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Capítulo 14 (pt1)


La universidad se pinta de color verde y negro cuando celebramos el aniversario, y hoy se cumplen doscientos cincuenta años, es una fiesta que dura toda una semana y en la que hay conferencias, simposios, cursos y talleres. Para despedir la festividad hacen un concierto en donde lanzan fuegos artificiales, al final los alumnos se reúnen cerca del río Connecticut y extienden la diversión.

Sara y yo aprovechamos el evento para ir a las facultades, para pararnos afuera con las alcancías y hablarle a la gente sobre Bridgeton, no solo asisten estudiantes, también vienen catedráticos, expertos y personas importantes como figuras públicas. El primer día llenamos cuatro alcancías y un senador nos dio su número, el día siguiente Sara trajo a más chicos para que nos ayudaran a recolectar dinero.

Hoy es viernes y son las últimas conferencias antes de que todos partan al concierto. Me quedo quieta afuera del auditorio, esperando que salgan del simposio de Negocios y Administración.

Me despego de la pared cuando veo que empiezan a salir, me acerco con todos los que puedo, algunos me ignoran y me rechazan haciendo una seña con la mano, otros me escuchan con atención.

—¿Y podemos ir a donar a Bridgeton directamente? —me pregunta un chico después de depositar un billete en la alcancía. Sus amigos y amigas, quienes están a mi alrededor, también donan dinero.

—Sí, claro que sí —digo, entusiasmada—. Las puertas están abiertas para todos los que quieran ayudar, ya sea con dinero, en especie o siendo voluntario.

Él me sonríe de manera amigable, se cepilla el cabello con los dedos y asiente.

—Me voy a dar una vuelta, tal vez pueda poner una alcancía en el negocio de mi familia, me gustaría ayudar.

—Claro, si quieres pásame tu número para que pueda comunicarte con la directora.

Él me dicta su número, yo tecleo para llamarle y que también tenga el mío. Los trámites son más sencillos si le ayudo en el proceso a si lo hace solo, tenemos que investigar y visitar su negocio, pero podemos acelerar el acuerdo.

La piel de mi nuca se eriza, ignoro la sensación tallando mi cuello.

El chico se despide, no sin antes prometer que se pondrá en contacto. Me doy la vuelta para irme, ya es hora de marcharme para buscar a Avril y Ushio, las tres nos arreglaremos en mi casa y después iremos al concierto. Camino hacia la salida, con dirección al estacionamiento, me entretengo guardando las estampas de la carita feliz de Bridgeton que les damos a los que nos regalan dinero.

Choco con una pared o eso creo que es, pero cuando parpadeo me encuentro un pecho que reconozco de inmediato, no sé cómo lo logro si no está usando camiseta, supongo que son los músculos de su cuello. Esta vez usa una camisa y corbata, me dan ganas de estudiarlo con detenimiento porque seguro se ve sexy con ropa formal. Para mi mala fortuna, hace que mi corazón se acelere. No elevo la vista, finjo que no sé quién es.

Ups, lo siento, estaba distraída —digo.

¿En serio, Giselle? No se lo va a tragar.

Lo esquivo, sigo caminando, solo que ahora doy zancadas largas, a ver si logro alejarme. Creo que me he escapado, pero mi táctica no funciona, pues captura mi codo y me da la vuelta. Willburn me da un jaloncito, sin embargo, pongo resistencia clavando los talones en el suelo, así que quedamos a tan solo un par de pasos de distancia.

Me obligo a mirarlo a los ojos porque no quiero que se entere de que se me muero por averiguar cómo se ve pantalones, camisa y corbata. Tampoco quiero prestar demasiada atención porque luego se dará cuenta de que quiero enredar la corbata en mi muñeca para jalarlo y morder sus labios.

Ha pasado una semana desde el día que me sacó de su casa, cuando llegó su madre y cambió su actitud. No lo vi ni una sola vez, no me buscó ni se puso en contacto conmigo. No sé si este es su modus operandi: acostarse, perderse una semana y luego repetir. El mío no es así y no pienso cambiarlo para que después venga este sujeto y me saque de su casa como si fuera una ladrona. Que se joda.

Es atractivo y folla bien —más que bien, el muy maldito te lleva al paraíso—, pero no voy a aguantar que me diga que quiere un vínculo de amistad y luego me trate de esa manera. Mis amigos no son así y por lo visto los suyos tampoco, así que puede irse a la mierda.

No estoy molesta, la verdad es que me da igual lo que haga o deje de hacer, yo me quedé a dormir porque quise, no me obligó, no buscaba otra cosa. Entiendo que se pusiera nervioso o incómodo por la presencia de su madre, él mismo lo dijo, no le gusta que conozca a las personas con las que folla. También comprendo que se sintiera frustrado porque yo soy la primera escondiendo mi vida, pero no hacía falta actuar así.

No he pensado mucho en él, solo ese día mientras volvía a casa, me convencí de que no volvería a pasar. No pasará, aunque se vea delicioso y me esté mirando como si quisiera arrancarme la ropa aquí, delante de todos; aunque mi mente me traicione y quiera ceder.

—Qué linda sorpresa, caperucita —dice el apodo con lentitud, como si estuviera disfrutando al decirlo.

Ahogo un suspiro en mi boca al sentir la corriente que me recorre, mis nervios cobran vida como si hubieran estado dormidos. Sus ojos barren mis simples pantalones de mezclilla y mi camiseta negra de Bridgeton y me hacen sentir la chica más sexy de todas, a pesar de que no hay nada extraordinario en mi apariencia. Me mira con tanta intensidad que por un instante me siento desnuda, creo que puede ver a través de la ropa.

—Hola —digo y sonrío.

—¿Qué estás haciendo?

—Estudio aquí. —Me encojo de hombros. Le da un vistazo rápido al logo de mi camiseta y luego a la alcancía. No pregunta, y yo no respondo—. ¿Tienes algo que decirme? Tengo un compromiso y necesito irme.

Me mantengo fría y distante, él lo nota, pues entrecierra los párpados.

—¿Estás enojada por lo que pasó el otro día? —pregunta, la sospecha es evidente en su semblante. Se escucha más como una acusación, incluso levanta la barbilla, a la defensiva.

—¿Debería enojarme por algo? —Alzo una ceja.

—Por cambiar los planes, no esperaba la visita de mi madre.

—No pasa nada, lo comprendo, es tu familia y es normal que quieras privacidad.

Esboza una sonrisa ladeada que borra la tensión de sus facciones, también la de los hombros y adopta una postura relajada, baja la guardia. ¿Creía que iba a reclamarle? ¿Qué iba a pedirle una explicación? Paso, no soy así. Eso sí que me molesta, he repetido una y otra vez que no me interesa nada serio y sigue actuando como si en cualquier momento fuera a cambiar de opinión y a rogarle amor eterno.

—No debí dejarte afuera, no sé qué me pasó —explica con un dejo de preocupación. Se peina el cabello con los dedos justo como ese día, supongo que es una manía suya que sirve para controlar la ansiedad—. Luego salí y ya no estabas.

Sus ojos se iluminan y se ven como un gato pidiendo disculpas por cometer una gran travesura. Sus pupilas se tiñen de un arrepentimiento que se desliza en mi mente y me hace dudar. Es peligroso porque es camaleónico, por un momento me creo su fachada de chico arrepentido y tierno.

—Te confesaré algo para que te sientas mejor: yo te hubiera pedido que te lanzaras por la ventana.

Su mandíbula se desencaja y luego suelta una carcajada. El sonido me hace sonreír, tiene una risa ronca y baja, pero ruidosa, de esas risas escandalosas que podrías reconocer a kilómetros y que te contagian la diversión. Es la primera vez que ríe así, despreocupado y ni siquiera dije algo tan gracioso.

Relamo mis labios para que no vea mi sonrisa cuando vuelve a mirarme. Willburn se mueve con mucha rapidez, no sé cómo logra cerrar los espacios y envolverme con una facilidad que me sorprende. Su brazo —que me aprieta la cintura y me adhiere a su cuerpo—, parece una enredadera abrazando mis curvas.

Formo un puño con la mano libre para no tocarlo, pues sé que la tela de su camisa es muy delgada y podría sentir sus pectorales si lo quisiera. La otra está sosteniendo el bote, estoy a salvo.

Su nariz se mueve contra la mía, de un lado a otro, la calidez de su aliento se estampa en mi cara cuando exhala. Tiene los labios entreabiertos, casi están cepillando los míos. Mi vientre se derrite porque el recuerdo de sus manos tocándome vuelve a mi cabeza.

—¿Y si vienes conmigo? —pregunta en voz baja—. Te prometo que nadie nos va a interrumpir esta vez.

—Ya tengo planes, Willburn.

—Ven conmigo —insiste.

—No, quiero ir al concierto y a la fiesta.

—Entonces te llevo, los chicos también irán. —Aplano los labios y me quedo en silencio, su vista sube cuando no respondo, me mira con seriedad, alcanzo a distinguir que se frunce su ceño—. ¿Qué pasa?

—Ya tengo compañía.

Omito el detalle de que son mis amigas y Rome, él no tiene por qué saberlo. No me suelta, tampoco cambia la expresión, sabe controlar sus emociones tan bien como yo, pero se va el brillo de sus ojos. De todas las reacciones posibles, él decide esconder su cara en mi cuello. Hoy traigo un moño alto, no se le dificulta clavarme los dientes en la base de mi oreja.

Soy débil por un segundo, suelto el aire y cierro los párpados. Me atormenta con la humedad de su lengua, mi cuerpo reacciona, se vuelve blando y tembloroso, y él lo nota, pues gruñe y el agarre se vuelve más firme, más decidido. Cuando vuelvo a abrirlos miro alrededor, hay algunos estudiantes, unos cuantos nos están mirando. No creo que les sorprenda ver a dos personas de esta manera, lo que les asombra es el sujeto que me está sosteniendo.

—Vale, espero que te diviertas —susurra—. Dile a tu compañía que te cuide o tendré que robarte.

Se separa con rapidez y se va, desaparece antes de que pueda responder.



Ushio le dijo a su madre que iría a una pijamada, la señora Momo Sunohara sospechó porque ha salido mucho últimamente, así que nos llamó para preguntar si era cierto. Avril y yo le aseguramos que todo estaría bien, le mentimos diciendo que comeríamos chatarra y veríamos series hasta altas horas de la noche.

—Rome me preguntó si ibas a venir —le dice Avril a Ushio mientras se acomoda las pestañas postizas que me hacen recordar al Cisne Negro.

—¿Qué le dijiste? —pregunta ella, quien se queda quieta un segundo, luego se recupera y sigue retocando su maquillaje. En la tapa de su espejito plateado hay un estampado de ramas con flores rosas.

—Que sí. —Hace una pausa—. Dijo que hablaría contigo.

Ushio no deja de aplicarse máscara de pestañas, actúa como si Avril no hubiera dicho que Rome quiere hablarle. No ha hablado mucho de él, estuvimos juntos en el concierto e interactuaron como siempre, con familiaridad, solo que esta vez no hubo coqueteos, Rome lo intentó, pero ella no correspondió. Aunque ahora que lo pienso, noté a Rome muy pegado a ella, como que no quería separarse. No debe tardar en llegar al hotel.

La música suena a todo volumen, hay muchos alumnos bailando en el centro de la pista junto a la mascota de la universidad. Nosotras estamos sentadas en una mesita para seis personas, mientras esperamos que Rome venga. Quiero cenar y pedir un trago.

—Lástima, mi cita acaba de llegar —dice y da un saltito para levantarse.

Desvío la vista para ver a quién está mirando y me sorprende encontrar a Mateo caminando hacia nosotras con una sonrisa coqueta en el rostro. ¡Joder! ¡Rome va a enloquecer! No sé qué me sorprende más, si saber que ellos dos hablan o la persona que viene detrás de él.

La hermandad está aquí y todos vienen hacia acá. Avril se atraganta, pero no dice nada, luce como si estuviera a punto de sufrir un ataque cardíaco.

Mateo saluda a Ushio depositando un beso en su mejilla, después desaparecen.

—Pelirroja, qué gusto verte —dice Kealsey, quien trae puesto un short muy corto y medias de red, su look urbano le queda a la perfección.

Algunas cabezas giran cuando ven a la despampanante pelinegra caminar con ese andar gatuno. Por eso no me asombra que Omar se detenga detrás de ella, no creo que estén juntos, pero tampoco están separados. Willburn me da una mirada intensa antes de dirigirse a la barra, los demás lo siguen.

—¿Quieren sentarse?

Ellos aceptan la invitación, aunque creo que Omar ha aceptado solo porque no quiere dejar sola a Kealsey.

Avril primero no quiere conversar, luego se une a la plática y hasta termina relajándose y riendo de lo que Kealsey dice. Lo entiendo, es fácil hablar con ellos, y eso que no ha estado con el resto de los miembros, si están en el mismo lugar son una bomba.

—Will mencionó que vendrías con alguien —suelta Kealsey.

—Vine con mis amigos, Ushio, Avril y Rome, solo que él todavía no ha llegado.

—Ya... —Aplana los labios, me da la impresión de que no quiere sonreír.

Minutos después llega el mencionado, reconoce a Omar, la cara que pone no es la de alguien amigable. Se deja caer en un asiento vacío y mira hacia todas partes, supongo que buscando a...

—¿Y Ushio? ¿Dónde está? —pregunta.

—Está bailando —responde Avril.

Puedo ver malicia y diversión en los ojos de mi amiga, está disfrutando esto, puede ser malévola. No me agrada la idea de que él sufra, así como odio que Ushio llore, pero supongo que merece un escarmiento por portarse de esa manera.

Rome alza la cabeza y la busca, su ceño se frunce tan pronto la encuentra. Mateo está rodeando la cintura de Ushio, y ella está colgada de su cuello. Los dos bailan y ríen. Si no supiera que no son nada, pensaría que son una pareja con mucha química. Creo que él piensa lo mismo, pues solo le falta echar humo por las orejas.

—¿Quién mierdas es ese? —Gruñe.

Eso llama la atención de Kealsey, Omar también lo analiza.

—Un amigo —digo.

Rome refunfuña y no vuelve a hablar, su mirada se desvía una y otra vez hacia ellos. ¿Alguien está celoso o es mi imaginación?

La fiesta es en uno de los hoteles que están cerca del río, hay un área para beber y comer, y del lado contrario el DJ hace mezclas. Pido pasta y un Cosmopolitan, todos ordenan, excepto Rome, que está apachurrado en la silla con cara de pocos amigos.

—Mañana es noche de chicas, iremos al bar y luego veremos películas, ¿te unes? —me pregunta Kealsey.

—No creo que a Juliet le agrade la idea.

—Juliet no irá —suelta Omar—. Tampoco le hagas mucho caso, es mi hermana y la amo, pero es una niña mimada, mi abuela le da todo lo que quiere y piensa que los demás deben hacer lo mismo.

—A Regina y a mí nos gustaría que nos acompañaras, nos hace falta una compañera.

—¿A qué hora?

Aplaude.

—A las ocho.

Después de cenar, me disculpo para ir al baño. Cepillo mis dientes, arreglo mi ropa y retoco mi maquillaje. Cuando regreso me doy cuenta de que Avril está con sus compañeros, Kealsey y Omar ya no están en la mesa, ella me hace una seña para que me acerque y me una a la hermandad. Le sonrío y niego, no puedo dejar a Rome solo, menos cuando parece un niño haciendo pataletas o un toro a punto de arremeter contra Mateo.

Tiene una cerveza con la cual juega, la hace rodar sin despegar los ojos de la pareja que sigue bailando.

—¿Qué demonios, Giselle? —me pregunta apenas me dejo caer a su lado—. ¿Quién es ese tipo?

—Un chico que conoció, es amigo de Willburn.

—¡¿Qué?!

—Estás neurótico, tienes que calmarte.

—Y una mierda, ¿tú le presentaste a ese sujeto? ¿Tan poco quieres a tu amiga? Si tú quieres revolcarte en el lodo no la arrastres contigo, si le pasa algo va a ser por tu culpa.

—Oye, para tu carro, Rome, ella está grande y puede decidir —digo, molesta—. No te desquites conmigo si la cagaste, es tu problema.

Se talla la cara con frustración y exhala aire de forma ruidosa.

—También te lo digo porque me preocupas, salir con criminales es cruzar la línea, Elle. —Se gira hacia mí y toma mis manos. Quiero decirle que ellos no son malos, que son buenos y amigables, y que me han sonreído más que cualquier otra persona que conozco—. Estaban sentados aquí hablándote como si fueran grandes amigos, esto no va a ayudarte, en la universidad vieron que estaban abrazados y los rumores corren. Puede perjudicarte en el futuro, en tu currículo y en tu salud mental. Empezaste el año decidida a apartarte de esto y aquí estás.

Agacho la cabeza con pesar, su dedo índice eleva mi barbilla.

—No me importan los rumores —susurro.

—Lo sé, nena, y sé que es parte de tu comportamiento autodestructivo, pero tienes que parar.

Lo miro con dolor, le arrebato las manos. ¿Tan predecible soy que no puede pensar que les hablo porque me agradan? ¿Tan tóxica cree que soy? Eso me duele porque se trata de él. Yo no pienso lo peor de él, a pesar de que también se ha equivocado.

—No se trata de eso, Rome, tal vez te equivocas al querer pensar por los demás, por eso Ushio está bailando con un chico que la deja ser, por eso no está aquí contigo.

Cuando alzo la vista encuentro una mirada de hielo, por alguna razón me siento vulnerable, ha visto cómo unas simples palabras pueden lastimarme, que por fuera soy fuerte, pero por dentro soy débil.

Me levanto y salgo del hotel, necesito respirar, alejarme de los fantasmas que me persiguen. 


* * *

El capítulo me quedó muy largo jaja, así que tuve que dividir. Si comentan mucho en este capítulo subo la parte que sigue el miércoles :D  Ya saben qué hacer \*-*/



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