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Prologo: todos los males del mundo.

El dolor...

Las quemaduras...

Los llantos...

Dolían como el infierno.

El sufrimiento y la agonía que sentía el pobre hombre era... No existían palabras para describir la horrible agonía en carne y hueso que destruía su mente y magullaban su cuerpo.

Tanto esfuerzo por intentar salvar a la humanidad, toda su vida dedicándose a intentar salvar las vidas de los otros a costa de la suya... Solamente para ser traicionado por aquellos que el salvó en su vida...

Arrojado en el fango... Ese lodo maldito que consumió hasta su alma...

Imbecil.

Bastardo.

Maldito...

Miles de insultos y voces resonaban en su cabeza al haber caído en ese infierno doloroso estando siendo sacrificado frente a miles de personas.

El fango ahogaba sus fauces nasales, su respiración se agitaba, el ya casi no podía respirar... Cuál había sido su propósito? Por qué seguía luchando? Había valido la pena todo lo que hizo?

"Dime... Te sientes orgulloso de tu triste final?" Fue la voz que resonaba en su mente... Una voz... Joven... Divertida... Casi queriendo... Reír.

El hombre de cabello canoso no contesto.

"Ah, cierto, te estás ahogando... Bueno, Se siente horrible estar lleno de maldiciones impregnadas en tu cuerpo, no?" Hizo otra pregunta la voz divertida del chico

No hubo respuesta otra vez...

"A pesar de que duelen las maldiciones, no decides hablar? Ya te resignaste a seguir con tus ideales chico? Que estupidez" la voz bufo un poco, los ojos de acero que tenía el hombre fueron abriéndose poco a poco.

No hablo, no respiro, no hizo ninguna mueca.

Angra le dió escalofríos.

"Seis mil millones de Maldiciones... Y lo estás aguantando? Vaya que mi esencia quedó muy impregnada en tu ser... Eres una anomalia muy rara chico, me das... Miedo" la voz pareció temblar un poco... Pero pareció como si aún tuviera su voz algo positiva en todo este ruedo.

"Odio a la humanidad, pero amo al mundo, sin embargo, tu eres alguien muy loco que desea con fuerzas salvar a aquello que sea humano, desafiando al mundo a capa y espada. Dos caras de una misma moneda, no es gracioso?" Esta vez si hubo una risa en esa voz extraña, pero se detuvo al escuchar por primera vez la voz del hombre.

"Lo... Lo siento. Lo siento mucho" el hombre ahora lloraba, su voz quebrada comenzó a rogar por el perdón de alguien, el estaba arrepentido, estaba culpandose de algo... ¿De que? No lo sabia con certeza, pero el rostro de una mujer bella que había conocido hace muchos años en su pasado se fijó en su mente.

Una melena larga, cabello de la misma tez tan blanca como la nieve, su piel palida y unos ojos tan rojos como la sangre, iguales a los rubíes... Su nombre seguía vigente aún después de años sin haberlo pronunciado.

"Illya... Debí de haberte hecho caso..." Fue su último lamento... Un último recuerdo fugaz apareció en su mente... Su rostro, el rostro de la mujer que amo alguna vez, si al menos moría, moriría con la imagen de esa chica en su mente.

Un recuerdo fugaz, una pequeña niña que le había sonreído, una última despedida que tuvo, ese último encuentro con su hermanito lo quebró... Pero aún así, el hombre tuvo el último recuerdo, una sonrisa de su preciosa hermana.

El mundo era realmente una mierda.

"Demonios... Eres una cosa muy frágil y-" la voz se detuvo en seco, algo había sentido, algo lo había obligado a detenerse al hablar. No era algo... Alguien... "¡Tu!" Se dió cuenta del responsable a todos sus problemas, era ese hombre, aquel hombre aún no quería morir.

El hombre de acero aún no quería morir, ¡¿sus ideales y convicciones eran mucho mayores que las maldiciones?! O era acaso que... Aún quedaba el residuo del poder del anterior Grial hecho maldiciones? No lo sabia... Pero la luz que empezó a cegar al hombre parecía tener la respuesta...

Emiya Shirou se había convertido en una espada maldita y el cumpliría sus últimos deseos antes de morir.

°•°•~_--_--_--_--_~•°•

El sol estaba en su punto más alto en el día, arriba en el extenso cielo azul lleno de nubes blancas. Era una tarde muy tranquila para los habitantes de Tokio, demasiado tranquila si me lo preguntarán.

Aún así, está ciudad tenía algunas cosas diferentes, no era una ciudad más que común y famosa, ¿cierto?.

"Agh, hace demasiado calor para estas fechas" fue el comentario algo altanero de un chico mientras caminaban junto a otro chico. "¿Me puedes repetir sobre el por qué vinimos hasta aquí?" Fue la queja que dió el chico de uniforme negro de cuerpo completo, lentes de sol y un muy llamativo cabello albino.

Junto a su lado estaba otro chico de la misma edad que el albino, solo que su cabello estaba amarrado a un estilo más feudal, aún así vestía el mismo uniforme que su amigo el albino y con un mechón que lo hacía parecer un poco Emo.

"No te quejes Satoru, estamos iniciando el segundo año de la secundaria, ¿por qué esa cara larga?" La voz del chico era un tanto más tranquila, pero estaba algo contento por el día tranquilo. "No es bueno que disfrutemos el último día de vacaciones antes de entrar al segundo año de bachillerato?" Intento ser positivo con la actitud de su amigo.

Este par de camaradas no eran más que Satoru Gojo y Suguru Geto. Dos hechiceros del Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio.

Clasificados como uno de los más fuertes en el Colegio Jujutsu, estos dos eran chicos con una Hechicería muy versátil para defenderse y atacar, cumpliendo con un pasado muy controversial para estos dos, aunque el que obtuvo la mayor fama fue Satoru Gojo.

Ese chico era un lío demasiado complejo para la institución... Pero aún así era uno de los más fuertes, por eso es que los altos mandos lo apreciaban.

"Bueno, ciertamente acordamos que los últimos tres días de vacaciones lo tomariamos para usarnos entre nosotros como nos plazca sin restricciones, Tu quisiste ir a los videojuegos... Yo quise que fuéramos a comer, Shoko era la última, por lo que no nos quedaba de otra más que... Llevar sus compras" Geto explico con algo de detalle la compleja mecánica que habían hecho como acuerdo antes de que empiecen las clases en el colegio Jujutsu nuevamente.

"A lo que yo me preguntó... ¡¿Por qué diablos estoy cargando la mayoría de compras?!" Exclamó Gojo con algo de molestia mientras cargaba varias bolsas con productos diferentes, zapatos, joyería, y en su mayoría Ropa. ¿Quien lo diría?

"No lo sé" respondió Vagamente Geto mientras caminaban por las calles, habían perdido a Shoko de vista, por lo que quizá podrían aprovechar a buscar una banca para sentarse y descansar.

Caminaron por algunos minutos, las personas caminaban de a montones, las calles estaban algo saturadas de gente, pero al menos podrían pasar tranquilos.

La tranquilidad termino al llegar a un callejón.

"Oye Suguru... ¿Estás viendo lo mismo que yo?" Gojo se detuvo en seco ante el oscuro callejón.

"Mh? Que es lo que atrajo tu atención ahora? Si es otra de tus tonterías para tardar, Shoko podría enojarse y-" cuando llegó a estar junto a Gojo, se quedó helado.

Un callejón sin salida, en la oscuridad y sumido en las sombras, las bolsas de basura recargadas en la pared al rededor del callejón. Y al fondo del lugar... El cuerpo inconsciente de un joven pelirrojo con su vestimenta hecha harapos,  parecía el cuerpo de un joven al rededor de la edad de Gojo y Geto...

"¿Estás pensando en lo que yo estoy pensando?" Una sonrisa dibujo el rostro de Gojo.

Geto solo se quedó con los ojos en blanco pero se recuperó al instante. "Bueno, supongo que tendremos que Shoko podría esperar" Una leve sonrisa apareció en Geto.

"Ese es el espíritu!" Comento Gojo para dejar las compras a un lado. Junto a Geto se prepararon para pasar al interior del callejón.

Dieron un paso al mismo tiempo.

Sus cuerpos se tensaron y una presión misteriosa se poso sobre sus poderosas almas.

El mundo se poso sobre sus hombros.

"Q-que?!" Atónito, Geto quedó boquiabierto, sus hombros le pesaban y sentía como algo quería aplastarlo... Su visión se nublo un poco y le costaba mantenerse estable, tuvo que apoyarse en contra de la pared del pequeño callejón.

Pero Gojo? Gojo era otra historia.

"Sientes eso no Suguru?" El peliblanco tenía otras sensaciones.... Este poder... Está sensación, este peso... Algo estaba mal, algo estaba rotundamente mal... Y si era así entonces...

¿Por qué Gojo Sonreía?

Sus cristalinos ojos azules cruzaron miradas con los ojos del chico.

Los tatuajes marcados en casi todo su cuerpo desgastado se hacía visible, y por un momento, sus pálidos ojos dorados brillaron, mirando fijamente al hechicero con la técnica de los seis ojos.

Y de repente, todo el mundo se detuvo, y el mundo de la Hechicería tembló.

Una nueva maldición había caído sobre el mundo.


Continuara....

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