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—Si hubiese sabido que dolía tanto...
—La habrías amado igual.
—Mírame y Dispara.
Después de tantas pruebas, acusaciones, reclamos y mentiras, aquí estoy yo, en un sitio oscuro, mohoso y poco acogedor, con unos barrotes que me impiden salir al exterior y un peso sobre mis hombros que acepté llevar.
Mi nombre es Thais Segovia, soy una chica delgada de 19 años con estatura promedio, cabello castaño y ojos marrones. Vivía con mis padres en un tranquilo pueblo a las afueras del país, hasta que nos mudamos a la capital para que yo pudiese estudiar psicología —carrera en la cual ya había aprobado el primer semestre—, aunque mi verdadera pasión, era el arte.
Teniendo una vida tan normal y monótona, nunca imaginé terminar así, y es que mi único error, fue enamorarme del hombre equivocado.
No sé si les ha pasado que encuentran a alguien y sienten que es el ser más perfecto de la tierra, y que cuando están con esa persona pueden tocar el cielo con solo estirar un poco los brazos; eso me pasó a mí, me creía una estrella más del firmamento y resulté estrellada.
¿Qué cómo lo conocí? Pues permítanme contarles todo lo que ocurrió ese día para que puedan entender un poco mejor de qué hablo.
2 años atrás.
Salí ese día temprano de la casa, no podía perderme la sorpresa que le daría Jackson a Suri, estaba segura de que le encantaría, no por nada era su mejor amiga.
Decidí no tomar el autobús, quería caminar y aprovechar de hacer un poco de ejercicio. Saqué mis audífonos, abrí Spotify y activé el orden aleatorio, la primera canción que salió fue una de Demi Lovato, amaba sus canciones.
Iba cruzando una plaza mientras tarareaba mi copla favorita, cuando veo un perro, un labrador retriever para ser más específica, que viene corriendo hacia mí y sin más, me tumba al suelo y comienza a lamer mi cara mientras mueve su cola, yo sonrío y le acaricio las orejas, ¿de dónde habrá salido?
Comienzo a ver alrededor buscando a alguien que pudiese ser su dueño, pero no distingo a nadie, de hecho, el lugar está completamente solo de no ser por nosotros dos. Reviso el collar del can y gracias a eso, ahora sé que se llama Nerón, pero nada más.
—Bueno Nerón, yo tengo que seguir, ve con tu dueño —Me levanto y sacudo mi trasero, sospecho que se ensució.
Cuando voy a dar un paso, Nerón comienza a dar vueltas a mi alrededor y a ladrar. «¿Qué le pasa?», pienso mientras lo veo formando un círculo a mi alrededor.
De repente, corre hacia un callejón ubicado junto a un bar de mala muerte; la curiosidad pica en mi interior y sin pensarlo, voy tras él. El callejón está sucio, huele a basura y hay ratas que corren de aquí para allá, ¿por qué Nerón vendría hasta aquí? Obviamente, no es un perro callejero, el collar y su estado de pulcritud me lo confirman.
Reacciono a acercarme cuando lo veo junto al container de basura, tal parece que está llorando. Con cuidado, asomo mi cabeza queriendo saber qué lo trajo hasta aquí, solo para encontrar a un chico tirado en el piso, con la cara golpeada y una herida en el abdomen hecha con un arma blanca.
Me pongo de cuclillas junto al muchacho y comienzo a revisar que esté respirando; lo hace, pero muy débilmente, tiene fiebre y le cuesta respirar. Saco mi celular y llamo al 911 para que vengan a atenderlo, pero una mano sujeta mi muñeca y la aprieta con fuerza haciendo que mi teléfono se caiga.
—¿Qué haces? —pregunta una voz ronca y varonil. Al levantar mi mirada, veo al chico observándome con sus ojos verdes y una expresión de molestia que oculta el dolor que he de suponer, siente, pues tiene la mandíbula tensa.
—Estaba llamando a emergencias para que... —Mis palabras quedaron atoradas en mi boca cuando de la cinturilla de sus vaqueros, sacó una pequeña navaja y me dijo:
—¡No te creo! ¿A quién llamabas?
—Ya te dije que a emergencias, estás sangrando y necesitas atención médica —dije con miedo, arrepintiéndome de haberme acercado.
—¿Qué haces aquí? —preguntó viéndome de arriba abajo, era más que obvio por mis ropas que no frecuentaba lugares así.
—Iba a la universidad y un perro me trajo —No sé si hice bien al mencionar al perro, pues ahí su cara mostró verdadero terror y su agarre se hizo más firme.
—¿Dónde está? ¿Le hiciste algo? ¿Y el perro?
—Está... —Pero me callé porque al voltearme, no lo vi. «¿Dónde se pudo haber metido?», pensé sintiendo como algo llamado 'desesperación' crecía en mí—, estaba aquí, te lo juro, él me trajo y comenzó a llorar cuando te tuvo enfrente.
Él suspiró y me soltó, por un momento su rostro reflejó alivio con mis palabras, era notorio que le importaba bastante ese animal; guardó la navaja y me miró serio.
—¡Lárgate de aquí y olvida lo que has visto! —Su tono amenazante no iba de acorde a sus ojos, los que de alguna forma, rogaban porque alguien atendiera las heridas de su cuerpo.
—Pero... —susurré nerviosa, no podía dejarlo ahí, se iba a desangrar o la herida podía infectarse debido a la poca higiene del lugar.
—¡Que te largues! —Arrojó mi celular haciéndolo chocar con el container, no con la suficiente fuerza como para romperlo, pero sí para que yo me exaltase y terminase por correr, asustada.
Mil preguntas rondaban mi cabeza: ¿Qué demonios acaba de pasar? ¿Quién era ese tipo? ¿Qué le pasó? ¿Quién lo hirió? ¿Por qué se comportó así conmigo?
No fue hasta que ya estuve frente a la universidad, que me di cuenta de que había llegado, parece que en ningún momento dejé de correr.
Por suerte para mí, en la entrada estaba mi mejor amiga, Suri, una chica pelinegra de ojos oscuros, sonrisa amigable y personalidad encantadora.
—¡Por fin llegas! Me haces madrugar de a por gusto —Se quejó haciendo ademanes con las manos, típico en ella. Me sentí un poco más calmada al verla, pero decidí no comentarle nada para evitar arruinar su reacción ante la sorpresa que le tenía preparada su novio, Jackson.
—Lo siento, es que... no encontraba mis audífonos. —Fue la primera excusa que se me ocurrió—. ¿Podrías prestarme tu teléfono? —pregunto dispuesta a continuar con la llamada que estaba realizando desde el mío.
—Toma, no me gastes todo el saldo... ¿Y el tuyo? —pregunta frunciendo el ceño.
—Lo dejé en la casa —Me sorprendí ante lo rápido que respondí, pues mentir no se me daba para nada bien.
—¿Si estabas buscando los audífonos, cómo vas a dejar el teléfono?
—¿Desde cuándo te volviste tan preguntona? Luego de buscar los audífonos, me distraje con otra cosa y salí apurada para llegar a tiempo, dejando el teléfono en la casa, ¿contenta? —dije un poco más cortante de lo que hubiese querido, pero era necesario para que dejase el interrogatorio.
—¡Ay, pero que amargada estás! Solo era para saber —expuso fingiendo una expresión ofendida que me causó gracia, eso era lo bueno de ella, sabía cuando estaba de humor y cuando no.
Ya que nos quedamos en silencio, realicé la llamada al 911 y les dije la dirección en la que estaba el chico, explicando su condición y dándoles una descripción física del mismo; inmediatamente, se comprometieron a dirigirse al lugar y pude sentirme más tranquila, ya había hecho mi parte.
—Entremos entonces, hace mucho frío aquí afuera —comentó una vez le devolví el celular. Me sentí mal por cómo le hablé, así que en compensación, la dejé que dijese su incesante monólogo respecto a la pelea que había tenido con Jackson el fin de semana; monólogo que terminó cuando al entrar al salón, estaba él con un ramo de flores y una caja de chocolates.
Como era de esperarse, las cosas entre ambos se arreglaron y decidieron continuar con su relación como si nada. En ocasiones me parece increíble que sigan juntos, no entiendo cómo alguien puede volver y terminar un romance tantas veces.
Me senté en mi lugar y me dediqué a leer un libro llamado: "Sabía que eras un problema", se trataba de una chica que conocía a un muchacho y se enamoraba de él, al punto de perderse a sí misma con cada segundo que pasaba a su lado.
La he leído más de tres veces y cada una de estas solo puedo pensar una cosa: «¡Patético!». Me parecía absurda la trama y la releía solo para ver si en algún momento, le encontraba sentido a la novela, pero no, solo veía el mismo cliché de la muchacha tonta y sin experiencia, que permite que un hombre haga lo que se le da la gana con ella.
Actualidad.
Recuerdo que anduve nerviosa ese día por lo que había pasado con ese chico, aunque realmente no fue algo que me afectó de sobremanera, de hecho, llegué a tomarlo como un asalto más, pues a pesar de que no me había quitado nada, ya no cargaba mi teléfono conmigo y eso es un problema.
Ese muchacho me había asustado, sí; no obstante, al mismo tiempo había despertado una curiosidad en mí que lo hizo permanecer en mi pensamiento durante el transcurso de ese día y los venideros.
De haber sabido en ese momento que seguir a Nerón hasta ese callejón, me llevaría al abismo que es mi vida hoy en día, jamás hubiese ido tras él.
¡Y sí señores! Ese fue el primer encuentro que tuve con el hombre equivocado del que les hablé anteriormente, así conocí al amor de mi vida y a la perdición de la misma.
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