Capítulo 67
COLIN
Apenas puedo ver. Los flashes son intensos, cegadores y abundantes. Todos tienen preguntas y quieren respuestas de inmediato, pisándose unos con los otros y convirtiendo sus entrevistas en un barullo inentendible.
Hay demasiadas personas frente a nosotros, muchos rostros que no conozco y que tampoco alcanzo a distinguir entre las blancas luces. Es abrumador y me asusta más de lo que me gustaría admitir. ¿De dónde han salido todos estos periodistas? Nuestras conferencias de prensa suelen tener a los mismos quince reporteros que nos han seguido casi desde el inicio, pero esto es distinto. Todos quieren el chisme, todos quieren llevarse una tajada y presentar la exclusiva. Sin embargo, Leighton Stone se les adelantó y a nadie parece importarle que la mitad de lo que escribió fuera mentira.
La discográfica tendría que haber actuado antes.
No deberíamos haber subestimado a Alex.
Les avisé que algo así podría suceder, no me terminaron de prestar atención. Ahora, nuestra reputación cuelga de un fino hilo y tenemos al verdugo tras de nosotros listo para rebanarnos las cabezas ante la menor muestra de culpabilidad.
—¡Uno a la vez! —les pide la encargada de prensa, una mujer que no conozco—. No se puede contestar a sus preguntas de esta manera. Por favor, levanten la mano y les prometo que todos tendrán su momento para preguntar.
Sus palabras parecen funcionar ya que el ruido se calla y docenas de manos se elevan hacia el cielo. Estamos tan jodidos.
—La señorita rubia de la tercera fila —le indica.
—¿Alex Sanderson fue miembro de Curse? —quiere saber.
—Alex Sanderson no fue ni es miembro de Curse —contesta Frederick por nosotros—. El señor Sanderson formó parte de otra banda junto a nuestros muchachos que se disolvió hace muchos años.
—¿Se refiera a la banda —dice y mira sus anotaciones— Bad Medicine?
—Eso es correcto.
—El señor del chaleco verde —indica la encargada de prensa.
—¿Es correcto que se le pagó al señor Sanderson una suma de cien mil dólares para que se alejara de la banda y la discográfica?
Trago en seco ante la pregunta, intentando mantener la calma y no verme sospechoso. Sabía que le habían pagado, nunca tuve certeza de cuánto dinero fue. ¿Cien mil dólares? Es muchísimo dinero y, a la misma vez, se nota que no es suficiente porque Alex ha regresado por más.
—Se le abonó al señor Sanderson la suma indicada —confirma Frederick.
—¿En concepto de qué? —insiste el reportero.
—Fue el paso previo a un juicio. Se le pidió al señor Sanderson que dejara de frecuentar la discográfica luego de su renuncia y que dejara de acosar a los miembros de la banda Curse; sin embargo, no hizo lo solicitado. Se le envió una carta documento como primera instancia, la cual tampoco tuvo efecto. Nos juntamos para negociar y ese fue el valor que él mismo indicó para dejar a los chicos en paz. Tenemos todas las pruebas y con gusto las compartiremos. Denuncias a la policía, videos de seguridad donde se ve al señor Sanderson siendo escoltado por oficiales, su renuncia formal —enumera— y el acuerdo firmado.
—Usted habla de una renuncia, ¿a qué se refiere?
—Suficientes preguntas, señor —lo rechaza la encargada de prensa—. Prosigamos a otro reportero. La señorita del collar de flores, quinta fila, junto al pasillo.
—Me gustaría escuchar la respuesta a la pregunta que hizo mi colega —dice ella de inmediato—. ¿A qué renunció?
—El señor Sanderson, junto a nuestros chicos, participó de un concurso de bandas locales. Ellos se inscribieron bajo el nombre Bad Medicine y tras una crítica constructiva en una de las etapas del concurso, Alex Sanderson decidió renunciar al concurso falsificando la firma de sus compañeros. Key, Colin y Harley no estaban de acuerdo con salir del concurso y nos lo hicieron saber, así como el hecho de que habían falsificado sus firmas —explica Frederick con fingida tranquilidad—. Se les dio la oportunidad de continuar en el concurso, al señor Sanderson también se le extendió esta invitación, la cual rechazó. Como no podían continuar con el nombre Bad Medicine ni con la propiedad intelectual de dicha banda, se les animó a modificar el esquema que tenían y crear algo nuevo.
—¿Eso quiere decir que el señor Sanderson no miente al decir que han usado su música?
—Creo que has malinterpretado las palabras de Frederick —se apresura a hablar Key con ese tono serio que indica que no está para juegos—. Cuando Alex se fue, se llevó la propiedad intelectual de la banda donde incluía su música. Nosotros tres tuvimos que quemarnos las pestañas por cuatro días para poder crear algo nuevo. Colin, el muchacho aquí a mi lado en caso de que no lo conozcas, compuso y musicalizó cada una de nuestras piezas. Nunca hemos usado con el nombre Curse canciones de nuestra anterior banda, tampoco acordes o arreglos. Todo es nuevo y así está registrado en los institutos pertinentes de propiedad intelectual.
—Puede consultarlo sin ningún problema —sigue Frederick, respaldando las palabras de Key—. Toda la información de la compañía y de la banda es pública.
—El señor de bigote de la última fila —indica la encargada.
—Tengo una pregunta para el señor Colin.
Me quedo sin respiración de pronto, no porque tenga algo que ocultar, sino porque no estaba preparado para preguntas directas. Busco con la mirada al hombre y me es difícil encontrarlo entre la marea de rostros, aunque finalmente lo veo.
—Adelante —le indico.
—Su actual pareja, la señorita Gwendolyn Holland, se expresó al respecto de esta situación dando a indicar que la discográfica debería haber hablado antes si no tienen nada que ocultar. ¿Usted está de acuerdo con estas palabras? ¿Tiene la discográfica algo que ocultar?
—Las palabras de mi novia han sido sacadas de contexto y fueron obtenidas de manera ilegal, lo cual ya está en investigación y contamos con el apoyo de la policía local —contesto y es verdad, por loco que suene—. Sí, considero que tendríamos que haber hablado antes que Alex porque ahora para todos ustedes somos culpables, pese a no serlo. Sin embargo, se nos nubló el juicio al creer que nuestra previa amistad con Alex sería suficiente para que él no recurriera a la prensa para soltar información falsa. Sobre todo, considerando que él renunció a esta banda, tal y como dijo Frederick.
—¿Tiene la discográfica algo que ocultar?
—Creo que si tuviéramos algo que ocultar no estaríamos aquí —responde Frederick por mí.
Las preguntas se suceden, una peor que la otra y todas buscando ponernos entre las cuerdas y mostrarnos como culpables. Muchos periodistas se dirigen a mí, parafrasean lo que Gwen dijo y sacan de contexto la información que Leighton publicó en su blog. Comienzo a transpirar en frío en algún momento y un pequeño dolor de cabeza pasa a una jaqueca en el medio de la conferencia.
Para cuando hemos terminado, siento que hemos perdido. Nos mantuvimos fieles a la información que la discográfica nos permitió revelar y no dijimos una mentira en ningún momento, aun así, no ha sido un buen día. Los periodistas no parecen tener intenciones de ponerse de nuestro lado y puedo imaginarme el acoso que sufriremos a partir de este momento.
Intento pensar en algo positivo mientras bajamos las escaleras y nos conducen por un pasillo tranquilo y privado, luego por un ascensor hasta llegar a nuestra oficina en uno de los pisos superiores. Encuentro allí, en el amplio sillón claro, a mi pensamiento positivo y dibujo una sonrisa a medias mientras me acerco a ella.
—Lo siento tanto —suelta nada más tenerme a su lado—. Te han atacado por palabras que yo dije y me siento terrible.
—No tienes que preocuparte, cariño. No ha sido tu culpa.
—Sí, Gwen. Despreocúpate. —Harley le sonría mientras se acomoda en otro sofá—. Colin ha sabido manejarlos y, como él dijo, no es tu culpa. Leighton consigue información de maneras desleales.
—Aún no me puedo creer eso —susurra mi novia con pesar—. Me ha espiado, me parece una locura.
—Leighton no está muy cuerda.
—Deja de hablar mal de ella —le ordena Key a nuestro amigo—. Luego el karma nos vuelve de esta manera.
—Algún día el karma tiene que volverle a ella. De verdad, si fuera hombre, ya le hubiese dado una buena paliza.
—Y eso sería excelente para tu reputación —contesta Key con ironía—. Bien pensado, Lee.
—Tal vez —murmuro hacia Gwen, pasando mi brazo por sus hombros y atrayéndola hacia mí—, deberías reconsiderar el tema del guardaespaldas.
No termino de hablar y ella ya está negando con la cabeza como la testaruda que es. Sé que a sus ojos un guardaespaldas supone una invasión de su privacidad, pero para los míos es una señal de que estará segura y no tendrá a gente siguiéndola para robarle información o colocándole micrófonos en la ropa en un descuido.
—No me sentiría cómoda con un guardaespaldas.
Se acomoda contra mí, su cuerpo está tibio y su aroma a vainilla y flores me tranquiliza de alguna manera. Hoy viste unos simples jeans y una camiseta con flores pequeñas, un atuendo sencillo que en ella se ve como una obra de arte. Que haya peinado su cabello hacia atrás con un broche con un moño lila la hace ver aún más linda.
—Tener un guardaespaldas es genial —se mete Lee—. Siempre pasas primeros a todos lados, tienes con quién charlar todo el tiempo, no tienes que preocuparte por salir mal en una foto porque él estará tapando las cámaras y si tienes suerte, te enseñarán cosas nuevas. El mío me está enseñando a hablar portugués.
—Eso es porque ustedes son famosos y están en medio de una gira. Lo más alocado que hago en mi día es comer chocolate luego de lavarme los dientes. Sería una pérdida de dinero —repone— y una invasión a mi privacidad.
—Te acostumbras a su presencia —le comenta Key—. Luego es como tener una sombra muy agradable.
—No quiero tener una sombra muy agradable. Estoy bien con la mía que es silenciosa y no tiene una forma determinada.
—Solo piénsalo —le pido—. Y si cambias de parecer, solo tienes que decirlo.
—Lo pensaré —me promete.
Sin embargo, sé que no cambiará de parecer. Tendré que hacerme a la idea de que estará sola todo el tiempo, indefensa hacia los ataques de la prensa o de personas malintencionadas. La fama trae consigo una dosis de paranoia y, cuando se trata de ella, mi dosis sube a niveles alarmantes.
Frederick me dijo que podía colocarle un guardaespaldas de todas maneras, que la cuide y vigile desde una distancia prudencial. Podría hacerse pasar por un cliente habitual de la pastelería, un nuevo vecino que se encuentra cada tanto al salir a pasear. Y la idea fue tentadora por un minuto, luego entré en razón y noté que no estaba para nada bien. Nuestra relación se basa en la confianza mutua y contratarle a un guardaespaldas sin decírselo no estaría para nada bien.
—¿Cuándo regresan a la gira? —pregunta Gwen, enlazando su mano con la mía.
—Mañana a la noche —respondo con pesar y un poco de alegría también porque volver a la gira supone que aún tenemos trabajo—. Tenemos un concierto y antes, por la tarde, meet and great así que no podemos llegar sobre la hora.
—Al menos nuestros fans no nos tratan como unos mentirosos —comenta Lee con amargura—. En el escenario no somos ladrones de canciones ni traicioneros.
—El apoyo de sus fans dice mucho —le hace ver mi novia con una sonrisa de ánimos—. Si ellos les creen, no tiene que importar nada más. A la mierda la prensa.
—A la mierda Leighton Stone —añado.
—Nuestra carrera se irá a la mierda —se lamenta mi amigo—. Si Alex sigue insistiendo con sus mentiras, nos arrastrará consigo al fondo.
—Eso no va a pasar, Lee. Tienes que confiar en la discográfica y en sus fans.
—Me gustaría ser tan optimista como tú, Gwen-Gwen.
—Dile a tu guardaespaldas que lo sea por mí cuando no esté —lo molesta.
—Auch.
Como siempre, la presencia de Gwen consigue calmarme, y para cuando la conferencia de prensa se traslada a las noticias locales, hago oídos sordos y ojos ciegos. No me interesa lo que tengan que decir, los bandos que decidan tomar ni las discusiones públicas. Tampoco me molesta ser estudiado por supuestos especialistas del lenguaje, que revisen nuestras canciones y que busquen en nuestras redes sociales por algún indicio que nos ponga como culpables.
Todo eso se eclipsa y me convenzo que mientras tenga el apoyo de Gwen, la confianza los fans y, no menos importante, el respaldo de la banda y de la discográfica, nada puede ser lo suficientemente malo.
¡Hola, hola, gente bella! ¿Cómo están? ¿Qué tal su semana?
Este capítulo debería haberlo escrito y subido la semana pasada, pero me enfermé y bueno, aquí estoy hoy. Esto quiere decir que si todo sale de acuerdo a mis planes, el viernes o sábado tendríamos que tener otro capítulo.
¿Qué opinan del capítulo y de la situación en general?
Muchas gracias por leer, comentar y votar. Les agradezco su apoyo y paciencia.
Nos leemos pronto.
MUAK!
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