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11: ¡Por las gafas de Stephen Hawking!

Capítulo 11. ¡Por las gafas de Stephen Hawking!

Tras el incidente todo regresó a su camino habitual... prácticamente. Estaba el pequeño detalle de mis recién descubiertos sentimientos negativos hacia el sujeto que me esforzaba en mantener a raya.

Hunter, por su parte, seguía entregándome todos los informes, respecto al tonteo y la primera etapa de atracción entre dos individuos radicando en su experiencia. Informes que corregía y archivaba después de mirarlos con lupa.

Pero, si había algo capaz de sacarme rápidamente de quicio eran los pocos avances que cosechábamos en sus clases de matemáticas.

Crispé los dedos gruñendo por lo bajo resistiendo el impulso de arrancarme a mechones el cabello (era demasiado bonito para eso) siendo testigo del ultraje que estaba sufriendo la trigonometría frente a mis narices.

¡Había confundido el seno con el coseno!

Sin embargo Hunter no parecía haberse dado cuenta, porque seguía destrozando a cada segundo el problema, continuando con unos cálculos desde el inicio incorrectos.

Levanté el trasero de la silla, consciente de que si seguía ahí durante un par de segundos más mi autocontrol se esfumaría y terminaría chillando como una energúmena en la casa de los James.

—Voy a por un vaso de agua — murmuré abandonando la mesa de trabajo.

Hunter me hizo un gesto afirmativo, apuntando vagamente a la cocina. No necesitaba indicaciones para saber donde estaba la cocina, solo me hizo falta un minuto en la casa para ubicar todas las estancias.

—Buenas tardes.

Sobresaltada escupí el agua que mantenía en la boca (reconozco, de una forma nada elegante) y me puse a toser compulsivamente. Asustada Melissa comenzó a darme palmaditas en la espalda, mientras yo trataba de recuperar la compostura que tan vergonzosamente había perdido.

—¿Estás bien, cielo? —Preguntó apartándome un par de mechones de la frente y sometiéndome a un escrupuloso estudio. —Lamento haberte asustado.

—Estoy bien —susurré con voz irregular —no es nada.

La mujer asintió despacio antes de apartarse. Me erguí de nuevo siendo consciente del rubor que teñía mis mejillas. Por suerte el tema cambio de rumbo.

—¿Qué tal van las clases con Hunter?

Drásticamente mal.

—Tirando —dije en respuesta. Sería poco educado de mi parte despotricar de la torpeza de su hijo.

Melissa suspiró. De la nada pareció abatida y la mirada que me dirigió me heló la sangre en las venas.

—¿Sabes? Estoy muy preocupada por Hunter —murmuró en tono confidencial —ha cambiado tanto en los últimos dos años.

Fruncí el ceño sorprendida. No sabía si porque estuviera compartiendo esto conmigo, o porque Hunter pudo ser algo distinto a un idiota en el pasado.

Lo que estaba claro era que necesitaba hablar con alguien, y como no veía nadie a mi alrededor que se ofreciera a ocupar mi puesto me forcé a apechugar.

—¿A qué se refiere con cambiado?

Melissa asintió y se sentó en uno de los taburetes de la cocina.

—Nunca ha sido un genio matemático, pero se esforzaba por aprobar, al menos —se masajeó las sienes —luego comenzaron los suspensos, uno tras otro. Dejó de hablarse con todos los amigos que tenía, él... —arrugó la nariz, buscando las palabras —se encerró en sí mismo. Después nos mudamos de nuevo y esa nueva faceta se convirtió en su día a día.

La escuché en silencio. Muchos adolescentes varían su personalidad debido a algún cambio. ¿Le harían bullying?¿Le dejaría una novia de una forma especialmente traumática?

Bebí un poco de agua, buscando una excusa para no contestar a la pregunta no formulada por Melissa.

—¿No tiene ni idea de que ocurrió?

Ella negó hundiendo más los hombros.

—Nunca me lo dijo. Se lo he preguntado tantas veces... ya ni siquiera me esfuerzo.

—Antes de lo sucedido, ¿tenía novia? — Interrogué, barajando mis hipótesis.

Melissa pareció pensarse la respuesta. Tal vez demasiado. Era relativamente sencilla de contestar, ¿no? Involuntariamente fruncí más las cejas, aumentando mi interés respecto a la conversación.

—Sí, podría decirse que sí. Una chica rubia un poco... extraña. Demasiado alegre para ser verdad.

—Pudo romperle el corazón. Un corazón roto es un motivo lógico para semejante cambio. O quizás le hiciera una gran putada —ups —faena —me corregí —que obligó a Hunter a cerrarse en banda.

Se encogió de hombros.

—Ojalá lo supiese.

Oh, no.

Esa mirada de cordero degollado, esa frustración por no poder llegar a su hijo, la crispación de una madre derrotada... un sentimiento comenzó a aflorar en mi interior. Algo muy peligroso llamado empatía.

No, Alba, por el amor de Einstein, no cometas una estupidez...

—Intentaré averiguar lo que pasó.

¡Y ahí está, enhorabuena! Podemos golpearnos la cabeza contra la pared porque... ¿para qué se necesitan neuronas? ¿Desde cuando la inteligencia me abandonaba a mi suerte? ¿Me estaría volviendo progresivamente tonta?

El rostro de Melissa se iluminó, esperanzado.

¡Por las gafas de Stephen Hawking!

—Oh, Alba... muchas gracias.

Tras una breve conversación regresé a donde había dejado a Hunter la última vez. Lo encontré jugueteando con una avión de papel sin hacer caso a la serie de problemas que tenía enfrente. Me detuve en la puerta mirándolo con interés.

Tendría que haberle regañado por entretenerse cuando estaba muy lejos de obtener aunque fuera una respuesta correcta.

O coger el avión y hacerlo trizas.

¿Mostrarme indignada y amenazarlo con pintarle inepto con un rotulador permanente en la cara?

¿Tirarle una de mis zapatillas a la cabeza?

En definitiva, ser hostil con él.

Normalmente era lo primero que se me cruzaba a la cabeza cuando metía sus impertinentes narices de forma indebida. Apenas podía imaginarme como iría el experimento cuando llegásemos al segundo nivel, sin sacarle los ojos.

Un contrato nos unía y debía responder a él. Nunca aclaró interesarme por su vida. Pero le había dicho a su madre que intentaría sacar lo que fuese que le atormentara.

Entrecerré los ojos, buscando algo en su postura que detonara sentimientos adversos.

Bueno, vamos a ver si el curso por Internet acerca del lenguaje corporal servía para algo.

—Hunter —lo llamé.

Tensó los músculos de la espalda al escucharme.

El avión de papel terminó siendo una bola de papel arrugada en su puño cuando me senté en el asiento que anteriormente había ocupado y me inclinaba hacia delante para observarlo.

—¿Cuál fue tu última relación?

Pestañeó reiteradas veces; signo de desconfianza hacia mi pregunta.

—¿Es parte de alguna de tus pruebas?

Hinqué con más intensidad mi mirada en él.

—Sí.

¿Por qué no?

Hunter desvió la vista hacia un lado; buscando una vía de escape.

Más intrigada con el tema me incliné hacia delante. Había algo que le perturbaba, resultaba evidente. Demasiado evidente para ser una tontería.

—Yo... no quiero hablar del tema —dijo con firmeza y se cruzó de brazos.

Saltaba a la vista la facilidad con la que había adoptado una posición defensiva, encerrando los recuerdos. Demonios, ahora mi curiosidad era real.

Entendía que no debía hurgar en la yaga como me gustaría, por lo que intenté ser sutil.

—Si una zorra con extensiones te ha roto el corazón puedo hackear su teléfono y humillarla públicamente. Todo el mundo tiene alguna foto comprometida.

Vale, ¡yo no era sutil! ¿qué se le iba a hacer? Tenía muchas otras cualidades.

Una sonrisa rizó las comisuras del labio del chico.

—No hace falta.

Hunter negó con la cabeza y suspiró profundamente.

—¿No piensas contármelo? —Interrogué.

Para mi sorpresa ya no estaba fingiendo amabilidad, más bien la sentía. Quizás tuviera un par de décimas de fiebre.

—No es nada, de verdad. Una tontería.

—Todas las relaciones son una tontería, comparte la tuya conmigo.

Hunter entrecerró los ojos. Poco a poco había ido ganando terreno sobre la mesa y ahora estaba prácticamente echada sobre los papeles, extinguiendo el metro cúbico de aire que solía interponer entre un extraño y mi persona. Me sostuvo la mirada antes de hablar de nuevo:

—Te la contaré si tú me cuentas alguna tuya.

Parpadeé sorprendida.

—¿Mía? —Interrogué aún asimilando sus palabras.

Compartir experiencias sería como si fuésemos algo parecido a ¿amigos? ¿era la única que sentía escalofríos ante aquel disparate? Me mordisqueé el labio, desplazándome de nuevo hacia la silla.

—Exactamente, tuya.

—¿Y qué te hace pensar que he tenido alguna? —contraataqué curvando las cejas.

—Oh, vamos. Eso no resulta creíble, sweetie. Por supuesto que has tenido, ¿crees que soy tan tonto de creerme que una chica tan guapa como tú no ha tenido un solo novio en su vida?

¿Me estaba tomando el pelo?

—Quizás.

—Vale, ¿eres tú la Alba Siles de la que habla todo el instituto por haberse cepillado a medio equipo de atletismo?

No puede evitar sonreír con sorna.

—Pensaba que era con todo, que cotilleo tan triste —arrugué la nariz, fingiendo pena.

Hunter ladeó la cabeza, con curiosidad, increpándome a hablar. Resoplé, cediendo.

—Está bien, solo por esta vez.

Solo porque le prometí a tu madre averiguar que te hizo esa guarra de turno.

—Mi relación más duradera fue con el capitán del equipo de debate. Salimos durante unos meses, fue lo más cercano que tuve a un enamoramiento —hice comillas en esta última palabra —perdí la virginidad con él después de que se consolidara como el ganador de una competición de debate de tres al cuarto en la facultad a la que quería asistir. Rompimos dos meses después por mutuo acuerdo. ¿Suficiente?

Por la más que obvia sorpresa que mostró Hunter supuse que no se esperaba un arranque de sinceridad tan repentino. Carraspeé incómoda, captando de nuevo su atención.

—Un trato es un trato, te toca.

El rubio se rascó la ceja, abrumado. Probablemente no contaba con mi colaboración.

—Verás, yo...

Lately I've been, I've been losing sleep
Dreaming about the things that we could be
But baby I've been, I've been praying hard
Said no more counting dollars
We'll be counting stars
Yeah, we'll be counting stars

La canción emergió desde las profundidades de mi mochila espanzurrada en el suelo. Gruñendo ante aquella inoportuna interrupción me incorporé y alcancé el teléfono que no cesaba de vibrar y sacudirse endiablado mientras la canción iba aumentando en volumen.

Puse los ojos en blanco fastidiada profundamente ante la persona que osaba darle a Hunter la oportunidad perfecta de escaquearse.

Y antes de que cualquier mente incrédula se atreva a insinuar algo de las inexistentes campanas... algo así era imposible, solo eran meras casualidades que se habían solapado en el tiempo con algo que no debía ser interrumpido.

—¿Qué? —Espeté.

Su risa terminó de sacarme de quicio.

—Vaya recibimiento, hermanita.

—Estoy ocupada, Marc —resoplé maldiciendo la existencia del malnacido (valga la redundancia) de mi irritablemente perfecto hermano mayor —si vienes a restregarme lo feliz que eres alejado de mamá y papá ahórratelo. Mándame una postal.

—Tan simpática como siempre —se burló el chico —no te llamaba por eso, me ofendes...

—Al grano, cretino.

Tener hermanos mayores para esto. Me giré con el teléfono pegado a la oreja para comprobar que Hunter seguía allí. Se encontraba apoyado descuidadamente sobre la mesa, sumergido en sus cavilaciones sin prestarme demasiada atención a pesar de tener los ojos enfocados en mi persona. Fruncí el ceño, ¿en qué estaría pensando?

—Verás, necesito que me hagas un favor —¿veis como nunca llama desinteresadamente? —¿por qué no te pasas por el piso esta noche encargamos unas pizzas y hablamos?

—Depende —me puse en pie chasqueando los dedos frente a los ojos vidriosos de mi vecino — ¿de qué sería la pizza?

—Tú eliges.

—¿Y Mackenzie?

—Está visitando a su padre.

—Conque te sientes solos y buscas compañía ¿eh? Bueno iré. Estaré por ahí dentro de una hora.

Colgué suspirando y me pasé una mano por el cabello, exasperada. Adiós a encontrar lo que perturbaba al yanqui.

—Tengo que irme, nos vemos mañana.

Me eché la mochila sobre los hombros, forcé mi mejor sonrisa y me apresuré a salir de allí.

Bye, sweetie.

#SopresaCargadaDeKarma, tenía este capítulo escrito y no he encontrado ninguna excusa para no subirlo así que... ¡aquí está! #MalditoKarma

#Alba

#Hunter

#Marc

#QueremosSabesLoQueLePasaAHunter

Desde fuera... ¿cómo veis la relación actual entre Hunter y Alba? ¿Ligeramente menos hostil? Alba ya tiene, al menos, mote oficial... sweetie, ¿eh? Con lo poco dulce que es ella.

#TeamSweetie

Por cierto, he subido la sinopsis de la última novela Siles (¡sí, solo habrá una más y esta familia se cerrará para siempre!) La protagonista es la pequeña Claudia. Por razones obvias la empezaré al acabar esta. 

Pasaos por ella y agregadla a vuestra bibliotecas.

#FamiliaSiles

#HastaPronto



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