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Capítulo 15

GWEN

Ser la hija menor tiene ventajas, pero ser la hija menor que vive en el extremo opuesto del país y solo va de visita para algunas fechas especiales conlleva muchos beneficios. Cuando vuelvo a casa me tratan como a una princesa y yo no soy quién para rechazar sus atenciones. Esta mañana, mis padres fueron por mí al aeropuerto, de camino pasamos por la tienda para buscar malvaviscos para la maratón de chocolate caliente y películas navideñas que tendremos esta noche –mi actividad hogareña favorita- y ahora me han dejado instalarme en mi dormitorio que no parece haber cambiado en lo absoluto en todos estos años.

Claro está que extraño a diario a mis padres al vivir tan lejos y también la dinámica que teníamos cuando vivía con ellos: levantarnos todos a la misma hora, desayunar más dormidos que despiertos alguna receta que dejaba lista la noche anterior, pelear con Faith por quién conducía en la mañana, trabajar en la tienda con papá mientras hacía mis deberes y cenar todos juntos. Ahora siendo una adulta de visita, la rutina no es muy distinta, casi como si los años no hubiesen pasado y sentirme de nuevo en la comodidad de mi casa de la infancia no tiene precio.

La habitación de un suave color durazno, mis libros de cocina por todos lados, mariposas en las paredes y algunas novelas románticas en las estanterías. Extraño Connecticut, al menos la parte buena y agradable. Hay otras partes que no me gusta recordar como las amistades falsas y el primer idiota que rompió mi corazón que seguro me cruzaré este año en el mercado local de la mano de su ardiente prometida de clase alta.

Las fuertes pisadas en la escalera no me alcanzar a preparar para el fuerte abrazo que me roban nada más abrir la puerta y los gritos de felicidad que le siguen. Mi hermana Faith me tiene acorralada entre sus brazos, sacudiéndome y murmurando lo mucho que me ha echado de menos. Bueno, ya somos dos.

—Al fin llegas, mujer. Estaba comenzando a volverme vieja de tanto esperarme.

—Sí, no quería decírtelo, pero te han salido unas arruguitas junto a los ojos —bromeo y me gano una mirada desaprobatoria de su parte—. También te extrañé.

—Mamá ha estado imposible con tu visita —comenta mientras toma asiento en mi cama donde se encuentra mi valija abierta— y no hablemos de la visita de tu amigo. Por cierto, ¿dónde está tu amigo Colin?

—Vendrá mañana, no encontró pasaje antes.

—Bueno, podrás preparar a papá y a mamá para la tarea de actuar normales.

—¿Están muy entusiasmados con la idea?

Asiente con la cabeza mientras saca uno de mis pantalones de mi equipaje y lo acomoda sobre su falda. Verla allí tan tranquila me trae tantos recuerdos y también me susurra con malicia todo lo que nos hemos perdido vivir juntas por la distancia. Faith ya no es la chica de diecisiete años con la que discutía constantemente y yo tampoco soy su pesada hermana de quince años que no podía estar lejos de la cocina. Somos adultas ahora y tenerla de frente tras meses sin contacto físico es como una cubeta de agua helada cayendo sobre mi cabeza. Sigue siendo la chica delgada de piel clara y ojos grises de siempre, solo que ahora luce con más clase.

—¿Por qué me miras así?

—Todavía sigo pensando que eres adoptada —la molesto.

—Soy igual a papá —se queja—. La adoptada podrías ser tú, ya sabes que no hay fotos de mamá embarazada de ti.

—Eso es porque las botaste en un ataque de celos.

—¡Eso no es cierto! —chilla con indignación—. Fue un accidente.

—Uno muy conveniente.

Blanquea los ojos para luego tomar mi mano y tirar de mí hacia su lado. Nos acomodamos hombro con hombro y sus labios comienzan a curvarse lentamente en una sonrisa que desvela sus intenciones.

—No empieces...

—Quiero todos los detalles —me interrumpe—. Todos y cada uno de ellos.

—Soy tu hermana, sería raro.

—Porque soy tu hermana no será raro. —Sonríe y suelta un suspiro que mueve su flequillo hacia arriba—. ¿Cómo en el mundo terminaste en la cama de Colin y no en la de Peter?

—Ya te lo dije, simplemente pasó.

—Los pájaros simplemente pasan, Gwen. Lo de ustedes venía sucediendo sin cesar en sus mentes y terminó traspasando la realidad.

—Sabes que me sentí atraída por él desde el primer momento.

—Ajá.

—Y no lo sé... Sucedió.

—¿Querías que sucediera?

—No iba con la idea en mente cuando fui a su casa, pero cuando todo empezó a transformarse claro que lo quise.

—¿Y qué tal? —Su sonrisa se acentúa y estoy segura que está a nada de mover sus cejas de arriba abajo—. ¿Es cierto lo que dicen de los músicos?

—No sé qué dicen de los músicos.

—Que saben mover los dedos y la lengua.

—¡Faith!

—¡La que se acostó con él fuiste tú!

—No nos acostamos, me...

—Te practicó sexo oral, lo sé. Y eso habla muy bien de él, ¿sabes?

—¿Lo hace? —suelto con duda.

—Claro que sí. Se preocupó primero por tu placer antes que por el suyo.

—No lo había pensado así.

—Eso es porque no hablas lo suficiente conmigo.

—Desde que hiciste tu especialización en yoga de sexo estás en modo sexóloga insoportable.

—No es una especialización en yoga de sexo, se trata de encontrar el placer en los movimientos y soltar las tensiones.

—Sexóloga —canturreo.

—Te vendría bien una clase, después de todo tu vida sexual acaba de reactivarse.

—Fue algo de una vez.

—¿A qué te refieres? —Sus ojos grises me escanean mientras se entrecierran revelando cada uno de sus pensamientos.

—Le pedí que lo dejáramos pasar.

—¡Gwen!

—¡Hasta volver de Navidad!

—¿Por qué harías algo tan estúpido?

—Porque quiero estar segura de que no fue cosa del momento.

—Cosa del momento —repite con escepticismo.

—Sí, de mi enojo por lo mal que me va en las citas y de haber llegado a su departamento y encontrar a alguien que se preocupara por mí.

—¿Tienes miedo de estar usándolo?

Asiento con lentitud con la cabeza y noto como su expresión se suaviza al sincerarme. No he querido pensar mucho en el tema después de nuestro encuentro. Solo sé que fue una locura, una de las buenas. Me gustó, lo disfruté y lo repetiría una y otra vez, solo que no quiero llegar a la conclusión en unas semanas de que lo que sucedió entre Colin y yo fue algo impulsado por el despecho. Él me agrada, me gusta que sea mi nuevo amigo y confiar, no quiero que nada de eso se vea opacado por una mala decisión que alimentó a un monstruo en mi interior.

—Yo estaba muy enfadada con Peter y lastimada, quería enviar a todos y todo al demonio.

—Entonces estaba él comportándose bonito.

—Exacto. Me dio ropa, me dejó bañarme y me aseguró que todo iba a estar bien.

—Lo entiendo, te hizo sentir segura.

—Colin es mi amigo y no quiero arruinar eso porque me siento sola.

—Te atraía antes de ser tu amigo y de la cita fallida con ese idiota. Lo que sucedió entre ustedes fue la explosión de una tensión escondida.

—Ni siquiera sé si le gusto de esa manera.

—Y evitando el tema hasta después de Navidad lo sabrás, claro.

Le doy un ligero empujón con el hombro que solo consigue que me atrape en un abrazo. No me resisto a su cariño y me acurruco contra ella como cuando éramos niñas y veíamos a escondidas una película de terror.

—Cuando vaya a San Francisco buscaremos a Peter y le patearé las bolas.

—No es necesario.

—¿Ya lo hiciste tú?

Nop. Ha desaparecido de la faz de la tierra.

—¿A qué te refieres?

Me echo para atrás rompiendo nuestro abrazo y acomodo mi cabello tras la oreja.

—Colin dice que no ha aparecido en la discográfica esta semana.

—No estarás sintiendo pena por él, ¿o sí?

—¿Y si le pasó algo grave? —me defiendo.

—Mala suerte para él. Tienes prohibido pensar en ese idiota como alguien bueno y vulnerable.

—Es un ser humano y puede equivocarse. También puede lastimarse y es quizás por ello que no llegó ese día.

—¿Y por eso mismo no te contactó en una semana? —Chasquea la lengua—. Gwen, tienes que dejar de pensar lo mejor de todos y comenzar a buscar matices.

—Eres muy oscura para ser profesora de yoga —la acuso.

—Soy profesora de Matemáticas también. Odio al mundo.

Faith tiene su carácter y no es famosa por sonreírle a desconocidos en la calle; sin embargo, odiar el mundo está muy lejos de su personalidad y filosofía de vida. Antes de que conociera a Niles, su prometido, era más abierta y mucho menos clásica en su forma de vestir. Solía llevar flores en el pelo, pantalones sueltos y tenía una política de no sostenes. Estar a punto de casarse con un abogado de una ancestral familia de gente rica le ha quitado un poco de su brillo natural.

—Desempaquemos luego —me aconseja—. Mamá quiere almorzar contigo antes de irse a su turno en el hospital y Niles muere por verte.

—Dudo que Niles muera por verme.

—Él te adora.

—Él me adora cuando estoy lejos.

—No es cierto, no seas mala.

—Soy una dulzura y él odia lo dulce.

Se pone de pie y tira de mí hacia arriba también. No quiero almorzar con mi aburrido cuñado y ver su estirada nariz evaluando nuestra hermosa casa. No tenemos cancha de tenis ni empleados domésticos como él y su familia adicta al botox, pero somos más felices de lo que él alguna vez pueda imaginar. A pesar de mis pocas ganas de verlo, le regalo una sonrisa al cruzarlo en la sala de estar y le entrego un tenso abrazo que cualquiera en una radio de un kilómetro puede sentir.

«Si él la hace feliz, no tengo que opinar» me recuerdo al ver su sweater de diseñador que contrasta con el mío lleno de renos con narices rojas.

Tras el cálido almuerzo con mis padres y después de saludar a mamá que tiene un largo turno de ocho horas en el hospital local, subo a mi habitación para terminar de desempacar. Iré a la tienda de papá al terminar, tengo muchos saludos pendientes a sus clientes y, además, me agrada pasar tiempo con él.

Tomo mi móvil para colocar música, el cual he dejado por completo olvidado al llegar, y noto que tengo mensajes de Colin y Steve esperando por mí. Steven me da un rápido panorama de la tienda y que mañana dejará todo cerrado y asegurado al salir, aunque se pasará a revisar que todo esté en orden. Con mis vacaciones de Navidad y siendo la única cocinera en la pastelería, no tengo más remedio que cerrar por una semana.

Avanzo entonces al chat con Colin y puedo sentir mis manos cosquillear contra el aparato. Ha sido así desde nuestro «encuentro» como me gusta llamarle para no darle la importancia que podría o no merecerse y en estos días me ha sido difícil tenerlo lejos de mi cabeza. Los mensajes de texto a toda hora no ayudan mucho con la misión, solo que no quiero pasar de ellos. Me gusta nuestra complicidad.

GWEN.

GWENDOLYN.

Acaba de sucederme algo mágico y comienzo a creer que Steven tiene razón.

Dudo que vaya a contestarme de inmediato considerando que su mensaje es de dos horas atrás, pero le contesto con la misma emoción.

HABLA YA HOMBRE.

Me lleva acomodar dos pantalones y una camiseta antes de obtener su respuesta. Me ha enviado una imagen y me lleva unos segundos comprender qué es lo que quiere decirme. No soy buena con las adivinanzas y mucho menos con las que incluyen música; no obstante, después de varios intentos de analizar la captura de pantalla de arriba abajo lo entiendo. Curse se encuentra en los primeros puestos de un importante ranking.

¡Gwendolyn! —exclama nada más contestar mi llamada—. En este momento soy el hombre más feliz del planeta Tierra. Recuérdame que le debo un regalo inmenso a Steven.

—Felicitaciones, Col y extiéndele mis felicitaciones a Harley y Key. —Sonrío—. Puesto tres de la lista Billboard, eso es grande.

Es inmenso. Ni siquiera sabemos cómo ha sucedido, la canción se volvió viral en redes sociales y despegamos desde el puesto noventa y nueve, que ya era todo un éxito para nosotras, hasta el puesto tres.

—Ahora en verdad eres una estrella de rock. ¿Puedes darme tu autógrafo?

Todos los que quieras. —Puedo sentir la emoción y la sonrisa en su voz—. Cuando Steven me dijo que se lo pidiera al universo y confiara, casi lo envío al loquero.

—Normal.

¡Y ha tenido razón!

—Oye, no te saques crédito. El universo puede haber ayudado, pero el que ha escrito esa increíble canción fuiste tú.

Tenemos que salir a festejar, ¿qué dices?

—Claro, yo invito.

¿Qué tanto nos podemos alocar donde viven tus padres?

—Nueva York no queda tan lejos si buscas una fiesta.

Una fiesta —repite y noto que ha cambiado de parecer.

—O podemos ir a cenar —propongo.

Me agrada más esa idea.

Escucho su suspiro lleno de felicidad a través de la línea y una rápida mirada hacia el espejo me muestra que estoy sonriendo como idiota y que mis mejillas lucen más sonrojadas de lo usual. ¿Por qué? ¿Y por qué no? ¿Por qué no disfrutar esta emoción boba mientras dure y dejar de perpetuar los malos pensamientos?

Estoy ansioso por conocer a tus padres, Gwen. Y a tu hermana, aunque a ella le tengo un poco de miedo.

—¿Y eso por qué? —Rio con diversión—. ¿Te asustan las profesoras?

Un poco. No era muy bueno en Matemáticas.

—Te prometo que no te pondrá a resolver ecuaciones durante la cena.

Espero que no o se llevará una gran desilusión.

Sin siquiera notarlo, nuestra conversación se extiende más y más y me mantengo en movimiento guardando mis prendas en mi viejo armario. Para el momento en que termino y que está claro que debo ir hasta la tienda, me apena decirle adiós a Colin. Es un «hasta luego», incluso un «hasta mañana» y aun así me produce una rara sensación de separación en la boca del estómago.

Si se lo comentara Faith se reiría de mí y no podría culparla porque yo también tengo ganas de reírme de mí misma. Es ilógico, es apresurado y aun así me siento tan cómoda con él que comprendo que no es del todo una locura. Pasarla bien y enamorarse son pasos distintos y me encuentro muy cómoda en el primero.

Hola, bellezas. ¿Cómo están? ¿Qué tal su semana?

Hoy tenemos el último capítulo de la mini-maratón y eso me entristece y pone feliz en partes iguales. No sé cuándo podré hacerles otra mini-maratón, estaré ocupada por un tiempo, pero saben que siempre van a tener las actualizaciones de todas las semanas.

Navidad ha llegado a la historia, o al menos está cerca, y puede que traiga muchos regalos buenos y malos. ¿Qué tienen en mente? ¿Se habrán portado bien estos personajes y recibirán regalos?

Una pequeña pista: las casitas del árbol son muy bonitas. 

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Gracias por su apoyo y por su cariño.

Nos leemos el lunes,

MUAK!

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