Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 45

COLIN

Lección aprendida y memorizada: tengo que dormir más. Los músculos me pesan, los ojos me duelen y podría dormirme de pie si no fuera porque me siento sucio luego del viaje y no quiero pasar un minuto más sin darme una ducha. No puedo seguir yéndome a la cama cuando sale el sol y pretender estar al cien cuando llegamos a una nueva ciudad o cuando mi entrenador me patea el culo.

Cielo santo, aún me queda pendiente el entrenamiento del día. Quiero que el maldito que me hizo creer que la fama era hacer lo que se me diera en gana esté preso. Tengo más responsabilidades que cuando era estudiante.

—¡Col, saluda! —me indica Lee apuntándome con la cámara y sonriendo como niño en Navidad.

—¿A quién saludo?

—A nuestros fans, estoy grabando cuando llegamos a las ciudades para hacer un vídeo luego.

—Me gusta esa idea —admito.

—Entonces saluda.

Hago lo que me indica y saludo a la cámara mientras sonrío. Key se suma al video y mientras nuestro staff busca las llaves de las habitaciones, improvisamos una canción de agradecimiento que nos hace reír.

—¿Cuánto creen que tarden en saber que estamos en este hotel? —suelto mientras me robo unas uvas de la recepción.

—Considerando que una chica por allá nos estaba sacando fotos —murmura Key indicando con disimulo a la joven que nos apunta con el móvil—, no creo que falte mucho.

—Es una locura. —Harley sonríe—. Creí que nos llevaría al menos diez años más ser de las bandas que tiene fanáticos esperando en la puerta de sus hoteles.

—Agradécele a las redes sociales.

Frederick, nuestro representante, se acerca a nosotros con tres tarjetas magnéticas en su mano. Está igual de cansado que nosotros por el viaje en bus, aunque se le nota menos que a mí porque él sí duerme en un horario normal.

—La suite presidencial está en remodelación, tendrán habitaciones separadas.

—Ah, no —comienza Key con un claro tono de broma—. Quiero mi habitación presidencial o nos vamos de aquí.

—Muy gracioso —lo regaña a pesar de que la sonrisa en su rostro lo delata—. Col, tu tendrás la 2578; Key, tú la 2580 y Lee, tienes la 2582.

—Estaremos separados de verdad —comento con asombro.

—Al fin, Col. Estoy cansado de escuchar tus charlas cursis con Gwen. Están a nada de ser una de esas parejas que discuten por quién corta primero.

Blanqueo los ojos al escuchar a Harley y le doy un empujón que lo hace carcajearse.

—Al menos no tendré que soportar a tus amiguitas que esperan el desayuno a la mañana siguiente.

—Ambos son molestos —intervine Key mientras caminamos hacia el elevador.

—Y tú, un abuelo —lo acusa Lee—. Puedo ayudarte a conseguir a alguien que te acompañe esta noche.

—Prefiero ahorrarme los líos. Las giras son para mostrar nuestra música y no nuestro pene, hombre.

—Un poco de ambas.

El ascensor está un poco atestado con nuestro staff y la subida es lenta deteniéndonos cada pocos pisos para que salgan nuestros compañeros. Al llegar al piso 25, solo quedamos Frederick, Lee, Key y yo.

—Sus entrenadores los buscarán en hora y media. Pueden descansar o pedir comida si lo quieren, pero nada de alcohol.

—Entendido, jefecito —acuerdo caminando hacia mi habitación.

—No puedes saltarte otro entrenamiento —me reprende.

—Lo sé, no lo haré.

El dormitorio que me asignan no es muy distinto a las demás en las que hemos estado en cuanto a lujo, pero es una gran suerte no tengo que compartirlo con mis amigos. Esta vez no estamos conectados por una sala de estar y agradezco un poco de privacidad. Ahora, solo me queda esperar a que el regalo de Gwen llegue lo antes posible como se me prometió.

No demoro en ir hacia el baño y abrir el agua de la enorme ducha para poder quitarme la sensación de suciedad del viaje, así como terminar de despertarme. Hoy será un día largo porque si bien no tenemos concierto, sí tenemos agendada una entrevista a la noche y antes tengo que sudar hasta que se me salga el corazón en el gimnasio. No puedo seguir saltándome el ejercicio o en dos semanas no podré soportar un concierto completo.

Los músculos se me relajan bajo el agua caliente y el apetito se me abre por lo que no dudo en pedir servicio al cuarto en tanto termino de bañarme. Me recuesto sobre la cómoda cama una vez que me visto y busco mi móvil para enviarle un mensaje de texto a mi novia. No sé si está ocupada y prefiero no importunarla con una llamada.

La comida llega antes de que ella conteste y me asombra lo rápido que es el servicio de este hotel. Estoy a nada de darle el primer mordisco a mi bagel de jamón cuando el móvil suena y no dudo en atender porque es el tono de llamada de Gwen.

—Hola, cariño. ¿Interrumpo?

No interrumpes, para nada —contesta y escucha el ruido de conversaciones atrás—. De hecho, hay alguien que quiere saludarte.

Escucho mi nombre de parte de otra muchacha que conozco y sonrío porque no me cuesta identificarla.

—Envíale mis saludos a Faith y dile que no tiene que abusar de las entradas a los conciertos.

No vino por el concierto —la defiende entre risas—, aunque quizás se quede hasta entonces.

¡Claro que me quedaré! —exclama su hermana—. Entradas gratis, baby.

Ha venido por una entrevista en un colegio bastante exclusivo —me explica y escucho que se aleja porque el ruido disminuye.

Oh, vaya. Esas son grandes noticias.

Se supone que es un secreto, así que no puedes decirle a nadie.

—¿Y cómo haré para soportar el peso de la prensa? —bromeo.

Muy gracioso —ironiza—. Pero la verdad es que me emociona la idea, creo que podría hacerle muy bien. En Connecticut está pasándola mal con el tema de su separación y mis padres no ayudan cuando, valga la redundancia, intentan ayudarla.

—Sería estupendo que se quede con el trabajo —coincido antes de darle un mordisco a mi bagel—. ¿Eso supone que vivirá contigo?

Bueno, no siempre. Tengo una sola habitación y dudo que sea muy feliz durmiendo por el resto de su juventud en el sillón. Además, nos llevamos bien porque no vivimos juntas y no quiero dañar eso.

—Puedo ayudarla a buscar un lugar si lo necesitan.

Solo lo dices porque nos quedaremos sin un lugar privado.

Suelto una carcajada con el sándwich a medio camino de mi boca porque ella tiene razón. Si su hermana vive con ella, nos quedaremos sin privacidad porque si bien mi apartamento es grande, sigo compartiéndolo con mis amigos.

—Estoy intentando ser un buen cuñado.

Un buen novio se mudaría solo para darnos privacidad —bromea.

—Yo sé que extrañarías a Key y Lee.

Corrección: tú los extrañarías.

No discuto porque tiene razón. Mis amigos pueden tener poco respeto por mi privacidad, pero vivir con ellos es estupendo y tener que mudarme no sería una decisión sencilla. Además, al vivir juntos, si uno tiene un ataque artístico, los demás estamos cerca y podemos aprovechar el tiempo para sacarle jugo a la inspiración.

—¿Cuáles son tus planes para hoy a la noche? —pregunto terminando mi comida.

Esta noche no haremos nada, mañana es la entrevista de Faith y quiere descansar.

—Eso significa que, si llega tu regalo, podríamos usarlo.

¿Con mi hermana durmiendo en el sillón? —chilla.

Aguanto otra carcajada al escuchar su indignación y me pongo de pie al notar que llaman a la puerta.

—Ya vengo, están tocando la puerta. No cuelgues.

Si son Key o Lee, cierra y vuelve conmigo.

—Lo prometo.

Sin embargo, no son mis amigos, sino un empleado del hotel que trae un paquete para mí. Le entrego propina luego de recibir la discreta caja marrón de embalaje y vuelvo a la cama donde está el teléfono.

—Llegó —le hago saber.

¿Quién? —suelta con confusión.

—No quién, sino qué. La otra parte de tu regalo.

Pues mi parte todavía no llega.

—Si lo hace, podrías ir a visitar mi departamento.

¿Por qué haría eso? ¿Me estás diciendo que estás en San Francisco?

Odio tener que pinchar su ilusión y un nudo se instala en mi estómago.

—No, lo siento. Pero podrías ir buscando privacidad.

Oh.

—¿Qué opinas?

Que no tengo llave.

—No necesitas llave, solo la clave de seguridad y puedo dártela.

Siento que estoy de novia con un mafioso.

—Si fuera un mafioso, te habría colocado un guardaespaldas para que esté contigo todo el tiempo.

Menos mal que no lo eres.

—Solo tienes que decirlo y puedo conseguirte uno. Si la cosa se pone intensa.

Contigo siempre se pone intenso —contesta dándole un doble sentido a sus palabras— y no quiero que un guardaespaldas sea testigo.

—Sabes a lo que me refiero.

Y sabes que estoy bien. No es como si fuera acosada por paparazis todo el día.

—Gracias al cielo.

Oye... Steve dice que está el cartero preguntando por mí. ¿Será mi regalo?

—Eso espero.

¿De verdad propones que vaya a tu departamento? ¿No sería raro?

—¿Por qué sería raro?

Porque tú no estás.

—Pero tienes mi cama y estaré por videollamada.

Lo pensaré —me promete.

—Hazme saber qué decides.

Escucho que tiene una corta conversación con Steve y luego que sube las escaleras hacia su habitación. Aprovecho para abrir mi propia encomienda y encuentro una caja negra de terciopelo con el dibujo de una llave en color plateado. En su interior descansa el control del dildo de Gwen y tomo una bocanada de aire para despejar mi mente.

Vaya —murmura Gwen—, es una caja bastante lujosa.

—Aquí diré una tontería: solo lo mejor para ti, cariño.

Su carcajada me hace sonreír y en verdad desearía estar a su lado para ver su expresión al recibir el dildo; en cambio, me conformo con escuchar su exclamación al dar con su regalo.

Ahora entiendo por qué insistías con la privacidad.

—Lo prometido es deuda.

Sería mejor si pudiéramos usarlo juntos.

—¿Y quién dice que no?

Para probar mi punto, toco uno de los botones y escucho el momento exacto en que mi novia nota que puedo controlarlo a la distancia porque suelta un chillido.

Estás bromeando conmigo.

—Claro que no.

Pero estamos a cientos de kilómetros de distancia.

—Dile gracias a la tecnología.

Está bien, envíame la clave. Iré luego de cenar con mi hermana.

La mera idea de poder aprovechar el dildo casi me hace estremecer y tengo que convencer a mi cerebro de pensar en otra cosa o terminaré en la soledad del baño bajándome una erección.

—Te la enviaré por mensaje.

La esperaré ansiosa. Y ahora, lejos de querer romper con la electricidad del momento, necesito contarte algo.

—¿Tengo que preocuparme?

Es una pregunta tonta porque claro que tengo que preocuparme porque su voz sonó un poco ahogada. Lo que sea que quiera decirme no la hace feliz.

Fui a ver a Taylor esta tarde y tuvimos una conversación... rara.

—¿Rara? —pregunto con un dejo de amargura.

Me pidió mi ayuda para desenmascarar a quien está soltando los chismes sobre nosotros.

Es un alivio saberlo porque mi mente negativa imaginó escenarios en los que terminaba dándole un buen golpe a mi jefe.

—¿Y quién es el que está soltando los chismes?

Peter. O eso cree él y, por lo que dijo, tú también.

—Lo hago.

¿Por qué no lo mencionaste?

—Porque no quería sonar como un loco celoso.

Te habría creído.

—Lo sé —digo con sinceridad—, pero quería sacarle peso al asunto y resolverlo sin involucrarte.

Taylor cree que necesitamos montar una escena falsa para que así él pueda demostrarte a su jefa que es Peter quien ha estado vendiendo información.

—Yo había pensado en lo mismo.

¿Entonces crees que deberíamos hacerlo? —duda.

—Creo que deberíamos hacer lo que te haga sentir cómoda.

Ese es un problema porque todo el tema de los chismes no me hace sentir nada cómoda.

—Puedo solucionarlo con Taylor, no tienes que involucrarte.

Pero quiero hacerlo porque son chismes que nos afecta a ambos.

Suena más que decidida y es por eso que no discuto. No me siento cómodo metiéndola en esta situación, aunque sí creo que el plan de Taylor podría darnos una bocanada de tranquilidad.

Mi puerta vuelve a sonar mientras nos mantenemos en un silencio cómodo y por la hora es más que obvio que mi descanso ha terminado y que del otro lado de la puerta está mi entrenador.

—Tengo que irme —anuncio—, es mi hora de usar el gimnasio.

Que no se note tanto que estás sufriendo desde ahora.

—Haré mi mayor esfuerzo.

Nos vemos esta noche, Col. Te quiero.

—Te quiero —contesto con una sonrisa.

Cuelgo la llamada cuando la puerta vuelve a sonar y, solo por si acaso, guardo el control del dildo antes de atender. Y por primera vez en mi vida usaré el entrenamiento para despejar mi mente e intentar dejar de pensar en Gwen desnuda en mi cama.

Buenas, buenas, bellezas. ¿Cómo están? Tanto tiempo.

Primero que nada, me quiero disculpar por la tardanza en actualizar. Tuve una situación fea la semana pasada y no me sentí con ganas de escribir. PERO YA ESTOY DE VUELTA.

Colin tiene su control remoto, Gwen su dildo y un departamento vacío. Yo solo digo que van a pasar cosas. ¿No?

¿Han tenido una parte favorita? Let me know.

Recuerden que tenemos un grupo de Telegram por si quieren unirse. Envíenme un mensaje por aquí o en mi Instagram (entregafas98) y con gusto les paso el link.

Gracias por leer, votar y comentar. Gracias por su paciencia y apoyo. Espero que hayan disfrutado el capítulo.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro