Capítulo 21
COLIN
No tengo idea qué hora es cuando nos dejan entrar de nuevo a la casa, no me importa tampoco porque acabo de pasar por el mejor momento de mi año. Gwen y yo... Cielos, resulta raro y un poco escalofriante siquiera decirlo en mi mente, pero he perdido la cuenta de las tantas veces que nos imaginé viviendo ese momento. Los dos, juntos, sin dudas y disfrutando. Ahora ya no es una imaginación y espero que tampoco se transforme en un recuerdo, deseo que sea una realidad y algo que se repita cada tanto.
Mi felicidad y bienestar es lo opuesto a la sensación que se experimenta al entrar a la casa de los Holland. Me siento inquieto, por supuesto, no solo por haber sido el verdugo, sino por haber tenido sexo con Gwen mientras todo se desmoronaba. Fue un mal día para tener el mejor momento, aunque eso no signifique que me arrepienta.
No sé qué fue lo que sucedió en nuestra ausencia, tan solo puedo armar una historia con retazos aislados. El rostro de preocupación de Ed y Carolina, la tristeza en la mirada de Faith, la ausencia de Niles, los regalos rotos en la sala y la cena intacta. No es buen momento, pero diablos, me muero de hambre.
—¿Col?
La voz de Gwen es un pequeño susurro, apagado al igual que su mirada.
—¿Sí?
—¿Te molestaría dormir en mi habitación? Faith quiere estar en la suya y me gustaría hacerle compañía.
—Claro, no tengo problema. ¿Ella está bien?
—Mejor de lo que esperaba, pero no bien. —Suspira y mira hacia atrás donde su hermana está hecha un ovillo sobre el sillón—. Tendría que haber estado aquí para ella.
—Gwen...
—No me arrepiento —agrega con rapidez sin elevar la voz—, créeme que no, Col. Pero la veo allí tan rota que no puedo evitar sentirme mal.
—Tu compañía no habría cambiado nada —digo con un nudo en la garganta, no me agrada decírselo sin anestesia—. La culpa es de Niles y los airbags no habrían evitado el impacto.
—Pero habrían disminuido los daños.
—Sin ofender, Gwen, pero creo que habrías aumentado los daños. ¿Una nariz rota quizás?
Sus labios se curvan en una sonrisa tímida, bajo la mirada apagada noto a la Gwen de siempre.
—Puedes subir a mi habitación, te llevaré en un rato tus pertenencias y algo de comer.
—Puedo ayudar.
—Lo sé, solo que...
—Es un momento íntimo —termino por ella—. No te preocupes, estaré más que cómodo en tu habitación. ¿Tengo permitido husmear?
—Siempre que dejes todo en su lugar.
Me pongo de pie sin dudarlo y es mi turno de sonreírle antes de retirarme de su lado. Atravieso la cocina, comedor y sala con incomodidad porque pese a que tengo más que claro que no es mi culpa, sé que un poco de mí habita en el drama. De no haberme acercado a ese auto... No, de no haberme acercado Faith seguiría con un infiel y es mil veces mejor una noche incómoda que una mala vida.
En tanto entro a la habitación de Gwen, puedo sentir tu aroma floral y me percato que es la primera vez que piso este lugar desde que llegué. Las paredes son de un suave color crema que se ve oscuro bajo la luz de un único velador y el espacio es del mismo tamaño que el cuarto donde estaba durmiendo. La distribución es similar también, aunque las personalidades de sus dueñas son opuestas. Gwendolyn tiene un gran librero lleno de historias de romance y pasión, un escritorio lleno de recetarios y una repisa con recuerdos de vacaciones y de la niñez.
No sé cómo pasar el tiempo porque está claro que no voy a conciliar el sueño con rapidez, además tengo hambre y estoy preocupado. Tomo mi móvil y miro las redes sociales de la banda, los números han aumentado significativamente desde que la canción se viralizó y si seguimos con la misma fuerza, quizás éste sea nuestro momento. Termino buscando el teléfono de mi madre y llamándola porque pese a que no celebra Navidad, escuchar su voz me hará bien.
Cuando Gwen aparece en la habitación, casi una hora después, me encuentro recostado en su cama con la mirada fija en el techo. Estoy escuchando el último demo que grabamos antes de las vacaciones y evaluando si tiene o no potencial.
—Me gusta —comenta Gwen, dejando en la mesa de luz un plato lleno de comida—. ¿Cómo se llama?
—No tiene nombre aún.
—¿Por qué?
—Ponerle nombre significa emocionarme con la canción, darle más vida y todavía no sé si me gusta.
—¿Por qué las canciones de rock suelen ser oscuras? —Se acuesta a mi lado y me dedica una sonrisa pequeña—. ¿Por qué no pueden escribir sobre lo lindo de la vida?
—Lo hacemos.
—Muy poco.
—Es verdad, supongo que es más sencillo encontrarle ritmo a lo malo, a lo triste.
—Deberías probar con algo más feliz.
—Lo intentaré —accedo sin dudarlo.
—Si grabas un demo feliz, yo misma les prepararé la cena a los tres.
—Creo que tendría que ponerme a escribir ya mismo —bromeo.
—No sé si a escribir, pero sin dudas a comer. Se enfriará tu comida, de nuevo.
—No me molesta comer frío.
—En verdad lamento cómo resultó esta Navidad —suelta con pesar, volviendo a ponerse sobre sus pies—. Se suponía que tenía que estar llena de alegría y magia.
—Si quieres podemos volver a intentarlo el próximo año.
Su sonrisa se expande por su bonito rostro y se encuentra asintiendo con la cabeza. Hablar del próximo año es más que apresurado, incluso para una amistad; sin embargo, noto que le hace ilusión pensar que lo que está por venir será mejor.
La acompaño hasta la puerta sin ganas de que se vaya y ayudo a meter mi maleta que ha dejado en el pasillo. Le deseo una buena noche dibujando mi mejor sonrisa para tranquilizarla y me quedo en silencio observándola caminar hasta la habitación de al lado. Entro cuando desaparece de mi campo de visión y decido que seguiré escuchando el demo, pero esta vez con audífonos para evitar oír conversaciones ajenas.
***
No puedo pegar un ojo durante la noche, doy vueltas en la cama y me quedo con la mirada fija en el techo todo el rato. He vagado por todas las redes sociales, le he enviado mensajes a mis amigos y pese al correr de las horas, sigo despierto. Y ahora tengo sed.
Descorro las sábanas y saco mis pies de la cama para meterlos rápidamente en mis pantuflas. Me coloco también la sudadera y camino a través de la habitación para estirar mis agarrotados músculos. Me detengo de pronto junto a la ventana al ver una figura en el columpio, mi primer pensamiento es, por supuesto, que se trata de un fantasma, aunque pronto me doy cuenta que es Faith y que si no se abriga pronto, pasará a ser un fantasma. Tomo mi chaqueta y la manta sobre la cama para luego caminar sin hacer ruido por el pasillo y bajar las escaleras, me sirvo un vaso de agua que tomo rápido y salgo al jardín abrigado.
—Buenas noches —saludo.
—Hola, Colin.
—¿Te molesta si te acompaño?
Niega con la cabeza y no dudo en acercarme.
—¿Para qué es la manta? —quiere saber—. ¿Estás planeando el segundo round con mi hermana?
—No sé de qué estás hablando —miento.
—¿No? —Sus labios se curvan en una sonrisa, aunque no encuentro ni una pizca de felicidad en ellos—. Volví por ustedes a los pocos minutos de haberlos dejado afuera, pero noté que estaban ocupados.
—Solo estábamos en la casita hablando.
—Ajá.
—La manta es para ti.
Extiendo el abrigo en su dirección y no duda en tomarlo y envolverse con él. Me asombra notar que saca de entre las capas de su ropa una caja de cigarrillos y un encendedor para luego tomar uno y encenderlo sin dudarlo.
—¿Quieres? —me ofrece.
—No, gracias. Ya pasé esa época y no quiero volver.
—Haces bien, yo también la había dejado atrás.
—¿Y qué pasó?
—Me acaban de romper el corazón. —Tose con desagrado contra su puño—. Estos estaban en mi habitación y déjame decirte que saben horrible, están viejos.
—¿Cómo te sientes, Faith?
Su mirada gris se despega del cigarrillo y echa la cabeza para atrás para mirarme a los ojos.
—Como la mierda. Lamento haberte tratado mal, ¿sabes? Fue el shock del momento.
—Es entendible.
—Ni siquiera se esforzó en negarlo —continúa sin energía—, me dijo que era mentira una única vez y cuando insistí, comenzó a soltar excusas. Que trabajo mucho, que se siente solo, que está estresado, que mi amiga fue quien inició todo, que todo el mundo espera mucho de él... —Suspira—. Si se hubiera esforzado en mentirme, me sentiría mejor. Sentiría que le importé lo suficiente o algo así.
—Lo siento.
—No lo hagas, aquí fuiste el bueno. Aunque puedes sentirlo por mi yo del futuro que tiene que buscar sus cosas en casa de ese idiota y sentir la mirada y burlas de todos. Seguro la bruja de su madre dirá que yo lo engañé y él me echó de su casa.
—¿Por qué diría eso?
—Porque su perfecto hijo no puede equivocarse a los ojos de la sociedad.
—¿Cómo es que terminaste con ese idiota?
—Era impresionable y me enamoré muy joven. —Le da una nueva calada al cigarrillo—. Ahora lo entiendo, por qué la gente como él suele estar con otras personas de su clase social. Están acostumbrados a mentir, engañar y tapar las imperfecciones debajo de sonrisas perfectas. Nunca podría hacerlo, nunca podría fingir ser feliz por encajar.
El silencio se instala entre los dos mientras ella fuma y yo me abrazo a mí mismo. Está nevando, no es una tormenta, pero los copos se posan sobre nuestras cabezas y no se deshacen con rapidez.
—¿Quieres un café? —pregunta tras apagar la colilla.
—Claro.
—No le digas a mi hermana que me viste fumar.
—Trato. No le digas a tus padres que tu hermana y yo...
Una carcajada escapa de sus labios y niega con la cabeza para darme tranquilidad. Suficiente drama con una ruptura como para agregarle la confesión de una hora de sexo en la casita del árbol.
Juntos volvemos a la cocina y Faith no tarda en poner la cafetera y encender la luz de bajomesada. Me acomodo en una de las sillas y ella toma lugar frente a mí, ahora con mejor luz puedo notar lo roja que ha quedado su piel por estar a la intemperie. Un corazón roto y una neumonía, justo lo que necesita.
—Gwen mencionó que a tu banda le está yendo bien...
—Así es, una de nuestras canciones se volvió viral y de pronto estamos sonando en todas las radios.
—Vaya, ¿cuándo me llegará la invitación a un recital?
—Estamos en una temporada tranquila, no tendremos conciertos hasta febrero. ¿Te guardo una?
—Supongo, está claro que no me iré de luna de miel.
—Podrías irte sola.
—Claro, me sentaría estupendo —contesta con ironía—. ¿Te imaginas? Un recordatorio de lo mal que salió mi relación.
—Hoy estamos pesimistas, eh.
—¿Puedes culparme?
—Supongo que no.
—Al menos escribe una canción sobre la situación —me pide en broma poniéndose de pie para apagar la cafetera—. Ya que recordaré mi mala suerte toda la vida cuando venga de visita a casa de mis padres, sería genial tener un hit basado en esta fatídica Navidad.
—Regalos rotos, vidrios destrozados y el fantasma de un anillo con el que juraste amarme —tarareo.
—¡Ya la estabas componiendo!
—Claro, no hay que desaprovechar la oportunidad.
—Pon un verso sobre esta caliente maestra en un vestido rojo —me ruega.
—Sería raro.
—Imagínate a Gwen.
—Sería raro —insisto.
—Las mejores canciones tienen a mujeres fuertes en vestido.
—Su vestido resplandecía mientras juraba odiarme —continúo—. Una noche de malas decisiones, caricias que no valieron la pena y...
—¿Y...?
—No lo sé, tengo que pensarlo.
—Vas bien —me concede—. ¿Puedo aparecer en el video?
—Lo consultaré con los chicos.
—Espero mi llamada.
Le doy un sorbo al café caliente que ha dejado frente a mí y recuesto mi espalda contra la silla. No sé qué decir a continuación y no nos conocemos lo suficiente para que el silencio resulte cómodo. ¿Tengo que hablarle de Gwen? ¿Disculparme de nuevo?
—¿Sabes? —murmura—. Cuando Gwen me habló de ti por primera vez, me agradaste. Me gustó que la ayudaras con el carrito y que te describiera como alguien adorable.
—¿Adorable? —Hago una mueca—. Los peluches son adorables.
—Considerando que Gwen usaba sus peluches para masturbarse...
Se que está mintiendo porque rompe en carcajadas en tanto me ve y puedo imaginarme la cara de bochorno que he puesto. Niego con la cabeza divertido, si quiere reírse a mi costa para sentirse mejor, adelante.
—Hablando en serio —retoma calmando sus carcajadas—, me agradaste entonces y me agradas ahora. Tienes una secuaz aquí si la necesitas, Col. Siempre que no dañes a mi hermana, hablaré a tu favor.
—Gracias.
—Pero tienes que prometerme algo.
—No prometeré mantener lejos a alguien.
—Debes prometerme que me invitarás a un concierto.
Levanto mi taza a la altura de nuestros rostros y ella choca la suya para cerrar nuestro brindis. Una noche caótica que ha terminado con una aliada para mí. Espero no necesitarla, pero ahora sé que, si meto la pata con Gwen, tendré a su hermana jugando a mi favor.
Por supuesto, no debo olvidarme de anotar a Faith Holland en el VIP de todos los shows. Es un precio bajo que estoy dispuesto a pagar para conquistar a su hermana.
¡Hola, hola, gente bella! Los he extrañado muchísimo, ¿qué tal están? ¿Su semana ha ido bien?
Si no me siguen en Instagram o Twitter (deberían hacerlo), seguro no se enteraron que mi computadora estaba en el técnico y por eso no actualicé los días que correspondían. El plan es poder darles tres capítulos la próxima semana, espero poder porque mañana me toca trabajar.
Lo importante es que hoy tenemos capítulo y podemos leer una complicidad entre Colin y Faith. ¿Quién apuesta por una linda amistad?
Muchísimas gracias por su paciencia y por todo su apoyo. Gracias por leer, votar, comentar y recomendar la historia.
Les deseo un bellísimo fin de semana. Nos leemos la próxima semana.
MUAK!
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