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Capítulo 75

COLIN

Terminar la gira y volver a casa no está ocurriendo exactamente como me lo imaginaba. Hace unos meses creí, con completa inocencia, que todo sería igual al regresar, que volvería a mi oasis de paz y seguridad, pero la realidad está alejada. Nuestra privacidad, que no era total, aunque sí disfrutábamos de los supuestos ojos ciegos de la gente de la ciudad, se ha desvanecido por completo. Somos la comidilla de la prensa, el blanco al que todos apuntan y la exclusiva que nadie se quiere perder.

Una horda de paparazis y reporteros nos esperaban al llegar al aeropuerto. Había fanáticos también aguardando nuestra llegada; sin embargo, se vieron opacados por los lentes de las cámaras apuntando hacia nosotros. Intentamos actuar normal, ignorarlos, hacer como si no estuvieran allí y concentrarnos en nuestros fieles seguidores; spoiler: no lo logramos. Nos escoltó a la salida la seguridad aeroportuaria y seguro eso ya dio mucho de qué hablar.

Puedo imaginar los titulares: «¿Por qué Curse se niega a hablar de la acusación de plagio si se consideran inocentes?» «Curse ha perdido el rumbo y la humildad». De verdad, todo lo que hacemos y lo que no hacemos es motivo de análisis por supuestos expertos, si hasta han llevado a gente para que lea nuestro lenguaje corporal en grandes programas. Menuda mierda. Nunca me sentí tan observado en mi vida.

Si tengo que ver el lado positivo, que es mi nueva actitud frente a la vida, hay una cosa que ha cambiado respecto a nuestra partida y que sí me emociona. Gwen ahora vive con nosotros. Bueno, no es oficial, aún no llegamos al departamento y no hemos compartido lo que es la verdadera convivencia, pero ha aceptado y mis compañeros de banda también. Es algo temporal, no porque mi novia vaya a marcharse pronto, sino porque los dos lo haremos. He decidido que si vamos a dar el paso, lo tenemos que hacer bien y no puedo seguir viviendo con mis amigos por el resto de mi vida.

¿Y Alex? Pues por mí puede irse al demonio. La discográfica y el equipo legal nos han aconsejado hacer vida tranquila, ir al estudio y volver a casa. Salir en público para nuestras actividades normales y no hablar con nadie que tenga dobles intenciones. Están convencidos de que podrán cortar el caso desde la raíz antes de que crezca mucho más y confío en ellos.

Mi único plan después de esta gira es relajarme, pasar tiempo con Gwen y componer porque la cabeza me va a explotar de tantas ideas. El próximo disco de Curse dará que hablar, pero esta vez lo hará porque romperemos todos los récords y nadie podrá en duda nuestra creatividad.

Frente a nuestro edificio la situación es similar al aeropuerto: los reporteros nos esperan, así como nuestros fans. No usamos la puerta principal, el vehículo que nos traslada hace su camino hacia el ingreso privado para residentes que está un poco escondido del ojo público, y así pronto estamos en nuestro lugar seguro. Aún con todo mi positivismo, me cuesta no pensar en cuánto nos durará esta supuesta seguridad. No quiero que nos veamos forzados a vivir en otra ciudad, más preparada para estos casos. No quiero ir a Los Ángeles, aquí está mi vida. Aquí es donde radica mi felicidad.

Así sin más, como la escena de épica película romántica, todos mis pensamientos se callan cuando bajo del automóvil y veo a quien espera por mí. El corazón me late fuerte, tanto que me resuena en los oídos, y la sonrisa que se forma en mis labios es automática. Gwen siempre tendrá este efecto en mí. Ella y su colorida ropa que no tiene sentido.

—¿Qué tal el vuelo? —pregunta a nadie en particular.

Doy un paso sin siquiera notarlo y luego otro y otro. La distancia se acorta, su mirada se suaviza y la sonrisa en sus labios es el regalo más bonito que me ha dado San Francisco.

—Hola —susurro al llegar a ella—. Por fin llegué.

—Te estaba esperando.

—¿Sí? ¿Mucho tiempo?

—Toda la vida.

Rodeo su cuerpo con mis brazos y la atraigo hacia mí en el abrazo que tanto he estado necesitando, con el que tanto he soñado estos últimos días. Aquí es mi hogar.

—No se pongan intensos —nos advierte Lee con burla al pasar a nuestro lado—. Recuerden que ahora somos todos roomies y las paredes no son tan gruesas. La privacidad es de ambos lados, amigos.

Lo ignoro y mi fantástica novia hace lo propio. Continuamos entrelazados en los brazos del otro, disfrutando de la seguridad y la tranquilidad que nos brinda volver a encontrarnos, saber que no tendremos que separarnos de nuevo por un largo tiempo.

Unos minutos después, que parecen solo segundos, nos separamos solo para unirnos en un beso tranquilo. Luego, nos sonreímos y en sus ojos encuentro todo el amor que mi cuerpo y mi alma tanto han anhelado los últimos meses. Uno su mano con la mía, acaricio su suave piel y ella da el primer paso para alejarnos del vehículo y todo lo que he dejado fuera de este edificio.

—¿Cómo va los preparativos para la inauguración? —le pregunta Key cuando estamos todos en el ascensor—. Hemos llegado a tiempo, ¿no?

—Han llegado justo a tiempo —nos asegura—. Será este viernes, así que tienen tres días para descansar antes de vestirse presentables, sonreír como si fueran modelos e ir a mi nueva cafetería y pastelería. Nuestra —se corrige y me dedica una sonrisa.

—Siempre me visto presentable y, más importante, para impresionar. —dice Lee con convicción y acompaña sus palabras con un guiño. Luego, sin embargo, se pone serio—. Pero ¿de verdad nos quieres ahí? Traeremos a la prensa y molestarán a tus invitados y clientes.

—Ya sabes lo que dicen, no hay mala publicidad si se sabe aprovechar. —Se encoge de hombros—. Además, tienen una mesa reservada para el resto de los tiempos y no pueden desaprovecharla o me enojaré muchísimo.

—Ya oyeron a mi novia. El viernes quiero sus traseros en la nueva pastelería —les advierto.

Gwen me sonríe y no puedo evitar posar un beso en su frente. Me tendrán que sacar a la fuerza para que me aleje de ella.

—¿Y la nueva vieja pastelería? —continúa Key—. ¿Qué tal ha quedado?

—Preciosa, a los clientes les han gustado las reformas y la verdad que la nueva disposición de la cocina es mucho más cómoda. No hay mal que por bien no venga.

Pese a sus palabras, sé muy bien que le ha costado horrores regresar a su pastelería y que está delegando al máximo sus tareas. Ya han pasado varias semanas desde que los matones de Alex lo destruyeron todo, incluyendo su lugar seguro, y ha batallado para poder seguir adelante. Es por ello que también estoy contento de volver, quiero poder darle apoyo y un hombro sobre el cual recargarse cuando lo necesite.

—¿Tener una mesa gratis significa comida gratis?

—No, Lee —contesto por ella—. Solo yo tengo comida gratis. Ustedes deben pagar como cualquier otro cliente.

—Eso no es justo —se queja en un chillido—. Solo porque eres su novio, tienes más beneficios.

­—Entonces invierte en el negocio.

Se encoge de hombros.

—¿Cuánto? Estoy interesado.

—Nadie invertirá en ningún negocio —interviene Gwen, dando el primer paso para salir del ascensor repleto—. Tu primer desayuno será gratis, Lee. El resto deberás pagarlos. Fin de la discusión.

—Me parece justo.

—¿Los desayunos que hagas aquí también tendremos que pagarlos? —pregunta Key con diversión.

—Teniendo en cuenta que soy una invitada que no contribuirá con el alquiler, digamos que ya los están pagando.

—Dejen de molestar a mi novia con comida. Ella no les pregunta todo el tiempo sobre canciones y conciertos —la defiendo, pasando un brazo por sus hombros—. Consíganse a su propia cocinera.

—Oh, yo creo que Key está más interesado en profesoras —murmura Lee, lo suficientemente alto para que todos lo escuchemos.

—Vete a la mierda.

—Admitirlo es el primer paso —continúa molestándolo, alejándose de nosotros y dándonos nuestro tan deseado espacio.

—¿Y cuándo admitirás tú que eres un idiota?

—Ya lo admití, solo que no me interesa superarlo.

Blanqueo los ojos mientras escucho a Gwen reír por lo bajo. Pobrecita, tendrá que soportarlos todos los días. Haré mi mayor esfuerzo para mantenerlos en la discográfica y lejos de las pastelerías porque no quiero que se mude en dos semanas por los tremendos dolores de cabeza que le causarán mis amigos. Son buenas personas, buenos roomies, pero pueden ser intensos. Estoy seguro que ellos piensan lo mismo de mí.

—Vamos a la habitación —me susurra Gwen—. Tengo algo para enseñarte.

Arqueo una ceja con picardía.

—¿Tengo que emocionarme?

—Eso depende de ti —contesta con fingida inocencia.

—Guíame a nuestra habitación.

—Nuestra —repite—. Qué raro y serio se escucha.

—La definición de nuestra relación.

Su respuesta es un beso corto y cálido en las comisuras de mis labios. He extrañado tanto su contacto que mi piel se quema y exige más de ella.

—¿Qué quieres mostrarme? —pregunto siguiéndola por el pasillo.

—Espera diez segundos más y lo sabrás.

—O podrías decirme y ya.

Nop.

Solo diez segundos después, abre la puerta de, ahora, nuestra habitación y una sonrisa se forma en mi rostro. Ha transformado el espacio y no de una manera invasiva. El cuarto sigue siendo el mismo, pero puedo ver y sentir su esencia dentro de estas cuatro paredes. De pronto la cama tiene almohadones y una mantita a los pies, hay velas que le brindan un aroma suave al espacio y encuentro algunas de sus pertenencias decorando. Flores junto a figuras de acción. Maquillaje junto a mis discos. Libros de cocina a centímetros de mis instrumentos.

Me encanta.

—Espero que no te moleste que te haya quitado algunos cajones. Quería mostrarte que he intentado no meterme mucho con tus cosas —explica con algo de vergüenza—. No quiero ser una molestia.

—Gwen, te dije que podías usar la mitad del armario y más si lo necesitas. Haz todos los cambios que quieras, no me molesta.

—Lo sé, pero no quería invadirte más de lo que ya lo he hecho.

Su mano deja la mía y la veo caminar despacito al centro del dormitorio. Su andar muestra sus dudas, su incomodidad, es una persona que no sabe aceptar ayuda, ni siquiera la mía. La sigo, sin dudarlo, como haré siempre. La seguiría al fin del mundo de ser necesario y al centro de la Tierra también. Me subiría a un cohete e iría detrás de ella a Marte.

La rodeo con mis brazos por la espalda, apoyo mi barbilla sobre su hombro y deposito un beso en su mandíbula.

—Puedes invadirme todo lo que quieras —le aseguro—. Lo mío es tuyo y lo tuyo, tuyo.

Una carcajada sacude su cuerpo y me brinda paz. Qué bonito sonido, ojalá pudiera replicar la melodía de su risa.

—Eres demasiado generoso.

—Deberías recompensarme.

Gira entre mis brazos y su bonito rostro es todo lo que veo ahora. Sus ojos cafés, sus pestañas curvadas y el suave rubor que cubre sus mejillas. Me conquistó ese primer día, en el elevador con su sweater raro y ese pesado carrito lleno de comida. Se robó mi corazón cada día que pasamos juntos y también lo estrujó cuando me hizo creer que no tenía ninguna oportunidad con ella porque estaba interesada en un idiota. Me abrió sus brazos con solo días de conocerme y me llevó a casa de sus padres porque nadie tiene que pasar Navidad solo.

Con ella entre mis brazos, con su aliento mezclándose con el mío y mis labios acercándose a los suyos, entiendo que no había manera en que no me enamorara. No creo en el destino. Soy una persona de pocas creencias, de hecho. Sin embargo, no me queda duda de algo nos unió y que su dulzura era todo lo que necesitaba para ser feliz.

La beso con toda la necesidad que he estado guardando, sin pausas y dándole todo lo que ya no es suyo. La atraigo más a mí, me fundo con su cuerpo y disfruto de tenerla cerca, de sentir su amor, de saber que pase lo que pase, esto siempre será real.

—Te amo —susurro contra sus labios, acariciando su espalda y negándome a abrir los ojos—. Y te extrañé millones.

—Te amo más.

—Eso es imposible.

—¿Tendremos una competencia? —Acaricia mi rostro con ternura, brindándome escalofríos—. Demuéstrame lo mucho que me amas y yo haré lo mismo.

Recibo gustoso sus besos y se los devuelvo aceptando tácitamente su desafío. Le demostraré lo mucho que la amo, comenzando por hoy y siguiendo por el resto de mis días. La levanto del suelo sin dificultad y ella envuelve sus piernas en mi cintura. Sin separarnos, sin detenernos, nos dirijo hacia la cama y la deposito con cuidado. Sus labios siguen moviéndose a la par de los míos y nuestras manos también están explorando, recuperando el tiempo que hemos pasado alejados.

La ropa comienza a molestar y pronto encuentra su lugar en el suelo de la habitación. Nos unimos con mucho más que un beso, nos fundimos en el otro y nos observamos a los ojos manteniendo una conexión que vuelve infinito este momento.

—No sé qué sucederá mañana —le confieso en un susurro—. No sé si en un año seguiré siendo músico o si podremos ganar esta demanda, pero, Gwen, cariño, puedes estar segura de que siempre me tendrás.

—Seguirás siendo músico y ganarán esa demanda —me asegura—. Estaré siempre a tu lado, te lo prometo.

Entrelazo mis manos con las suyas, las subo sobre su cabeza y nos movemos a la misma vez, sin despegar nuestra mirada del otro. Nos demostramos nuestro cariño, nuestra paciencia y lo mucho que nos apoyamos. Y cuando finalmente hemos llegado al clímax, hablamos a la vez.

—Te amo.

FIN

¡Hola, gente bella! Por fin estoy de vuelta, aunque sea con el último capítulo. ¿Ustedes como han estado?

Podría explicarles las razones de la demora con este capítulo, pero creo que mejor uso mi energía en otra cosa más importante: AGRADECERLES.

Comencé a escribir esta historia en el 2021 y vaya que me ha llevado tiempo terminarla. Si me conocen, saben que me cuesta soltar los libros y este es un ejemplo perfecto. La historia no es perfecta, yo más que nadie sé que necesita una buena corrección. Al pasar tanto tiempo escribiendo, las ideas cambiaron y yo también lo hice. Pero ustedes estuvieron siempre del otro lado.

De verdad, gracias.

Gracias por la paciencia.

Gracias por el cariño.

Gracias por los buenos momentos compartidos.

Gracias por volver a confiar en mí con otra historia.

Como bien saben, Maldita dulzura es el primer libro de una trilogía. El segundo libro tratará de Key, pero no sé cuándo comenzaré a escribirlo. No creo que este año. ¿A qué quiero llegar con esto? Voy a avisar por aquí cuando finalmente lo comience a subir, les compartiré la sinopsis y así podrán seguir la historia de la banda si eso es lo que desean. (También por mis redes sociales, claro)

Una vez más, les agradezco, y espero que pronto nos podamos leer. Esta vez no les deseo una bonita semana, sino una bonita vida.

MUAK!

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