Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 58

GWEN

No cuento con un segundo pastelero aún a pesar de la búsqueda y entrevistas. Todavía no logro decidirme sobre quién sería el nuevo miembro del equipo y me reemplazará ahora que tengo que dedicarme al nuevo local. Sí tenemos a un nuevo barista y una moza ayudando a Steve en el salón con lo que logré convencerlo de tomarse sus merecidas vacaciones. O una parte de esas vacaciones, como él insistió. La otra parte, según prometió, las tomará más adelante.

Hoy, pese a ser un día por demás concurrido en la pastelería, me siento tranquila. Las tareas concurren sin incidentes, los clientes parecen satisfechos y por primera vez en muchos días siento la necesidad de suspirar con alivio. Mi hermana, quien insisto es mitad bruja y se llevó el lado misterioso de la familia, me ha dicho muchas veces que esa sensación de alivio no siempre trae buenas noticias y después de años de convivir con ella, debería haber aprendido la lección.

Pero no lo he hecho.

—Gwen —me llama Steve cruzando las puertas hacia la cocina y con una expresión de tranquilidad que no le veía en mucho tiempo—. Acabo de tener un déjà vu.

—No estaría entendiendo a qué te refieres.

Aparto mis ojos del delicado pastel de cumpleaños que estoy terminando y le presto mi total atención.

—Hay un muchacho en el salón que quiere verte.

—Si esta es tu forma de decirme que Colin está afuera, te golpearé —lo amenazo.

—No es Colin. —Blanquea los ojos cuando nota que lo miro desconfiada—. De verdad que no lo es. Con lo pegotes que se han vuelto ustedes dos, no me arriesgaría a sacarles un minuto. Es otro chico. No lo conozco. Pero quiere hablar contigo.

—¿Te ha dicho su nombre?

—Como sucedió aquella vez con tu amado, no. Tampoco se lo pregunté.

—Deberías preguntar esa clase de cosas —lo aconseja Holly atenta a su trabajo y a la conversación también. Me encanta—. Gwen ahora está en el ojo público, no puede simplemente ver a cualquiera que requiera su presencia.

—Holly, me caes mejor cuando me dejas ser a mí el razonable —se queja—. Y claro que sé eso, no le dicho que ibas a verlo. ¿Y si es un reportero? Pero sí me pareció curioso y quise compartirlo contigo.

—¿Crees que puedas enseñarme quién es desde aquí? —pregunto sintiendo la chispa de curiosidad.

—Claro, está en línea recta.

Dejo la manga con crema sobre el mármol y no dudo en ir hacia él para tener más información sobre este déjà vu suyo. Las puertas tienen dos ventanitas redondas que nos permiten ver desde adentro de la cocina, pero no desde afuera. Eso es algo que me gusta, me permite satisfacer mi curiosidad a la vez que mantengo la privacidad de mi trabajo.

—El de la sudadera roja y cabello castaño corto, estilo militar.

—Número de mesa.

—Trece.

Esa indicación me ayuda a orientarme mucho más y pese a que mi vista es buena, no logro distinguir a la perfección quién es el sujeto. Pero me resulta familiar, eso sí. Muy familiar.

—Pregúntale su nombre, por favor.

—¿Puedo saber por qué? ¿Le ofrezco que compre toda la producción también?

—No, solo el nombre. —Niego con la cabeza y me alejo de las puertas, aunque solo un poco porque quiero estar cerca cuando tenga la respuesta—. Le veo cara conocida, pero a la distancia no estoy segura.

—Y si el nombre te suena, ¿entonces qué?

—Si me suena de un buen lugar, iré a verlo.

—¿Y si te suena de un mal lugar? —interviene Holly.

—Le pediremos con amabilidad que se retire.

—¿Llamamos a la policía?

—No —me apresuro a contestar, aunque vuelvo a pensarlo de inmediato—. Solo si se resiste.

—Entendido, jefa. Volveré pronto con su nombre.

Asiento como respuesta, sin nada más que decir. Podría volver a la torta para terminar con la decoración, no le queda mucho; sin embargo, prefiero estar atenta a la información. Si no es nadie importante, seguiré con mi trabajo y ya. Si es alguien revoltoso, le pediremos que se vaya. Y si solo es un viejo conocido, puedo darle algunos minutos de mi tiempo.

Mis ojos se posan en Steve cuando las puertas vuelven a abrirse y debo haberme abalanzado sobre él porque pega un salto que provoca una sonora carcajada en Holly. Me aguanto la risa por respeto, a pesar de que me resulta dificultoso.

—Vas a matarme, mujer.

—Lo siento. —Le sonrío.

—Alex.

Y así desaparece mi sonrisa.

—¿Cómo?

—Se llama Alex. El muchacho de la sudadera roja.

Oh, por todos los cielos. Alex. Por eso su rostro me resulta familiar y también por eso no pude descifrar de dónde. Colin me había mostrado una foto de la banda en la universidad, me había enseñado al idiota que tanto daño les había hecho y que ahora está en mi cafetería. ¿Cómo se atreve?

—¿Gwen? —La mano de Steve se posa sobre mi hombro izquierdo y el contacto me hace volver al mundo real—. ¿Estás bien?

—Te has puesto pálida de pronto —comenta Holly con el mismo nivel de preocupación.

—Hablaré con él. Steve, quédate cerca por las dudas.

—¿Por las dudas? ¿Quién demonios es?

—Alguien a quien no espero volver a ver.

—¡Gwen! —exclama mi mejor amigo. Su mano firme en mi brazo, pero sin presionar de más—. No puedes decir eso y esperar a que te deje salir.

—Es inofensivo —digo guardando la calma e intentando convencerme de ello—. Es solo un bravucón. Estaré bien, de verdad.

Holly y Steven intercambian una mirada en silencio por unos segundos, una mirada que exclama a gritos que no me creen ni un poquito. Tampoco los juzgo. Si estoy tan pálida como ellos dicen, por algo es.

Esta vez cuando doy un paso hacia la puerta, mi mejor amigo no me impide continuar. Por el contrario, camina cerca de mí y se detiene tras la caja registradora donde tiene una excelente visión del salón. Por mi parte sigo caminando hasta la mesa trece intentando convencerme de que no me estoy metiendo de lleno en la cueva del oso.

Tengo muchas dudas por resolver. La más importante: ¿por qué está aquí? ¿Es una amenaza como la que le envió a Lee por Instagram? Si quiere asustarme, tendrá que hacer mucho más que eso. Aunque claro, dudo que sea yo a quien quiera asustar.

—Alex —digo su nombre dejando que todas mis emociones negativas hacia él se filtren y tomo asiento en la silla vacía—, creo que está de más decir que me sorprende tu visita.

—¿Y eso por qué? —Sonríe con una mezcla de suficiencia y diversión que me hace odiarlo—. Tienes una muy linda cafetería. Pintoresca y la comida es deliciosa.

—Dudo que hayas venido a hablar de la comida.

—He venido a hablar de muchas cosas, de hecho. Es curioso porque hasta tú te has beneficiado de mi trabajo.

—Si has venido a decir estupideces, ya sabes dónde está la puerta.

—¿Estupideces? —repite y se recuesta de una manera que quiere ser casual sobre su silla—. Gwendolyn, ya deberías saber que yo no digo estupideces. Yo siempre hablo con la verdad.

—Me tiene poco cuidado lo que hagas. —Me encojo de hombros—. He venido porque querías hablar conmigo y yo quiero que saques tu traicionero trasero de mi cafetería. Tienes cinco minutos —le advierto sacando valor de no sé dónde— o el chico junto a la caja registradora llamará a la policía.

—No es necesario llegar tan lejos.

—Y, sin embargo, aquí estás. Así que habla, Alex. Di toda la mierda que quieras y transmitiré tu mensaje. O no.

—Claro que transmitirás mi mensaje. —Una vez más esa sonrisa odiosa—. He venido aquí de buena fe. Son los pasos previos.

—¿A qué?

—A mi gran show.

Menudo idiota.

—Tienes cuatro minutos —le recuerdo con poca paciencia.

—Dile a Colin que revise las canciones viejas, las que yo escribí. Que las escuche con atención como si estuviera estudiándolas.

—¿Por qué haría eso?

—Porque notará de dónde viene su inspiración. ¿Todas esas canciones que suenan en la radio? —Se señaló a sí mismo—. Tienen mi impronta. ¿Todas esas letras que los están haciendo ganar premios? Son parafraseo de las mías.

—Te tienes mucha estima —me burlo y me resulta imposible no hacerlo porque es un narcisista de primera—. Colin, Key y Lee han trabajado duro. Más duro de lo que tu cerebro egocéntrico va a entender jamás. Nada de lo que ellos tienen te pertenece. Nada de lo que ellos son te lo deben a ti.

—¿Estás segura? No serían nada sin mí.

—Estoy segura que serían mucho más sin ti. El que no parece ser nadie sin ellos eres tú. —Suspiro a la vez que me inclino hacia él—. Supéralo, hombre. Fue una etapa universitaria. Tú te saliste, ellos no. Te dieron dinero para que no molestes. ¿Qué más quieres?

—¿Por qué crees que le darían dinero a alguien sin motivos? Piensa, Gwendolyn. Quisieron tapar mi rastro con sus monedas de oro.

—Muchas veces un acosador solo necesita dinero. No lo habrías aceptado de saber que tenías una causa real.

—Era un chico asustado y traicionado por sus amigos.

—Sigo viendo al chico asustado, pero el que los traicionó fuiste tú.

—Cuidado, Gwendolyn. No me conoces.

—Ni tú a mí. —Es mi turno de sonreír, aunque por dentro todo está frío y siento un miedo de los mil demonios. No me agrada este muchacho. No me gusta que esté en mi cafetería soltando mentiras sobre mi novio y su banda—. Le transmitiré tu mensaje a Colin, pero solo recibirá palabras sin sentido porque nada de lo que has dicho lo tiene.

—Quizás tú lo consideres así, pero en esta ciudad hay muchas personas que creerán lo contrario.

—¿La prensa? Vaya, eres una mente maestra.

—La prensa es solo un medio. Quiero más y lo conseguiré.

—Buena suerte con eso. ¿Algo más qué decir? —Apunté a las puertas dobles que daban a la cocina—. Algunos tenemos trabajos de verdad que tienen que atenderse.

—Dile a Colin que viene aquí porque él y yo éramos buenos amigos. Quiero que recapacite y dé un paso al costado. No tiene que explotar sobre él.

—¿Y eso por qué?

—Debes saber ya que él y mi hermana tuvieron algo. Es una especie de trato de caballeros.

¿Esa era su táctica? ¿Ponerme celosa con la relación pasada que Colin había tenido con su hermana? Quizás él dudara de Col, pero yo no. Mi novio me había contado esa historia. Eran una pareja que habían sido más amigos que otra cosa. Y, sobre todo, era pasado. ¿Por qué tendría que importarme el pasado?

—¿Tu hermana? —repito—. ¿La misma con la que no hablas desde que traicionaste a tus amigos?

—Hazle llegar mis palabras —pide una vez más y deja un billete de veinte en la mesa—. Algo me dice que tú y yo volveremos a vernos, Gwendolyn.

—Espero que no.

Se encoge de hombros para luego ponerse de pie y mirarme desde lo alto.

—Me recuerdas a ella.

—¿A quién? —pregunto a pesar de saber la respuesta.

—A mi hermana. —Por un segundo siento pena porque en verdad pareciera que sintiera su ausencia, como si la extrañara—. Odiaría que todo tu trabajo se vea opacado por no saber tomar buenas decisiones amorosas.

—Si tu hermana y yo nos parecemos en algo entonces seguro debes saber que me importa una mierda lo que digas.

—Sin dudas es algo que ella diría.

En silencio lo observo marchar y no es hasta que desaparece de mi vista que me permito temblar como una hojita en un huracán. Los nervios que he retenido me atraviesan de arriba abajo y de izquierda a derecha, me golpean por todas partes y me llenan de una sensación abrumadora. No puedo respirar. Tampoco hablar. Quiero llorar porque tengo miedo.

Alex me ha dado muy mala espina y todo su discurso no ha sido más que una mentira tras otra. No quiere que Colin se corra antes de que él vaya a la prensa, quiere que se sienta culpable. Que se replantee sus ideas y se le instale la duda en el cerebro. Yo no transmitiré ese mensaje, no lo haré dudar de sí mismo y de su talento. Pero está claro que le avisaré a alguien de su visita porque él y sus amigos merecen saber que Alex está en San Francisco. Se está paseando bajo las narices de la discográfica mientras ellos están de gira. Y, sobre todo, quiero que sepa que no importa lo que ese idiota diga, no le creeré nunca ni una palabra.

¡Hola, hola, bellezas! ¿Cómo están? ¿Qué tal las trata la vida?

Ha pasado bastante tiempo desde que actualicé, les pido disculpas por eso. Mi mes ha empezado duro, pero ya todo está mejorando y los planetas se están alineando.

Alex llegó a la cafetería. OMG! ¿Lo pueden creer? (Inserten drama) ¿Qué opinan sobre lo ocurrido? ¿Qué creen que va a pasar ahora?

Muchísimas gracias por su paciencia y apoyo. Espero que hayan disfrutado el capítulo.

Les deseo una hermosa semana y nos leemos el viernes con otro cap.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro