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Capítulo 10 (pt2)


Ya había estado aquí antes, la entrada desemboca en un pasillo largo, a mi izquierda está la sala, conformada por dos sillones largos y dos pequeños de color negro y una mesita circular en el centro. Después de esta se encuentra un comedor de madera oscura, y más allá está la cocina, se puede ver casi todo debido al gran arco de la barra. Y a mi derecha está una puerta, que es la del baño, lo sé porque una de las chicas que estaba aquí la última vez que vine se metió ahí y tiró la cadena. Alcanzo a ver algunas puertas en el pasillo, pero no logro contarlas porque las luces del corredor no están encendidas.

Las paredes son blancas, una cenefa gris las recorre. No hay cuadros ni nada personal, pero es un lugar lindo y acogedor.

No estamos solos, algunas cabezas se levantan cuando entramos. Kealsey y Omar estaban conversando, los dos sonríen en nuestra dirección. También están Juliet y Tyler, él es amigable y asiente hacia nosotros, ella finge que no existimos.

Me agarra la mano y me conduce hacia el pasillo, no vamos muy lejos, se detiene en la segunda puerta.

—Ponte cómoda, estaré contigo en un minuto —dice al tiempo que gira la perilla.

Traspaso el umbral sola, busco en la pared el interruptor para encender la luz. Su habitación es como una cueva, las paredes son negras y la cortina gris. Hay una cama, dos mesitas de noche, un armario, un espejo y una alfombra. No hay nada personal que pueda contarme algo de él, es vacía.

Mi habitación es muy diferente, tal vez yo necesito ver fotografías para poder creer que soy alguien ahora.

Se escuchan pasos que vienen desde el pasillo, alguien bufa.

—Juliet, basta. —Parece molesto—. No quiero repetírtelo, ya hablé contigo sobre esto.

Ella dice algo que no logro entender.

—Nena, no hay nada malo en ti, el problema soy yo. —Su voz suena más suave, creo que incluso hay un poco de cariño y ternura en su tono.

—Yo puedo ayudarte a que la superes, si tan solo me dejaras entrar.

—Sabes que, si pudiera, lo haría.

No se escucha otra cosa hasta un par de minutos después, alguien azota la puerta de la entrada, así que supongo que se ha marchado. Está enamorada de él.

Nunca he conocido esa clase de amor, ese pensamiento me roba una sonrisa triste, no he conocido ninguna puta clase. Siempre he pensado que las personas que pueden amar son muy afortunadas, pero luego escucho el dolor de Juliet, el de Ushio, el de mi madre por perder a su hija, y no estoy tan segura de que el amor sea algo bueno.

Estoy perdida en mis pensamientos sombríos cuando él entra, noto que camina de un lado a otro, pero estoy muy perdida como para prestar atención. Me abrazo, de pronto me siento desolada, no me gusta lastimar a las personas, al menos sé que Juliet tiene a sus amigos.

Un movimiento me saca del trance, no entiendo en qué momento Willburn se puso de rodillas frente a mí. Me sonríe antes de desabrochar mis tacones, quita la correa que me rodea el tobillo y me saca el primero, hace lo mismo con el otro. Me asombra que imparta un masaje en mis pies.

Frunzo el ceño y me hago hacia atrás.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto.

—Quiero que estés cómoda, te lo dije.

La tensión en mis hombros se va.

—¿Quieres jugar?

No entiendo de qué carajos está hablando, me enseña un vasito de color negro y lo agita, en el interior hay dos dados rojos con puntos blancos. ¿Por qué mierda este hombre está pensando en jugar cuando estoy sentada en su puta cama?

—No, quiero morderte —suelto.

Él se carcajea y acaricia la planta de uno de mis pies, manda corrientes deliciosas por todo mi cuerpo.

—Caperucita, quiero que lo hagas, pero no te gustan los planes, así que jugaremos un poco, a ver quién logra desnudar a quién.

Oh, bien, no suena tan mal. No me sorprende que la propuesta levante mi ánimo, soy muy competitiva y definitivamente quiero quitarle la ropa. Entonces entiendo todo, mis párpados se abren con horror cuando descubro su plan.

—¡Me has quitado los zapatos! —exclamo y lo apunto con mi índice—. Eres un tramposo.

—Nunca dije que jugaría limpio. —Alza una ceja de manera graciosa.

Deja mis pies en el suelo y se levanta, veo que se dirige al costado de la cama y se sienta sobre una almohada, su espalda está pegada al respaldo y una de sus piernas está colgando.

Me doy la vuelta y gateo para acercarme, sintiendo cómo su mirada me desnuda y me incendia. ¿Ya he mencionado que me gustan sus ojos? Tal vez es mi parte favorita de su cuerpo, y eso ya es ir demasiado lejos, pues el tipo está buenísimo.

Me siento sobre mis piernas y bajo el vestido para tapar mis muslos.

—No es necesario, muñeca, pronto te lo arrancaré.

Giro los ojos con diversión.

—Creí que...

—¿Qué?

—Que solo lo haríamos y ya. —Siento el sonrojo antes de que llegue a mis mejillas, por fortuna mi maquillaje lo ocultará—. No te ves como el chico que hace estas cosas.

—¿Cómo me veo?

—No sé, como el chico malo que toma todo de ti y te echa de la casa.

—Admito que no me esfuerzo tanto, pero si tomo algo, doy eso y más. —Se encoge de hombros—. Y se van cuando acabamos, no tengo que pedirlo ni soy grosero, ya saben lo que ofrezco y lo que no estoy dispuesto a dar, siempre soy claro con mis deseos, Giselle. Tú no te irás esta noche porque no vives en el barrio, te llevaré en la mañana.

Asiento, no muy convencida.

—Dime las reglas del juego —pido al tiempo que le arrebato el vaso con los dados, ya estoy lista para terminar con la charla, necesitamos acción.

Willburn se ríe entre dientes.

—Es algo parecido al Craps —explica—. Hacemos una apuesta y tiramos los dados. Si sale siete u once, ganas tu apuesta; si sale un dos, tres o doce, la pierdes. Si sale un número diferente te quitarás una prenda.

Niego con indignación, no puedo creer que me haya quitado los zapatos, él se ve muy divertido.

—Empiezo —sentencio.

—Eres muy sexy cuando eres mandona.

Ignoro su comentario y pienso en mi estrategia, no quiero perder y estoy en desventaja, tengo que derrotarlo y, la única manera que se me ocurre es acorralarlo.

—Un mordisco —digo.

Él asiente y yo sacudo los dados dentro del vaso. Lo único que se escucha es el sonido que hacen al chocar con el plástico. Y, por supuesto, pierdo. Sale un jodido cuatro.

Willburn esconde una sonrisa aplanando los labios.

No estoy usando mucha ropa, solo traigo puesto el vestido y mi ropa interior, así que si sigo perdiendo terminaré desnuda antes que él.

Acepto que he perdido, pero me doy el lujo de demorar y hacer esto a mi manera. Me pongo de rodillas y deslizo hacia arriba el vestido, muy lento. Él traga saliva, y aprieta los puños.

Sé que tengo un buen cuerpo, no es perfecto, pero estoy conforme con él. Tengo las caderas anchas y mis pechos están en su lugar, no son ni grandes ni pequeños, el tamaño está bien para mí. El último año pasé más tiempo en el gimnasio que en casa, de alguna manera tenía que sacar toda mi furia. Lo abandoné estas últimas semanas, pero debo volver pronto.

Una vez que llevo el vestido a mi cintura, me lo saco. Me quedo semidesnuda frente a él, pero es como si no tuviera nada puesto, creo que puede ver a través de la tela. Me recorre con paciencia, su expresión no hace más que levantarme el ánimo. Por alguna razón me hace sentir bien que le guste, una vocecita en mi mente me dice que es porque nadie nunca se había tomado la molestia de mirarme de esa manera, nunca me importó, hasta ahora.

Se aclara la garganta cuando se da cuenta de que ya ha pasado un buen rato sin decir nada.

—Que te des una vuelta muy despacio —dice y tira. Claro que sí, hijo de puta. Vuelve a carcajearse al ver mi reacción—. Te juro que no hice trampa, solo tengo buena suerte en los juegos de azar.

Me levanto, no muy segura de que me esté diciendo la verdad. ¿No dijo que jugaría sucio? Bajo de la cama y me detengo en el costado. Y me doy la vuelta, hace un ruidito de apreciación cuando estoy de espaldas. Regreso a la cama.

Hay chispas volando por todas partes.

—Quiero un beso.

Pero pierdo, sale un doce.

Es su turno.

—Una palmada en el culo.

—Ni de coña.

—Oh, vamos, muñeca, concédeme eso. Soy un tipo de traseros y el tuyo es perfecto.

Ya veo, eso explica muchas cosas.

Me quedo en silencio, él espera. Algo dentro de mí se enciende ante la idea, así que asiento y el sonríe, complacido. Tira y... pierde, sale un cinco.

Se quita la camisa de un jalón y me da una probada de su cuerpo, este hombre tiene marcado todo, está bien trabajado. Se ve imponente, como una estatua expuesta en un museo, perfecto.

—Montarme en tu regazo.

Tiro. Festejo dando un aplauso cuando sale siete.

Se acomoda para darme espacio, extiende las dos piernas en la cama y abre sus brazos para que me acerque. Me aproximo y me siento a horcajadas, me apoyo en sus hombros, él me ayuda a mantener el equilibrio.

—Que muevas tus caderas —suelta.

Él tira y gana, esta vez estoy contenta con el resultado.

—¿Así? —pregunto en voz baja y sugerente, mientras muevo las caderas hacia atrás y hacia adelante. Está tan duro, hay una roca firme escondida allá abajo que me roza y me hace delirar.

—Sí... —Exhala.

—¿Así lo hice la primera vez?

Sus dedos en mi cintura se vuelven duros, me sostiene con firmeza y me ayuda a moverme. Agarro sus manos y las muevo por mi espalda, las guío para que capturen mi trasero, sus palmas calientes me aprietan. Rodeo su cuello y pego mis pechos al suyo, me aplasto para unir nuestros torsos y que el único espacio entre los dos sea cuando tomo impulso para frotarnos.

—Sí.

—¿Te gusta, Will?

Así lo llamó Kealsey una vez, él se ve turbado, pero no creo que sea por disgusto, al contrario, respira hondo y me mira los labios. Está a punto de perder el control, puedo sentirlo.

—Sí, me gusta.

—Te deseo mucho —susurro.

—¡A la mierda el puto juego!

Se me escapa una risotada porque se mueve con rapidez, en un segundo estoy en el centro de la cama, debajo de su cuerpo, el cual me aplasta y me mantiene quieta. Envuelvo su cadera con mis piernas y presiono su culo con los talones.

El brillo desaparece de su mirada, ya no está jugando, eso ya quedó atrás, ahora solo hay oscuridad, un apetito que amenaza con consumirme. No sé qué versión me gusta más.

Saca un paquete plateado del bolsillo de su pantalón y lo pone junto a nosotros, sobre el edredón. Se levanta y se deshace de su ropa con rapidez. Deja al descubierto una erección que apenas me deja ver, pues regresa y vuelve a aplastarme. Su miembro caliente está entre mis piernas, sobre mi montículo, rozando mi vientre. Ay, mierda.

Deposita una serie de besos en mis pechos y hace un recorrido en mi cuello. Siento que su dedo se desliza dentro de mis bragas y me las saca. Investiga si estoy húmeda y gime cuando siente que estoy preparada.

—Ya no puedo aguantar —dice entre dientes

—Yo tampoco.

El tiempo que tarda en abrir el preservativo y ponérselo me saben a eternidad. Arqueo la espalda al sentir que juguetea con su punta en mi entrada, pero casi no puedo elevarme por la cercanía. Él me llena de golpe y yo gimo fuerte, el sonido sale de lo más profundo de mi garganta y se escucha ronco, cargado de necesidad, es casi animal, no reconozco mi voz. Mi cuerpo lo succiona y yo me aprieto a su alrededor.

Las estocadas son mortales, rápidas, decididas. Entierra su cabeza en mi cuello, cerca de mi oreja, así que puedo escuchar cada gruñido y gemido que suelta, eso enardece mi sangre.

—Qué bien te sientes, qué delicia —murmura y me provoca una descarga.

Cada vez que aprieto mis músculos él ruge, cada vez que hace círculos con sus caderas yo tengo que cerrar los párpados.

La habitación se llena de sonidos, él se entierra hasta el fondo una y otra vez, una tensión se apodera de mi vientre. Mis piernas tiemblan, yo tiemblo, creo que él también.

—Eso es, caperucita, piérdete conmigo.

Llegamos juntos, explotamos al mismo tiempo. Esto es lo que quería, la subida que me hace caer al abismo. No toco ningún cielo ni nada que se le parezca, estoy en medio del fuego, las llamas me consumen.

Cae encima de mí y yo suspiro, satisfecha.

Deposita un beso en mis labios antes de salir de mi interior, me sabe a agradecimiento, sufro una sacudida cuando me abandona porque estoy más sensible que otras veces. Él se levanta y se deshace del condón. Me quedo quieta mirando el techo, mientras recupero el aire. Se mueve por toda la alcoba y deja algunas prendas en la cama.

Me apoyo con los codos para ver qué está haciendo, cuando lo veo ya trae unos calzoncillos puestos y un pantalón de franela de color verde.

—Para que duermas cómoda. —Hace una pausa, está concentrado en mis ojos. Ni una sola vez desvía su vista a mi cuerpo—. Iré por agua, regreso en unos minutos.

Conozco muy bien esa expresión, es solo un pretexto. Tal vez yo la hago a menudo, después de que me acostumbré a recibirla, odiaba la mirada condescendiente, la que mide tu reacción después del sexo, como si uno no pudiera controlar sus emociones y sentimientos. Él me está mirando así justo ahora, y lo detesto.

—Gracias.

Asiente. La frialdad regresa, estoy con el chico que me miró con desagrado cuando estaba con Avs en esa banca, no el chico que me ha perseguido y que no puede separarse de mí. Él pone su distancia, no es grosero, por supuesto, pero es brusco. Es más que evidente que le incomoda que deba quedarme, a pesar de que él lo propuso.

Pestañea una última vez antes de darse la vuelta y salir de la alcoba. Quiero limpiarme, pero el baño está en el pasillo, y no quiero que piense que lo estoy buscando. Me visto, coloco mis bragas en su lugar. Me pongo su ropa por cortesía, pues no me molesta dormir con vestido.

Me quedo sentada en el borde, mirando la alfombra.

El sexo es como el alcohol y las drogas, la subida es buena, pero la caída es una mierda. Nunca me llena, tal vez hasta me quita lo poco que tengo, pero haré cualquier cosa para olvidar, no importa lo mal que me sienta al final si en el camino me la paso bien. Nunca ha importado.

Escucho ruido y risas en el exterior, solo quiero irme, no me gusta quedarme, me gusta escapar para no pensar demasiado, pasar página rápido e ir por el siguiente.

Pero soy orgullosa, si me voy creerá que estoy indignada, que su comportamiento me ha afectado, no puedo ser muy efusiva y amable porque pensará que soy intensa.

Busco mi celular, hay un mensaje de Ushio donde dice que ya está a salvo en su casa, el exceso de emojis me hace sonreír.

Él regresa minutos después.

—Tengo que ir al baño —digo.

—Claro, está en el pasillo.

No voltea ni una sola vez, acomoda las almohadas. Le dije que yo no estaba buscando nada especial, y se comporta así, eso es lo que me enerva.

Salgo de la habitación y me dirijo al baño, de reojo veo a las personas ahí, las mismas que estaban cuando entré, excepto Juliet; también está Mateo. No volteo, me encierro y suelto el aire.

Me limpio y hago mis necesidades. Luego me acerco al espejo para arreglar mi cabello enmarañado. Soy un desastre, uno que recibió una buena follada.

Cuando salgo del baño, los ojos de Kealsey me reciben, está en el sofá, pero sé que estaba esperando que saliera.

—Pelirroja, hay pizza por si tienes hambre.

Ella señala la caja de pizza que está en la mesita. Están jugando cartas y bebiendo cerveza. Como si mi estómago escuchara, empieza a rugir, no cené nada. ¿Le molestará a Willburn que me acerque a sus amigos? Arrugo el rostro, ¿desde cuándo me importa? ¡Que le den!

—Gracias, la verdad es que estoy famélica.

—Entonces agarra un plato y sírvete, también hay cerveza —anima Mateo.

Kealsey se ve conforme cuando me aproximo y me inclino para tomar una rebanada. Me dejo caer en un sofá individual y me relajo mientras disfruto el queso derretido con salami y champiñones.

Esta gente es amigable, no puedo entender cómo es posible que en sus ratos libres salgan a delinquir, parecen personas normales, amigos compartiendo una velada.

Tyler se inclina, agarra una botella y le quita la ficha con los dientes, me la ofrece con amabilidad.

—¿Te crees destapador de corcholatas? —pregunto con diversión y acepto la cerveza.

—Nena, yo seré lo que tú necesites. ¿Necesitas un destapador de corcholatas? Destaparé las que quieras. —Alza sus cejas, coqueto.

Suelto una risotada.

—¿Y si necesito un destapador de caños? ¿Vas a meter tu cabeza al retrete?

Omar se carcajea y Tyler hace una mueca de desagrado que me saca otra risita. Le doy un trago a mi cerveza y paladeo el sabor amargo.

Willburn no sale de su habitación, yo cojo otra rebanada y me convierto en espectadora del juego de cartas. Kealsey es buena, les gana a todos. El tiempo pasa y mis párpados comienzan a pesar, subo los pies al sofá y recargo la cabeza en mis rodillas. Y así, me quedo dormida, escuchando un eco de risas que me hace sonreír.

En algún punto de la noche, alguien me carga y me deposita en una cama. Reconozco su olor. El colchón se hunde del lado contrario, a él se le escapa un ronquido y yo ya no puedo dormir, estanco la vista en el reloj.

A eso de las ocho de la mañana me pongo de pie, me muevo con cuidado para no hacer ruido. Busco un post-it en mi bolso y escribo un «Gracias, fue una noche increíble», dejo la nota en su mesita de noche. No me cambio, solo recojo mis cosas y salgo del cuarto caminando de puntillas.

—Pelirroja, ¿a dónde vas? —pregunta alguien y me hace saltar.

Me llevo la mano al pecho y enfrento al dueño de esa voz. Es Angel, trae puesta la misma ropa de ayer, seguramente acaba de llegar.

—Tengo que irme y no quiero despertar a nadie.

—Parece como que estás huyendo. —Sus comisuras tiemblan.

No digo nada, lo miro con nerviosismo, ¿él lo despertará para avisarle que me estoy yendo? No lo hace, en cambio, me señala la puerta y me acompaña a la salida.

—Espero verte pronto, chica. —Se despide.

Una vez afuera, pido un auto que no se demora en llegar ni diez minutos. Es cobarde largarse sin más, pero esa es la única forma que conozco, no me voy a quedar a ver cómo me echan, no quiero ver cómo desean que me vaya, no quiero que sientan lástima. Ya he sido rechazada muchas veces en mi vida, por eso soy la primera en decir adiós.


* * *

HOLA ♥  ¡Sorpresa! Decidí subir antes porque llegamos a los 200k y estoy emocionada :D muchas gracias por leer. Los dos tienen heridas, uno más que el otro. A ver cómo se toma Willburn que lo haya dejado jajaja

Hay muchos personajes, ahora sí conocimos a toda la pandilla que, en realidad, sí que se consideran hermanos, se quieren mucho y se cuidan, después los conoceremos más y entenderemos muchas cosas.  Hasta ahora, ¿cuál de todos les cae mejor? Willburn, Omar, Tyler, Mateo, Angel, Kealsey y Juliet.

Levanten la manita si les gustaría que subiera un extra narrado por Willburn (lo que pasó cuando Gi se puso borracha) *-*/

Recuerden que en mi instagram (imzelabrambille) hay historias destacadas, hay una que dice "Personajes", ahí está el cast de la novela.

Nos leemos pronto.



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