Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

GWEN

Siento que estoy cometiendo una locura, que el chip de las buenas decisiones se quemó y ahora funciono con lo que me resta de energía. Pero lo peor es que no me importa. Si estoy cometiendo una locura, no me importa. Ya comprobé que hacerlo de la manera "normal" no me ha dado buenos resultados y no pierdo nada por intentarlo. Sí, no conozco a Colin y sí, tampoco conozco a Peter, aunque tampoco conocía a Steven cuando lo contraté y hoy es mi mejor amigo. Quizás de eso se trata, de dar algunos saltos al vacío y disfrutar de la caída.

Aparto todos los pensamientos negativos de mi cabeza y me concentro en lo positivo: voy a aprender algo. No me van a romper el corazón porque no me voy a ilusionar y es probable que gane un nuevo amigo con toda esta locura. Colin acaba de llegar a la pastelería con su atuendo casual y una sonrisa tranquila, no es un mal chico y lo que sucedió la semana pasada está en el olvido.

—No puedo creer que estés haciendo esto, Gwen —se queja Steve en un susurro a mi lado.

—Estoy aprovechando las oportunidades que el universo pone en mi camino.

—No, estás actuando como...

—¡Hola, Colin! —saludo con buen humor, interrumpiendo lo que sea que mi amigo tiene para decirme—. ¿Cómo estás?

—Hola, Gwen. Está empezando a ponerse frío, ¿no crees? —Su mirada va a parar a Steve y su sonrisa disminuye por lo que no dudo en mirarlo también. ¡Le está frunciendo el ceño, increíble!—. Tú eres Steve, ¿verdad?

—Steven —lo corrige con malhumor— y a diferencia de mi amiga, yo no olvido tan fácil.

—No sé de qué estás hablando.

—Le pediste su número y no la llamaste.

Observo con sorpresa a mi mejor amigo y calculo cuánto tiempo me llevaría dejarlo inconsciente. Dios, quiero matarlo. ¿De dónde ha salido eso? Sí, sé que él tuvo que soportar mi cara larga mientras miraba el teléfono esperando alguna señal de vida de Colin y que fue el encargado de sacármelo para que no me sintiera tan mal, solo no esperaba tanto rechazo. ¿Qué pasó con las segundas oportunidades?

—Sí, respecto a eso... —Colin se rasca la barbilla con nerviosismo y me busca con la mirada—. Ya le pedí perdón a Gwen y le expliqué que soy tímido.

—Alguien tímido no viene a la pastelería y demanda ver a la dueña con la excusa de comprar la producción del día.

—Steve, ya basta —le advierto.

—Él es el enemigo número uno, Gwen —se defiende—. Voy a colocar su foto en toda la pastelería para que sepan lo que te hizo.

—¿Y humillarme?

—No, quiero humillarlo a él.

—Estarías humillándonos a ambos —repone Colin con clara incomodidad—. Aunque entiendo lo que quieres decir y te pido disculpas a ti también, Steven.

—¿A mí?

—Sí, ese día me comporté como un idiota y lo lamento.

Mi compañero de locuras abre los ojos con sorpresa y suspiro aliviada. Es difícil sorprender a Steven y que Colin lo haya logrado habla bien de él, sé que lo está pensando y se le nota porque el ceño se le ha alisado y ya no luce como un sicario buscando sangre.

—¿Por qué no te sientas en una mesa? —le propongo con una sonrisa tensa—. Te llevaré un café y algo para comer.

—Claro, estoy muerto de hambre.

Me dedica otra sonrisa antes de retirarse del mostrador y solo necesito que se voltee para darle un manotazo a Steven. Él chilla como un niñito y lo destruyo con la mirada mientras camino hacia la cafetera.

—Compórtate bonito.

—No confío en él.

—Pues hazlo porque yo sí confío en él y por si no lo has notado su presencia aquí es buena publicidad para la pastelería. Es un músico famoso.

—Famoso no es la palabra que yo usaría.

—Fuiste el primero en reconocerlo, ahora no finjas que no te emociona.

—¿Entonces lo haces por la publicidad?

—Claro que no, me agrada.

—Estás loca.

—Claro que estoy loca, te tengo de mejor amigo.

Sus labios se curvan en una sonrisa y correspondo el gesto. Me siento halagada por su preocupación; sin embargo, me parece sin sentido porque él fue quien me envió a una cita a ciegas con alguien que no conocía del todo y que me dejó plantada. Tiene que confiar en mí, no es como si estuviera aceptando un viaje a Tailandia con alguien de Tinder, solo estoy abierta a escuchar su plan para animarme a pedirle una cita a Peter.

Con un café en una mano y unas galletas llenas de chocolate en la otra, camino hasta la mesa que Colin ha elegido. Es la misma que usó cuando vino hace una semana y, como entonces, está de frente a la ventana. Esta vez no lleva un libro, sino que mira hacia la calle, a las personas que pasean por la avenida. Es raro encontrar clientes que no estén metidos en sus teléfonos cuando vienen solos y decido que es un aspecto de él que me gusta.

—No tengo lemon pie porque hoy los clientes parecían muy hambrientos, pero te he traído unas galletas.

—No te preocupes, podrías darme veneno e igual lo comería. Estoy muerto de hambre.

—¿Y eso por qué?

—Nuestra doctora nos ha puesto una dieta estricta que no satisface mis necesidades alimentarias —contesta con una galleta a medio camino de su boca—. La veré la próxima semana, espero que note que me está matando de hambre.

—Estaré encantada de alimentarte hasta entonces.

—Esto tiene que ser nuestro secreto, Gwen.

No comprendo bien a qué se refiere y le doy su tiempo a explicarse. ¿Nadie puede saber que pasamos el tiempo juntos? ¿No quería una amistad?

—Si ella se entera de que estoy comiendo tus deliciosas preparaciones me dará más tiempo de entrenamiento y mis músculos ya no pueden soportarlo. Así que este será nuestro secreto, si alguien pregunta, cuando pasamos el rato solo tomo un tecito sin azúcar.

—Esa mujer parece un monstruo. —Suelto el aire que no sabía que contenía y me siento más tranquila ahora que ha aclarado su comentario—. Mi filosofía es siempre comer pastel, en algún lugar del mundo es el cumpleaños de alguien.

—Cielos, necesito que pases tiempo con la doctora Monica. Tu filosofía me vendría muy bien.

Rio por lo bajo al escuchar la desesperación en su voz. En verdad tienen hambre.

—¿Tú no comerás nada? —pregunta con duda.

—No, intento no comer lo que preparo porque me vuelvo adicta y no es bueno para el negocio.

—Lo entiendo, pero ¿no tienes hambre?

—Comí una fruta recién.

—Debería ser más como tú, aunque es imposible. Viviría a base de estas galletas y sí sería bueno para tu negocio.

—No fomento las adicciones, Colin, pero siéntete bienvenido cada día.

Es su turno de reír y es un sonido tan cálido que me provoca una sonrisa tonta en el rostro. Ya lo he decidido: él me agrada, pese a lo que sucedió luego de nuestro primer encuentro.

—Entonces...

—Entonces... —repite con diversión.

—Espero no ofenderte, pero eres raro.

Auch.

—No me malinterpretes —me apresuro a aclarar—, eres raro en un buen sentido. No he conocido a nadie que como muestra de amistad quiera ayudar a otra persona a conseguir una cita. Lo usual es que te inviten al cine.

—No sé si es una invitación, pero acepto lo del cine. —Sonríe—. Y respecto a lo otro, es el sentimiento de culpa y capaz logre el perdón de Steven.

—Tendrás que trabajar duro para conseguirlo.

—La verdad es que no creo que te sea difícil conseguir esa cita, solo mírate.

—¿Y qué es exactamente lo que encontraría al verme?

Intento que no encuentre la duda en mis palabras, lo insegura que estoy comenzando a sentirme luego de tantos intentos fallidos. No soy yo, no es mi ropa... es la sociedad y punto.

—Una chica genial con ropa estupenda, agradable y que cocina como los dioses. Ganar, ganar.

—Eso es dulce. Sobre todo, considerando que nadie piensa que mi ropa es genial.

—Solo soy sincero. —Se encoge de hombros—. Peter no te va a rechazar.

—¿Y si lo hace?

—Puedo hablar con la jefa para que lo despida.

—¿Tienes tanta influencia? —pregunto por completo asombrada.

—No, solo estoy bromeando. Si tuviera tanta influencia, comería lo que yo quiero sin tener que esconderme.

—Buen punto.

—¿Entonces aceptas mi ayuda?

—Todavía lo estoy pensando y hay un factor fundamental que condiciona mi respuesta.

—¿Y cuál sería? —Su atención está por completo en mí, aunque no suelta la galleta por nada del mundo—. ¿Por qué dudas?

—Casi no te conozco.

—¿A mí? ¿Por qué quieres conocerme a mí? Saldrás con Peter.

—Porque acordamos ser amigos.

—Oh, ya entiendo. Bueno, pregunta lo que quieras y tendrás mis respuestas sinceras.

Finjo pensarme un segundo mis preguntas, aunque la verdad es que no he dejado de pensar en él y tengo muchas dudas así como curiosidad. Quiero saber de todo y he tenido que luchar contra mis instintos para no buscarlo en Google. Si seremos amigos, no puedo googlearlo porque sería descortés y es probable que salgan una infinidad de noticias falsas que condicionarían la manera en que lo veo.

—¿De dónde eres?

—De aquí.

—¿De San Francisco? —suelto con sorpresa.

—No exactamente, nací y crecí en un pueblo que está en los suburbios. Se llama Blue Lake.

—Donde fue la boda de Taylor.

—¡Exacto! ¿Fuiste a la boda?

—Trabajé en la boda, ¿y tú?

—Me invitaron como amigo y toqué algunas canciones —contesta con emoción—. Es increíble que no nos hayamos conocido entonces.

—Bueno, no estaba precisamente viendo a las personas. Sí, quería chillar cada vez que me topaba con alguien famoso que era cada dos segundos, pero estaba trabajando y tenía que comportarme.

—Es un buen punto. ¿Y tú de dónde eres?

Sus dedos tamborilean la mesa y me es imposible no concentrarme en eso. Los anillos continúan adornando sus manos y se ha colocado una pulsera que antes no tenía que es tan simple con una cadena fina de plata. ¿Por qué eso me resulta tan sexy? Son solo un par de manos. Un par de manos de un músico con dedos largos y...

—Soy de Connecticut —respondo intentando concentrarme—. De un pueblo que está lleno de familias con mucho dinero y escuelas privadas. A mí no me tocó la suerte del dinero.

—Y aun así tienes tu pastelería, es admirable.

—He trabajado duro.

—Más admirable aún. —Asiente—. ¿Tienes alguna otra pregunta?

—¿Tienes hermanos?

—No, soy hijo único. Mis padres tenían mucho trabajo y tomaron la inteligente decisión de no procrear más niños que no iban a poder cuidar.

—Oh.

—Tranquila, mi infancia fue muy feliz.

—Creo que me estoy entrometiendo donde no me llaman. ¿Qué tal si me cuentas de ti y no hago preguntas?

—Mi historia es larga, estos últimos años han sido una locura.

Puedo comprender lo que está diciendo y ni siquiera pertenezco a la industria de la música. Imagino que formar parte de una discográfica no es sencillo y mucho menos hacerse un camino entre tantos otros artistas que buscan posicionarse en los rankings. Yo no aguantaría ni un día en su lugar. No que tener un negocio como el mío sea sencillo, tan solo no estoy contantemente en un reflector gigante y todo lo que hago no es motivo de juicio.

—Estudié música en la universidad y allí conocí a Key y Lee —me cuenta antes de tomar la última galleta—. Ellos estaban en otras carreras, pero por amigos en común terminamos encontrándonos. Son los hermanos que mis padres no me dieron.

—Eso es muy lindo.

—Pueden ser un dolor de cabeza.

Colin le da un trago a su café y luego mira hacia atrás. No comprendo muy bien lo que busca porque la cafetería ya está vacía dado que es hora de cerrar y Steve está controlando la caja; no obstante, rápidamente recuerdo que los baños están en esa dirección y parece que he leído su mente.

—¿Te molesta si voy al baño?

—No, ve tranquilo.

—Gracias. He tenido una tarde de locos y ya no recuerdo a qué hora oriné por última vez.

—Ve antes de que tu vejiga explote.

Me agrada que se ría de mis torpes bromas y lo observo alejarse con una sonrisa tirando de mis labios. Me gusta el atuendo que ha elegido hoy: vaqueros demin, una camiseta azul oscuro y una camisa a cuadros de lana blanca y gris que se ve bien abrigada.

Me sobresalto cuando alguien nuevo ocupa el asiento que él ha dejado y le dedico a Steve una mirada llena de incomprensión.

—Estamos por cerrar.

—Lo sé —repongo con obviedad.

—¿No le dirás que se vaya?

Nop.

—Gwen...

—Estaré bien, él se ve confiable y amable.

—No es eso lo que me preocupa.

—¿Y qué es?

—Que estás usando a tu crush de la semana pasada para acercarte a tu otro crush. Es algo loco.

—No lo estoy usando, todavía no acepto su propuesta.

—¿Por qué no lo invitas a salir y terminamos con este circo?

—¿Por qué lo invitaría a salir? Acordamos ser amigos.

—Porque es obvio que te gusta.

—Gustar es mucho. Él me agrada.

—Gwen, podrías terminar con el corazón roto.

—Steve —digo con dulzura y tomo su mano sobre la mesa—, aprecio que quieras cuidarme, pero estaré bien. Colin será mi amigo y nada más.

—Bueno, igual sabes que puedes utilizarme como pañuelo si algo va mal.

—Puedes marcharte si ya terminaste tu trabajo, estaré bien.

—¿Mañana me cuentas todo?

—Por supuesto.

Se pone de pie y besa mi mejilla antes de volver por donde vino. Está buscando su chaqueta y mochila cuando Colin sale del baño y cruzan una mirada que me provoca ganas de reír. Mi mejor amigo está en modo protector y sé que mi padre lo adoraría aún más si lo supiera. Mi hermana, en cambio, le diría que no mataría ni a una mosca y se burlaría de él.

—Veo que están por cerrar —comenta Colin al volver a la mesa—, creo que es hora de irme.

—Puedes quedarte, ¿tienes hambre todavía?

—Siempre tengo hambre.

—¿Quieres cenar?

Asiente sin dudar y parece un niño pequeño al que le han propuesto un gran plan. Me da ternura y quiero agarrar sus mejillas y apretarlas.

—Podemos ordenar comida si quieres —propone.

—Soy cocinera, Colin. No ordeno comida.

—¿No te cansas de cocinar?

—¿No te cansas de tocar música?

—Buen punto.

Saludamos a Steve cuando pasa por nuestro lado y lo sigo hasta la puerta para echarle llave. Lo saludo con la mano antes de girar el cartel de cerrado y espero a que suba a su vehículo para correr las cortinas.

—Quiero dejar algo en claro —digo con seriedad—, si llegas a ser un loquito, todos sabrán que fuiste tú y la policía te atrapará.

—Estoy empezando a sentirme ofendido, Gwen.

—Solo quería que lo supieras.

—¿Y si tú me matas a mí?

—Lo negaré hasta la muerte.

Le indico con la mano que me siga y voy apagando las luces en el camino. Cierro la puerta de atrás al llegar a la cocina y dejo una pequeña luz encendida para que no quede en oscuras por completo.

—Iremos a mi departamento —le aviso—, no es la gran cosa.

—Seguro es lindo.

Marco nuestro camino subiendo por las escaleras y respiro profundo de manera disimulada. No recuerdo la última vez que traje a un chico y aunque esta situación no tenga ninguna intención oculta, se siente raro.

El olor a vainilla me tranquiliza al entrar y me hago a un lado para que Colin pueda pasar. El departamento es sencillo y me he esforzado en que se vea bonito con el paso de los años. Mi cocina es la parte mejor equipada y es mi lugar sagrado, también tengo un pequeño comedor y un living que está compuesto por un largo y cómodo sillón acompañado de una televisión. Por el pasillo se va al baño y a mi habitación.

—Es lindo y huele a vainilla.

—Sí, es normal que huela así. Hasta mis manos huelen a vainilla todo el tiempo.

Me toma por sorpresa que se acerque a mí y agarre mi mano; sin embargo, no me aparto y lo observo con atención. Acerca su nariz a mi piel y sonríe al comprobar que mis palabras son ciertas. Huelo a vainilla.

—Tienes un tatuaje —señala sin dejar ir mi mano.

—Sí, una de mis compañeras tenía un amigo tatuador y por eso tengo ese tonto tatuaje en la muñeca.

—¿Qué es? —pregunta con curiosidad, deslizando la punta de sus dedos por mi piel.

—Un batidor.

—¿En serio?

Asiento con la cabeza y mi respuesta lo hace reír. No lo culpo, es un tatuaje tonto que incluso a mí me hace reír.

—Puedes decir que es un globo aerostático desinflado.

—Es una buena respuesta.

Deja ir mi mano con delicadeza y siento la ausencia de su tacto cálido. Es extraño, la situación es extraña y de todas maneras me gusta. Me agrada estar pasando tiempo con él, haciendo algo que nunca haría y aceptando locas ideas.

—Oye, ¿qué es eso que brilla?

Mi mirada va a parar rápidamente al sillón y abro mis ojos de par en par al saber a lo que se refiere. No puedo creer que me olvidé el regalo de mi hermana ahí. Por todos los cielos, ni siquiera lo he usado todavía y ya lo detesto.

—Es un... un...

—¿Un...?

Mis mejillas arden como el fuego cuando posa sus ojos en mí y siento que puedo desmayarme de la vergüenza. ¿Es eso posible? Si no lo es, estoy a punto de comprobarlo.

—Un regalo.

—Un regalo —repite con diversión, parece que está entendiendo de qué se trata.

—Algo sin importancia.

Sin más para añadir, me apresuro a recoger el juguete que mi hermana me regaló y casi corro hacia la seguridad de mi habitación para esconderlo. Voy a matar a Faith y a mí también por haber sido tan descuidada de dejarlo allí. Lo bueno es que cuando regreso a la sala, Colin ya no parece interesado en el dildo y está mirando las imágenes en mi heladera.

Mejor explicar lo que es un muro de visualización que la razón por la que el consolador estaba en mi sillón. Supongo que los buenos inicios no son para nosotros y estoy empezando a acostumbrarme a la idea.

¡Hola, hola, bellas personitas! ¿Cómo están? Las he extrañado, se me hace larga la espera.

En este capítulo aprendemos mucho de Gwen y Colin, pero también los vemos más cercanos. ¿Tuvieron alguna parte favorita? ¿Creen que Colin reconoció el dildo?

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Gracias por su apoyo y buena onda.

Nos leemos el miércoles.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro