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Ten cuidado que yo no volteo página, la arranco
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.—Oh, ya llegaste— al entrar a la casa el primero en recibirme fue JungWoo, este estaba sentado en el sofá con un tazón de palomitas encima de su barriba mientras veía algo en el televisor. Solo asentí y caminé hacia las escaleras para entrar a la habitación.

Me había cogido un poco tarde, estuve toda la tarde con mi madre y me llevó a todos los centros comerciales que conoce, todos los de Seúl.

Entré a la habitación y dejé el portafolios encima de mi escritorio y solté mis zapatos por ahí, caminé hacia el closet y tomé lo que iba a necesitar después de tomar el baño, la toalla y mi pijama más mi ropa interior.

Ya con todo preparado salí de la habitación para ir al baño.

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Demoré en la ducha al rededor de unos veinte minutos, en todo el baño se oía Prisoner de Dua Lipa y Miley Cyrus, amo esa canción.

Estaba secando mi cabello cuando tocaron la puerta. Detuve la música.

—Belinda ¿Podrias apurarte? Necesito bañarme— era la voz de Taehyung, me cubrí la boca para no reír. Dejé el secador en la encimera del lavamanos y miré el estante en donde estaban los geles y cremas. Tomé el que era de talco.

Taehyung después de bañarse tiene que secar su cabello, no soporta dormir con él mojado, bueno, eso era cuando estaba conmigo, pero a quien le importa esa manía es de chiquito,

Empecé a echar aquel polvo blanco a la secadora. Después de que tuviera lo suficiente, la limpie y puse todo en su lugar de nuevo, cogí mis cosas y abrí la puerta del baño.

—Todo tuyo— le sonreí.

—Estabas tú — fingió asombro y lo ignoré para volver a mi cuarto, estaré cerca para cuando la bomba explote.

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Belinda y las otras chica estaban en una de las habitaciones haciendo quien sabe qué, a decir verdad me da lo mismo, me siento mejor estando con los chicos pero al final cuando tenía pensado ver película con JungWoo, el chico estaba completamente rendido encima del sofá.

Tomé el controlremoto y lo apagué, fui hacia la cocina por algo de comer. Abrí el refrigerador.

—¡SangJin!— oh dios ya explotó. Ignoré los gritos del chico y saqué la jarra del jugo, eché un poco en un vaso y tomé de él mientras miraba hacia la puerta.

Tuve que escupir todo el líquido que había tomado en mi boca por la graciosa figura que había delante de mi.

Tampoco pude aguantar la risa.

—¿Te hace gracia?— dios no puedo.

—Espera— puse mi mano delante de mi para coger aire, cada vez que intentaba frenar la risa su rostro me impedía hacerlo, ojala y pudiera tomarle una foto como aquella vez.

Y ese recuerdo fue lo que me hizo calmar un poco mi ataque de risa.

Cuando estábamos juntos.

—Eres una infantil de mierda— se acercó a mí — Madura de una puta vez. ¿Sabes qué? Siempre odie tus tontas bromas, tu infantilismo, me hartabas con cada una de esas bromas — no bajé la mirada, no claro que no, como tampoco oculte el hecho de que mis ojos se cristalizaron y que su rostro se relajó un poco.

—Gracias por decirme uno de los motivos por el cual me dejaste, ya que no tuvistes los suficientes huevos para hacerlo antes — le sonreí y pasé por su lado, me detuve al ver a las personas que estaban en el marco de la puerta, seguí mi andar pasando por ellos para ir hacia mi habitación y ahí no pude retener las lágrimas.      

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