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10: Inaceptable.

Capítulo 10: Inaceptable. 

Las próximas dos semanas transcurrieron con total normalidad. Bueno, todo lo normal que pueden transcurrir los días en mi errática manera de vivir. Evitaba tener contacto con mi vecino más allá de los test diarios que le pasaba por debajo de la puerta y las obligadas clases de matemáticas que me veía forzada a darle, viendo exasperada sus débiles progresos.

Dedicaba gran parte de mi tiempo a diseñar las etapas de la investigación y apuntaba hasta el último detalle, cuidando de que no se me escaparse el más mínimo por intrascendente que pudiera resultar.

Hunter seguía siendo un enigma para mí; aunque no tanto como el amor en sí.

Pero, hay que admitir que procurar no cruzarte con el vecino de al lado de tu casa no es una tarea sencilla. A pesar de las cortinas que había instalado para ahorrarme la vista a su habitación, lo inevitable era tener una mínima relación vecinal accidental. 

Y ahí estaba yo, arrastrando penosamente la basura al contenedor más cercano maldiciendo a mi familia con todas mis ganas y preguntándome como mi inteligencia no me había permitido escaquearme de una tarea tan basta como tirar la basura. Estaba deseando emanciparme.

Refunfuñando dejé la asquerosa bolsa en su lugar y me sacudí las manos.

¿Y cómo no? De aquella guisa tuve que cruzarme accidentalmente con el americano corrompido por la testosterona que habitaba a un par de metros de mi cama.

No me amedranté, consciente del desastroso moño desaliñado que me enmarañaba los cabellos sobre la cabeza. Ni el corto pijama tapado por una dada de sí sudadera de Batman (cortesía de mi hermano Marc y su descuidado control de sus prendas) o la cara de sueño consiguieron que me encogiese un poco ante la imponente altura del muchacho de rizos despeinados.

Porque vamos, él tampoco parecían un modelo de Calvin Klein.

—Buenas noches —escupí entre dientes, recordando lo que supuestamente tendría que decir.

Ya sabéis, ese rollo de ser amable.

Hunter inclinó la cabeza en lo que yo interpreté que era una respuesta a mi saludo.

Me aparté un mechón de la frente con un gesto que dejaba entrever mi incomodidad e inicié una cuenta atrás para dar rienda suelta a mi sarcasmo y marcharme. Era lo mejor.

Comenzaba a hacerme ilusiones de como pasar de puntillas por la farragosa situación cuando Hunter tuvo que abrir su bocaza.

—Se ha quedado buena noche — murmuró mirando el cielo despejado sobre nuestras cabezas.

Tuve que esforzarme por no poner los ojos en blanco ante aquella trivialidad típicamente tópica. Aunque ansiaba deslizarme lejos de aquella ridícula pérdida de tiempo me contuve.

Cualquier contacto con Hunter hacía peligrar mi hermético experimento. La más mínima opinión que pudiera elaborar respecto a él constituía un peligro. Nada podía influenciarme, ya que dejaría de ser imparcial.

Quizás una conversación acerca de la noche no fuese peligrosa, pero no podía permitirme bajar la guardia ni una milésima de segundo.

—Podría decirse que sí —contesté elevando la mirada al firmamento.

Nunca me había tomado mucho tiempo estudiando el cosmo, básicamente porque estaba segura de no ser capaz de recopilar ni una centésima de la información que estaba desplegada frente a nosotros. Aún así era excitante saber que había algo que se escapaba al razonamiento de grandes genios. Y si me dedicaba en cuerpo y alma en dominar un tema que jamás sería dominado... era una poética forma de echar mi vida por el váter.

Hunter pareció descolocado ante mi aceptación de la conversación que tan torpemente había empezado.

—¿Cómo vas con las pruebas?

Fruncí el ceño a las estrellas y medité la respuesta.

—Bien, supongo.

—¿Algún nuevo test escabroso?

Me giré hacia él, arqueando las cejas con extrañeza. ¿Escabroso?

—¿Perdona?

—Perdonada —se burló al tiempo que una mueca divertida rizaba las comisuras de los labios del chico.

Gruñí para mis adentros, imaginándome una cómica situación en la que la basura cobraba vida y engullía al metro ochenta y siete de mi vecino. Sus miembros descuartizados aparecerían días después flotando debajo de algún puente.

Hunter debió ver la mirada asesina que sin duda debía presentar, porque carraspeó.

—A lo que me refiero es que son muy personales —comentó hundiendo las manos en los holgados bolsillos del chándal —extremadamente concretas. ¿Mucho interés fijo por mí, lady

—No me gusta dejar nada sin determinar —dije cruzándome de brazos.

Como si me interesara lo más mínimo su vida...

—¿Y no crees qué es abusivo?

Noqueada ante sus palabras entreabrí los labios, repentinamente sin palabras. Mi arsenal de armas ácidas se encontraba bajo mínimos y el ingenio me había abandonado a mi suerte en un campo minado.

Rara vez me quedaba sin palabras, pocas cosas podían cogerme desprevenida. Y en menos de cinco minutos Hunter James lo había logrado con pasmante facilidad.

—¿Abusivo? —repetí con voz estrangulada.

Animado por mi bloqueo el chico asintió, haciendo rebotar los rizos de su cabellera. Resbaló minuciosamente sus claros ojos por mi rostro crispado de frustración.

—Contesto a todas tus preguntas, incluso las más íntimas pero tú no puedes ni hablarme ni un minuto seguido de algo que no sea el experimento o las clases. Empiezo a pensar que es algo poco provechoso para mí.

Dentro de mí todo giraba con rapidez, buscando la manera de salir de aquello. Me sentía como un científico a la que el ratón se le estaba rebelando, haciéndose con el queso y arañando con sus diminutas garras su agria cara. Presioné los labios y le lancé abiertamente una amenaza de muerte a través de la mirada más homicida que pude componer.

—¿Poco provechoso para ti? Estás participando en algo que puede llegar a ser una cura universal para algo tan jodido como enamorarse, ¡es brillante! Y además estoy perdiendo horas de mi vida en intentar que comprendas medianamente la ecuación más simple —gruñí.

Hunter negó.

—Estás chiflada.

—Creo que ya hemos tenido esta conversación antes —murmuré entre dientes.

Pegué un brinco cuando posó una mano sobre mi hombro. No sabía como había avanzado lo suficiente como para poder mantener el más mínimo contacto físico conmigo. Tampoco porque no le arrancaba los testículos por haber osado a hacerlo. Estaba demasiado contrariada para funcionar a pleno rendimiento.

—No te sulfures, sweetie. Solo era un comentario inocente —bajó el rostro, sin amedrentarse por mi ceño fruncido y mis crecientes parecidos con un protagonista de un episodio especialmente sangriento de Mentes Criminales —seguiré ayudándote, no todos los días tienes la oportunidad de ser el conejillo de indias de una monada, como tú. Aunque no estés muy equilibrada.

¿Este tipo estaba loco? Había examinado cuidadosamente su informe, buscando algún parecido con un psicópata en potencia. Aunque estaba por la quinta releíada creía haber descartado esa situación. Empezaba a plantearme si no me había anticipado.

—Tú eres el que está loco —fue lo que atiné a decir.

Me temblaba la voz de la rabia.

—Tengo que estarlo, porque, ahora mismo, nadie en su sano juicio se acercaría a ti en estos momentos.

—Límitate a contestar a las preguntas.

Di un paso hacia atrás, obligando al chico a apartar el brazo de mi cuerpo y me giré, sacudiendo la cabeza y sin dejar de regañarme mentalmente por haber entrado en barrena tan fácilmente.

Justo cuando más necesitaba mi alta capacidad intelectual es cuando parecía desparecer enterrada en los escombros de la estupidez.

¿Cómo me estaba pasando esto a mí?

Rumiando llegué a casa, sin ganas de discutir con respecto a la injusticia de mandarme a tirar los restos de la familia, como a una vil esclava. Estaba demasiado furiosa para ponerme a negociar, así que subí trotando las escaleras y me encerré en mi cuarto.

Un cuarto que había dejado de ser un territorio seguro. Miré con profundo resentimiento las cortinas preocupantemente delgadas.

Quizás el resentimiento era algo demasiado amargo e inútil porque me sorprendí a mi misma ideando preguntas cada vez más retorcidas y comprometedoras.

Solté el lapicero dejándolo rodar por el abarrotado escritorio, siendo consciente de que mi imparcialidad se había ido a la mierda.

Hunter James ya no me era indiferente.

Y eso no había cambiado en algo precisamente bueno. Me desagradaba.

Inaceptable.

Suspirando taché todas las preguntas retorcidas que había elaborado y seguí con el hilo habitual del experimento. Un hilo que, empezaba a pensar, era demasiado frágil.

#JuevesDeKarma (aquí es jueves) hola, hola ¿qué tal la semana? ¿qué os parece la historia?

#MalditoKarma

#MeGusta

#Alba

#Hunter

#QueremosMás

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