Epílogo II
⚠️Hoy actualicé dos veces, asegúrate de haber leído el EPÍLOGO I⚠️
S I E N N A
Todos amábamos la casa de las flores rojas, incluso cuando mis hermanos y yo crecimos seguíamos visitando casi todos los días a nuestros padres solo para contemplar el paisaje y recordar los momentos de nuestra infancia.
Ellos hicieron que nuestra niñez fuera mágica.
Recuerdo a papá sonriendo con un delantal amarrado en la cadera y guantes de cocina mientras preparábamos todos juntos galletas.
Adrian se comía la masa sin permiso, Rowdy hacía desastres con la mezcla, Ronan era el más atento al colocar las chispas de manera ordenada y yo robaba las que podía sin que nadie se diera cuenta. Excepto mamá, a ella no podía engañarla.
Mamá se quedaba quieta en un banco contemplándonos y tomando videos porque quemaba cualquier cosa que metiera al horno.
Nos recuerdo correteando en el jardín con Groot y Rocket, años después despidiéndonos de Groot cuando se hizo viejo y lo perdimos entre lágrimas y sollozos. Fue un duro golpe que ninguno superó, ni siquiera Rocket, nuestro gato sintió la pérdida de su amigo más que nadie.
Se me viene a la mente nuestras tardes de picnic, arrojábamos una manta al suelo y comíamos los más ricos manjares, algunos preparados por papá, otros por la abuela Hortensia, otros comprados por mamá. Cuando papá descubría una tarta del supermercado movía la cabeza con diversión y besaba a mamá en la punta de su nariz. «Qué tramposa eres, caperucita», decía.
Recuerdo la molestia de papá cuando me rompieron el corazón la primera vez, despotricó y dio vueltas como león enjaulado diciendo que nadie podía herir a su princesa, luego me miraba con tristeza sin saber qué hacer para que me sintiera mejor.
Esa noche lloré, mamá entró a mi habitación para consolarme, me abrazó fuerte y cepilló mi cabello hasta que dejé de llorar. Más tarde papá entró con chocolate caliente para las dos. Él siempre nos hacía chocolate caliente si estábamos tristes.
Era común encontrar a Ronan dibujando mariposas con nuestro padre, a Adrian jugando futbol en la cochera, a Rowdy descifrando sus cubos Rubiks, encontrarme bailando con la música a todo volumen.
Mis hermanos eran tan diferentes, pero ellos siempre supieron cómo unirlos. Ronan era sarcástico y hosco, Adrian el simpático y popular de la escuela, Rowdy el inteligente que nos aplastaba con sus perfectas notas y conquistaba corazones con su dulzura y sus hoyuelos. Y luego estaba yo, una combinación de los tres.
Los fines de semana con los abuelos eran divertidos, una semana íbamos con la abuela Hortensia y el abuelo Fredrick, la semana siguiente con el abuelo Robert. Muchas vacaciones las pasamos todos juntos, esas eran mis favoritas.
Recuerdo cuando mamá nos contó a mis hermanos y a mí su pasado, abrió sus heridas y se mostró vulnerable. Creo que ese día comprendimos por qué a veces se veía melancólica, en ciertas fechas del año parecía que lidiaba con algo que no entendíamos. Y la amé más, la admiré más, se convirtió en mi heroína.
Esa historia le afectó especialmente a Ronan, quien perdió a sus padres biológicos en un accidente, como mamá. Creo que por primera vez vi algo en sus ojos, cuando se dio cuenta de que le tocaron unos padres adoptivos maravillosos, una familia que lo quería.
Uno de los momentos más esperados del año era cuando venía toda la familia y los amigos de mis padres.
Kealsey y Omar eran inseparables, tenían una academia de danza, en donde fui estudiante; Mateo nos hacía reír, disfrutaba cómo hacía que todos perdieran la paciencia; Tyler abría los refrescos con los dientes y le encantaba que lo llamaran «destapa corcholatas», también era un coqueto con Regina; Ushio y Avril eran como nuestras tías, nos daban toda clase de regalos, si es que Avril no estaba grabando una de sus películas; Angel era muy callado, fue quien me llevó a tatuarme cuando cumplí los dieciocho, claro que a mi padre por poco le dio un ataque; Rome era un hombre muy ocupado, pero siempre que lo veíamos estaba sonriendo.
Pero mis recuerdos favoritos eran los de mis padres. Recuerdo su amor, el cariño tan profundo con el que se observaban, me recuerdo pensando que quería algo igual para mí. Alguien que me mirara como si fuera todo en su mundo y con el que pudiera sentirme tranquila y amada.
Puedo recordar a mi padre frente al piano de mamá, a ella tocando una canción un tanto desafinada, él encantado, cerrando los ojos para disfrutar la música como si de verdad pudiera entenderla y sentirla en el fondo de su corazón.
Creo que ellos dos se amaban de una forma inexplicable, realmente creo que sus almas se entendían.
Esa casa está llena de recuerdos, también puedo verlos riendo en la banca del jardín cada domingo, deseosos por ver el atardecer para después abrazarse y darse un beso.
Pese a que nunca lo imaginó, mamá se volvió una romántica que se levantaba muy temprano para prepararle el desayuno a papá —y a nosotros, claro está—, aunque no supiera cocinar.
Lo esperaba todas las noches para dormir juntos cuando él llegaba tarde de trabajar.
Mi padre no se quedaba atrás, hacía cualquier cosa por ella, bastaba con ver cómo la miraba para saber que la amaba.
Papá ya tenía muchas arrugas y estaba muy cansado cuando murió, el cáncer volvió un par de meses antes de que sucediera, pero se fue feliz, sonriendo, viendo los ojos de su amada y diciéndole cuánto la quería, cuánto nos amaba, con sus manos unidas.
Al final venció su miedo más grande.
Mi madre no se separó de él ni un segundo, lloró su partida e intentó lidiar con la tristeza, pero un mes después el Alzheimer vino y se llevó sus recuerdos, casi como si su mente le rogara olvidar que había perdido al amor de su vida, así como su mente un día la protegió del dolor.
Dejó de sufrir.
A pesar de eso, nunca olvidó sentarse en la banca cada domingo, bajo el viejo sauce, justo al atardecer, como si en el fondo supiera que debía reunirse con él.
Y lo hizo un día, también se fue.
Antes de partir tomó mi mano, sonrió y dijo: «Sienna, él está aquí, mi Row, mi cariño vino por mí»
* * *
Mi corazón llora con este epílogo, pero es mi favorito porque muestra la conexión que tenían :c
ME NIEGO A DESPEDIRME, porque se van a quedar para los extras, ¿verdad? ¿VERDAD? 🔪
De todas formas quiero darles las gracias por acompañarme con ROWELLE, gracias por apoyar la historia, por dejar comentarios tan bellos. No hay nada que me haga tan feliz como saber lo mucho que el libro les ha gustado y les ha ayudado a conocerse, a sanar y a atender su salud mental. ESO ES TAN ASOMBROSO QUE QUIERO GRITAR AAAAAAAAAAAAAAAH.
Eres tan poderoso como todos los personajes valientes que admiras, eres fuerte y no está mal pedir ayuda si lo necesitas.
Te mando un abrazo fuerte, fuerte. Espero encontrarte en otra de mis historias.
T I E N E N M I A M O R ❤
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