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Capítulo 49

COLIN

Mi nariz está hinchada y roja, aunque ningún hueso sufrió las consecuencias de una excelente actuación por parte de mi novia. Y duele, duele como los mil demonios. Si no fuera porque tuvimos éxito, tendría a Taylor y Frederick gritándome por ser descuidado el día anterior a un concierto. Como esta fue su idea, en lugar de un regaño, Gwen los tiene comiendo de la palma de su mano.

También me tiene a mí comiendo de la palma de su mano. Me ha tenido desde el primer día.

Ahora mismo, con la cena pagada por cortesía de la discográfica, estamos todos en el departamento esperando a que Gwen llegue luego de cerrar la pastelería. Sabemos que el chisme salió, aunque no hemos leído la nota porque estamos todos juntos en esto y queremos estar reunidos para hacerlo.

No mentiré, una parte de mí teme que al final de la noticia haya un pie de página donde Leighton Stone cuenta que intentamos tenderle una trampa. Me aterra que no se lo hayan creído del todo, que se hayan dado cuenta nuestra verdadera intención.

—Mi hermana está llegando —nos hace saber Faith.

Es la única mujer en el piso y si le incomoda la situación, no lo demuestra. Se ha comportado genial con nosotros, Lee la adora y han estado riéndose desde que llegamos al departamento. Salieron a fumar juntos y ahora están decidiendo qué veremos en la tele durante la cena. Key, por su parte, solo la observa y estudia. Han compartido algunas conversaciones, pero eso es todo. Normal en él. Lo positivo es que ninguno de los dos ha coqueteado con ella y no he tenido que estar metiéndome en el medio. No tengo energía para eso. Solo puedo pensar en mi novia y en el dolor de nariz.

El elevador suelta una baja campanada y la mirada de todos va a parar allí. Gwen se queda de piedra por un momento al sentir la atención de todos sobre ella y Steve aparece a su lado sin verse afectado porque continúa su camino hacia el sillón.

—Llegó la próxima nominada al Oscar —anuncia Key con admiración.

Los labios de Gwen se curvan en una sonrisa y, mientras me pongo de pie, hace una reverencia de agradecimiento como los actores de teatro. Lee suelta un silbido y comienza un aplauso que todos siguen y que la hace reír. Amo verla reír y me uno al aplauso a la vez que acorto la distancia porque en todo lo que he podido pensar ha sido en ella.

—¿Cómo estás? —susurra al tenerme frente a sí.

La rodeo con los brazos en un apretado abrazo y los aplausos se acaban, dándonos un poco de privacidad que no nos viene mal. Sus manos terminan en mi nuca y enreda sus finos dedos con las hebras azules de mi cabello.

—Estoy genial ahora que estás aquí.

—¿Te duele?

—No —miento.

Se echa para atrás rompiendo el abrazo y estoy a nada de quejarme cuando acuna mi rostro con sus manos tibias. Sus ojos almendrados buscan mi nariz y dibuja una mueca.

—¿Tan mal me veo?

—No te ves mal, sigues siendo apuesto y sexy. Pero no me digas que no te duele, eso debe molestar un montón. Lo siento.

—Duele —admito y sus labios decaen al escucharme—, pero te juro que no tanto. La doctora dijo que con hielo la hinchazón bajará y mañana mi nariz lucirá normal.

—Justo para el concierto.

—Así es. No tienes nada de qué preocuparte ni tampoco tienes que pedir perdón.

Su mano derecha realiza una suave caricia sobre mi mejilla y sé que va a besarme porque es lo que suele hacerlo antes de un beso. No me equivoco porque pronto se pone de puntillas y acerca sus labios a los míos. Correspondo al instante, todo lo que he querido hacer durante el día ha sido besarla y, si bien fue todo actuado, verla llorar en el lobby de la discográfica me sentó fatal.

—¿Qué tal tu día? —le pregunto colocando una mano en su espalda baja y guiándola hacia el grupo.

—Estuve muy preocupada por ti, pero el trabajo ayudó a despejar mi mente lo suficiente para no volverme loca.

—¿Qué tal la nueva pastelera?

—Es genial, su trabajo es estupendo y ella, muy agradable. Se llama Holly y tiene casi nuestra edad.

—¿Y está buena? —interviene Lee.

—Me habría preocupado si esa pregunta no hubiese salido de tus labios —dijo Key con el fantasma de una sonrisa tirando de sus labios.

—Es una pregunta válida —se defiende.

—Eres un cerdo, Lee —lo acusa Faith, aunque la sonrisa divertida en su rostro indica que no está molesta.

—No dirías eso si supieras todo lo que este cerdo puede hacer.

Le doy un golpe en el hombro por desubicado y él se queja en respuesta, aunque sabe que se lo merece. Tiene prohibido coquetear con Faith, es una nueva regla que no se puede romper. Él lo sabe. Key lo sabe. Y me parece que Faith también lo sabe. Mejor así, no quiero líos entre mis mejores amigos y mi cuñada.

—Sin ánimos de sonar mal —comienza Gwen paseando su mirada por todos los presentes—, pero ¿qué hacen todos aquí?

—Queremos saber lo que dice Leighton Stone de ustedes estando todos juntos —le responde Taylor—. Ahora somos un equipo, lo sabes.

—¿Hay alguna especie de fiesta? Porque esa parece mucha comida.

Taylor se encoje de hombros.

—No sabía qué te gustaba.

—Está claro que le gusta Colin —le responde Frederick— o no hubiese accedido a esto.

—Y cuando leamos lo que Leighton escribió, ¿se irán? —continúa mi novia mientras nos acomodamos en el sillón.

—¿Por qué siento que me estás echando? —Taylor arquea una ceja.

—No los estoy echando...

—Tenemos planes —la interrumpo para evitarle el bochorno—. Gwen es muy educada para decirlo. Quiere saber si nos podremos ir después.

—¿Quién me llevará al departamento si se van? —exclama Faith.

Mmm... ¿Un Uber? —le contesta su hermana con sarcasmo.

—Alguno de ellos te llevará —la tranquilizo—. Serán todos unos caballeros.

Con las dudas ya resueltas, Key es el primero en moverse para agarrar un trozo de sushi y de esa manera se da por inaugurada la cena. La verdad es que no puedo pensar en comer porque prefiero saber si nuestro plan en verdad resultó y eso es grave porque nunca me quedo sin ganas de probar bocado. Amo la comida. Amo ingerir comida. Aunque, en este momento, temo más que hayamos sido muy optimistas, que al final esto no haga más que aumentar los chismes y el acoso. Me da miedo por Gwen y por nuestra relación porque está claro que ha podido con todo esto, pero ¿podrá con más? Yo sé que estoy a nada de contratarle un guardaespaldas a pesar de que me dijo que era excesivo.

—¿Estás bien? —me pregunta con una empanadita china a medio camino de su boca.

—Claro.

—No estás comiendo.

—Lo sé, es que...

—¡Colin no está comiendo! —anuncia Lee elevando la voz e interrumpiendo las conversaciones.

Los ojos de todos terminan en mí y mi incomodidad aumenta hasta el infinito.

—No era necesario gritarlo —le hago saber.

—Que no estés comiendo es grave —discute.

—Estoy de acuerdo con él —dice Gwen—. ¿Qué sucede?

—Necesito que leamos la nota —explico y me encojo de hombros—. No quiero estar celebrando sin saber si estamos en lo cierto.

—El título ya nos dio la razón —interviene Faith—. «¿Colin Bloomberg en el medio de una disputa familiar?»

—Leighton Stone siempre tiene un as bajo la manga. Los títulos a veces son solo para atraer lectores.

—Estoy de acuerdo con Col —dice Taylor—. Lo mejor sería leer la nota ahora y saber si hicimos bien.

—¿Puedes hacerlo tú? —le pido.

Asiente con la cabeza y toma su móvil para buscar la nota en cuestión. La sala se queda en silencio, todos dejan de comer y nuestra atención se centra en él y solo en él. Busco la mano de Gwen y entrelazo nuestros dedos porque estoy nervioso y saberla cerca es lo único que me mantiene al borde de la locura. Su cabeza se posa sobre mi hombro por lo que no dudo en besar su sien y recibo un apretoncito en la mano como respuesta.

Lo que sea que se haya puesto en ese blog de chismes no importa del todo porque Gwen sigue a mi lado.

—¿Listos? —pregunta.

Obtiene una respuesta afirmativa de parte de todos, algunas verbales y otras, como la mía, un simple asentimiento de cabeza.

Se me está por descomponer el estómago, por todos los cielos.

—«En la previa del concierto que Curse dará en San Francisco como parte de su gira nacional, Colin Bloomberg ha protagonizado un escándalo» —comienza a leer en voz alta—. «Lo que parecía un lindo viaje para visitar a la familia, se ha convertido en una pesadilla. O al menos ese es el caso de Gwendolyn Holland, la novia del bajista y con quien no podemos afirmar que continúe luego de lo sucedido».

—Para mí suena bien —me susurra Gwen tan bajito que solo yo puedo oírla.

—«Fuentes cercanas al artista han revelado que el músico mantiene una relación carnal no solo con su novia, sino también con su cuñada. El amorío, como era de esperar, no fue un secreto por mucho tiempo puesto que la señorita Holland se presentó en la mañana de hoy en Universal Inc. para confrontar a su novio y hermana. La situación fue violenta según afirma nuestra fuente y terminó con Colin Bloomberg en el hospital por una posible fractura de nariz. La pastelera tuvo que ser escoltada a su vehículo y se le ha prohibido la entrada a las instalaciones. Entre tanto, el señor Bloomberg no se ha visto muy afectado por el descubrimiento de su infidelidad ya que fue su amante quien lo llevó al hospital y con quién luego se lo vio ingresar a su apartamento». —Taylor toma una pequeña pausa antes de continuar—. «No sabemos si la discográfica o el propio bajista tomará acciones legales contra Gwendolyn Holland, pero me atrevo a confirmar que los músicos no son buena compañía».

—¿Eso es todo? —pregunto asombrado—. ¿No hay una posdata?

—Eso es todo —confirma.

Mis labios no tardan en curvarse hacia arriba en una amplia sonrisa y giro para observar a Gwen quien me mira expectante. Mi brazo encuentra su camino a su alrededor y la estrecho contra mí con una gran sensación de alivio. Lo hicimos. Se lo creyeron.

—Ahora puedes comer tranquilo —bromea.

—Se me ocurren mejores cosas para hacer —susurro.

—Seguimos teniendo la habitación de hotel.

No necesito que diga más para ponerme de pie como impulsado por una fuerza invisible y nuestros acompañantes se me quedan mirando raro. No me importa, en absoluto.

—Nos llevaremos esto —indico señalando unas cajas con comida china.

—¿Ahora mismo se van? —suelta Faith con asombro.

—Ahora mismo.

Gwen ríe por lo bajo cuando tomo las cajas y luego la guio hacia el ascensor. Se despide de todos elevando la voz y moviendo su mano libre porque es mucho más educada que yo. No me interesa ser educado en este momento, solo me interesa estar con ella y saber que tendremos la tranquilidad que merecemos. Que, por un tiempo que espero sea extenso, no tendremos a cierta periodista respirándonos en la nuca.

—Hasta luego, gente —saludo antes de entrar al ascensor.

—Lo siento, Steve. Alguien te llevará —exclama Gwen siendo secuestrada por mí.

Tan solo me basta que las puertas se cierren para dejar las cajas en el suelo y tirar de ella hacia a mí. Mi boca reclama la suya y responde con la misma necesidad porque está claro que el estrés y la distancia pueden hacer su parte, pero que nosotros seguiremos necesitándonos como el primer día.

La dirijo con delicadeza hacia la pared del elevador, hasta el punto ciego que un día Lee me mostró y que en su momento lo regañé por llevar sus actividades a un lugar que usamos todos. Sin embargo, en este momento, solo puedo pensar en Gwen y en que nada de esto quede grabado en las cámaras. Como mucho, podrán ver mi trasero y estoy bien con eso. Sin dudarlo, estiro mi mano hacia los botones y detengo el funcionamiento de la unidad.

—¿No sonará la alarma? —pregunta con la voz agitada.

—Tenemos unos cinco minutos, pero podemos no hacerlo si así lo prefieres.

Se encoge de hombros.

—Muéstrame lo que tienes en mente.

No dudo en seguir mis pensamientos por lo que me pongo de rodillas frente a ella y noto que se tensa incluso antes de que la toque. Mis manos encuentran su camino por sus pantorrillas desnudas y suben hasta el borde de su vestido. Cielo santo, adoro que use vestidos. Le dedico una rápida mirada y asiente dándome permiso para continuar. Busco entonces sus bragas y las deslizo lentamente por su suave piel hasta que quedan en el suelo y la ayudo a retirárselas. Las guardo entonces en mi bolsillo porque ahora me pertenecen.

—No planeas que vaya por la vida con vestido y sin bragas, ¿no? —suelta con asombro—. Una sola brisa y todo el mundo me verá entera.

—Descuida, cariño. Nadie verá nada, me encargaré de ello. Pero si quieres, puedo devolvértelas.

—No —contesta de inmediato—. Quédatelas.

Eso es suficiente para mí, acaricio sus piernas con mis manos y acerco mi rostro a su centro. La siento estremecerse cuando rozo mi mejilla contra la cara interna de sus muslos y me encuentro sonriendo. Con delicadeza, tomo una de sus piernas y la coloco sobre mi hombro brindándome un mejor acceso. Un sonido sordo me indica que ha colocado sus manos contra la pared metálica para sostenerse y que es hora de que ambos disfrutemos. Sin nada en mente más que saborearla, dirijo mis labios hacia su clítoris y lo rodeo con la punta de mi lengua.

Oh, cielos...

Estimulo su delicada terminación de nervios con mi lengua y luego lo rodeo con mi boca para realizar una pequeña succión que trae como respuesta un movimiento de sus caderas hacia adelante. Continúo de a poco, sin apuros, dándole placer con mi boca mientras una de mis manos acaricia su pierna y la otra realiza un camino hacia arriba. Me detengo al encontrar su sexo y sonrío para mí al notar su humedad.

—Hazlo —me pide con un hilo de voz.

Obedezco porque haría hasta lo imposible por ella e introduzco uno de mis dedos en su interior mientras mi boca continúa con lo suyo. Sus caderas se mecen hacia adelante una vez más y curvo mi dedo en su interior para encontrar la zona rugosa. Un gemido escapa de sus labios que resuena en el elevador y no demoro más. Introduzco un segundo dedo y acaricio en el mismo lugar que está haciéndola mover sus caderas contra mí.

Rozo con mis dientes su clítoris y no es la única que ahoga un jadeo porque estoy duro como una roca al pensar en lo mucho que lo está disfrutando. Alejo mis labios de su centro y recorro con la punta de mi lengua su humedad hasta su entrada. Una de sus manos acaba en mi cabeza y sus caderas presionan mi boca contra su vagina. La recorro por dentro, sintiendo su sabor y maravillándome con lo lista que se encuentra para mí. Aunque no llegaremos hasta ese punto esta vez, ahora es sobre ella y es mi agradecimiento a su apoyo incondicional.

—Colin... —jadea.

Retiro mis dedos y los vuelvo a introducir mientras mi lengua recorre en círculos su entrada. Siento sus músculos tensarse, la mano en mi cabeza se pone rígida y un par de movimientos después, el orgasmo llega a ella y su piel se eriza. Se corre contra mi boca y alrededor de mis dedos, debe ser una de las mejores sensaciones del mundo.

Espero hasta que su cuerpo termina de temblar y acomodo la falda de su vestido antes de incorporarme. La alarma está sonando, no sé cuánto lleva así y no me interesa. Le sonrío al ponerme de pie y corresponde al gesto con los ojos brillosos de placer.

—Desearía que la alarma no nos hubiese delatado —murmura.

—Bueno, al menos cuando salgamos, el guardia sabrá que no estuvimos en peligro.

Con los ojos fijos en ella, llevo mis dos dedos hacia mi boca y los lamo. Noto que su mirada se enciende y sé que esta será una noche interesante para los dos. Solo puedo pensar en esa habitación de hotel y en lo mucho que quiero escuchar mi nombre saliendo de sus labios.

Buenas, buenas, bellezas. ¿Cómo están hoy? ¿Qué tal su semana?

Tengo buenas noticias: esta semana habrán dos actualizaciones. Hoy y el viernes.

Ahora hablemos de este capítulo. Quizás a Gwen no le dieron un Oscar, pero tuvo su premio. ¿No creen?

En el próximo capítulo tenemos el inicio del show de Curse y yo ya estoy emocionada. ¿Qué creen que va a pasar?

Muchísimas gracias por su apoyo, por leer, votar y comentar. Les deseo un bellísimo día.

MUAK!

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