Ricardo? Como Secretario de Transporte, él depende de mí a los efectos del organigrama del Ministerio, y por lo tanto, se supone que yo debería salir a dar la cara por él; pero antes de hacerlo te lo pregunto porque todos saben que en los hechos no depende de mí, y que tiene contigo una estrecha relación de amistad y un canal directo de comunicación.

Los empresarios no quieren mancharse y apestar por la cagada de Ricardo, que más que una cagada ya es una tremenda diarrea. Si Ricardo sigue haciendo de las suyas, ni ellos ni nadie de nosotros se salvará de la podredumbre maloliente —aclara con sutileza, pero con rigor, apoyándose en la libertad que le da el ser un importante brazo "ejecutor" del matrimonio.

Por su bajo perfil y por saber guardar un férreo hermetismo, Julio De Vido se supo ganar la confianza de los Kirchner al haberles demostrado su lealtad incondicional, que tiene asumida que es unilateral y de un solo sentido, hacia arriba, y que ni se ilusiona de recibirla de sus jefes. Porque el matrimonio presidencial valora y considera indispensables sus virtudes para ser un "buen" Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio los acompaña desde antes de que Néstor sea presidente.

Julio De Vido se ganó el apodo de "superministro" por el poder que le da administrar un presupuesto multi millonario destinado a infraestructura de obra pública, y con el que domina la relación con los poderosos gremios y empresarios de la construcción. De dicho presupuesto y a través de sobreprecios y otros artilugios, Julio obtiene importantes ingresos para llenar la "caja política" de los Kirchner. Desde que la creó Néstor cuando era presidente, él la alimenta y engorda con el dinero sucio, "dádivas" que aportan los empresarios de la obra pública, de la minería, petroleras, bancos y multinacionales; y además, con los "negocios estratégicos" que maneja con Venezuela.

El "superministro" conoce secretos que nadie más conoce. Sus llamados son los que consiguen fondos para las campañas electorales y otros usos. Todos consideran que es un gusto hacer negocios con él, porque actúa desde la trastienda moviendo con discreción el tren de la corrupción; virtud que por abandonarla hizo descarrilar a Ricardo Jaime, y por su culpa, todos están sufriendo las consecuencias.

—Ni me lo menciones a Ricardo. Somos buenos amigos pero eso no quita que se haya comportado como un imbécil y que tendrá que responder por ello —afirma Néstor sin ocultar su mal humor.

—Me diste un papel que debo cumplir, y lo cumplo. Soy tu preciso ejecutor de penales, pero Ricardo a mí no me da pelota. Lo de Ricardo está en tus manos, salvo que me digas qué debo hacer con él.

Néstor, nos conocemos bien, somos amigos (...) — Julio De Vido hace una pausa al dudar de si esto último es tan así. Mantienen una alianza política funcional basada en el interés y la confianza. La relación era buena, pero no tan cercana como la de una profunda amistad. Julio le es leal e incondicional, pero no siente que sea un gran amigo, ni pretende serlo. No se invitan a los cumpleaños, no cenan juntos, y por sobre todas las cosas, no mezclan temas personales con los quehaceres políticos. Son socios políticos. Jefe y empleado. Todos los allegados saben el papel que cumple cada uno. De Vido nunca traicionó ni dijo "no" a ningún designio de los Kirchner. A fuerza de lealtad y trabajo, el ministro se ganó el respeto y la confianza, pero hasta ahí llegó el amor—, y sabes que lo que me pidas, lo haré sin discutir.

Néstor no se apegó a nadie en toda su vida, no por principio ni por sequedad de corazón, sino para salvaguardar su independencia e integridad, que él valora por encima de todo.

—Dedícate a lo tuyo, yo me ocupo de Ricardo—responde Néstor con sequedad, como si Julio le acabase de tocar un punto sensible, y corta la comunicación.

Néstor no tiene tiempo para perder. Sacude los hombros y una expresión de contrariedad le cruza el semblante. De alguna manera arreglará lo de Ricardo, pero lo que más le preocupa es encontrar y aniquilar al traidor que integra la cúpula del poder. ¿Y si no es un miembro de la cúpula?