Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 59

COLIN

Tengo un mal presentimiento. Un sabor amargo en la parte de atrás de la boca que se extiende por mi garganta y me provoca ansiedad. Una presión en el pecho cuando les presto atención a mis pensamientos negativos y la sensación de que tendría que estar haciendo algo más. No sé qué y eso me irrita.

Algo de mí, quizás mi parte pesimista, me dice que tiene que ver con Gwen, aunque suena a locura porque hemos hablado durante todo el día por mensaje y no ha habido ningún cambio de actitud ni señal que me haga creer que algo malo está ocurriendo. Tengo miedo que sea sobre su visita, ha arreglado para que nos encontremos en Connecticut dentro de dos semanas; tal vez, su agenda se ha complicado y no podrá ser.

No tiene sentido mortificarse pensando, lo sé. Lo comprendo y es por ello que intento no pensar en nada mientras corro en la cinta del gimnasio con mi entrenador chillándome para que vaya más rápido. Eso hago, corro hasta que mis pantorrillas duelen y me cuesta ingresar aire a los pulmones. Corro hasta que el sudor cubre toda mi piel y Kai me mira orgulloso cuando apaga la infernal máquina.

—¿Estás bien? —me pregunta al entregarme una bebida energética.

Me cuesta encontrar mi voz debido al esfuerzo físico.

—Sí —digo con dificultad.

—Recupera la respiración. Hiciste un buen trabajo.

—Puedo seguir un rato más.

—¿Quién eres y qué pasó con Colin?

Suelto una risa falsa que lo hace sonreír y me desplomo sobre el piso porque no creo poder recuperar la respiración de otra manera. El frío del suelo se cuela a mi piel y poder reposar mi espalda en una superficie plana me hace soltar un suspiro de alivio.

—Ponme a prueba, verás que soy Colin.

—Pero eso no significa que algo no esté pasándote. ¿Quieres hablarlo?

Niego con la cabeza y me obligo a beber un largo trago de la bebida sabor uva. Mi favorita.

—Necesito no pensarlo.

—¿Problemas en el paraíso?

—No. O eso quiero creer. Como dije, prefiero no pensarlo.

—Correcto... —Mira al vacío gimnasio como si estuviera buscando alguna otra actividad para darme. No suelo pedirle más entrenamiento, lo he agarrado con la guardia baja y no lo culpo. Antes muerto que ejercitando, o al menos así era antes—. ¿Te parece si hacemos un poco de yoga? Te ayudará con los músculos cansados y servirá como estiramiento, podemos terminar después de eso.

—Claro. Aunque no sabía que fueras fan del yoga.

Se encoge de hombros para luego extender su mano en mi dirección. La tomo con gusto porque no creo poder ponerme de pie por mis propios medios y él tira de mí con fuerza.

—Luego de la pequeña sesión de yoga que tendremos, entenderás por qué me gusta.

—Mi cuñada es instructora —le comento y no tengo idea de dónde ha salido eso.

—¿Y aun así no lo has probado?

—No he tenido oportunidad. Vive en Connecticut. Bueno, por ahora.

—Interesante, pero se acabó la charla.

Suelto una risa ronca que suena mitad a sufrimiento y mitad a diversión. Kai no es de los que hablan mucho, tampoco de los que disfrutan alargar las sesiones de entrenamiento porque mi culo es muy perezoso. Me presiona, todo el tiempo. Me hace romper mis límites y me felicita cuando logro lo impensado. Es un buen tipo y su ayuda ahora mismo es importante para mí. Necesito dejar de pensar.

Para cuando terminamos la sesión de yoga, me duelen músculos que no sabía que podían doler. También me siento más ligero y mi cerebro se ha calmado. La parte negativa: me cuesta caminar por lo que salgo del ascensor en mi piso dando paso tras paso con dificultad, como esa vez que fuimos a cabalgar y sentí que mis piernas nunca volverían a su posición original.

Entro a la habitación soltando gemidos de angustia. Mañana va a doler como la mierda, no debería haberme esforzado tanto; sobre todo porque tenemos un concierto. No importa, puedo decir que ha valido la pena y quizás, solo quizás, estoy encontrándole el gusto a esto del ejercicio.

Me tomo mi tiempo para darme una buena ducha y me lleno de crema porque mi piel está más seca que el asfalto en pleno verano. Me peino en el silencio del baño y me visto casual, aunque más arreglado de lo normal porque esta noche Gwen y yo tenemos otra de nuestras citas virtuales. Es una cita tranquila, una película y servicio a la habitación por mi lado mientras que el delivery hará lo suyo para Gwen. He decidido que le comentaré mis miedos, esa sensación rara que me atormentó durante toda la tarde y estoy seguro que ella me sonreirá y me hará sentir mejor. Siempre me hace sentir mejor.

—Col —me llama Key desde mi dormitorio—. Lee y yo iremos a cenar. Mándale nuestros saludos a Gwen y avísanos cuando sea seguro regresar a la habitación.

­—No coman mucho sin mí.

—Tú tienes una cita —se queja.

Salgo del baño y lo miro buscándole un sentido a su respuesta.

­—¿Y qué tiene eso que ver? No pueden comer mucha comida rica sin mí.

—¿Acaso nosotros te decimos lo que no puedes hacer sin nosotros?

—Sí, lo hacen —le recuerdo—. Muchas veces.

—Como sea, te traeremos algo. ¿Feliz?

Asiento a la vez que le dedico una sonrisa por ser un buen amigo y pensar en mi constante hambre. Con todo el ejercicio de hoy, estoy más hambriento que nunca. Estoy pensando asaltar el mini bar para hacerme de un chocolate o algo que sirva como dosis de azúcar hasta que llegue la cena en una hora.

—Saluda a Gwen de mi parte —repite.

—Lo haré.

Se despide con la mano antes de salir y cerrar la puerta a sus espaldas. El pent-house se queda en completo silencio unos segundos más tardes cuando mis amigos se retiran y aprovecho los minutos previos a la cita para ordenar mi espacio.

Cuando el reloj marca las siete, estoy listo frente a mi laptop con varias golosinas que saqué del mini bar y la tele encendida en una de las tantas plataformas de películas para buscar la elegida de la noche. La llamada de Gwen no tarda en llegar y mis labios se curvan en una sonrisa de manera instantánea porque siempre es buen momento para verla. Su bonito rostro no tarda en llenar la pantalla y su expresión es tan cálida como siempre. Hasta puedo sentir el olor a vainilla y flores que siempre la rodea, por imposible que eso sea.

—Hola, cariño —la saludo.

Hola, Col. Estaba contando los minutos para verte. Te he extrañado muchísimo. Oh, que cursi soy.

—Comparto el sentimiento. Incluida la parte de ser cursi.

En solo dos semanas podremos tener una cita real. En persona —suelta entusiasmada y con una sonrisa que llega hasta sus ojos y los achica.

Sus palabras me quitan un peso que no sabía que estaba soportando de los hombros y sonrío con paz porque, de nuevo, he estado preocupado por nada. Sí vendrá de visita. Bueno, no aquí. Irá a Connecticut. Por fin podrá asistir a uno de los conciertos lejos de San Francisco y disfrutaremos de casi tres días juntos.

—¿Sabes? Estaba muy preocupado porque no pudieras hacer la visita —admito.

—¿Y eso por qué? Te hice una promesa.

­—Lo sé, pero tuve este mal presentimiento durante todo el día... —Suspiro y cierro mis ojos por un momento—. Como sea, ha sido una estupidez porque nos veremos en dos semanas y todo está más que bien.

Solo me lleva dos milésimas de segundos, lo justo para volver a abrir los ojos, darme cuenta de que su tranquilidad se ha esfumado y que la sonrisa que ahora adorna sus labios es falsa. Está tensa y mira lejos de la cámara como si quisiera ocultar algo.

El sabor amargo en el fondo de mi boca vuelve a aparecer.

Demonios.

—¿Sucede algo? —me animo a preguntar.

No...

—¿Segura?

El silencio cae a nuestro alrededor y el corazón me martilla con fuerza contra las costillas. La falta de respuesta no es buena, pero no presionaré sobre el tema si ella no quiere dar más detalles. La privacidad es importante, incluso dentro de una relación. Que no me lo diga ahora no significa que no me lo dirá luego, a veces uno solo necesita tiempo para procesarlo a solas.

Sin embargo, el sabor amargo no hace más que aumentar.

No quería molestarte. —Es todo lo que dice y el cuerpo se me hiela de pronto—. De verdad que no es la gran cosa lo que sucedió y ya me encargué de ello.

—¿Qué sucedió?

Pues, verás... —Aparta la mirada de la cámara una vez más lo cual no es para nada una buena señal—. Tuve una visita inesperada ayer por la tarde.

—No sé si debería dejar que mi mente se vaya lejos con esa poca información o ser paciente.

Es mejor que seas paciente —murmura y noto la culpabilidad en su voz. No me gusta cómo suena eso—. Alex vino a la cafetería ayer.

Es mi momento de guardar silencio porque ¿qué demonios? ¿Alex? Es imposible. No hay forma de que haya escuchado bien o haya interpretado bien sus palabras. Hasta es probable que sea otra persona, alguien con un nombre similar. Alguien que no sea en quien estoy pensando.

Necesito que digas algo.

—¿Es esto alguna especie de broma de aniversario?

No es una broma. Me encantaría que lo fuera.

—No tiene sentido —susurro.

Lo sé, parece irreal. También me tomó bastante tiempo asimilar que no estaba volviéndome loca.

Niego con la cabeza y me obligo a mirarla a los ojos.

—No, no tiene sentido que esto haya ocurrido ayer y que consideres que recién ahora es un buen momento para decirlo. Sobre todo, porque no te dejaste detalle de todo lo que horneaste ayer ni nada de lo que hiciste. Bueno, claramente sí te dejaste un detalle importante.

Colin, yo...

—No lo entiendo —la interrumpo y no tengo tiempo para sentirme mal por ello porque la cascada de emociones que me recorre es fuerte y sin sentido—. ¿Estamos hablando del mismo Alex?

Sí, tu ex compañero de banda.

Mi espalda se tensa ante su confirmación y me cuesta trabajo respirar. Esta vez no se debe al esfuerzo físico como una hora atrás, ahora es por la incredulidad de la situación.

—Gwen, ¿cómo es que no lo mencionaste ayer?

Porque no es nada.

—¿Nada? —repito y noto que mi voz se ha elevado un poco—. ¿Cómo puede parecerte nada que ese idiota haya ido a la pastelería?

Porque no dijo nada importante.

—¡Que haya ido hasta ahí es importante!

Oye, baja tu tono —me reprende y me quedo helado al escuchar el enojo en su voz—. No sé qué es lo que está pasando por tu cabeza ahora, pero lo que sea no es razón para gritarme.

—No te he gritado.

­—Muchos podrían diferir.

—Lo lamento —digo con sinceridad—. Estoy intentando entender esta situación y tu manera de pensar. Bueno, está claro que no lo hiciste.

¿Disculpa?

—Gwen, ese idiota fue a tu cafetería y habló contigo, ¡y recién ahora me lo dices!

Porque no fue importante —determina—. Lo siento por querer guardarte esta información y evitar que pasaras un mal momento, ¿sí? Creí que era mejor para tu salud mental, para tu tranquilidad fingir que nada había sucedido y evitar ponerte nervioso sobre su visita. Porque, repito, no fue importante.

—El hecho de que sepa quién eres y dónde encontrarte es importante. Necesitas un guardaespaldas.

¿Qué? —chilla.

—Sí, lo que escuchaste. Si ese idiota te encontró y habló contigo es porque sobrepasó mil barreras. Necesito saber que estas a salvo, Gwen.

Estamos hablando de tu ex compañero de banda, Colin. No de un terrorista o un asesino serial.

­—No lo entiendes...

No, no lo entiendo —me interrumpe—. No entiendo por qué es la gran cosa y por qué soy la mala de la película por querer protegerte.

—¡Porque estás en peligro por mi culpa y yo tendría que poder protegerte, pero estoy a miles de kilómetros!

No necesito que me protejas, Col. Y no necesito un guardaespaldas.

—¿Y yo sí necesito tu protección porque mi salud mental lo requiere?

En esto, sí. Acabas de comprobar lo que pensaba, que ibas a ponerte loco al enterarte y que no sería bueno para ti. Ya tomé cartas en el asunto, no tienes que preocuparte.

—¿Qué cartas?

­—¿Qué? —suelta descolocada.

—¿Qué cartas tomaste en el asunto? ¿Llamaste a la policía? ¿Pusiste una denuncia? ¿Contrataste seguridad para la pastelería?

Creo que es necesario que lo repita. No es un asesino serial o un terrorista.

—¡Pero está loco! Y te encontró. No quiero que vuelva hacerlo.

Noticia de último momento, Colin, no soy difícil de encontrar. Te encargaste de eso cuando me subiste a un escenario con miles de personas mirándonos. Y oye, no me malinterpretes —se apresura a aclarar—, sabes que estoy agradecida por ello y sé que fue para terminar los chismes, pero todos saben dónde encontrarme ahora.

—Es por eso que necesito que aceptes a un guardaespaldas.

No lo haré —sentencia y sus labios se aprietan en una dura línea.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, nuestros ojos conectados a través de la pantalla y nuestras respiraciones agitadas. Mi corazón ha enloquecido, bombea sangre más rápido de lo normal y siento el cuerpo helado con una leve sudoración que no debería tener. Por todos los cielos, creo que podría darme un infarto en este momento.

No entiendo cómo esto es real.

—¿Qué cartas tomaste en el asunto? —vuelvo a preguntar cuando consigo calmar mis peores nervios y, sobre todo, mi tono.

Le avisé a Taylor.

—¿Qué?

No lo repetiré, me siento como un loro.

—¿Puedes ponerte un momento de mi lado, por favor?

Noto el momento exacto en que blanquea los ojos y me quedo sin palabras porque la situación se vuelve más irreal de lo que ya es.

Le avisé a Taylor porque tú mismo me dijiste que él está detrás de su búsqueda. Me pareció que era más rápido hacérselo saber a él y que pudiera actuar. Lo que sea que eso signifique, quiero creer que no tienen una mafia trabajando para ustedes. —Suspira—. Entiendo tu sorpresa y que estés disgustado conmigo, como también debes entender que yo lo esté contigo. No quería preocuparte. Anoche tuviste un concierto, uno importante. ¿De verdad esperabas que te llamara antes de subir al escenario y te diera esa noticia?

—Podrías habérmela dado después.

Estaba durmiendo después.

­—Esta mañana.

Te la estoy dando ahora y tu reacción era lo que esperaba. Te diré la próxima vez que vuelva a aparecerse por aquí.

—La próxima vez llamarás a la policía.

Creo que puedo tomar mis propias decisiones.

—No cuando estás siendo una cabeza dura sobre tu seguridad.

Okey, entiendo tu preocupación, pero hay límites que no te dejaré cruzar. Este es uno. —De nuevo frunce sus labios en una línea dura—. Sé lo que es mejor para mi seguridad y también sé que estás siendo paranoico. Quizás con justa causa, quizás no. Pero no tendré a un guardaespaldas y no volveremos a discutir sobre eso. ¿Entendido?

—Entendido —suelto a regañadientes.

Y ahora, si te parece bien, me gustaría tener la cita que tanto he esperado con mi novio. No quiero tener que colgar esta videollamada porque ninguno de los dos sabe controlar sus emociones y comer esta rica hamburguesa en la soledad de mi departamento.

Por alguna tonta razón sus palabras me hacen sonreír y ella corresponde al gesto.

Lamento no habértelo dicho, no quería alterarte.

—Lamento alterarme —susurro.

Perdonado. Bueno, depende.

—¿De qué? —suelto con sorpresa.

De si me enseñas esos trucos nuevos con el dildo de los que me hablaste por chat.

La sonrisa se convierte en una carcajada y una vez más estoy mirándola con adoración como si nada hubiese sucedido. Sé que tendré que hablar con Taylor sobre esto, así como con Key y Lee. También sé que no todos mis miedos son injustificados y que ella está siendo muy relajada respecto a la situación. Gwen no conoce a Alex y de todo corazón espero que nunca tenga que conocer su parte mala. Pero creo que eso tiene un lado bueno, no quiero que viva con el mismo miedo que siento yo.

A pesar de que me cuesta, me concentro en mi novia y dejo atrás la mala conversación. Ahogo el gusto amargo con chocolate y me dispongo a disfrutar nuestra cita virtual de aniversario. Aún no cumplimos un año juntos, falta bastante para eso, pero cada mes ha sido estupendo y no dejaré que Alex ni nadie arruine eso.

Hola, hola, bellezas. ¿Cómo están? ¿Qué tal su semana?

No tengo mucho para decir del capítulo, jajaja. La verdad que quiero leer sus opiniones, así que les dejo un espacio para eso.

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Gracias por el apoyo y cariño.

Nos leemos la semana que viene.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro