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Capítulo 11. 🔥

Seth

Nunca había despertado al lado de una chica y menos sin habérmela follado. La miro cómo duerme, casi no dormí por estar viéndola, es que hasta dormida se ve linda. Sus cabellos están sobre toda la almohada, sus ojos revolotean de vez en cuando, acerco mi mano y le quito unos mechones que tiene sobre sus mejillas y ella se mueve un poco.

Es increíble cómo el destino o lo que sea, me ha traído hasta Nelly, una chica misteriosa y llena de secretos. Es tan irreal todo esto, que parece un sueño, uno del que no quiero despertar. Examino cada parte de su perfecta cara... quiero grabarme cada parte de ella.

Separa sus párpados, sus pupilas no tardan en ubicarme.

—Buenos días. —Sonríe.

—Buenos días, Aurora. —Vira los ojos con fastidio.

—Seth...

—Eres mi Aurora —sentencio y ella niega con la cabeza. Se gira para quedar boca arriba—. ¿Quieres desayunar? —Me giro yo también.

—Sí, me gustaría.

Se yergue con un bostezo. No duda en conducirse al baño.

Asimismo, me levanto, me pongo una camisa que está en el clóset, miro por la ventanilla y ya es de día.

A los cinco minutos Nell sale del baño.

—Vamos arriba —sugiero. Le hago una seña y espero a que ella suba primero.

Dejo a Nell en la terraza mientras bajo para decirle al chef que prepare algo de desayunar. En el momento de bajar, atisbo a Nell sentada con sus piernas reposadas en otra silla. Esboza una tímida mueca al percatarse de mí.

—¿Te ha gustado todo esto?

Me siento frente suyo.

—Es demasiado perfecto. —Deja caer sus hombros—. Me da miedo regresar a la realidad.

—Eh. —Me acerco para arrodillarme a sus pies—. No importa regresar a nuestra realidad, yo siempre estaré contigo, Nell.

Vuelve a sonreír, y sin esperar, aprieta sus labios con los míos. Ante ese gesto dulce, junto las pestañas, me levanto un poco y acuno su rostro entre mis manos. Ella pasa sus palmas por mi cuello y lo rodea. Todo mi cuerpo se relaja y siento algo dentro de mí, es como un cosquilleo que va desde mis pies hasta mi cabello. Nell mete su lengua en mi boca y dejo que juguetee con la mía con suma presteza.

Nelly

Veo cómo los labios de Seth se mueven al hablar y la extraña sensación de querer besarlo se apodera de mí.

En un arrebato, pego mis labios en los suyos, siento cómo su cuerpo se relaja, se levanta un poco y acuna mi rostro con sus dos manos. Me relajo, siento algo en mi interior; es una sensación tan rara, algo que jamás había sentido.

Meto mi lengua a su boca y dejo que la suya baile con la mía. Muerdo su labio y escucho que una risita se le escapa, sigo besándolo y Seth baja sus manos por mi trasero y lo aprieta. Hundo los dedos entre sus hebras y juego con él. En este momento siento tantas cosas que me gustan.

El beso se apaga poco a poco, solo queda una vaga tristeza dentro de mí... Quiero que me bese más, quiero más de él.

—Nell. Eso fue hermoso. —Me gustan sus luceros, me encanta su sonrisa y todo él. ¡Demonios! Seth me es encantador—. Eso fue algo maravilloso. —Me da un beso en la nariz.

No contesté nada y es que no sabía qué decir. Está más que claro que ese hombre me vuelve loca, provoca tantas cosas en mí que ni yo misma sé qué es lo que siento cuando estoy a su lado, pero de lo que si estoy segura es que ya nada será lo mismo entré él y yo. ¿Será mejor?, ¿será peor? No sé, pero después de esto, las cosas serán diferentes para los dos.

Desayunamos juntos y regresamos a la ciudad. Seth se reía de mí porque no me puse mi vestido, anduve con su camisa, al igual que descalza. En todo el camino de ida a mi casa, platicamos mucho y me carcajeé mucho de él, pues es un chico muy divertido. Además, muy gracioso.

Hemos llegado a mi hogar. La reja se abre y Seth saluda al chico que cuida la entrada. Se detiene frente a la mansión.

—Hemos llegado, Aurora. —Me hago a la idea que, de ahora en adelante, ese será mi mote—. Me la pasé muy bien a tu lado. —Posa su mano en mi muslo y lo acaricia.

—Yo también. —Apoyo mi cabeza en el asiento y lo contemplo—. Me gustó estar a tu lado.

—Aurora eres una linda chica. Quiero más de ti, no solo una cita.

Apresa mi mano y la acaricia de arriba abajo con el pulgar. Me le acerco más, a tal punto que siento su respiración caliente en mi piel.

Lo beso. Cierro los ojos. Pasa su mano por mi cintura y la aprieta. En cambio, yo hago lo mismo, pero acaricio su pierna con las yemas. Siento cómo él se estremece, bajo más la mano mientras el beso se intensifica, me separo de él y me da un gesto de enfado. Reviso su entrepierna y veo su erección por encima de sus pantalones. Me muerdo el labio y agarro mi ropa, junto mis tacones. Seth se pone la mano en dicha zona, cambia de manera ligera el tono de su piel, el cual se convierte rojizo del todo, más su rostro.

—Eres mala. —Abro la puerta, pero él me toma del brazo—. Eso es lo que me gusta de ti. —Me atrae y me besa—. Eres perversa, Bella durmiente.

Sonrío y salgo del auto.

Seth enciende el auto, agarro bien mi ropa para que no caiga al pasto, le da vuelta y le digo adiós con la mano. Camino hacia mi hogar con la cabeza gacha. Antes de entrar. miro por última vez; Seth ya salió de la propiedad.

Entro y está todo en silencio, pero esa parsimonia no dura tanto, pues Vera sale de su oficina.

—¿En dónde estabas? —Se cruza de brazos.

—Por ahí.

Me echo a correr en las escaleras.

—¡Nelly! —Me detengo ya en la mitad—. Solo cuídate.

—Lo sé, mamá.

Le tiro un beso, bufa y se marcha en dirección a la cocina. Corro hacia mi habitación, empujo la puerta e ingreso. Cami me observa.

Me acuesto a su lado.

—¿Cómo te fue? Cuenta, cuenta...

Está ansiosa.

—Me llevó al muelle. —Examino el techo—. Después subimos a un yate y cenamos. —Ella resopla—. Sí, lo sé, un cliché, lo mismo pensé yo, pero después me llevó a una isla y ahí todo fue tan... —La encaro mientras suspiro—. Era tan hermoso; el agua tenía luz. Todo fue tan surreal que aún no me creo que Seth sea el mismo que trabaja aquí.

—Seth te trae loca —ríe muy pícara—, ¿Tuvieron relaciones? —Sube y baja sus cejas.

—No. —Refunfuña—. Mas sí quería hacerlo con él —admito, avergonzada.

— ¡Oh, mi Dios! —Se cubre la boca con las palmas—. ¿Y por qué no lo hiciste? —Se enoja—. Tan fácil que era bajarle los pantalones y follártelo.

Nos reímos.

—No es tan fácil.

—Sí, sí lo es.

—Bueno, sí, pero no se dio y ya.

—Ay, Nell.

Cubre su vientre con sus manos.

Me encamino hacia el baño para darme una buena ducha

—¿Sabes? Me alegra que te haga feliz.

Me quito la ropa y la dejo a un lado de la puerta.

—Soy feliz —exclamo.

El agua me acaricia.

—Y eso es bueno, ¿no?

—Creo que... sí, supongo que así se siente el amor.

Amor, una palabra que no todas las personas saben su significado.

Seth

He llegado a casa y no veo señales de Nate o de Jared, y espero que la llegada mi padre no tenga incluida reclamos.

Me estacioné frente a mi hogar y entré directo al baño.

Nell me dejó con ganas, las cuales me quitaré bajo el chorro de agua. Solo pienso en ella y en la manera para hacerla mía; ninguna mujer me ha dejado así y ella lo ha hecho tantas veces, que el solo pensar en su estela ya es un pretexto para masturbarme.

Nell me vuelve loco. Demasiado.

Al salir, ato una toalla en mi cintura. Con otra me seco el cabello, salgo de la habitación y me encuentro con Nate sentado en el sofá.

—¿Cómo entraste?

—Ya sabes. —Me muestra las llaves que suelo dejar debajo del tapete del recibidor—. ¿Dónde estabas? —La avienta al pub frente suyo—. Jared te ha buscado desde ayer.

Dejo una de las toallas en el respaldo de una silla.

—Estaba ocupado. —Camino al refrigerador y saco algo para preparar de comer.

—¿Tan ocupado que no podías coger el móvil? —Se levanta y me acompaña.

—Sí, Nate, estaba demasiado ocupado.

Dejo la carne en la mesa. Entretanto, busco la salsa boloñesa.

—Estabas con esa chica —musita con un tono de enfado.

Lo encaro. No dudo en darle un golpe a la mesa.

—¿Cómo sabes?

Dejo la salsa al lado de la carne.

—Porque cada que hablas de ella o piensas en ella... No sé, pareces idiota. —ríe. Le doy una mirada de fastidio—. Te haz vuelto un completo idiota por su culpa. —Enciendo la estufa y empiezo a cocinar—. ¿Qué tiene esa chica que "se ha propuesto en cambiarte"?

—El día que la conozcas lo sabrás.

Le guiño un ojo. Lo dejo pendiente de la comida.

—Cuidaré esto, entonces —grita.

Me adentro en mi habitación.

Me acerco al mueble de la ropa interior, suelto la toalla que resbala, abro el cajón, busco un bóxer y me lo pongo.

Buscaré algo deportivo. Ante todo, la comodidad.

—Hoy voy al Sky Room, ¿vas o te quedas?

Sirve los espaguetis.

—Vamos —Agarro los utensilios—. Hoy quiero estar con mi hermano.

Le doy un golpe en el hombro, no tarda en reírse.

—Vale.

Nelly

Cami se ha quedado conmigo a ver películas, hemos comido solo chucherías e insiste en demasía que ya es hora de tener relaciones sexuales con Seth. De este modo, según ella, me quitare las ganas de él y dejaré de estar encaprichada. Sí tengo deseos, pero no es como para volverse loca por él; ya veré qué es lo que pasa con el chico rubio.

—Vamos al Sky Room. Di que sí.

Apago el televisor y dejo el mando en la cama.

—No sé, ¿qué tiene de especial ese lugar? Todos quieren ir.

—Eso me pregunto yo, por ello te sugiero que vamos, Nell. He deseado ir desde que lo abrieron.

Pone sus manos en modo de súplica y hace cara de cachorrito. Sabe que no me puedo negar cuando hace esa cara. Maldita.

—Está bien, vamos al Sky Room.

Se me avienta, me llena de besos y me río por tal acción.

Yo no sé qué sería de mí sin ella. Es mi mejor amiga, la única persona que me entiende al cien por ciento y con la única que comparto mis secretos.


Seth

Llegamos al Sky Room, y como todas las noches, está a reventar.

Subimos a la zona VIP, Nate viene detrás de mí. Esta más tranquilo aquí arriba, pedimos algo al bar tender y vamos hacia los sillones blancos.

Nate se queda a mi lado, bebe de lo que sea que pidió y le ofrezco de mi cigarrillo, pero no lo acepta. Muevo mi pierna, algo ansioso. Oigo la música que proviene de abajo, miro donde está la escalera y veo a Eli subir, bufo. Al percatarse que estoy, echa a correr y se trepa sobre mí.

—Eli, quítate de encima.

La quiero apartar, pero ella hace lo contrario y se acomoda mejor en mis piernas.

—Te he extrañado. —Me da besos en la boca, los cuales no correspondo—. Me tienes abandonada.

—Lo sé, pero sabes que estoy muy ocupado con el trabajo.

Resopla con hastío.

—¿El trabajo?, ¿o es que ves a alguien más? —Entierra su cabeza en mi cuello.

Le echo un vistazo a mi hermano. Ambos sacudimos la cabeza.

—Eso a ti no te importa; lo nuestro es solo sexo y ya. —Suspira molesta—. Deja de joderme, Eli, porque te puedo dejar en la calle como te encontré.

Acaricia mi nuca.

—Está bien, Seth.

Aprieta sus labios sobre los míos.

Pasa un rato y Eli se ha sentado a mi lado, toquetea mi pierna e intenta seducirme. Sin embargo, no quiero estar con ella. En este momento mis pensamientos están en las horas que pasé con Nell.

Miro por enésima vez las escaleras. Una cabellera rubia me atrae. Nuestras miradas se cruzan y ella observa a Eli, quien no deja de fastidiarme.

Nell y Cami se acercan. Le doy un codazo a Nate quien sale de su ensimismamiento. Les echa una ojeada, acaban de ubicarse frente nuestro.

Me pongo de pie en el instante que se acercan.

—Hola, Seth —dice seria.

Cami hace el mismo saludo, menos seco.

—Hola, chicas.

Quiero saludar como es debido a Nell, mas ella se hace a un lado. Entonces prefiero tenderle la mano a Cami y me da un beso en la mejilla.

«¿Ahora qué demonios le pasa?».

—Vamos por un trago. —Nelly agarra del codo a Camila, ella asiente y se alejan hacia la barra.

—¿Ella es la chica que te trae babeando? —inquiere Nate.

—Ella es Nelly Król.

Nate me ve y después ojea a la nombrada.

—¿La rubia?

—Sí. —Asiento mientras le doy un trago a mi vaso—. Ella. —La señalo con el dedo.

—Es linda. —Lo miro mal—. Ella no me interesa.

—Es la mujer más hermosa que jamás verás en toda tu puta vida. —La observo de reojo. Ella me devuelve la mirada con algo de coraje—. Sin ofender a las presentes.

A Eli no le gusta demasiado mi comentario

No me importa.

«Creo que deberías de ser menos hijo de puta con ella».

Nelly

El Sky Room es un bar donde solo entra la gente con demasiado dinero.

El tipo que cuida la entrada nos deja pasar; tocó sobornarlo para que nos dejase pasar con celeridad.

Cami dice que en la parte de arriba está la zona VIP, le hago caso y subimos. Llegamos y me encuentro con una sorpresa desagradable; Seth está con una chica de cabello negro. Ella no deja de mirarlo como si fuera un Dios. Aquello me provoca ira.

Soy la primera en saludar con voz neutra. Siento a Seth observarme con curiosidad.

Él nos devuelve el saludo, extrañado.

Intenta saludarme de otro modo, pero me hago a un lado. Le tiende la mano a Cami y ella le da un beso en la mejilla.

Cami es así de amiguera, es una gran cualidad suya. La agarro del brazo y la llevo a la parte del bar, nos sentamos en los bancos bajo la barra y le pedimos algo al bartender.

Minutos más tarde veo que un chico está con Seth, es rubio de ojos claros y piel clara. No le presto mucha atención. No obstante, ellos se parecen, no mucho, pero hasta puedo decir que son familia.

Él platica con la chica de cabello negro que devora con la mirada a Seth. Mas él no me quita la mirada de encima. Le doy la espalda.

—¿Por qué no admites que estás celosa?

Cami juega con el bordo de su vaso.

—¿Perdón?, ¿celosa yo? —suelto, indignada—. Claro que no.

—Sí, sí lo estás —gorjea.

—No.

—Sí.

—No Cami.

—Sí, Nell, estás celosa.

—Solo un poco.

—Vaya, qué bueno que lo admites.

—¿Cómo es posible que no hace ni un día me besaba y ahora está con otra tipa? —bufo, molesta.

—Así son todos los malditos hombres, son unos perros. —Nos reímos y chocamos las palmas—. ¡Oye tú! —llama al hombre que atiende, no tarda en acercarse—. Quiero otros dos de estos.

El tipo asiente y empieza a preparar las bebidas.

—Voy al baño, estoy que me hago pipí —expongo, avergonzada. Ella se ríe y se pone de pie para ir conmigo—. Tú quédate para que no nos quiten el lugar.

Afirma con el mentón antes de sentarse.

Seth sigue con la pelinegra, me digo mentalmente que él no se meterá más en mi vida. Bajo las escaleras y sigo las flechas que indican donde está el maldito baño.

Busco un cubículo desocupado.

Al final de la hilera hay uno, entro y cierro la puerta, me desabrocho el short y me libero; oigo cómo la puerta principal se abre, las chicas empiezan a insultar al visitante, sus pasos resuenan y oigo cómo ellas salen despavoridas. Finalizo. Abro la puerta, me asomo, me topo con dos tipos altos y fornidos.

Vuelvo a trancar la puerta metálica, no dudo en ponerle seguro.

—Abre, maldita perra —dice uno de ellos, por su acento sé que es ruso.

Busco una salida, pero no hay ninguna. No puedo arrastrarme por el suelo porque uno de los dos me va a detener.

—¡Que abras, maldita sea! —ladra el otro. Respiro con dificultad y me llevo una mano al pecho.

Recuerdo que tengo mi celular y lo dejo encima del despachador del agua.

Esto no pinta nada bien.

Estoy en graves problemas.

Seth

Nell baja las escaleras, se ve que está molesta y yo lo estaría también. Pasan algunos minutos; ella no sube. Veo que Cami saca su celular y se lo pone en la oreja, me giro hacia Nate.

—Ahora vuelvo, algo no va bien. —Musita una aceptación—. Ahora regreso.

Me yergo, camino hacia las escaleras, bajo y busco a Nell, mas no hay rastro de ella.

Ingreso en el baño de las chicas y tampoco hay nadie; busco en cada uno de los cubículos, pero no hay nadie, empujo la puerta final de la hilera, encima del despachador de agua hay un celular, lo agarro y desbloqueo la pantalla. Nelly.

Echo a correr. Me meto entre la gente que baila e intento de salir de ese lugar. El teléfono de Nell suena y es Cami.

¿Dónde estás? —Se oye molesta y preocupada.

—Cami, soy Seth, encontré el celular de Nell en el baño, pero no la hallo.

Seth, dime que Nell está bien.

—Espero que sí, voy a salir para ver si está.

Ceso la llamada y salgo del Sky Room.

El auto de Nell sigue estacionado. Me paso las manos por el cabello.

—Nell, ¿Dónde mierda estás?

Busco por todos lados, mas no la veo.

A lo lejos escucho gritos. Me agito. No vacilo en hallar de dónde provienen.

Nelly

Abro, levanto los brazos y doy un paso fuera del baño. Uno de los tipos me agarra del codo y entierra sus dedos en mi piel hasta provocarme daño. Me empuja lejos del cubículo. Uno de ellos me pone una mano en la boca para que no grite; el que me agarra, entierra la punta de la pistola en mis costillas.

—No digas nada o tu amiga de allá arriba terminará muerta a un lado de la carretera.

Me sacan de allí con eficacia. Mis manos empiezan a temblar y siento cómo mi corazón va a mil por hora. Nunca me había sentido así de impotente, pero no quiero que le hagan nada a Cami. El tipo me quita la mano de la boca, se lleva un dedo a los labios como señal para que me quede en silencio.

Salimos del bar y me llevan a un lado de este, al callejón. No hay nadie. A lo lejos veo una furgoneta negra; suspiro segura de lo que voy a hacer. Con mi pie le doy un golpe al que me agarra del brazo, grita, pero el otro tipo me estrecha con fuerza.

—¡Suéltenme, hijos de puta! —El tipo blanco me aprieta más, mientras el otro me toma de los pies y me levanta del suelo—. ¡Déjenme!, ¡no saben con quién se meten! —Me retuerzo para zafarme. Sin embargo, ellos son más fuertes y me llevan hacia la furgoneta negra.

—Sabemos quién eres. Eres la hija de Vera Petrova y ella haría cualquier cosa por ti.

Me río con sarcasmo.

—Vera nunca caerá en ninguna de sus trampas, ¡es más inteligente que ustedes, idiotas!

Por más que trato de luchar, no puedo zafarme, me dejan en el suelo y uno de ellos me coge para que no me escape. El que tiene las manos libres me da un golpe en la mejilla que me deja atontada.

—¡Suéltenla! —Me giro hacia la voz y veo a Seth que corre hacia mí—. ¡He dicho que la suelten!

Aprovecho la única oportunidad que tengo; con mi codo le doy en el estómago al hombre que me sujeta, me agacho y agarro la pistola que lleva en la espalda. Seth corre hacia el otro sujeto y sin pensarlo, le da un golpe en la cara, de este modo lo desestabiliza.

Me incorporo y el moreno me da un puñetazo en la mandíbula, después en el estómago, caigo al suelo y siento cómo mis rodillas chocan contra el cemento. Un dolor sube hasta mi columna, aprieto bien el arma y le disparo tres veces. Su cuerpo se estrella en el piso.

Seth pelea con el otro que en ningún momento cede ante los golpes del rubio. Parece un pedazo de roca sólida.

Seth

Escucho los disparos y veo cómo el hombre cae al suelo. Me fijo en el otro tipo que parece de piedra. Le he dado varios golpes, pero parece que a él no le duelen.

Se acerca de manera peligrosa, con cuidado meto mi mano detrás de mi espalda y saco la navaja de su estuche. En menos de lo que me imagino, ya tengo al orangután sobre mí, sus pequeños orbes se abren de par en par, siento cómo la navaja corta su piel, la entierro más y la sangre caliente recorre mis manos.

La vida se le va y yo lo único en lo que puedo pensar es en Nelly.

Lo empujo. Su cadáver cae al concreto en un golpe seco; observo a Nell que sigue de rodillas, me acerco y me agacho para quedar a su altura. Tiene la mirada fija en el suelo. La pistola la aprieta con brío, limpio la sangre de mi navaja y la guardo de nuevo. No demoro en sostener sus manos.

—Nell, deja esa pistola, por favor. —Ella levanta la cabeza y me mira, atenta—. Vamos, Nell, déjala. —Poco a poco suelta el arma. A lo lejos se avecinan las patrullas—. Nell, tenemos que irnos. —Le ayudo a levantarse—. Vamos, Nell, que se acercan.

Corro hacia mi auto, ella me sigue. Entramos, lo enciendo lo más rápido que puedo. Arranco, doy la vuelta y desaparecemos de allí.

Manejo de prisa metiéndome entre los otros autos, saco mi teléfono, busco el número de Cami, aprieto la pantalla y suena. Al segundo tono ella responde.

Seth, ¿Dónde carajos estás?, ¿Nelly está contigo? Dime que sí, han sacado a todos los del bar porque hay dos tipos muertos acá al lado.

—Cami... —Nelly me observa—. Ella está conmigo. —Ella suspira aliviada.

—Dile que estoy bien, que no se preocupe.

Lo hago.

Vale, vale. —Se siente más tranquila—. Está bien, dile que la veo en la casa.

—Sí, Cami, yo le digo. Nos vemos. —Termino la llamada y el aparato a mi lado, cerca de la palanca de cambio.

En todo el camino Nelly ha estado callada, se nota un tanto molesta. ¿Molesta?, ¿pero por qué está molesta?

Entro al estacionamiento del edificio, me estaciono en el lugar de siempre, apago el auto y Nelly, al igual que yo, sale apresurada. Vamos al ascensor, aprieto el botón del cuarto piso, el elevador empieza a subir, minutos después llegamos y salimos juntos.

Nell no ha dicho nada. Cruzamos, llegamos a la puerta de mi departamento, abro y entramos en silencio.

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