Rells

Conseguimos algo de ropa barata y nos dirigimos al bosque. Tardamos en llegar a la fábrica, pero cuando ya estamos allí se vuelve a oscurecer. Aunque no me sorprende, esta zona silvestre y la ciudad llena de maquinaria vieja, ambos son lugares lúgubres.

Abrimos la reja que rechina y el cartel con la palabra "fábrica" casi se me cae en la cabeza, pero por suerte Adaria me empuja a tiempo.

—Este lugar se cae a pedazos —opina ella.

—Bueno, supongo que por eso, aquí nadie nos va a buscar.

—Creí que era por los portales —recuerda.

Me río.

—Verdad.

—"Internado" —lee la palabra que estaba debajo del cartel—. Más que internado, parece prisión —opina mientras avanza y la sigo—. Se ve que hace mucho no está en uso.

—Internado, fábrica, prisión, sea cual fuera su denominación antes, ahora es nuestro sitio de portales, nuestro pase a la libertad.

—No veo nada. —Pone las manos en la cintura cuando nos detenemos en la sala del edificio principal y mira para todas partes—. ¿Y ahora?

—Supongo que esperar. —Bufo.

Se gira a observarme.

—¿Seguro que viniste hasta mí por un portal?

—¡Mucho!

—Bueno, no queda de otra, habrá que acampar aquí y ver qué pasa, por ahora sigue siendo el lugar más seguro.

—Buscaré madera. —Sonrío.

—La hierba ha crecido de entre los escombros, así que no habrá que ir muy lejos, me parece bien.