Extra | Rowdy y Giselle
Lo que pasó el día que Giselle bebió de más y Row la llevó a su casa por primera vez (capítulo 07)
ROWDY WILLBURN
Todos se reunieron en este lugar, yo preferí quedarme en la casa para terminar un ensayo, pero no dudé en venir en cuando Angel me llamó para avisarme que ella estaba aquí y quería subirse a la mesa, ellos intentaron calmarla.
Omar asiente y la señala. La busco inmediatamente barriendo el lugar con la mirada hasta que encuentro a la pelirroja, sentada, con los codos apoyados en la barra y la cabeza descansando en su puño, mientras un tipo le habla, no creo que ella le esté prestando atención, pero él y su manera de acercarse definitivamente buscan algo más. El ácido sube por mi garganta, es evidente que ella está ebria, maldito hijo de perra.
No pierdo más el tiempo, me aproximo dando zancadas.
—Lárgate —digo entre dientes al tipo que no deja de inclinarse hacia su cabello como para susurrarle algo en el oído.
Giselle se agita e intenta quitárselo de encima, pero él no se mueve.
El sujeto me mira por encima de su hombro y hace una mueca.
—Búscate a la tuya, amigo —suelta—. Esta la gané yo.
Doy un paso, al tiempo que saco la navaja, me acerco lo suficiente como para que sienta el filo cavando en su costado. Sus ojos de borracho se abren, aturdidos.
—Las mujeres no son una jodida cosa que puedas apartar, cabrón, tienes dos segundos para alejarte de ella si no quieres que te rebane en dos por ser un puto aprovechado de mierda.
Su rostro se vuelve blanco, no necesito decir más, se levanta y huye como una maldita rata cobarde. Debería darle una lección para que no se le ocurra volver a molestar a una chica vulnerable, pero Omar entiende la molestia y sigue al sujeto tan pronto sale del bar. Sé que él se hará cargo, lo asustará tanto que el pobre infeliz no volverá a hacerlo.
Me concentro en la chica de cabellos de fuego. Veo la botella vacía de tequila, también hay un cuenco con limones y un salero. Se la bebió entera, me pregunto si le pasó algo.
—Giselle —pronuncio—. Muñeca, ¿estás bien?
Se endereza y peina su cabello para luego repasarme con sus ojos vidriosos, nublados por el alcohol. Son verdes y refulgen cuando me reconocen.
—¿Qué haces aquí? —Su voz es pastosa, le cuesta volver a la realidad, luce como si hubiera estado sumergida en un trance.
Me recargo en la barra y le sonrío.
Giselle se inclina hacia adelante, pero no estoy seguro de si quiere acercarse o si está tan borracha que no puede mantener el equilibrio, así que le ayudo sosteniendo sus hombros.
—Vengo por ti, ¿no es obvio? —Le hago una seña al barman, se acerca y espera, deslizo un billete hacia él—. Cerveza, por favor.
—¿Vienes por mí?
Esboza una sonrisa de lado, coqueta, y mis venas estallan por el calor que me produce ese simple gesto. El barman me da la cerveza y yo le doy un trago sin despegar la mirada de la pelirroja. Me observa, su escrutinio me parece lento, pasea por mi cuello, mi pecho y sigue bajando, se relame los labios varias veces y el movimiento de su lengua dejando un camino húmedo en sus labios rojos me hipnotiza.
Es hermosa, incluso con todo ese alcohol en su cuerpo y que probablemente terminará desmayada en algún momento, se las arregla para lucir como una jodida ninfa de piernas largas, caderas anchas, cintura pequeña y tetas que se asoman en ese escote pronunciado.
Me está comiendo con la mirada, pidiéndome a gritos que la tome, sus pupilas se derriten al verme y los dientes que se encajan en su labio inferior me tientan a pecar. Si no estuviera ebria ya la habría besado.
—Sí, vine por ti porque al parecer no eres responsable cuando bebes. Ese tipo se habría aprovechado de ti si no lo hubiera mandado al infierno.
—Así que me rescataste.
Su dedo toca mi muñeca, me acelera el corazón, y asciende acariciando mi brazo, mi hombro, mi cuello. Pestañea y me mira desde debajo de sus pestañas.
—No, solo me aseguro de que llegues bien a casa —digo y doy otro trago.
Giselle se inclina hacia mí, está vez con la intención de llegar a mi oído. Cierro los ojos cuando su aroma a frambuesas me envuelve. Joder, joder mil veces. Aprieto la mandíbula.
—Te ves un poco tenso, ¿quieres que me encargue de esto?
Inhalo aire y detengo su mano antes de que pueda alcanzar el bulto que empieza a crecer debajo de mis vaqueros.
Se queja en voz alta, molesta por la interrupción. No puedo aguantar la risotada.
—Qué aburrido, Willburn.
—Estás borracha.
—Lo que importa es que estoy despierta y puedo hacerte una mamada.
Ahora es mi turno de quejarme, gruño al imaginar sus labios rodeándome, su lengua saboreándome.
Me voy a ir al infierno por desearla tanto. Se me viene a la cabeza el primer día que la vi, escapando en su auto rojo, todo sobre ella es así, fuego ardiente y lento calentándome la sangre. Nunca había sentido tantas ganas de besar a una chica, luché con todas mis fuerzas para no rendirme, pero al final mandé todo al carajo en cuanto dejó ese beso en mi puto vidrio. La tensión entre nosotros es fuerte, es explosiva, ni siquiera el tequila puede acabar con ella.
Da un saltito y me sorprende que no se caiga, sus dedos envuelven mi muñeca y me jala, no entiendo qué está haciendo. Giselle se detiene en el centro de la pista y pega su espalda a mi pecho.
—No, no, no, ¿qué haces? —pregunto.
Le doy la vuelta tan pronto su culo comienza a moverse y me arrepiento, es muchísimo peor, pues sus brazos se enredan en mi cuello y se pone de puntillas, a pesar de que está usando tacones. Su nariz juega con la mía y sus dedos cepillan los cabellos de mi nuca, me eriza la piel.
Me seduce, siento que un tren me aplasta y me cuesta no perder la cordura. Sus labios llegan a mi mandíbula, suspiro al sentir su cálida lengua probándome.
—Eres irresistible —susurro.
—¿Entonces por qué seguimos aquí?
—Porque tomaste mucho esta noche. —Me aclaro la garganta, necesito que nos larguemos de aquí para poder dejarla en su casa—. ¿Dónde vives?
Una risita traviesa me contesta.
—No lo sé. —Pestañea con rapidez y sonríe, el gesto se me antoja pícaro.
Entrecierro los ojos.
—¿Cómo que no lo sabes?
—No lo sé, tendrás que llevarme a tu casa. —Se muerde el labio y sé que lo está haciendo a propósito.
Investigo en su bolso y en su celular, pero Giselle finge que no recuerda la clave y no hay ninguna credencial. Eso me molesta, no puede ponerse hasta el culo sin compañía decente y no traer identificación, ¿en qué estaba pensando? Le pido una vez más que me diga su dirección, pero se niega y hace pucheros como si fuera una niña pequeña. Suspiro y tallo mi frente, no voy a dejarla aquí. Busco a mis amigos, Omar ya está de vuelta, Angel asiente, es la señal para marcharnos.
—Nos vamos ya —digo.
Rodeo su cintura y la pego a mi costado para caminar hacia la salida. Giselle me abraza, no le cuesta seguir el ritmo de la caminata, pero tampoco puedo estar seguro ya que me cuesta pensar si está succionando mi cuello y acariciando mi pecho con sus uñas largas.
Nos montamos en la camioneta, soy el último en subir y no queda demasiado espacio, aquí adentro está atiborrado de personas, están los chicos, Regina, Kealsey, y un montón de chicas que no conozco y que juegan con Mateo y Tyler. Giselle sube cuando le ofrezco mis manos y, sin preguntar, se deja caer en mi regazo.
El camino es una tortura. Ella quiere romperme, está decidida a acabar con mi autocontrol.
—Giselle, no hagas eso, por favor —ruego cuando vuelve a restregarse en mi polla—. Me estás matando.
Agarra mis manos y las pone a su alrededor, se abraza con mis brazos y se pega a mi cuerpo. Tengo una puñetera roca escondida en los pantalones, me duelen las putas bolas, esto se convertirá en un problema cuando llegue a casa y tenga que desahogarme yo solo.
—¿No te gusta? —pregunta y hace un puchero adorable que repercute en mi entrepierna.
Joder.
Qué mujer tan seductora. Quiero morder sus labios gruesos y rojos, quiero investigar de qué color se ponen al succionarlos.
Respiro hondo en su cabello, su perfume me hipnotiza, huele suave, huele a delicadeza, lo cual contrasta con su evidente rebeldía. Y no sé por qué eso me vuelve loco.
No debería, tal vez pensaría distinto si hubiéramos empezado con el pie derecho. Ella nos descubrió mientras intentábamos abrir un auto, la amenacé con una navaja —nunca tuve la intención de lastimarla—, no salgo con chicas que no son del barrio, mucho menos si son de la universidad. No me gusta mezclar las cosas en mi vida, mi familia, la hermandad, la universidad, las chicas con las que tengo sexo... Nada de eso puede colisionar.
Eso me lleva a admitir que Giselle no sale de mi jodida cabeza desde que se apareció en mi camino.
No puedo dejar de pensar en su cabello revuelto y rojo como el fuego, en sus ojos verdes que me recuerdan a una selva, en sus curvas de muerte donde quiero perderme, en sus piernas infinitas que quiero sobre mis hombros mientras me endulzo con su sabor, en esos labios apetecibles que quiero morder, en sus pestañas largas y coquetas que fingen inocencia, en su mirada traviesa que confirma lo salvaje que es, en su aroma que me hace agua la boca, en sus palabras descaradas que se meten en mi piel y en su delicioso culo que no deja de mover para tentar mi erección.
Sí, la he observado mucho desde ese día. Sí, parezco un puto adolescente. Sí, debí alejarla porque era un peligro. Sí, les confesé a los chicos que la quería en mi cama. Sí, estoy intentando atraerla a mi guarida.
—Muñeca, me fascina lo que estás haciendo, pero estás borracha, entiéndelo por favor.
Y me está costando un montón resistirme a sus encantos, me está costando un montón mantener mis manos quietas cuando lo único que quiero hacer es apretujarla.
—¿Y? —se queja—. Si no puedes con ello se lo pediré a uno de tus amigos.
Suelto un gruñido malhumorado, sobre mi puto cadáver, ninguno de ellos va a tener el placer de poner ni un solo dedo en su cuerpo. Omar y Mateo se ríen.
—Claro que puedo con ello, pero me gustaría que lo recordaras al día siguiente.
—Claro que lo voy a recordar.
Gracias al cielo Kealsey y Regina están dormidas, solo los chicos y las desconocidas están escuchando nuestra discusión, la cual no me molesta en absoluto, ella quiere acostarse conmigo y está peleando para que suceda esta noche. Me hace sentir bien porque no soy el único aquí deseando estar con el otro.
Ella suelta risitas juguetonas y deja caer la cabeza en mi hombro, deposita un besito tronado en mi mandíbula y exhala en mi oído. Tengo que respirar hondo para aguantar.
Está sentada encima de mí, inquieta, rozándome y soplando su aliento en mi garganta. Debería estar frustrado, pero la verdad es que estoy divertido y me siento muy animado porque tendré un pretexto para hablar con ella en la mañana.
—¿Te estás burlando de mí? —le pregunto. Me ruego calma cuando captura el lóbulo de mi oreja con sus dientes—. Giselle, muñeca, no puedes hacer eso cuando intento resistirme.
La aprieto un poco aferrando su cintura, mis dedos palpan su costado. Agacho la cabeza para mirarla, sus ojos me regresan la mirada y me sacan el aire. Me gustaría verlos de cerca, así en esta posición, cuando hay luz, porque son hermosos.
Llevo mis labios a su oído para hablarle y que los demás no escuchen.
—Si no hubieras tomado tanto y estuviéramos solos te follaría de todas las formas posibles.
Ella gime y aprieta las piernas.
¡Santo Cristo! Está excitada, tengo apretar los dientes para recordarme que no debo tocarla y aliviar el dolor que está sintiendo.
—Si estuviéramos solos... —Baja la voz y actúa como si fuera a decirme un secreto—. Te untaría chocolate y lamería todo tu cuerpo.
Claro que no lo dice en voz baja.
Todos lanzamos un gemido.
La visión de ella haciendo eso me nubla la mente. ¿De qué infierno salió esta chica? Es pura tentación.
—Esa es una gran idea —le digo.
Ella sonríe de lado con picardía y pestañea, coqueta.
—Apuesto a que te gustaría tener mis labios en tu poll...
—Shh, no estamos solos. —La interrumpo y pongo mi dedo índice frente a sus labios para silenciarla.
—Ups. —Se lleva las manos a la boca y vuelve a reír—. No me importa, quiero que me tomes justo ahora o tendré que hacerlo yo.
Giro los ojos con diversión, es mandona. La camioneta se detiene, me apresuro a abrir la puerta, Omar baja y busca a Kealsey.
—Ya llegamos —susurra y le quita el cinturón. Keals murmura algo indescifrable, está completamente perdida en sus sueños, no soporta mucho el alcohol, por eso solo bebe cuando estamos nosotros—. Rodea mis hombros, bebé, yo me encargo.
Omar está colado por ella, ya ni siquiera lo disimula, antes intentaba fingir que no lo hacía babear, ahora le importa una mierda y hace cualquier cosa por Kealsey. Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa, aunque eso vaya a herirlo. Nunca hablamos de ello, es muy reservado con ese tema, pero estoy seguro de que se arrepiente de no haber valorado la relación que tuvieron. Ahora Omar está loco por ella, y Kealsey le dice que es un gran amigo.
Regina despierta por el ruido y arrastra los pies.
Yo me encargo de que Giselle no se lastime al bajar, se cuelga de mi cuello una vez que desciendo y besa mi barbilla. Le sonrío y bajo las manos por su espina dorsal, llego hasta sus muslos y la ayudo a que envuelva mi cadera con sus piernas, ella lo hace gustosa. Me las arreglo para bajar su vestido sin tocarla en lugares prohibidos.
Omar carga a Kealsey como si fuera una princesa, es el primero en entrar a la casa. Luego entro yo con mi koala pelirrojo que no deja de mirarme, y después el resto.
Ellos desaparecen, yo voy y me siento en el sillón sin soltarla.
Se queda quieta, contemplándome.
Aquí puedo ver sus ojos, me da la sensación de que camino en una arboleda, bajo las copas de los árboles.
—Me gustas —susurra. Pasea sus yemas por mi barbilla, me inclino hacia su toque porque es tierno y me envuelve.
—Qué curioso, tú también me gustas.
—Eres muy apuesto.
Me roba una sonrisa.
—¿Siempre eres tan traviesa, simpática y habladora cuando estás borracha?
—Oh, no, yo me voy al infierno. —Su rostro se ensombrece durante un instante, luego regresa la claridad—. Te puedo llevar ahí si quieres.
—Creo que hay que dormir, ¿te parece?
La bajo de mi regazo y la pongo a un lado de mí, voy a tomar impulso para levantarme y llevarla a mi cama. Sin embargo, pone sus manos en mis hombros y me empuja.
—No —protesta—. No quiero dormir.
—Bueno, te llevaré a la cama para que te acuestes y puedas descansar, yo regresaré al sofá y hablaremos en la mañana cuando te sientas mejor.
Ella hace una mueca que me divierte. Un segundo después está arriba de mí una vez más, en esta ocasión no se queda quieta.
—Por favor —suplica.
Mis párpados se cierran con dolor cuando empieza a mover las caderas, no me duele porque no quiera, todo lo contrario, la deseo tan mal que asusta. Mi cuerpo me traiciona y reacciona, se despierta.
—Por favor —repite.
Desliza sus manos por mi pecho, me apresuro a ponerlas en mi nuca.
—No, deja tus manos quietas, solo toma todo lo que quieras de mí.
Sus ojos relampaguean. Sus dedos se sumergen en mi cabello y empieza a restregarse, mueve sus caderas y yo siento que entro en el puto paraíso. Primero se mueve muy lento, miro hacia abajo y suspiro al ver lo cerca que estamos. Mi polla va a explotar, pero no me importa.
La imagino desnuda, con esos cabellos indomables cayendo sobre sus senos. Giselle.
Ella aumenta el ritmo, se mueve presionando más fuerte, más rápido y en diferentes direcciones. Gime en voz alta y suspira.
—Eso, muñeca. —Gruño y clavo los dedos en el sillón o voy a perder el control y le arrancaré la ropa.
—Estoy muy húmeda. —Su voz suena ahogada.
Cierro los párpados y vuelvo a abrirlos para no perder de vista el fuego de sus ojos.
—¿Cuánto? —pregunto.
—Mucho. —Se queja y yo quiero protestar incluso más.
Una de sus manos abandona mi nuca, voy a impedir que me toque porque, si lo hace, no podré controlarme, pero ella no pretende tocarme, ella acaricia su seno y luego busca su humedad. Giselle se acaricia mientras sigue moviéndose encima de mí. Su cabeza se hace hacia atrás, su cabello parece una cascada, sus labios se entreabren para gemir.
—Joder.
Creo que me voy a correr nada más viendo cómo se da placer.
—Qué sexy eres, muñeca.
Mis palabras le roban otro gemido, su mano se acelera, sus caderas también. Se muerde el labio inferior cuando estalla. No me deja ver su expresión porque cae hacia adelante y se refugia en mi cuello. Solo entonces la rodeo con mis brazos. Se tarda en recuperar el aliento, cuando lo hace se echa hacia atrás.
Me sonríe, bobalicona.
Yo no puedo quitarle los ojos de encima, me duele por el deseo acumulado, pero es un dolor exquisito que soportaría mil veces si con eso pudiera verla otra vez perdiendo el sentido de esa manera.
—Gracias —me dice y restriega su mejilla en la mía como si fuera una gatita.
—Nunca hago estas cosas.
—¿Y por qué hoy sí?
Ella no pregunta por qué con ella sí, y eso me gusta, ella no da por hecho que es diferente, aunque es obvio que ha despertado un hambre que no reconozco.
—No lo sé.
Deja un último beso en mi rostro antes de levantarse y tirarse en el pequeño sofá que está a un lado de nosotros. Se queda dormida ahí en menos de un segundo. Suelto una risotada y me tallo el rostro.
Esta noche comprobé que sí, que definitivamente la quiero en mi cama, despierta y gimiendo debajo de mí.
No me muevo del sillón, cuido que no le suceda nada, aunque sé que no corre peligro en este lugar. Estoy demasiado eufórico como para dormir, mi erección no disminuye, creo que se endurece cada vez más conforme pasan las horas.
En la mañana, cuando sé que todos están durmiendo, me levanto para cambiarme y deshacerme de la puta roca de una buena vez. En mi habitación, revivo lo que sucedió hace unas horas. Me toco, pensando que son sus dedos.
Cuando regreso a la sala me sorprende encontrarla despierta y confundida, estoy seguro de que está buscando una salida.
Mmmh, qué panorama tan bonito.
—¿Te vas tan pronto? —pregunto.
* * *
¡GRACIAS POR EL MILLÓN DE LECTURAS! Gracias por el apoyo que le dan a la historia, por sus comentarios, sus votos, por compartirla y recomendarla ♥ Me hace muy feliz que estén enamoradxs de la historia y de los personajes. Significa mucho para mí que estén aquí y me regalen su tiempo. Gracias mil veces por todo.
Este es un pequeño regalo de agradecimiento. Espero que hayan disfrutado los pensamientos de Row mientras Giselle intentaba con todas sus fuerzas seducirlo. Me tardé en actualizar porque estaba en final de cuatrimestre (/-\)
SOBRE GISELLE, sé que Giselle es muy complicada y cuesta entenderla con la poca información que nos da, más adelante les explicaré TODO acerca de ella (seguramente por medio de un en vivo en Instagram), sin duda es mi personaje favorito por toda la construcción de su perfil psicológico, así que si les interesan esas cosas, puedo hablarles de ello (yo soy una friki que ama su carrera, sorry). Comenten aquí si les gustaría.
SOBRE ROW, Row no está enamorado de Lili >.< jajaja. La ama porque fue su amiga y siente que le debe algo, pero no está enamorado, sería súper retorcido. Él se lo dice en el puente a Giselle, frente al río, que NO ESTÁ ENAMORADO. Amar y estar enamorado son cosas distintas.
SOBRE LA HISTORIA, en el capítulo anterior tuve varios errores (ya los corregí), recuerden que este es un borrador, hay errores por más que intento pulir, y soy distraída, hay veces que se me atrofian los pensamientos jajaja xD
SOBRE LOS EXTRAS DE LAS OTRAS PAREJAS, sí subiré capítulos sobre Ty y Regina, Omar y Keals, Ushio y Mateo, Rome, etc... No se desesperen.
SOBRE EL DRAMA, tengan paciencia, no es el momento, ustedes disfruten la lectura, lxs veo muy tensxs jajaja Me encanta, sigan pensando en eso y torturándose >:D
Lxs amo.
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