Capítulo 2: "Tal vez la vida no es para todos"
Parte 1.
De nuevo es lunes
En la habitación de Amelia
"Respira, todo está bien"... al menos alguien debería decírselo a Amelia quien parece un pez fuera del agua luchando durante 15 minutos antes de comenzar a respirar de manera normal, ella incorporó dejando su cama atrás.
Aun sintiendo que el corazón se le bajaba hasta el estómago, su voz salió torpemente de su boca, primero sonidos incomprensibles como los quejidos de un animal moribundo y finalmente palabras.
-¿Qué...pasa? ¿que me sucede? , respira tranquila ya se acabó- decía Amelia para así mientras jadeaba y sentía como el sudor frío le escurría.
-todo está bien... todo está... eso nada más fue un sueño un sueño y nada más-
Ella no podía dejar de sostener su cuello como si tratara de encontrar desesperada una pieza faltante, corrió al baño a buscar agua, se limpió la cara con ambas manos y se miró en el espejo todavía su cuerpo recordaba el calor de su sangre cayendo, la violencia con la que perdió un pedazo de su cuello y cómo se hundía lentamente en las tinieblas de la muerte.
Entonces recordó con pavor el horror
-Daniel-
miró la puerta de la habitación de su compañero, y tragó saliva, temblorosa se acercó a la manija, después de dudar unos segundos, la abrió pero la cerró inmediatamente.
Encontrando su voz
-Daniel amigo... ¿estás ahí? - no obtuvo respuesta.
aguantando la respiración tomó una decisión y se colocó justo en frente la puerta de la habitación de la habitación Daniel toco la puerta muerta de miedo.
-oye tengo que hablar contigo-,
dijo con voz temblorosa pero con un tono cariñoso, tomó el pomo de la puerta, lo giro, este emitió un chillido metálico mientras se abría, entró con recelo sin soltar la puerta pues pensaba cerrarla de inmediato si era necesario.
En la cama individual se hallaba Daniel un joven de unos 25 años con el pelo muy corto y un tatuajes en el brazo izquierdo, este se notaba languidecido por la fiebre.
-Amelia eres tú... - se despertó bruscamente, su voz ronca denotaba su malestar tan profundo.
Trato de pararse pero estaba sumamente asténico y adinámico
-Ami, Ami... Amelia-
La mujer sintió un escalofrío cuando el chico convaleciente pronunció su nombre.
—no me siento nada bien, tengo mucho frío y tengo sed—
se dejó caer de nuevo en su cama.
Amelia camino hacia él y le tocó la frente, se dio cuenta que tenía mucha fiebre, no tenía un termómetro, pero si lo tuviera este marcaría 39.5 grados.
Esto la asustó, por ello se apresuró a darle un vaso de agua y llamar a su novia por teléfono, pero se detuvo de inmediato, su novia y ella estaban peleadas, ambas podían pasar días incluso semanas sin hablarse para finalmente reconciliarse.
Esa había sido su dinámica por los últimos tres años.
No estaba orgulloso de ello pero sí bastante acostumbrada.
Daniel abrió un ojo enrojecido, haciendo que su compañera de departamento dieron pequeños sobresalto
—¿puedes llamar a mi novia?—
Dijo señalando el celular que se encontraba sobre su mesa
Amelia solo asintió sin quitarle la vista de encima en ningún momento, la sensación de que había sentido durante su pesadilla, era tan intensa que aún no podía sentirse segura.
Daniel la miró caminar hacia atrás sin quitarle la vista de encima casi como si le tuviera miedo.
—la encontrarás con el nombre de La lore en mayúsculas y tres corazones rosas, ella misma puso su número de contacto en mi celular—
Amelia marcó el número y después del segundo timbre alguien contestó
—Hola cari, ese milagro que me llamas tan temprano, oye no sé por qué no estás aquí pero... Mi jefa dijo que sí no llegabas hoy ya no te guardaría en el trabajo—
—Hola soy Amelia la compañera de cuarto de Daniel— dijo interrumpiendo su monólogo
Hubo una pequeña pausa.
—¡Y! ¿Por qué tienes tú el celular de Daniel?—
—él me pidió que te llamara—
—ah si— la chica enderezó la espalda mientras colocaba el dorso de su mano sobre su curvilínea cadera.
—Daniel está muy enfermo creo que tiene fiebre, mira yo voy saliendo para el trabajo, te dejo la puerta abierta y pasas por él para que lo cuides o para que lo lleves al doctor—
—siempre le digo que tome suplementos conmigo, pero ay, por eso es que se enferma, pero él siempre dice, no, no, no me gusta—
Con poco ánimo de escuchar a la ruidosa muchacha
—de acuerdo te te dejo la puerta abierta—
💥💥💥💥
la chica dijo alegremente que llegaría en unos minutos para cuidar a su novio, mientras tanto tomó una playera verde del chico enfermo y la lleno con cubos de hielo le hizo un rápido nudo y se lo colocó en la frente.
Amelia se dispuso a hacer su desayuno tomo sus vegetales y contempló el filete de res que debía comer el día de mañana según su dieta, ella lo quería pero no era el momento.
Una vez terminó el desayuno, y procedió a ir al trabajo, justo en ese momento dejando el susto de sentir como le arrancaban el cuello y se desangraba mientras su compañero de cuarto le devoraba en pedazos su carne;
todo eso se fue con su licuado dietético una bebida que prometía mejorar la dieta de reducir aquellos kilos que nadie desea.
Se miró en el espejo y dijo
-lista te sientes fabulosa y llena de energía-,
pese a tan sólo llevar un uniforme limpio y simplón, envolviendo un cuerpo trabajado y redondito -" no es importante"- pensaba ella.
Ya lista se subió en su coche blanco lo puso en marcha justo en ese momento escucho como unas garras rasgaban la carrocería del vehículo...
-maldita perra mira qué hiciste-
se quedó muda mientras observaba a Frida la perra callejera que la saludaba con el hocico abierto y la lengua de fuera; antes de que el estómago se le revolviera piso el acelerador.
-no no...¡no!-se dijo a sí antes de acelerar.
Ya en camino al trabajo se repetía a sí misma
-tranquila, tranquila... eso te pasa todo el tiempo...¡eso es! tuviste un deja vu, sólo... solo mira los niños empiezan a ir a la escuela... ya abrió la ferretería y... ese tipo que sale del motel se parece al secretario del gobernador-
Sonrió de manera desconcertada detrás de él una chica con minifalda en conjunto ligero y sensual aunque una cara algo desanimada salía caminando sobre sus tacones de aguja.
-bueno eso a quién le importa-
-¡Maldición!-
Frenó bruscamente ante el semáforo en rojo, siendo rebasada por un motociclista que sobresalía por tener un casco de color amarillo con franjas negras y orejas de gato, en una motocicleta roja.
Ella escuchó el antipático claxon del coche detrás de ella la cual la sacó del ensimismamiento; frunció el ceño y aceleró apenas un segundo antes de que el semáforo se pusiera en verde.
Trataba de matar el estrés de esa manera hasta se le olvidó recargar el tanque de gasolina.
Cuando llegó al trabajo y se estacionó... quiso pero no pudo salir del auto por un minuto, tuvo una pequeña lucha interna antes de tomar el teléfono.
Pero finalmente llamó a su madre, el teléfono sonó una vez y otra vez, hasta que la llamada se perdió - pero nunca está cuando la necesito (vociferó) pero si fuera ¡el!, ¡seguro que no tardaría en contestar!- ella recargo su frente contra el volante.
El teléfono comenzó a sonar y ella respondió de inmediato.
-Amelia... ¡hija! ¿estás bien? - ya su madre algo extrañada por recibir una llamada tan temprano por la mañana -Dios te bendiga hija justo estaba pensando en ti ¿cómo estás? -
Gimoteando y prácticamente llorando, le contestó -¡ay mamá... Soñe algo feo... me siento horrible!-
- ¿Qué pasó hija... qué soñaste? Por favor cálmate cuéntame por favor-
Tomó aire contuvo las lágrimas para tratar de que el maquillaje no se corriera aún más apretó los dientes y dijo -mamá, mamá soñé que me atacaban primero unos asquerosos morosos, creo que querían violarme, no estoy segura- sus lágrimas se desbordaron finalmente.
-Ay hija... Por Dios... Mira, mira... fue solo un sueño...Calma por Dios reza y ten fe y pídele a Dios que ya no sueñes con eso-
La señora tomó aire y con una voz preocupada dijo -pero ya no llores hija que no sé qué hacer quisiera que estuvieras aquí, quisiera yo estar allá pero no puedo hacer nada por favor, ya no llores, mi niña-.
-no, no, no, mama, lo peor no fue eso, eso fue sólo el principio, de un momento a otro estaba en el infierno...
Sollozó mientras su nariz escurría.
-La gente se comía entre sí, se mataban entre sí, había sangre y gritos por todos lados, te acuerdas de Frida estaba destripada en el piso, desperté cuando una de esas cosas me empezó a comer lo peor es que lo sentí fue tan real que aún no se me va la sensación, me siento mal-
su garganta casi se ahoga de tan sólo recordarlo.
-Hija... ¿por qué sueñas eso? mira pero es un sueño nada más... una pesadilla hizo una pausa y con algo de enojo continuo - ¿estás tomando alcohol o drogas? - dijo con preocupación.
Amelia llevó su mano derecha a la cara cubriendo ambos ojos sosteniendo su frente.
se le cortaba la voz -mamá no he tomado nada, ¡nada, he tenido tanto trabajo, tanto que no he tenido tiempo ni de eso!...-
Ahogó un bufido tratando de no llorar
-¡Es más no tengo dinero para eso!, ¡ni siquiera para el gimnasio! y tú sabes lo mucho que lo necesitó, además no he comido sano por eso no me he sentido bien, además-
-hija no sé qué decirte ojalá hablaras con tu hermano si mejor habla con el seguro... Él sabe qué decirte-
Contestó con desdén y cierto celo -tú lo quieres más a él-
Su madre la pudo escuchar a pesar del bajo tono de voz -claro que no hija yo los quiero igual a los dos-
-No te creo, mamá, tú lo atiendes a él, es más vive con ustedes-
-pero si tu hermano se queja de que quiere volver a la gran ciudad, de que está aquí de paso, además dice que tu eres la afortunada , que tú te das la gran vida que siempre andas de fiesta en fiesta, eres una chica fitnes y que no paras de compartir fotos con tu celular-
-¡Ay mamá eso quedó en el pasado! ahora hasta tengo que rechazar a mis amigos porque no tengo dinero para salir, ni ganas para nada, me da vergüenza-
se miró en el espejo y se dio cuenta que su maquillaje se había arruinado, pensó rápido y sacó de su bolso uno más ligero para estos casos.
-entonces regresa a casa, no tienes necesidad, aquí es tu casa no tienes que sufrir allí- dijo ella con un tono más preocupada que comprensiva.
Hubo un un largo silencio después de eso...
-no.. puedo... hacer eso... mamá... no te preocupes ya estoy mejor- dijo Amelia con todas sus fuerzas ahorcándose en la garganta.
-por favor hija...
-ya estoy bien mamá, ya estoy bien, ya me calmé, ya me calmé-
-esta bien hija, llámame a la hora del almuerzo por favor o a la hora qué quieras hablar yo te estoy esperando- dijo con resignación en su voz.
Amelia tomó aire y dijo tratando de convencerse a sí misma
-mamá me tengo que ir-
se miró en el espejo retrovisor -diablos se arruino mi maquillaje-
hizo lo que pudo para arreglar el desastre que era su cara en ese momento, cerró lo ojos para recuperar la compostura y se dio ánimo a sí misma.
-con toda la actitud... con toda la actitud... tu puedes... ¡bien! -
Así entró al edificio donde la recibió la secretaria de contabilidad, la cual corría apurada y apenas la saludó.
Siguió caminando esbozando su previamente trabajada sonrisa, ante la anodina oficina, saludando a la derecha y a la izquierda por compromiso y educación,
"porque siento que esto ya lo había vivido", pensó para sí...
"recuerda..."
Se quedó de pie un momento mirando a todos lados una vez que vio que nadie la miraba...
Se dijo a sí misma -vestida para el éxito, ¡Si! así es-
se llevó la mano al cuello y sintió que el mundo le daba vueltas pero se obligo con pura fuerza de voluntad a poner los pies en la tierra.
-¡dios, fue solo un sueño! ¿verdad?-
Continuó caminando sin perder la atención de su celular el cual apretaba casi como si quisiera aplastarlo.
Caminando por el pasillo que despedía un ligero olor a limpiador, hasta llegar a unas escaleras donde unos empleados trataban de subir la nueva copiadora al segundo piso, ella se detuvo sin querer clavando su mirada en los hombres que trataban de subir el aparato sin estropearlo, uno de ellos se percató de inmediato.
-¡Buenos días señorita!- dijo uno de los empleados con mucha energía.
Ella parecía sumergida en sus densos pensamientos, por lo que solo levanto la mano a modo de respuesta al saludo.
-buenos días, ahí va, ya casi....-
dijo uno de los empleados mientras veía pasar a la gerente, notando sus fuerte y tonificadas piernas.
El otro empleado le devolvió el saludo con un gesto de la mano,
-No está nada mal está un poco pintada pero yo si me aventaría-
dijo el primero en responder mientras sostenía la base la copiadora.
El otro solo asintió con una sonrisa pícara mientras jalaba el aparato.
Al llegar al siguiente piso observo a la secretaria del ingeniero Aldama, la cual se maquillaba, sentada sobre el escritorio de otro gerente.
Amelia exclamó mientras seguía su camino:
-Cada vez es más descarada de por sí el ingeniero Aldama es un alcahuete de todos pero desde que la licenciada Eunice se fue todos están en su flojera más que nunca, por lo menos deberían ser discretos-
hizo una pequeña pausa mientras revisaba los mensajes de celular antes de seguir con su camino.
continuó con su monólogo interno -yo...he...mejorado el departamento de cobros, los jefes comen de mi mano ahora más opciones se me abren gracias a eso estoy-
En su cara se dibujó una sonrisa de orgullo, pese a todo eso sentía que la cabeza le dolía, eran sólo los primeros síntomas de su fatiga.
-Buenos días licenciada Cárdenas- era Silvia la secretaria todo esto no hizo más que alimentar todo el cosquilleo que estremecía su cuerpo avisando que algo andaba mal...
miró a su secretaria con seriedad
-Empecemos de una vez-
Parte 2.
Amelia había avanzado con el papeleo, su mente se había tranquilizado lo suficiente, como para decir que ahora estaba llena de papeleo y los pendientes que no eran pocos, por suerte para ella había llegado a un punto donde se sentía cómoda haciendo mecánicamente su trabajo.
Mientras estaba en su escritorio, cuando su celular sonó la abrió y eso era su hermano Hugo le había enviado un gif con una pequeña asuka que decía "feliz lunes", ella irritada contestó:
-Tú sabes que odio esas cosas no me lo vuelvas enviar-
Unos segundos después recibió otro mensaje de su hermano mostrando un pequeño niño rubio animado levantando el dedo del medio, ella lo ignoró pese al enojo que sentía.
Se encerró en su oficina donde no la calentaba ni el sol, caminar de un lado a otro sintiéndose inquieta, hasta que por fin tomó su café casi siempre lo tomaba sin azúcar pero hoy disfrutaba de 3 cucharadas colmadas con cero culpa, mientras ordenaba sus ideas.
Doña Silvia llegó con las novedades que dos cobradores no estaban en su labor uno enfermo y otro de permiso, la angustia se sedimento en su cabeza, pero no cedió ante ella y llamó al único cobrador que sabía que no le diría que no.
-Buenos días Molina-
Molina en tono casual -Buenos días licenciada aquí trabajando para ganarse el pan de cada día-
-¿oye estás muy ocupado?-
-si me encuentro con dos cobros en la ciudad de en "San Pablo del descansó" espero acabar en menos de una hora-
-Molina necesito por favor que hagas los cobros de Gutiérrez y de Contreras ambos no están te las envío de una vez son casi una docena y media-
sintió de nuevo de la preocupación -pero tienes cuidado-
ordenó firmemente
-este calor pone de malas a la gente... mas bien los pone idiotas-dijo susurrando.
Molina - licenciada con todo respeto no creo que pueda ser todos esos cobros podríamos delegar a alguien más o... hacerlos poco a poco -dijo previendo la irritación de su jefa.
Amelia cárdenas se llevó la mano a la siem la cual acarició con fuerza
-esto es importante no podemos cerrar el mes con números rojos por eso lo que te pido no es muy difícil por favor Molina-
-Siendo 100% sincero... no voy a poder- replico el cobrador.
Amelia -por favor no digas que no puedes "Yo" sé que puedes-
ella no pensaba salir a ningún lugar el día de hoy, se sentía de ánimos.
Molina no respondía y por el teléfono se notaba que estaba dudoso sobre el asunto.
Amelia pensó rápido y dijo -tus comisiones están garantizadas-
Molina lo pensó con calma y después de un momento dijo -envíame dos... y ya veremos.
La primera que se envió fue "Río Amarillo" eso le trajo un mal presentimiento a él pero de acuerdo a eso se puso manos a la obra y envío las órdenes de cobro a la terminal electrónica de Molina "El cobrador", el cual imprimió los recibos en su terminal móvil.
El Cobrador miro como le llegaban un total de cuatro cobros, por lo que rápidamente llamó a su jefa por teléfono móvil, quien no tomó la llamada y solo le contestó con un mensaje "te deberé un gran favor", para al fin resignarse de manera vehemente.
Molina con resignación
-Me la ha jugado esta vez-
Amelia por fin tenía una solución, a su problemática del día de hoy, no pudo evitar sentir, que el peso en los hombros desaparecía, así que se recostó en su sillón individual reclinable y ergonómico, cerró los ojos esperando recobrar fuerzas.
"por fin... las cosas van como deberían"
Cuando escuchó un escándalo que venía de la calle, por instinto miró curiosa por la ventana.
Un hombre corpulento y desalineado forcejeo a un hombre ensangrentado el cual lo mordía entre el hombro y el codo, mientras un policía y un grupo de vendedores ambulantes trataron de separarlos desesperadamente.
El tipo corpulento golpeaba una y otra vez con su puño en la cara del otro sujeto que parecía estar fuera de control.
Ella clava su mirada de forma morbosa en la escena violenta, sin parpadear ni un segundo, cuando de repente algo en su estómago le dio malestar y apartó la mirada, tomo una gran bocanada de aire y se obligo a mirar.
-¡¡aaaahhh!!-
El tipo corpulento grito cuando el atacante por fin soltó su brazo, con el último golpe que le dio en la cara, derribandolo de espaldas en el suelo en el único pedazo de tierra fértil en medio de una carretera de asfalto.
Ya en el suelo recibió una brutal paliza de al menos 6 vendedores ambulantes quién lo patearon y utilizaron palos de escoba y piedras para acabar con él.
El oficial de policía actuó de manera protocolaria ante tal escena "intentó detener y separar a todos los implicados".
El hombre ensangrentado con ambos ojos inyectados en sangre, heridas, hematomas y fracturas expuestas que dejaban ver el hueso a simple, se arrastró hacia atrás usando manos y pies como si fuese una araña, antes de incorporarse otra vez de manera no natural.
El hombre fornido el cual intentaba tontamente detener el sangrado de su brazo con su mano, se lanzó contra el, empujándolo sobre la carretera, donde una camión trató de esquivar su cuerpo pero al hacerlo con una llanta delantera derecha, aplastó, su cabeza del cuello hacia arriba cubriendo completamente su rostro bajo el neumático.
Amelia se llevó las manos a su boca cubriendo como si tratas de esconder el shock que causó tal escena se volvió su escritorio y todos los pendientes.
Mirándolo por un segundo sin poder contenerse salió corriendo hacia el baño donde casi vomita al menos tuvo cuatro arcadas antes de tranquilizarse.
Ella trato de poner en orden su mente "no puede ser seguramente vi mal, sí definitivamente no puede ser, no puede ser"...
la quinta arcada fue la que finalmente la hizo vomitar...
esta sensación no era buena pero había sentido una peor que trató de controlar desesperadamente su mente al menos un poco se encogió de hombros y se sentó en el inodoro sosteniendo su cabeza en posición fetal durante 5 minutos.
Casi como un reflejo más que un hábito saco su celular para entrar a redes sociales y tratar de distraerse con lo que fuese.
Mientras tanto en la escena del crimen, ahora sólo quedaba un cuerpo debajo de una camioneta plateada, que al ver a la policía, el conductor rápidamente se dio a la fuga, el policía sacó su radio para tratar de informar sobre el incidente cuando detrás de él, el hombre fornido se desmayó por la pérdida de sangre y el esfuerzo.
-Hay gente que no tiene vergüenza licenciada-
dijo Silvia secretaria mientras entraba a la oficina de Amelia, quién seguía perdiendo el tiempo en el baño.
La señora miró por todos lados - ¿Dónde está la licenciada? -
-aquí... Salgo en un momento-
sonó una voz desde el baño.
Amelia había salido del baño, se lavo la cara y ahora tenía un maquillaje más ligero.
-¿qué decía? -
-acabo de ver al licenciado Aldama, con una mancha de lápiz labial en el cuello de su camisa, usted cree?
Amelia sonrió por un segundo -eso le extraña... Prácticamente salen del trabajo para ir al motel todos los días-
La secretaria río nerviosa en asentimiento, pero sus ojos cayeron en el refresco de cola que sostenía su jefa.
-licenciada ¿usted toma eso?-
-Bueno hay una máquina expendedora en el pasillo "una vez al año no hace daño"- se excusó sin muchas ganas, -pero cambiando de tema-
-ya redactó el oficio que le encargué-
-No licenciada- apenas lo había recordado -empezaré en un momento.
Amelia lanzó una mirada asesina -¿En qué momento? ¿Mañana con el tiempo encima? -
-no licenciada, lo haré en este momento- la mujer salió corriendo de la oficina.
Cuando se disponía a revisar los papeles una figura femenina llegó, se detuvo unos segundos escuchando, ella diría que no quería interrumpir nada, pero solo temía no escuchar algún chisme jugoso.
Marina -Hola licenciada- una voz jocosa lleno la habitación
Tenía el cabello corto hasta las clavículas, castaño liso como si recién lo hubiese arreglado un estilista, una cara fina con figura esbelta, no muy voluptuosa pero estilizada y atractiva.
-¿licenciada cómo está? - repitió la joven secretaria
Amelia con desinterés - muy bien marina... ¿en qué puedo ayudarte? -
Marina la miró extrañada -¿Por qué tan fría? - replicó con una sonrisa traviesa.
Amelia fingiendo ser la reina del drama, sostenía su frente con el dorso de la mano derecha, dando una pésima actuación
-no sabes lo mal que estoy-
Marina se acercó como si quisiera abrazarla instintivamente pero al recordarlo huraña que puede llegar a ser la gerente de cobros con mucha cautela le regaló un desinteresado y discreto abrazo, que la angustiada Amelia necesitaba.
Marina miro mucho cuidado -¿Qué te pasó? ¿Estás bien? -
Amelia -¡nada!- sentenció e hizo una pequeña pausa y con un puchero dijo -bueno... Sí... Algo... No tuve una buena noche... Me siento mal...- (Sonrío con un pequeño bufido) estoy muy acabada-
Marina la miró emocionada -¡Vaya! ¿Cómo se llama? -
Amelia se dejó contagiar por su actitud jocosa... lo necesitaba -ya quisiera... Diablos ya quisiera un buen revolcón-
Marina -anda... Cuéntamelo con detalle- mientras tenía una sonrisa de oreja a oreja.
Amelia sonrío siguiéndole el juego -en verdad quieres saber-
Marina-sí-
Amelia -¿en verdad quieres saber?-
Marina sonriendo _sí
Amelia dijo cortándole el rollo con una sonrisita socarrona -simplemente no hay nada nuevo en mi vida, mucho menos un hombre- (hizo una pequeña pausa)
-hey si tienes problemas en esa área puedes decírmelo- se quejó marina sin perder su expresión divertida.
Se acercó al oído de Amelia y susurro -ya sabes, para que se prendan las cosas son necesitas un dedo- amabas explotaron en carcajadas.
Amelia se estremeció de lo extrañada la que estaba, mientras marina se atacaba de la risa, tan fuerte que se escuchaba hasta el pasillo.
-callate loca nos van a escuchar- dijo Amelia mientras contenía su risa.
En verdad ella necesitaba contárselo a alguien y como simplemente podía evitar a esta chica sí ya no quería volver a verla parecía una buena opción.
Amelia se puso seria -Oye... Tú crees que las pesadillas tengan algo de verdad-
marina se quedó en silencio por un segundo llevándose su dedo índice a los labios carnosos y bien pintados dijo con una expresión pensativa
-no lo sé, cuando sueño feo, casi siempre se me olvida al despertar y cuando no procuro no hacerle caso-
Marina miro de reojo a Amelia que parecía no haber digerido su respuesta -¿por eso estás así?-
La gerente sólo asintió.
Marina la abrazo como tratando de consolarla -ya, ya... Es sólo un sueño mira cuéntamelo para que no se vaya a volver realidad-
-no me siento bien hablando de eso siento que lo revivo cada vez que lo hablo- dijo Amelia en un tono gris.
Marina la miró de madera cariñosa -después del trabajo hay que ir por un café... Mejor dicho vamos por una cerveza... Estoy diciendo Vamos por una tanda de cervezas-
Amelia le devolvió una sonrisa
-¡ya vas!-
El celular de marina sonó... lo revisó y dijo -te veo en el almuerzo... tengo pendientes-
-nos vemos- le contestó.
Sin pronunciar una palabra y regalando su atención a la pantalla celular envía un mensaje.
"Cómo estás cariño"
Como no hubo respuesta inmediata le envió un mensaje a su hermano.
"Oye estás cuidando a mamá y a papá"
Hugo contesto:
"claro que sí papá y ya está mejor que nunca y mamá ya no tiene gripa"
Amelia:
"¿andas de vago perdiendo el tiempo en tus estupideces?" escribió con malicia
Su hermano le contestó: "veo que amaneciste de buen humor será que te dieron duro anoche"
Amelia:
"estúpido eso no te importa" escribió con una sonrisa ansiosa.
Hugo escribió:
"Oye hermana fuera de bromas me han llegado noticias de por la vieja Antequera... andan incidentes violentos en las últimas horas han habido 14 asesinatos además la manifestación hay muchos heridos porque hubo lo que la noticia llamaron combates a muerte"
Amelia pensó que su hermano estaba poniendo paranoico de nuevo, pero recordó lo que acababa de ver por la ventana, como si tratara de negarlo, trato de cambiar el tema.
"no hablas bien no puedo entenderte, ¿como van las cosas en el trabajo? ¿no van a despedirte por robar lápices o algo asi ?"
Hugo:
"estoy hablando en serio habido mucho revuelo estos días... ten cuidado tonta."
Amelia sacudió de nuevo la cabeza y contestó:
"Son tonterías" quedando callada y pensativa por unos minutos.
Hugo:
"Oye estás ahí... Porque tan callada de repente"
Amelia:
"son tonterías"
Ella lo negaría desde el fondo de su corazón para mantenerse lo más alejado posible de ese aterrador recuerdo que la acosaba, pues lo sentía fresco en su memoria.
Ella regresó a trabajar sin recibir el mensaje que esperaba...
Después de poner todos los contratos, y organizar el plan para el próximo mes llegó la hora de comer
Amelia se dirigió al estacionamiento para ir a su cafetería favorita, era la hora del almuerzo, aunque no lo necesitará volvería en la tarde para asegurarse que todos estuviesen orden.
Las sirenas continuaban aullando en la calle, dirigiendo el tráfico para evitar la escena del crimen, algunos policías tomaban declaraciones y los paramédicos que llegaron antes auxiliaban a las víctimas que parecían estar en shock y otros a punto de vomitar.
-mira qué diablos pasó aquí-
dijo marina en el asiento del copiloto.
-creo que otra vez están peleando por el derecho de piso...-
dijo Amelia sin voltear a ver la desagradable escena.
-Qué feo -dijo la secretaria con una mueca de desagrado.
Parte 3.
Después de 15 minutos en auto llegaría a la cafetería " la brújula "
ambas se sentaron y esperaron a la mesera mientras se mantenía atenta a su celular.
Amelia escribió con desinterés:
"Molina ten cuidado con los morosos se pueden poner peligrosos"
Molina El cobrador contestó con un mensaje:
"OK jefa"
Amelia:
"Hablo en serio"
La mesera trajo los menús de manera muy cortés les dijo -el menú del día, el filete y el estofado, como el menú vegetariano con esa variedad de salsas tome su tiempo por favor-
"Por Dios casi siempre evito esta chica, es muy simpática definitivamente el trabajo me está aislando" pensaba Amelia mientras se decidía Por qué almuerzo comería, incluso coqueteo con la contadora idea de tomarse una copa pero ya había roto su dieta antes y no le gustaba los resultados.
-Oye el sueño que tuviste... Ya sabes ¿eras consciente?-
Eso atrajo la atención de Amelia quién meditó un segundo antes de responder de manera negativa.
-bueno pensé que tal vez sería como cuando se sube el muerto, o... Ya sabes la parálisis del sonámbulo-
Amelia se quedó extrañada y la corrigió amablemente...
-creo que te refieres a la parálisis de sueño-
-sí verdad- replicó la secretaría con expresión tonta
-lo que decía era que tal vez tuviste parálisis de sueño... Siempre te veo que estás muy estresada incluso a veces haces los cobros tú misma para evitar que las cosas se atrasen... y... Esto no lo escuchaste de mí pero los de la oficina te tachan de bruja y amargada-
Amelia tratando de ocultar su molestia -déjalos que digan lo que quieran... esos inútiles-
-cierto son un montón de inmaduros e inútiles-
La mesera se acercó -¿Puedo tomar su orden?-
Amelia -sí claro yo quiero el especial del día y una limonada por favor-
-Yo quiero la ensalada y un clericot por favor- dijo Marina mientras entregaba el menú.
"Bueno sí voy a romper mi dieta lo haré con estilo" -por favor quiero cambiar mi limonada por otro clericot- regalándole una sonrisa a la mesera.
Ella comió su comida lentamente mientras el picante y la carne bien cocida hacían bailar a sus papilas gustativas "Dios no sabes cómo esperado esto" pensó.
Marina que veía la gente más relajada y le comentó
-Oye te enteraste lo que pasó en la presentación de Mariela y Félix-
La gerente hizo una pequeña pausa y le lanzó una mirada incrédula -No.
-¿ya sabes los de mercadotecnia?- dijo con expresión juguetona.
Amelia ojeaba su celular con ansiedad mientras marina hablaba.
-Ese par de idiotas dejaron una imagen porno en su presentación al cliente, jamás creí ver una flauta tan grande en un lugar tan pequeño-
Amelia soltó su celular un momento.
Ambas se soltaron a carcajadas.
-lo bueno es que el cliente se atacó de risa y lo tomo como una broma-
Ella es una pequeña pausa mientras revisaba que su manicura seguía intacta.
-¿te lo puedes creer? El licenciado tuvo que regañarlos-
así siguieron con sus cotilleos hasta que... ambas habían acabado su almuerzo y pagaron la cuenta; se dirigieron al baño mientras Amelia se pintaba los labios envía otro mensaje al mismo número que no le contestaba "cómo estás"
Nuestra protagonista se quedó unos cuantos segundos frente al espejo cuando celular comenzó a vibrar.
No era el mensaje que esperaba, se dio cuenta que todos los pendientes podían esperar...
Mientras subían al coche blanco de la licenciada, notaron como un mesero se desmayaba y caída por las escaleras, los demás meseros lo auxiliaron y este a duras penas recuperó la conciencia y se puso de pie.
ya dentro del automóvil blanco.
-vaya todo el mundo parece enfermo últimamente- exclamó Marina, sin pensar demasiado; pero hicieron que Amelia sintiera un escalofrío recorrer su columna.
Cuando recibió otro mensaje.
Los revisó y dijo muy seria.
-tenemos que irnos parece que asaltaron a Molina- se puso el cinturón y le dijo su copiloto -Oye acompáñame esto se va a poner pesado y no quiero estar sola-
La joven secretaria asintió.
Cuánto algo embistió el coche, más bien dicho alguien, ambas mujeres miraron sorprendidas a un motociclista con un casco con orejas de gato amarillo.
Este parecía agitado, su cuerpo chocó contra el coche y se incorpora de inmediato tomando su motocicleta e intentando ponerla en marcha de nuevo.
-¡Oye idiota fíjate!- gritó Amelia saliendo de su coche
Estaba tan furiosa que no le importaba agarrarse a los golpes con el desconocido pero este por fin pudo poner en marcha su motocicleta y arrancó dio una vuelta en u y se metió por una calle en sentido contrario desapareciendo después de dar otra vuelta en la siguiente esquina.
-¿estás bien amiga?- dijo marina que también había salido -¡Aaaahh!-
-¿qué te pasa?- ella se quedó muda al ver que el motociclista dejó manchado de sangre el costado de su vehículo.
-maldición- ella pidió unas toallas a los meseros hizo lo mejor que pudo para limpiar las huellas de sangre que el guante y el torso del motociclista habían dejado en su vehículo.
"casco de gato" pensaba ella mientras limpiaba.
se dio cuenta que no solo se trataba de sangre si no que había cabello y piel que se habían pegado como una masa viscosa al costado de su vehículo.
-¿que demonios es eso?- exclamó Amelia asqueada ante la tira de piel que sostenía con la toalla.
Marina muy asustada grito -¡es piel!-
La gerente la soltó de inmediato y corrió al baño para lavarse las manos mientras repetia frenética y tan rapido que apenas se entendía
-No, no ,no... no puede ser... no puede ser... no, no... eso era un sueño, no me puede pasar a mi, no no puede pasar a mi...no ,no... no puede ser... no puede ser...no me puede pasar a mi, eso era un sueño...no no puede pasar a mi...no, eso era un sueño, no me-
se miró en el espejo, no parecía ella, no se sentía bien desde que había comenzado este dia y sentia que habia durado demasiado.
solo se lavo la cara, sin maquillaje se sintió fresca, y recordó "esos malditos lastimaron a Molina, no es que me importe demasiado como persona pero el es mi responsabilidad"
se peino su cabello hacia atras y se hizo una cola.
salio del baño y junto con su compañera puso rumbo al hospital.
Parte 4.
Después de un viaje rápido en coche.
Ambas llegaron a un hospital público donde se encontraba su compañero Molina en la entrada se leía "Hospital zona Sur".
La recepcionista de la entrada las hizo esperar 25 minutos antes de pasar.
Entran por un largo pasillo el cual se inclinaba hacia arriba formando una larga rampa que llegaba hasta el tercer piso del hospital.
Mientras subían rebasaron a un par de enfermeras que llevaban pacientes en silla de ruedas y vistiendo bata de hospital.
Después llegaron una puerta donde al entrar se dieron cuenta que habían muchas camas ocupadas y varios pacientes en camillas y en sillas de ruedas debido al insuficiente número de camas.
Los siguientes pasillos estaba mal iluminados ya que la falta de ventanas el gran número de lámparas fundidas, hacía que el camino se alternará entre luz y sombras.
Las paredes blancas con tonalidades grises las rodeaban mientras seguían a una médico de cabello corto la cual se ofreció a llevarlas hasta la cama del paciente, sus zapatos blancos chillaban audiblemente cada vez que daba un paso.
Pasando rápido Amelia y Marina notaron que muchos de los pacientes que llenaban las habitaciones del hospital con heridos esto era obvio debido a los vendajes y gasas pero sobre todo la orquesta de incesantes quejidos de dolor que ellos producían.
Amelia trato de pensar positivo, trato de no dejar que el ambiente la afectara lo menos posible, pero este era el tipo de lugares que la ponían sumamente ansiosa.
Hasta que llegaron por una enfermera en su cincuentas que cargaba jeringas hipodermicas con medicamentos que sacaba de frasquitos de vidrio, dijo con desdén sin quitar sus ojos de sus frascos.
-¿todavía aquí doctora?-
La médico era más joven de lo que ambas esperaron...ni siquiera se molestó en presentarse, pues sólo esperaba su hora de salida señaló hacia una habitación y dijo con clara molestia por sus palabras:
-si... por cierto, ellas vienen a visitar a un paciente... no tardó mucho, yo las guió, a la hora de visita se acaba en 20 minutos-
Ambas visitantes de manera cordial -gracias... con permiso-
-detrás de la puerta azul se encontraba una habitación con un total de seis pacientes, entre ellos Molina el cual tenía una férula en el brazo izquierdo, puntos de sutura por encima del ojo derecho la mandíbula y el brazo izquierdo.
Ambas mujeres al verlo reaccionaron en sobremanera.
-¡por Dios Molina estás bien!- dijo Amelia mientras se llevaba la mano a la boca tratando de cubrirla.
-Joaquín Dios mío qué te pasó, mira cómo te dejaron- marina con clara sorpresa se acercó y trató de confortar al hombre el cual le dirigió una mirada asesina a su gerente.
Marina observó con cuidado las heridas como si tratara de entender que las causó.
-¿Molina te atacaron con un cuchillo o algo así?-
Molina lanzó una mirada fulminante a ambas y suspiro.
-pues claro que ¡no! estoy bien si es más estoy listo para otra ronda- dijo aun furioso
se volvió hacia la secretaria -un idiota sacó una navaja y me quiso apuñalar... a penas... me salvé-
él tenía tres puntadas en la cara así como un ojo morado, había logrado esquivar una puñalada a las costillas y sólo tenía un moretón causado por una patada, en cuanto su brazo izquierdo éste estaba fracturado por tratar de defenderse de un garrote improvisado por una llave inglesa.
-vamos a ir con la autoridad después de todo tenemos la información dónde vive él que te atacó-
el hombre cerró los ojos como si tratara de contener algo.
-el ministerio público no ha llegado para tomar mi declaración, voy a demandar a esos sujetos por lo que me hicieron- dijo con mucho enojo.
Ambas acercaron al hombre herido que trato de ponerse de pie.
-¿te robaron el coche también?- dijo la gerente recordando que eso también importaba...
Molina la fulminó con la mirada
-No...-respondió secamente.
-yo traté de cobrar a esos malditos morosos y me golpearon rompieron las ventanas del coche, explotaron las llantas y se llevaron la de repuesto pensé que moriría, el único que me auxilio fue un tipo con casco de gato.
Amelia repasó esas palabras en su mente "casco de gato"
Recordando lo que ella creía que era una horrible coincidencia en la peor pesadilla de su vida.
-no puede ser- exclamó ella.
La conversación siguió mientras los tres ignoraban los gritos y gemidos de los pacientes que abarrotaban la sala de terapia intensiva media docena estaban amarrados de pies y manos porque presentaban convulsiones y actitudes violentas.
Una enfermera llamaba desesperada al médico encargado de terapia intensiva.
-¡doctor!... ¡Por favor regrese!... Los...los pacientes están saliendo de control... ¡ya los encerré pero todos despertaron de repente!-, se arrancaron las correas improvisadas con vendas para mantenerlos inmovilizados,
la enfermera se quedó de piedra cuando vio el estado de los pacientes; algunos se habían dislocado brazos y piernas al liberarse de sus ataduras, otros sangraban de sus ojos, mientras otros tosían flema y sangre.
Lanzando gritos y alaridos furiosos e incomprensibles
La pobre enfermera no pudo contener su miedo y gritó antes de entrar en pánico.
los infectados la notaron y rápidamente se abalanzaron contra ella, que corrió cerrando la puerta de la terapia intensiva, pero una solo persona jamas podria cerrar una puerta así de dos hojas y rápidamente la superaron y la devoraron viva.
Cuando el medico llego grito -¿que es este maldito escándalo?- vio a la horda de infectados que lo pusieron en fuga, pues por el shock no cerró la segunda puerta.
Dejando a una horda de infectados libres en el hospital.
Mientras que los infectados que lo seguían algunos perdieron el interés y atacaron a otros pacientes, enfermeras y doctores que encontraron por los pasillos o que tuvieron la mala suerte de salir, en el momento y el lugar equivocado.
llegando hasta el área de maternidad, donde la puerta los detuvo.
ante el escándalo una enfermera se acercó a ver quien golpeaba la puerta.
Justo enfrente de ella una puerta de doble ala cerrada por un par de picaportes contenía a una docena de infectados furiosos los cuales, golpearon violentamente la puerta sin importarle las heridas que se causaban a sí mismos.
Deformando sus caras y fracturando sus brazos de manera antinatural lograron poner suficiente presión en la puerta para que los picaportes fallaran.
Una paciente de facies pálida comenzó a sangrar de nariz, ojos y boca mientras se levantaba de manera rígida y abría y cerraba su boca de manera anormal haciendo chocar sus dientes una y otra vez, produciendo un horrible sonido -tak, tak,tak-.
la enfermera se acercó mientras decía -oiga no debe ponerse de pie, tiene reposo absoluto-
cuando estuvo lo suficientemente cerca la paciente tosió sangre manchando los zapatos de la enfermera y saltando sobre la enfermera arrancándole de un bocado la yugular.
Justo en ese momento el grupo de infectados que trataban de entrar por la puerta y se apresuró frenético embistiendo haciendo que la puerta por fin se cayera.
Mientras tanto la gerente la secretaria el cobrador ponían en orden la historia que declarar a la policía en cuanto estos llegarán.
Un médico de aproximadamente un 1.80 m. anteojos redondos, delgado con nariz ganchuda y piel clara entró a la habitación dónde se encontraban ellos.
-Buenos días- saludó cordialmente mientras miraba de reojo ambas mujeres.
Esto la hizo saltarse el orden por el cual haría su revisión médica, empezando por la cama 406 en lugar de la 401, donde nuestros tres amigos seguían platicando.
-Buenos días doctor, quisiera saber si puede decirnos el estado de salud en el que se encuentra nuestro empleado- dijo Amelia dirigiéndose al médico de cabello corto y tupido.
el médico con una sonrisa coqueta -No se preocupe su vida no corre peligro pero... Las heridas lo tendrán por lo menos un mes en casa... Además tiene pendiente la vacuna contra el tétanos-
Joaquín exclamó -¡diablos!... ¿es necesario?-
El doctor con una fingida voz grave -Sí, si quieres seguir viviendo se la tiene que aplicar-
De un momento a otro...
Entró la médico de cabello corto se veía asustada y le dijo al doctor:
-¡Doctor Rementeria parece que algo malo pasa hay que irnos de aquí creo que apuñalaron a alguien o se metió un tipo armado!-
Gritos desgarradores llegaron hasta la habitación donde estaban ellos, algunos de los pacientes que lo oyeron se pusieron de pie aún con sus batas y vías intravenosas puestas.
Amelia y compañía, ayudaron a Molina quién se arrancó el suero y con mucho miedo dijo mientras la sangre le goteaba del brazo.
-¡que demonios! ¡Yo me largo... no sé ustedes pero yo me largo!-
El médico sin perder la compostura, -muy bien voy a cerrar la puerta y esperaremos aquí-
gritos más cercanos hicieron que cambiara su expresión, a una de preocupación.
Se apresuró a cerrar la puerta seguido de la médico de cabello corto cuando un guardia de seguridad al cual le faltaba un ojo y estaba bañado en sangre lo tomó del cuello de la camisa y corbata, lanzándolo contra la pared del pasillo.
El médico hizo un sonido crudo al chocar contra la pared, con sangre en la frente, apenas pudo ver cómo otro paciente ensangrentado con los ojos inyectados en sangre saltaba sobre él, mordiendo su brazo con el que intentaba defenderse la sangre salía a raudales.
El guardia de seguridad ahora puso su atención en la habitación llena de personas.
Pero la puerta se cerró de golpe todo gracias a la médico quién se quitó el cinturón y lo amarro lo más rápido que pudo al brazo articulado de la puerta, para impedir que se pudiese abrirla.
El guardia de seguridad infectado se lanzó una y otra vez en feroces envestidas contra la puerta de la habitación, esto deformó su rostro al punto que su cara comenzó a partiste grotescamente, pasaron los segundos de algo sirvió llamar su atención puesto que se alejó de la puerta.
Amelia se quedó boquiabierta.
Una enfermera del otro lado de la puerta gritó antes de ser callada bruscamente, por un sonido contundente.
Todos escucharon la voz desesperada de una mujer del otro lado del pasillo, no podían ver nada pero lo escucharon todo.
-¡no, no favor... mamá... Ayúdame...Ayúdame!- se escucha como algo se estrellaba contra la pared en el pasillo, una y otra vez.
Todos en la habitación se estremecen, pues era un sonido macizo chocando contra algo blando, los golpes se escucharon hasta que de un segundo para otro...
Ese desagradable sonido se detuvo.
Molina quien se quedó petrificado poniéndose los pantalones sólo pudo ahogar un grito antes de susurrar -¡la enfermera!-
Todos aquellos con un teléfono celular lo sacaron ese momento, pero tan sólo dos personas de los 14 que habían allí llamaron a la policía.
Amelia podía sentir un frío recorrer su espalda y clavarse en su nuca.
-¡No, no de nuevo, no puede ser!- susurro mientras dejaba caer su celular y las lágrimas inundaban sus ojos.
Molina quién se había puesto los pantalones, se inclinó para recogerlo y entregárselo a su dueña.
Ante sus ojos, su gerente inmóvil, el terror la paralizaba.
El hombre con la escayola en el brazo izquierdo, tragó saliva mientras torpemente se cerraba el pantalón y maldecía su suerte porque las enfermeras se habían llevado sus zapatos.
-Oye... Amelia por favor reacciona... toma tu teléfono nos tenemos que ir
de aquí-
Marina llegó por detrás y la sacudió antes de entregarle su teléfono a Amelia quién lo apretó mecánicamente mientras se llevaba sus manos a la cara, poniendo una expresión angustiada.
-no es momento para esto... Perdóname amiga- marina le dio una cachetada a Amelia.
El dolor la hizo reaccionar y no pudo hacer otra cosa te aferraste amiga mientras las piernas le temblaban.
-la policía no responde- un paciente gordo de largas barbas exclamó desde su cama.
otra paciente la cual tenía una escayola en la pierna
-A mí tampoco... ¿A cuál llamaste? ¿estatal o federal?- se quitó la bata de hospital y se puso a buscar su ropa desesperadamente mientras cojeaba.
un chico con el cabello teñido de azul prácticamente un adolescente y un par de puntadas en la cara exclamó desde su cama de hospital.
-¡ya me contestaron!- grito emocionado -¡hola policía!, estoy en el hospital de la zona sur, parece que alguien se volvió loco y...-
El chico extrañado se quedó en silencio mientras de su teléfono se escuchaban unos murmullos.
El le contesto a la voz del otro lado del teléfono -que... porque, se disculpa oiga,que se disculpa, no, no ¿qué fue eso por dios?, ¡que fue eso señorita! ¡señorita!-
El muchacho miro a todos sin poder creer lo que había pasado.
la doctora que era quién estaba más cerca de él se acercó y le exigió que le dijera que le había dicho la operadora de la policía.
Sin poder creerlo dijo:
-dijo que es el fin, dijo que todos estamos acabados, que la gente se convierte en monstruos caníbales con una mordida y...-
El paciente gordo con barba dijo furioso
-¡No digas estupideces! la policía estatal vienen más rápido... pero nadie contesta, sólo dicen que las líneas están ocupadas ¡no le hagan caso este loco!-
-¡ella se suicidó se pegó un tiro mientras hablaba por teléfono conmigo!-
Gritó el muchacho, tan fuerte que todos en la habitación y fuera de la misma pudieron oírlo.
El rumor y las conversaciones se tornan más angustiosas.
Cuando de repente otra vez alguien o algo comenzó a embestir la delgada puerta.
-¡Ah!- Amelia con expresión desesperada tomo uno de las sillas de plástico y corrió hacia la puerta.
La puerta se abrió lo suficiente para qué unas manos ensangrentadas se dejase ver.... delgadas, sangrientas y amernazantes...
pero cuando se abría un poco más, Amelia se estrelló con todo silla contra la puerta, casi cortando los dedos de la mano, obligando al dueño de la mano en cuestión a retroceder.
-¡tapen la puerta, tapen la puerta!- ordenó desesperada soltándose a llorar.
la médico de cabello corto y el chico de cabello azul tiraron una cama la cual arrastraron para bloquear la puerta.
ante esto todos los demás comenzaron a bloquear desesperadamente la puerta hasta haber utilizado prácticamente todas las camas, sillas y colchones.
Los minutos pasaron los gruñidos y golpes se detuvieron.
Mas no los gritos que venían del exterior de la habitación y en todas direcciones aumentaron frenéticamente.
Parte 5
La médico interno de pre-grado de cabello corto conversaba con su familia por medio de su teléfono móvil.
-mamá parece que hubo un incidente en el hospital creo que otra vez hubo un tiroteo o algún horrible ajuste de cuentas-, ella se limpió las flemas y las lágrimas.
hizo una pausa mientras tomaba una gran bocanada de aire.
-vamos a estar en esta habitación por algunas horas... No mamá hasta que llegue la policía... Por cierto mamá... Te quiero mucho... No te preocupes voy a estar bien- terminó la llamada.
Amelia y compañía vieron como la médico interno de pre-grado se encogía en si misma hasta tener la posición fetal en el piso de la habitación, hasta donde estaban ellas se podía escuchar que sollozaba.
El resto no estaba mejor todos llamaban a sus familiares y amigos, a veces con suerte y otras veces no, había quienes solo se hundían en la angustia mientras los gritos que inundaban el hospital no paraban.
Amelia había dudado pero finalmente decidió llamar a su familia, tuvo un dilema sobre a quién llamar primero.
Así que tomó aire y trató de calmarse lo mejor posible
Hizo la llamada.
Primer timbre nadie contestó.
Segundo timbre lo mismo.
Así siguió sonando el teléfono de su hermano, una y otra vez, hasta que finalmente se perdió la llamada.
El corazón de Amelia se estrujó mientras repetía la llamada.
El mismo resultado.
Bueno otra llamada más...
Llamada perdida
-¡Otra vez!- exclamó Amelia, mientras su respiración se hacía más agitada.
Marina se acercó preocupada
-¿alguien contestó?-
Amelia con desgana -No-
Marina -seguro que en cualquier momento te devuelven la llamada-
Amelia había secado sus lagrimas y se negaba a llorar de nuevo -seguro están bien... Mis papás nunca contestan seguro que están ocupados, y mi hermano pues, si está en el trabajo tampoco me contesta-
-oigan- la voz de Molina se dirigió hacia sus compañeras de trabajo quienes miraron hacia su dirección, este había a asaltado uno de lo biotiquin de la habitación y estaba tratando de vendar sus pies desnudos.
ambas se acercaron a su compañero mientras Amelia observaba los pies descalzos de molina y torpe vendaje que había hecho a la carrera.
Marina se arrodillo y le dijo de manera cariñosa -en serio, estas inútil y te esperas a empeorarlo todo, deja eso y extiende tu pie-
-por favor ayúdame- replico molina mientras dejaba caer los hombros.
-sabes... no te había preguntado pero, ¿le informaste a tu familia que estabas en el hospital?- Marina hizo lo que pudo para vendar la pierna del hombre de la escayola en el brazo.
-mi único familiar vivo era mi tío y el murió el año pasado-
-siento escuchar eso-
Amelia seguía intentando llamar a su familia.
-no te preocupes mi tío tenia 92 años, ademas era un malnacido-
Amelia y marina no supieron que contestar ante tal declaración.
Marina termino la tarea y Molina se puso de pie con sus pies vendados, el era una cabeza mas alto que Amelia o Marina,
Molina -mientras consigo unos zapatos de mi talla-
Marina no pude evitar reír de manera atraviesa -¿estás bastante grande cierto?-
Molina no pudo evitar sonreír mientras le contestaba
-si usted la viera-
-¡Oh por Dios miren eso!.- alguien del grupo que miraba por la ventana exclamo asombrado.
Amelia y Marina se acercaron rápidamente con la esperanza que fuese la policía o el ejército.
al llegar ahí observo atónita:
se podía observar los edificios de al lado, con ventanas rotas y charcos de rojos que salpicaban de manera aleatoria ventanas y paredes, en la calle había cadáveres desperdigados, lo peor era que algunas personas se arrojaban frenéticas a otras como si de animales se tratara, fue cuando alguien dijo mientras señalaba.
-¡miren la chica del coche negro!-
un sedan negro era rodeado por una decena de infectados, antes habían sido personas comunes y corrientes ahora eran solo un horda de animales rabiosos que azotaban sus manos y cabezas contra el vehículo una y otra vez, atraídos por los quitos de su siguiente victima.
un motociclista ataviado con su armadura de kevlar con un casco con orejas de gato amarillo y rayas negras se detuvo a escasos metros de la horda que rodeaba el sedan negro, desenfundo un arma y disparo...
el primer tiro demasiado alto impacto en una pared exterior del hospital a escazos centímetros de la ventana desde donde nuestros sobrevivientes estaba observando;
-¡idiota fíjate donde apuntas!- vocifero Marina mientras su amiga la gerente de cobros mientras se ponía pálida.
El segundo tiro mas bajo le dio a un infectado en la pierna, este se retorció, mientras el tipo del peculiar casco cerraba el puño con el cual no sostenía el arma en un ademan de victoria, aunque celebraba muy pronto...
Tres infectados se lanzaron contra el, el respondió derribando al primero con tres disparos en el torso, el segundo se llevo un tiro en la mandíbula el cual lo hizo dar un giro antes de caer en el pavimento, el tercero pudo llegar hasta el y derribarlo de su motocicleta.
Este forcejeo con el infectado en el piso, hasta que logró darle un puñetazo en el rostro, con lo que apenas pudo zafarse de su agarre.
Fue en ese momento cuando los otros dos infectados se levantaron como si sus heridas no hubiesen importado nada y atacaron de frente.
El tipo con el casco con orejas de gato salió corriendo por una calle perseguido por los tres infectados que gritaban como locos.
Mientras a unos cuantos metros de su motocicleta abandonada, la horda de infectados rompió las ventanas del sedán negro, entrando y despedazando a la conductora.
Todos abandonaron la ventana excepto el chico de cabello azul y el hombre de barba larga.
Hombre de barba larga -Y... Ese idiota que intentaba-
El chico de cabello azul -le dio un muchos balazos y se levantaron como si nada-
Hombre de barba larga -pero les dolió esos gritos son, digo, eran de dolor-
Los murmullos en las conversaciones angustiosas volvieron a llenar la habitación.
La médico de cabello corto se acercó a Amelia y con una mirada vacía.
-¿cuánto tiempo pasado no lo sabe?-
Fue en ese momento cuando escucharon un crujido, un crujido carnoso, que los llevó a todos a mirar la pared.
De esta pared se comenzó a formar un bulto, de aquel bulto otra vez, se produjo otra vez esos sonido desagradable, como la carne siendo aplastada.
En la pared aparecieron otros cuatro bultos, algunos de los bultos sobresalían caras, bocas y manos, que poco a poco hacían más grande los agujeros para atravesar la pared.
La mayoría quedaron en shock...
Algunos quedaron presa del pánico.
El hombre de barba larga sintió como sus pantalones se humedecían.
Cuando el joven de cabello teñido de azul tomo un extintor de incendios y se arrojó a tratar de detener aquellos invasores que gruñían y gritaban.
Molina -¡mierda, mierda malditas paredes baratas!-
Amelia, Marina y Molina corrieron hacia la puerta y comenzaron a deshacer la barricada con la que bloqueaban la puerta.
El joven de cabello azul no lo pensó y saltó por la ventana, aferrándose a un árbol a unos metros, se hizo unos raspones pero se escondió entre las hojas de los árboles, pues llamó la atención de todos los infectados en ese jardín.
Algunos se esforzaron en tapar los agujeros y golpear con lo que tuvieran a la mano los infectados que trataban de meterse pieza por pieza dentro de la habitación.
El hombre de barba larga seguía golpeando y golpeando cuando por fin parecía que había hecho retroceder al infectado que había metido su cabeza y gritado.
Cinco manos salieron de la pared capturandolo... primero a la altura de su rodilla, a la altura de su ingle y a la altura de su cuello los infectados atravesado en la pared de golpe y se abalanzaron contra él.
El hombre forcejeo mientras sus atacantes lo jalaba dentro de la pared, cuando su cuerpo atravesó la pared un grito desgarrador seguido al mismo tiempo que un chorro de sangre salía del agujero.
Unos segundos después cinco infectados más entraron violentamente por el agujero en la pared atacando indiscriminadamente.
El resto de los agujeros se hacían más grandes dejando entrar a más y más infectados.
Amelia y los demás desbloquearon la puerta huyeron a toda prisa.
El pasillo estrecho, el desorden, la muerte y el caos lo abarrotaban y hacía difícil caminar sin pisar charcos de sangre, basura médica y restos humanos cercenados.
Frente a ellos un infectado de aspecto fornido y ropa de civil con tenues manchas de sangre, al cual le faltaba un ojo corrió hacia ellos con la intención de embestirlos.
Marina quién iba delante trato de frenar, y correr de regreso, justo en ese momento una camilla empujada por un médico y una enfermera embistió al infectado sin un ojo.
El médico un hombre de complexión mediana, piel morena y cabello corto, con la pata de una silla de madera que utilizaba como si fuese un garrote, se dirigió hacia ellos de manera tosca.
-¿Los mordieron? ¿Están infectados? ¡Maldición! ¡Dime!-
La enfermera delgada y de figura curvilínea, aparentaba menor edad que Marina o Amelia, tenía unos zapatos deportivos negros que probablemente le había quitado a una persona muerta, los amenazó con un cuchillo de cocina de 40 cm.
-más vale que digan la verdad-
Amelia abrazada a marina gritó mientras abría las manos en forma defensiva.
-¡estamos bien no estamos infectados por favor creanos!-
-¡si por favor creamos!- suplicaron el puñado de sobrevivientes que se encontraron con los médicos al borde del colapso nervioso en ese pasillo.
La enfermera con el arma aún apuntando a los demás sobrevivientes
-¡De acuerdo bajemos al estacionamiento y nos largamos de aquí!-
Corrieron por el pasillo.
Muchos infectados seguían comiendo dentro de las habitaciones y pabellones del hospital.
Muchos de ellos se encontraban encerrados en habitaciones con vidrios quedaban hacia el pasillo.
Aquellos que se daban cuenta de su presencia se lanzaban contra el pequeño grupo, pero las puertas de materiales de baja calidad eran suficientemente resistentes, para detenerlos por el momento, llenando el pequeño espacio con gritos, gruñidos y alaridos horribles.
El Doctor con el garrote improvisado bajo el volumen de su voz
-De acuerdo, aquí están las escaleras, son dos pisos hasta el estacionamiento, no podemos hacer nada por los que se convirtieron... ¡acéptenlo!-
La enfermera cuyo maquillaje comenzaba a estropearse les dijo -vamos en silencio, si algo pasa corremos, y una cosa más nadie, repito nadie, habrá alguna puerta, están llenos de esas cosas, recojan cualquier objeto contundente para defenderse-
los gritos y los lamentos de los pacientes y de los infectados seguían escuchándose.
Así todos bajaron lentamente por la escalera.
El medico y la enfermera por delante; Molina, Marina y Amelia le seguían, así como la medico interna de pre-grado y un chico que había venido a visitar al hombre de la barba larga y fue devorado brutalmente.
Después de bajar un piso el medico vio una figura de pie en la escalera, una figura que antes lo había hecho añorar vida, ahora lo hacia sentir abrumado.
era una figura femenina, no muy alta, delgada y con el cabello largo, estaba dándole la espalda...
apretó el arma contundente en su mano... entonces... la figura femenina frente a el comenzó a mecerse de un lado a otro.
-Duérmete niño... duérmete ya... que viene el coco... y te comerá-
El doctor trago saliva y dijo con un tono de voz baja -señora... esta bien, tenemos que irnos, aquí no es seguro para su bebe-
La mujer se dio la vuelta lentamente revelando que le hacia falta los labios y la piel que cubría la mandíbula, dejando ver sus dientes, que mastican algo carnoso... fue allí cuando todos miraron lo que sostenía la mujer... era un bebe, un cuerpo pequeño, pero algo estaba mal, algo faltaba, y eso era, precisamente lo que faltaba, la cabeza del niño, de esta solo quedaba el muñón del cuello.
el ser frente a ellos abrió la boca de nuevo -du...er...mete ¡yaaaaaaah!- este se lanzo contra el medico que estaba horrorizado hasta los huesos.
un gancho para tripie se estrello contra el torso de la infectada rabiosa, empujándola 50 cm hacia atrás, el medico se volvió para ver a Marina que apretaba los dientes y fruncía el ceño furiosa por lo que acaba de ver.
El medico se recompuso y propino un golpe en la cien de la infectada que la hizo caer por las escaleras, esta seguía moviéndose pero la enfermera salio corriendo tras el monstruo en su camino y con el impulso clavo 25 cm del cuchillo en el ojo de ese ser.
El grupo siguió bajando a toda prisa cuando vieron como el camino era bloqueado por una masa informe.
Cabezas y manos que se retorcían unas sobre otras, gruñían, gritaban y decían palabras incomprensibles.
Una masa informe formada por casi una docena de personas ensangrentadas mutiladas...
Las cuales trataban de devorar a una pobre mujer la cual solo sollozaba con un grito ahogado qué le dislocó la mandíbula y lágrimas en los ojos como tratando de estirar su mano hacia los sobrevivientes que no podían creer lo que veían...
"Implorando ayuda" eso decía su mirada y fue lo que todos creyeron al verla, ese fue el pensamiento que se estrello en la mente de cada persona presente.
Fue allí cuando algo pasó al lado de Amelia a toda velocidad, un borrón paso a su lado y se detuvo cuando se encontró con la cabeza de Molina...
Todos miraron hacia atrás para ver a una mujer ensangrentada y desfigurada que reía.
Su cuerpo estaba prácticamente desecho pero ella se mantenía en pie y con su rostro desfigurado les regalaba una sonrisa sardónica.
Molina miró el objeto que le habían arrojado no era otro que los restos de aquel infante que esa criatura trataba de arrullar momentos atrás.
Amelia quedó paralizada todo en ella se había quebrado ante la imagen, ni las súplicas de su compañera, ni nada parecía sacarla de ese trance.
Marina la tomó del brazo y la arrastró junto con Molina quien hizo lo que pudo seguir el paso del grupo que huía ahora en la dirección contraria Amelia quién se desplomó en el piso quedando de rodillas.
sus oídos zumbaban.
el medico se acerco y le dijo algo que ella no pudo entender, el zumbido en sus oídos era demasiado fuerte, luego sintió un dolor agudo seguido de un sonido mate en su mejilla izquierda y por fin pudo escuhcar lo que el hombre frente a ella decia...
-¡que te muevas! ¡Vamos!-
A toda prisa comenzaron a subir por las escaleras, las cuales se construyeron por algún motivo alrededor de la caja del elevador.
Yo subía en lo más rápido que podían pues, los infectados con los que se habían topado hace unos momentos, les pisaban los talones.
Por fin llegaron y cómo pudieron trabaron la puerta utilizando cuñas de madera improvisadas, y mucho esfuerzo de empuje, por parte del médico, la enfermera y la médico interno de pregrado.
Parte 6
La puerta se sacudía violentamente, los golpes de los infectados amenazaban con derribarla.
Los pocos sobrevivientes que se habían refugiado en el techo, observaron durante 5 angustiosos minutos...
Deseando que los golpes se detuvieran...
Todos tuviéron reacciones diversas, algunos lloraban desconsoladamente, otros seguían sin poder asimilar lo que ocurría.
Amelia tratando de ordenar sus pensamientos se dio cuenta que...estando en el techo tenía que analizar un sus opciones...
Esperar por ayuda o saltar esa era la opción más drástica en ese momento.
Pues había un edificio aledaño al techo en el que estaban... Y un paso en falso sería la muerte, quedarse allí era la muerte.
Algunos simplemente se taparon los oídos y cerraron los ojos deseando que todo terminará pronto.
Sólo un par de personas apretamos los dientes, para detener el temblor de sus manos pies y estar dispuestos a luchar.
Los golpes siguieron y siguieron hasta que los golpes se detuvieron.
Los sobrevivientes quedaron en silencio por otros varios minutos.
Fue allí cuando escucharon un par de disparos, todos menos los médicos que se cayeron de rodillas al suelo, pintado de color naranja de un impermeabilizante barato, se apostaron en la barandilla de seguridad para ver mejor.
Una camioneta patrulla de la policía atravesaba la calle con el motor en llamas...
El vehículo llevaba un chofer, dos heridos y un policía en la parte trasera con un fusil semiautomático, con la cual disparaba a un grupo de más de 60 infectados, muchos de los cuales tenían secciones enteras de la piel de la cara y otras partes del cuerpo arrancadas por ellos mismos como si de papel de regalo se tratara.
Por la poca velocidad del vehículo era inevitable que de un momento para otro la horda les diera alcance.
Pero con lo empecinados que estaban los oficiales de policía en escapar ellos seguian pisando el acelerador ignorando el humo que salía del motor y los gritos de las personas en el techo del hospital...
Por toda la conmoción Molina que estaba un furioso comenzó a gritar:
-¡Oye imbécil deja de divertirte disparando y ayúdanos!-
La enfermera quién había manchado su uniforme de sangre gritó con rabia.
-¡estúpidos paren ayúdenos o pagarán por ésto!-
Detrás de ella soltó alguien a reír, casi susurrando, era la médico interno de pregrado.
-¿Si antes era difícil respetar la ley crees que con esto habrá justicia?-
El joven que los acompañaba
-no tienen bolas malditos regresen y ayúdenos...son unos perros que no hacen nada-
Marina-¡ayuda ayuda! ¡Oigan regrese maldición regresen!
Amelia desesperada -¡por el amor de Dios ayúdanos... ayúdenos malditos ayuda!-
En general los policías en retirada ignoraron el hospital en un completo caos y los pequeños incendios qué comenzaban a salirse de control
Los gritos y súplicas de ayuda de la gente nuevamente cayeron en oídos sordos.
Por fin la patrulla siguió su camino perdiéndose entre los edificios sólo dejando detrás de si los gritos de los muertos que los perseguían.
Los disparos siguieron otros 180 segundos después de eso sólo hubo varios gritos de los policías y todo se acabó.
Nuevamente habían quedado en silencio.
Amelia miraba desconsolada la calle mientras hablaba en voz baja asustando a Marina que estaba cerca de ella.
Amelia se abrazaba a sí misma con todas sus fuerzas.
-otra vez el infierno en la tierra... Otra vez el infierno en la tierra... otra vez voy a morir... Otra vez estos monstruos me han acorralado... No era un sueño... esto no es un sueño-
Pero ahora a diferencia de la vez anterior estaba acompañada quizá eso la hizo sentir que podía conservar su cordura.
Marina con un rostro lleno de preocupación, fue quien por fin rompió el hielo
-¿qué vamos a hacer?-
Amelia la miró con una mirada pesada -no lo sé-
Molina se acercó hacia ellas
-según las noticias de internet el ejército y la policía están siendo superados por los disturbios-
Molina deslizó sus dedos por la pantalla de celular y prosiguió.
-Muy bien hay un video de un reportero independiente-
-querrás decir un periodista independiente- el médico armado con un garrote lo interrumpió.
Molina en tono sarcástico
-¿porque mejor no lo busca en su celular doctorcito?-
El Dr. -porque le arrojé mi celular a una de esas cosas para tener tiempo de escapar... Por favor si sabes algo compártelo... Por cierto me llamo Arturo-
Molina -...-
Amelia -tú eres un médico...¿sabes lo que está pasando? ¡por favor dinos algo lo que sea!-
-Primero que nada me llamo Arturo señorita- lanzó una torpe sonrisa, entonces señaló a la enfermera -y esa chica de allí se llama Jessica, ¿cómo te llamas?-
Amelia lo miraba con furia antes de arremeter señalándolo con el dedo
-¡No te pregunte sobre tu vida! ¡Yo te pregunté sobre lo que está ocurriendo en este momento!¿Porque hay monstruos aquí?-
Ella pareció atragantarse por un segundo sus emociones se atoraban en su garganta.
-¿Dime...Qué son esas cosas en primer lugar?-
El Dr. Arturo dijo con un semblante calmado -Si yo fuera un tonto te diría que son zombies-
Todos los presentes empezaron una acalorada discusión... una marea de adjetivos comenzó a inundar la azotea de ese hospital.
"Zombies"
"Infección"
"Castigo de Dios"
"Infectados"
"Pandemia"
"Muerte"
"Apocalipsis"
"Atrapados"
"Fin"
Fue allí cuando Amelia no pudo más y colapso.
Molina -¡Médico ayúdale!-
Marina -¡Amelia!-
Amelia cayo de cara al piso mientras era socorrida por sus compañeros, con la basura que se encontraba en el techo del hospital una camiseta y una bata improvisaron un techo para protegerla del sol mientras recuperaba la conciencia.
Le médico interno de pregrado se acercó al doctor Arturo.
-¿tienes un cigarro?- dijo ella.
El doctor Arturo la miro de reojo su bolsillo y aunque dudo en hacerlo la compartió su último cigarro.
El doctor Arturo la miro mientras fumaba posiblemente su último cigarro en su vida.
Dr Arturo -Oye ¿cómo es que te llamas?-
Ella se volteó a verlo mientras aún estaba disfrutando de la nicotina que ahora inundaba su sistema.
Ella expulsó una columna de humo desde su boca tan grande que por un segundo cubrió su rostro
-Carolina ese es mi nombre-
La enfermera Jessica se acercó hacia ambos -Bueno Carolina hay que pensar en cómo salir de aquí-
Arturo sólo podía pensar en una cosa "necesitamos un arma de fuego o milagro"
Fue allí cuando el chico que venía con el hombre de barba que fue devorado hace poco
-¡Oye miren ese ese chico del cabello pintado!-
Todos excepto Marina y Amelia miraron... Que ya no querían mirar más.
Justo en el patio del lado este del hospital se veía como un muchacho de no más de 18 años con bata de hospital y jeans corría descalzo y desesperado mientras los infectados lo rodeaban.
Una mujer de cabello largo y castaño a la cual le faltaban tres dedos en la mano izquierda lo derribó mientras gruñía.
El muchacho a duras penas podía evitar su arremetida constante de su atacante...
puso sus manos en sus ojos de la infectada y le empujó para evitar su mordida.
Dos infectados más se acercaron a paso lento, ambos con batas de pacientes de hospital que dejaban ver sus maltrechos y sangrientos cuerpos.
Todos ahogaron un grito mientras se resignaron a ver morir a otra persona.
Un golpe contundente sacudió el cráneo de un infectado seguido de un cuerpo desplomándose.
Otro infectado miró antes de recibir el durometal entre los ojos, cayó al piso y fue rematado dos veces en el cuello.
El muchacho seguía batallando con su atacante el cual era incansable y frenética, cuando de repente un borrón alejo la cara ensangrentada dejando un sonido metálico como resultado.
El muchacho miro y vio a un hombre de camisa blanca y corbata roja con rombos negros tan pequeños como lunares, pantalón de vestir blanco; armado con una pala con la que remató a la infectada que trataba de ponerse de pie.
Con toda su fuerza levantó al muchacho -Oye puedes correr- dijo una voz nasal y acelerado.
Ambos corrieron como alma que lleva el diablo.
En el camino el fortachón vestido de blanco remató otro zombi con la pala y aparto a otro de una patada.
Molina -¿quién demonios es ese tipo?
Ambos llegaron a un a camioneta azul, el tipo de blanco presionó su llavero y de todos los seguros de su vehículo.
-¡entrada de una vez!-
Arturo tomó prestado el cigarro que le había dado a Carolina, sonrío mientras sostenía con su dedo índice y dedo medio el cigarro.
-mira este majestuoso hijo de puta... Jajaja-
Todos miraban extrañados al doctor Arturo.
-No miren así ese es el doctor Delfino, Bueno si alguien puede salir de aquí es ese tipo... Cuídate mucho amigo-
El doctor Delfino y el joven de cabello azul, subieron a la camioneta azul 4 * 4, aceleró atropellando a todos los zombis que pudo.
Dr. Delfino al volante-¡agárrate de donde puedas niño vamos a salir de este maldito desastre!-
Mientras la gente en el techo y gritaba desesperados por ayuda... El doctor Delfino salvo una vida mientras escapaba de este infierno hacia un futuro más brillante.
Dr. Arturo terminando el cigarro y lanzando la colilla al aire -la verdad si él puede salir de ésta nosotros también-
Jessica volteó a mirarlo pues no había escuchado bien-¿dijiste algo?-
Dr. Arturo dictando a todo pulmón
-¡Tenemos que salir de aquí... Si el buen Delfino pudo nosotros también... Estoy seguro que estaremos bien-
Con los restos de la basura que había en el techo improvisaron armas garrotes y estacas.
Amelia se recuperó de su desvanecimiento y le explicaron lo que había pasado...
Amelia tomó una lanza con una botella rota como punta.
Pensó en silencio mientras todos se preparaban a abrir la puerta.
"quizá la vida sea dura, estoy harta de este lugar quiero volver a casa con mi familia...entonces... me abriré pasó"
Arturo abrió la puerta lentamente esperaba que no estuviera nadie
Fue allí cuando el zombi que atropelló con la camilla saltó sobre el;
El zombi había esperado pacientemente a que abrieran la puerta...
el Dr Arturo se defendió utilizando la pata de silla convertida en garrote.
Jessica acabo por fin con el corpulento infectado que atacaba a Arturo.
Fue ahí cuando un niño de no más de un metro con 10 de altura salto mordiendo su cuello.
Rápidamente los infectados pasaron por encima de él pisando sus cuerpos.
Amelia,Marina, Jessica, Carolina y Molina trataron con todas sus fuerzas entretener a los zombies, pero rápidamente todos ellos fueron abrumados, por el gran número de atacantes.
Ella Sólo pudo salvar a Marina alejarla hasta el borde del techo, mientras los otros serán devorados, antes de darse cuenta que el chico que los acompañaba... sostenía con su mano derecha una mordida en su hombro izquierdo.
Este sonrío de manera que su rostro se veía distorsionado y salto al vacío de cabeza.
"Parecía feliz" pensó Amelia aterrada.
Amelia sostenía fuertemente a Marina observó que tenía tres mordidas 2 en sus brazos y una en su pecho.
-¡Dios mío por favor Marina No te mueras, no me dejes por favor-
Se aferraba ella mientras las lágrimas caían por su rostro.
-no... qui...ero morir... así...co...mi...da por ellos...-
Amelia pensando en tiempo bala
"La sujete de su cuello cuando nos acercamos al borde.''
Amelia miró el vacío observó la muerte que la esperaba, pero tan sólo por llevar a la contra el destino, tan sólo por por tener la alternativa, por darle en la madre al destino, abrazo a su amiga, clavo su mirada en las bestias frente a ella.
"Quizás la vida no es para todos"
Fue su último pensamiento antes de dar un paso hacia atrás...
y caer.
Muerte...
-¡Aaaaah!-
Amelia despertó sola en su cama...
Miró consternada el reloj de su celular.
"Lunes"
"06:00 AM"
Entre toda su desesperación comenzaba entender que
tal vez...
la vida la quería a ella...
Capítulo dedicado a mi amigo ... En paz descanse... Siempre te recordaré amigo... Hasta siempre.
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