Capítulo 74
GWEN
Lo incierto nunca ha sido para mí. Soy una controladora, por eso me gusta tanto la pastelería porque todo tiene que ser perfecto y seguir un orden para que el resultado final valga la pena. Se necesita disciplina, atención al detalle y una buena dosis de paciencia. Lo último no es del todo mi fuerte, pero con los años he aprendido a tener un poquito más.
Ahora, la paciencia se ha ido de mi cuerpo, así como la pastelería y el control. No he abandonado mi profesión por completo, sigo creando en la cocina de mi novio y haciendo unos pocos pedidos, mayormente sencillos, aprovechando el tiempo libre y el espacio. Me ayuda a tranquilizar mis nervios y a concentrarme en lo positivo, como que pronto volveré a tener mi negocio funcionando y que la inauguración de la segunda cafetería está cerca.
Aun así, no puedo decir que esté siendo yo al cien por ciento. Estar sola en casa de Colin se siente extraño. El espacio es demencialmente grande y el silencio puede llegar a ser tan profundo que me cala hasta los huesos; me hace pensar y eso es lo que quiero evitar a toda costa.
Pensar significa recordar. Recordar es sinónimo de que el terror me vuelva a invadir y, al final, termino pasando la noche en vela porque todo sonido me produce ansiedad.
La psicóloga a la que estoy yendo me ha dicho que el primer paso es aceptar lo que siento y es difícil cuando los sentimientos son tantos, se superponen y quieren reclamar su lugar. Confusión. Tristeza. Miedo. Enojo. Odio. Añoranza. Y detrás de todo ello, esperanza. Tengo que aferrarme a este último, lo sé y es lo que intento hacer cada mañana al despertar y cada noche que paso con la mirada fija en el techo.
—¿A qué hora tienes tu vuelo, cariño?
Pestañeo para salir de mis pensamientos y me concentro una vez más en la imagen de mi novio que ocupa toda la pantalla de mi laptop. Está en la habitación de un hotel y esta noche tienen un concierto. Quedan pocos para que la gire termine y si fuera una mejor novia, una que pudiera concentrarse en algo más que la incertidumbre, estaría contando los días hasta su vuelta. Ni siquiera sé en qué ciudad está hoy y eso me hace sentir peor.
—Al mediodía —respondo e intento esbozar una sonrisa—. Mis padres no saben que voy a ir y creo que eso es algo bueno, ¿sabes?
—¿Quieres sorprenderlos?
—Sí, aunque es bueno porque si me arrepiento a último momento, no lo sabrán y no se sentirán tristes.
—¿Por qué te arrepentirías? —pregunta confundido—. Dijiste que era lo que necesitabas, estar con tu familia y distraerte de lo que sucedió.
—Lo sé, pero la última sesión con la doctora Febre me dejó pensando bastante.
—¿Estamos contentos por eso?
Esta vez la sonrisa es sincera. Me encanta que hable de nosotros como un equipo, que pese a la distancia física que nos separa, está aquí para mí. Tenemos videollamadas en cada momento libre que tiene y, si bien para otras personas o parejas sería asfixiante, para mí es como un abrazo lleno de amor. Me recuerda que no estoy sola en este proceso.
—Sí, estamos contentos —respondo con sinceridad—. Me está ayudando mucho y me hace ver la situación desde otro punto de vista. Estoy feliz de haber decidido buscar apoyo profesional.
—Me alegra escuchar eso, Gwen. Es importante para mí saber que estás bien.
—Lo sé.
—Pronto estaré allí contigo —me recuerda con dulzura—. Podremos hacer nuestras cosas favoritas: ir al cine, tú me cocinarás y yo comeré tus platillos deliciosos y, por supuesto, un poco de caricias no le hace mal a nadie.
—La espera se me está haciendo imposible —le confieso—. Estoy ansiosa por verte, me encantaría estar en la gira contigo, pero...
—No te preocupes —me interrumpe—. Estás pasando por un momento difícil y sinceramente, creo que es mejor que no estés aquí. La prensa está como loca y casi no podemos salir. De los estadios al hotel, luego al aeropuerto y se repite. Que tú estés en San Francisco es lo correcto.
—También creo lo mismo y por eso estoy pensando en no usar ese boleto de avión —digo con una pizca de vergüenza y otra pizca muy grande de convicción—. Estar aquí me ayuda a enfrentar la realidad, ir a casa de mis padres solo me encerraría en una esfera de fantasía y me hará peor cuando regrese. Además, estoy supervisando las reparaciones de la tienda y la remodelación de la otra. Cuando estoy encima de los diseñadores, trabajan con mayor eficiencia.
—¿Entonces te quedarás en San Francisco?
—Aún no está decidido, tengo que terminar de hablarlo con la almohada.
—Me alegra que hayas seguido mi consejo de las fechas flexibles para el boleto.
—Lees el futuro —lo molesto—. Deberías unirte a un circo y viajar por el mundo.
—Podría decirse que eso es lo que estoy haciendo. Mis compañeros pueden ser unos payasos.
—¡Oye! —se escucha a lo lejos a uno de ellos quejarse, creo que es Lee—. No nos insultes mientras hablas con tu novia.
—No escuches mis conversaciones con mi novia —repone Col con diversión.
Los escucho discutir y una sonrisa en toda la regla de la palabra se instala en mi rostro. Es lindo verlos bromear y mantenerse unidos a pesar de la horrible situación mediática y legal que están pasando. Hace unos días incluso pensaron en cancelar los últimos shows de la gira por el acoso de la prensa; sin embargo, decidieron seguir por sus fanáticas y es claro que ellos los siguen apoyando como el primer día.
Me distraigo de la pelea amistosa de la banda cuando suena el teléfono del departamento. Por lo general, solo se lo escucha cuando pido comida a domicilio y hoy no lo he hecho. Colin no ha dicho nada tampoco, por lo que no creo que sea una sorpresa de su parte. Confundida, me levanto del sillón y me dirijo al aparato.
—Buenas tardes —digo al contestar.
—Buenas tardes, señorita Holland. Tiene visitas, ¿tengo su autorización para dejarla subir?
—No espero a nadie.
—Dice que es una sorpresa. Créame, le gustará esta sorpresa.
Miro confundida la pantalla de la laptop, todavía puedo escuchar la conversación de Colin con Harley por lo que es obvio que no es él quien se encuentra en el hobby del edificio. Me resulta extraña la situación, me da escalofríos no saber quién está esperando mi autorización y me veo tentada a decir que no.
—Puede dejarla pasar —me animo a decir.
—Estupendo, señorita Holland. Estaré aquí si necesita algo.
—Muchas gracias.
Me acerco con rapidez y mucha confusión a la computadora para contarle a mi novio lo que acaba de suceder. Ha dejado de discutir con su amigo y tiene una sonrisa radiante en su rostro, una expresión que despierta las mariposas en mi estómago y desarma el nudo de nervios que tenía antes en el mismo lugar.
—Col —lo llamo, un poco agitada por la anticipación—. Han llegado visitas.
—¿Ya ha vuelto Steve de sus vacaciones?
Niego con la cabeza.
—El recepcionista dice que es una sorpresa y que me gustará.
—¿Qué? —exclama—. ¿Cómo demonios puede decirte eso? ¿Qué clase de seguridad es la que están brindando?
—¿Tú no sabes nada?
—Nada de nada —me asegura—. No te preocupes, llamaré ahora mismo y me quejaré por esto. No pueden dejar pasar a cualquiera y decirte que es sorpresa.
—No es necesario una queja, aunque...
Me interrumpe la campanilla del elevador y me quedo helada esperando lo peor mientras las puertas se abren. Busco con la mirada algún adorno que pueda usar como arma de ser necesario y pongo todo mi cuerpo en tensión para salir corriendo de ser necesario. No creo que el recepcionista haya mandado a un asesino al departamento, aun así, la sensación de inseguridad se cierne sobre mi piel como una camisa de fuerza.
—¿Alguien pidió una hermana a domicilio?
Mis labios se entreabren por la sorpresa, mi cuerpo se relaja y me quedo como una tonta mirando el ascensor y a la persona que sale de este.
Faith.
Mi hermana está aquí.
¿Qué narices?
—Puedes fingir que estás feliz al menos, ¿sabes? —se queja acercándose a mí y arrastrando una pequeña valija tras de ella.
Yo soy una estatua, la miro sin comprender nada y me pregunto si me he vuelto loca. ¿Por qué ella está aquí si se supone que mañana tiene que ir a buscarme al aeropuerto?
—¿Qué haces aquí? —suelto con un hilo de voz.
—Una hermosa bienvenida, claro que sí. —Bufa—. Estoy aquí porque algo me decía que tu trasero perezoso no se va a subir mañana a ese avión. Así que levántate de ese sillón y ven a saludarme, maleducada.
—¿Esa es Faith? —pregunta Col, igual de confundido que yo.
Por fin salgo de mi estupor y un chillido de emoción escapa de mi cuerpo mientras me pongo de pie como impulsada por un rayo. Corro a abrazarla, casi provocando que nos caigamos las dos al suelo y suelto una carcajada de completa felicidad.
—Ahora sí es una bienvenida como corresponde.
—Pero, ¿cómo? —suelto sorprendida.
—Ya te lo dije, algo me decía que no vas a ir a casa mañana y es obvio que necesitas un poco de compañía. —Con ternura, deposita un beso en mi frente—. Me pedí una semana en el trabajo para estar contigo.
—Eres la mejor hermana del mundo —le aseguro—. Y también está claro que te has recibido de bruja porque estaba pensando en no ir.
—¡Já! —exclama con triunfo—. Yo le dije a mamá que mis genes de bruja se estaban activando. ¿Sabes lo que ella hizo?
—¿Se rió y te llamó loca? —aventuro.
—Exacto.
—¡Hola, Faith! —la saluda mi novio.
—¿Ese es Colin? —suelta mientras mira hacia todos lados—. ¿Está en el baño?
—En la computadora —le aclaro.
Mi hermana se acerca a la laptop, llevándome consigo ya que ha tomado mi mano como un grillete bien apretado. Le sonríe a la cámara y ondea su mano como saludo.
—Hola, cuñado. ¿Qué tal te trata la gira?
—No me puedo quejar.
—Siempre tan dramático.
—Lo dice la señorita bruja que llegó sin ser invitada.
—Oye, tendrías que agradecerme que esté aquí con mi hermana. Estoy haciendo tu trabajo.
—Te lo agradezco —le asegura—. Y me hace feliz verte. ¿Te has hecho algo en el cabello?
—El viejo truco de halagar mi aspecto para que te perdone.
—¿Por qué estás enojada conmigo?
—Esa es una charla para otro día, Colin. Ahora, despídete de mi hermana porque ella y yo tenemos que ponernos al día.
—Pero...
—Ahora.
Entre risas, me despido de mi novio y le aseguro que volveré a llamarlo cuando la loca se haya dormido y su concierto haya finalizado. Mi hermana finge una arcada cuando nos despedimos y su sola presencia me hace sonreír como una niña.
No esperaba para nada su visita, mucho menos que me conociera tan bien como para saber que iba a fallar a mi palabra de ir a casa. Solo sé que estoy muy contenta de que esté aquí conmigo, que llene el departamento con su luz y me ayude a sanar como solo las hermanas mayores saben hacer.
No necesito escapar de lo que siento, lo tengo que enfrentar. Como Colin está enfrentando esa demanda con la frente en alto y como yo enfrentaré tarde o temprano volver a la pastelería donde la peor noche de mi vida tuvo lugar.
Mientras tanto, me concentraré en lo positivo: mi increíble novio que hace lo imposible para acompañarme y la demencial hermana mayor que ha llegado de sorpresa.
Una gota más de esperanza para apartar lo malo.
Hola, gente bonita. ¿Cómo están hoy? ¿Qué tal su semana?
Primero que nada, me disculpo si hay algún error en el capítulo. No lo he editado porque acabo de terminar de escribirlo y sabía que si me ponía a editarlo, no iba a terminarlo para hoy.
Hablando de finales, solo nos queda un capítulo para terminar con esta historia y me produce una sensación agridulce. Estoy contenta por darle un cierre a la primera etapa de esta trilogía y, a la misma vez, no quiero dejarlos ir.
No me queda más que agradecerles por su apoyo y paciencia.
Les deseo un bellísimo día.
Nos leemos pronto.
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro