3
Estoy recostada de la pared, terminándome el último cigarrillo que me queda. Me daré un poco de mérito, al menos me duraron.
Han pasado tres días desde que Zaid estuvo aquí y sigo sin creer que él haya venido antes que mis padres. No he tenido noticias de nadie, no las necesito, sola me metí en esto y sola asumiré las consecuencias.
Me dejaron salir a asearme el día de ayer; por suerte, el oficial que me sacó, me llevó a un horario distinto al de las otras presas, no quiero conocer a las personas con las que comparto este sitio.
Estaba demasiado distraída y absorta en mis pensamientos, tanto que no me di cuenta de que había alguien parado frente a mis barrotes, viéndome fijamente.
—Suri me contó lo que te pasó y vine a ver si era cierto, no me lo creía —dijo con una expresión inescrutable.
—Ya lo comprobaste —Me levanté y me acerqué para apoyarme en las barras de hierro que nos separaban. Por mucho que me cueste, reconozco que verlo me reconforta de alguna manera, pues llegué a tomarle cierto cariño gracias a su relación con Suri.
—¿Cómo es posible Thais? ¿Por qué te dejaste arrastrar hasta este punto? ¿Acaso no lo tenías todo? —Me decía con un semblante torturado, le dolía verme aquí.
Esas palabras causaron un revuelo muy grande en mí, me impresionaron a un punto que no soy capaz de describir. ¿Realmente lo tenía todo? Porque según lo que yo recuerdo... no estoy segura.
1 año y 11 meses atrás.
Estaba sentada en la parada del autobús esperando a que este llegara, aunque estaba algo retrasado, nunca tardaba más de cinco minutos en pasar.
Me distraía con la paleta que tenía en la boca, cuando un Mercedes Benz se paró enfrente de mí y sus vidrios se bajaron permitiéndome ver en su interior. Sus ojos, generaban un impacto nunca antes experimentado.
—Hola, ¿quieres que te lleve? —preguntó sacando su cabeza del carro.
—No hace falta, gracias —dije, no porque realmente no quisiera que me llevara, sino porque no me parecía buena idea subirme a un carro sola con él.
—¡Vamos! Hay un problema con un semáforo y el autobús tardará en llegar —Me sonrió y sentí como mis piernas temblaron. Solo pude quedarme observando su rostro, sus perfectos ojos verdes y su despeinado cabello rizado castaño.
No me fijé que me había quedado embobada viéndolo, hasta que carraspeó trayéndome de vuelta a la realidad y permitiéndome caer en cuenta de que me estaba esperando, bien sea para que me negara o para que me subiera, pero estaba esperando por mí.
—Está bien, acepto el aventón —dije con una sonrisa nerviosa, subiéndome al auto luego de que él quitara el seguro. Intenté ponerme el cinturón, pero no había ninguno.
—Normalmente, no suelo sacar este carro, en esta ocasión lo tengo porque la moto ya la está usando alguien más —explicó sin que yo se lo pidiese.
—Entiendo —Fue lo único que se me ocurrió responder, y es que me costaba pensar con claridad estando en un espacio tan reducido con él.
Arrancó y encendió la radio, sin embargo, le bajó casi todo el volumen. Ya cuando habíamos pasado un par de cuadras, rompió el silencio preguntando:
—¿Aún conservas el cigarrillo? —Su vista estaba clavada en mí y pude notar que mi respuesta le interesaba. Como tonta, busqué torpemente en mi bolso teniendo que sacar un montón de estupideces que, realmente, no sé por qué tenía.
Puedo asegurar que me tomó un par de minutos encontrar el dichoso cigarro y entregárselo, pero para mi sorpresa, no lo tomó, solo negó con la cabeza y volvió a concentrarse en el camino.
—¿No vas a fumar? —pregunté buscando su mirada.
—No quiero volver a fumar delante de ti, solo quería confirmar que lo guardabas esperando que nos encontráramos —Lo miré entre irritada y sorprendida, pues sus palabras eran ciertas, pero me había hecho rebuscar entre mis cosas y quedar como idiota.
—¡Me da igual que fumes! Es tu vida y no debería importarme lo que hagas con ella —exclamé, guardando todo de nuevo con rabia. Él pareció tensarse, ya que apretó sus manos en el volante.
—Cierto... pero lo hace, así que... —Hizo una pausa que me pareció eterna, para terminar suspirando y preguntándome—: ¿Serías capaz de fumar? —Su pregunta me sorprendió, no era lo que solías preguntarle a alguien, pero me animé a asentir, sin estar del todo segura.
Buscó en sus bolsillos y sacó el mismo encendedor de la vez anterior, verificó que aún cumpliera con su función y me lo tendió, lo tomé dudosa y no supe qué más hacer.
»Tienes toda la pinta de ser de esas chicas que dice que sí a todo con tal de cerrarle la boca a alguien más, así que quiero que fumes este mismo cigarro.
—¡¿Qué?! ¿Ahorita?
—¿En qué otro momento sino? ¿Te da miedo? —Había un tono de burla en su voz que me desagradó.
—Pero... después voy a andar apestando a cigarrillo —dije como excusa, pues la verdad es que me daba miedo hacerlo, dije que sí solo por no quedar como una tonta delante suyo.
—Yo aquí tengo lo que necesitas, no tienes que preocuparte por eso, nadie en tu universidad se dará cuenta —aseguró, mirándome insistentemente.
Debía reconocer que me sentía temerosa, pero quería demostrarle que podía hacerlo así que con algo de torpeza, sostuve el cigarro entre mis labios, lo encendí y le di una calada que casi me deja sin aire. Él inmediatamente, comenzó a reírse y a darme palmadas en la espalda por el ataque de tos del que estaba siendo víctima.
—Para no haberlo hecho nunca, le diste un gran jalón. No puedes inhalar tanto teniendo tan poca experiencia —Me quitó el cigarrillo y prosiguió a darle una calada él, para expulsar el humo lentamente hacia un costado; se veía tan bien.
Una vez que estuve calmada, sin ganas de toser ni lagrimear, lo miré y le pregunté:
—¿Por qué querías que fumara? —Pero él solo se encogió de hombros y siguió conduciendo. Realmente, no me di cuenta de que estábamos tan cerca hasta que pude divisar la entrada de la universidad, él ya sabía dónde estudiaba.
—Bueno Thais, ya hemos llegado —avisó estacionando el auto y sacándome de mis pensamientos.
—Gracias por traerme —No se me pasó por la mente la idea de preguntar cómo sabía que estudiaba aquí, solo agarré mi bolso y abrí la puerta para bajarme, pero él me sostuvo de la muñeca y me jaló hacia sí.
—¡Nos vemos mañana! —susurró en mi oreja y me dio un beso en la mejilla, dejándome descolocada. Se separó con la más reluciente de sus sonrisas y se me quedó mirando. «¡Dios! ¿Cómo una mirada podía ser tan perfecta?», pensé.
Como pude, me bajé del carro y cerré la puerta, él me guiñó un ojo y se fue, mientras yo vi su auto desaparecer en la próxima calle. Quería moverme, pero mi cuerpo estaba adormecido, no fue sino gracias a unas manos que me agarraron por los hombros, que pude reaccionar.
—¿Y a ti qué te pasa Thais? —preguntó Jackson, el novio de mi mejor amiga.
—Na-nada... ¿Por qué lo preguntas?
—Estás roja y... —Se acercó a mí y me hizo cosquillas, fue inevitable reírme—, hueles a cigarro, ¿estabas fumando? —preguntó serio, cruzándose de brazos.
—¿Qué? ¡Claro que no! —Enseguida me defendí de su acusación.
—¿Quién te trajo?
—Es el hijo de un amigo de papá, me lo encontré cuando estaba esperando el autobús y se ofreció a traerme para que no llegara tarde —mentí rápidamente, sorprendiéndome a mí misma.
No sé si han escuchado la expresión: "Salvada por la campana"; pues eso fue lo que me pasó a mí, sonó el timbre que indicaba el inicio de clases y que me permitió librarme de su repentino interrogatorio.
Entramos a clases en silencio, parecía molesto, quizás sabía que le había mentido y eso le irritaba, pero no podía decirle que me había subido al carro de un completo desconocido y menos que había aceptado fumar cuando este me lo impuso.
La verdad es que el día pasó tranquilo, sin mayor inconveniente. Más de una vez tuve que pararme a la pizarra a resolver los ejercicios y problemas que los profesores colocaban, ya que ellos me tenían como una de las mejores alumnas de la clase, no por nada tenía el promedio más alto de toda la escuela.
Estuve durante el receso con mi amiga Suri y con Jackson, quién no paraba de mirarme entrecerrando los ojos, como queriendo hacerme sentir culpable o algo así. La verdad es que a ambos les tengo mucho aprecio, no por nada son mis mejores amigos —por no decir que los únicos—, pero esto era algo mío, algo que quería guardarme hasta estar segura de qué terreno estaba pisando.
Como cualquier día normal, al terminar las clases tomé el autobús y regresé a mi casa donde mi madre siempre me esperaba con una sonrisa. La casa cuenta con una sala, un comedor, un jardín trasero, tres habitaciones, dos baños, una terraza y un garaje, estábamos bien acomodados la verdad.
Subí a mi habitación, me bañé y cambié de ropa para que, al bajar nuevamente, pudiese recibir a mi padre de manera presentable junto a mi madre, quién siempre al igual que conmigo, lo recibía sonriente.
Nos sentamos a comer, resultando amena y entretenida la plática, como cada noche. Vimos un poco de televisión y compartimos nuestras vivencias del día hasta que, finalmente, todos nos fuimos a acostar a las 8:30 p.m.
Ya acostada, fue inevitable buscar la tarjeta de Héctor y admirarla, a pesar de contar con su número telefónico, no me he atrevido siquiera a agendarlo, me da mucha vergüenza.
Solo la miré hasta que tuve sueño suficiente y me quedé dormida; como era de esperarse, terminé soñando con Héctor y nuestro encuentro. Si verlo me ponía nerviosa, soñar con él era... el paraíso.
Actualidad.
Por mucho que la tuviera, no podía darle la razón a Jackson, era demasiado para mi orgullo. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando logré recomponerme de ese recuerdo, lo miré molesta y le dije:
—¿A qué viniste? ¿A echarme en cara mis errores? Yo sé que me equivoqué y me ha llegado el momento de asumir las consecuencias, no necesito tus reproches y menos tu lástima —Mi mirada era hielo puro. Supe que lo impacté con lo que le dije, por su expresión de asombro y sorpresa.
—¡Yo no tengo nada que reprocharte! Me molesta saber que tú estás en este sitio, mientras ese tipo está quién sabe dónde, disfrutando su libertad y dándose la buena vida sin siquiera acordarse de que tú estás aquí —gritó dándole un golpe a los barrotes.
—Joven, debe calmarse, le recuerdo que le quedan un par de minutos —intervino uno de los policías que estaba rondando por ahí. Jackson asintió, soltando un suspiro y metiendo las manos en los bolsillos.
—¡Lo siento oficial! —Suavizó el tono de voz, obviamente intimidado. El guardia, que fue el mismo que me llevó a asearme, se alejó para darnos algo de privacidad—. Thais, por favor, di la verdad, di que él estaba contigo y que... —No lo dejé terminar.
—¡Ya te puedes ir! —dije volviendo a mi cama, no quería seguir hablando con él.
—¿Ese es ahora tu nuevo método? Alejar a cualquiera que venga a verte, fingiéndote la dura y la que no le preocupa la situación en la que está —dijo viéndome de una forma digamos... asqueada.
—¡No finjo nada! Solo quiero que te largues de una vez y dejes de meterte en lo que no te importa —Solté de forma brusca, estaba harta de su presencia, quería volver a estar todo lo sola que me permitía este lugar.
—No sabía que fueses tan orgullosa... si bien cambiaste para mal desde que te juntaste con él, había una parte de ti que no cambiaba.
—Joven, ya ha acabado su visita. Acompáñeme a la salida por favor —Había vuelto el guardia, esta vez con una actitud un poco más relajada, pero dejando en claro que debía irse ya.
—Adiós Thais, trataré de convencer a Suri de que venga a verte, pero la pobre está muy afectada —Esa fue su despedida, aquellas palabras hirientes y dolorosas que solo sirvieron para revolverme el estómago y el alma.
¡Sí, claro que lo tenía todo! Tenía buenos amigos, padres amorosos, maestros dedicados, un futuro prometedor, una casa acogedora, sueños e ilusiones, tenía todo eso y lo arrojé a la borda porque me faltaba intensidad.
Lo único que quería era algo que le diera emoción y sabor a mi vida, que me ayudara a salir de la monotonía y de aquella rutina tan vacía en la que se había convertido mi existencia; lo conseguí, sí, y lo disfruté mientras duró, pero ¿a qué precio?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro