Capítulo 08 (pt2)
—Moteros, chicos y chicas sensuales fumando y bebiendo afuera de la taberna Patito Modosito.
—¿Qué mierda es eso? —pregunto y suelto una carcajada.
—No me digas que no sabes, ¡por favor! ¡Qué vergüenza! Es el bar donde acaban Rapunzel y Flynn.
Bufo.
—Demasiadas películas de Disney, es hora de entrar a Patito Modosito. —Pronunciarlo es más gracioso que escucharlo, así que vuelvo a carcajearme.
Ushio gira los ojos y se baja del auto, yo imito sus movimientos y aseguro las puertas. Una vez más, no hay nadie vigilando, entramos y zigzagueamos entre el gentío. La última vez que vine estaba igual de atiborrado, apenas puedes caminar en el interior, siento un poco de ansiedad, incluso aprieto los dientes.
—Mierda, la gente me mira —dice Ushio con angustia, viendo hacia todas partes y alisando su vestido.
Investigo y sí, algunas personas giran para observarnos, aunque ella llama más la atención por su vestido floreado.
Nos acercamos a la barra, el nerviosismo de Ushio disminuye cuando da un saltito y se esconde sentándose en la silla. Yo me quedo parada, estiro la cabeza con la intención de buscar al barman para pedirle un trago, pero mis ojos encuentran otra cosa.
Le doy un codazo a Ushio y señalo con la barbilla al grupo que está en el fondo del bar. Son ocho, cinco hombres y tres mujeres. Willburn está ahí, me controlo para no poner los ojos en blanco cuando la mujer que está sentada en sus muslos intenta besarlo. ¿Tiene un imán en la entrepierna o qué carajos? Willburn: el pene magnético.
El primero en alzar la cabeza y dar con nosotros es Aldridge, él sonríe con malicia y llama la atención del moreno de tatuajes, el que me habló acerca del sillón lleno de fluidos corporales. Él nos ubica y sonríe de la misma forma.
El bufido de Ushio roba mi atención.
—¡Todos son sensuales! Son como las manadas de hombres lobo de las películas. Por favor, que se quiten la camisa como Jacob —ruega y hace un puchero como niña pequeña que quiere un dulce.
—Los vi semidesnudos.
Ella gime.
Alcanzo a ver que Aldridge y Mateo se levantan de sus asientos y caminan en nuestra dirección. Willburn ni se inmuta, sigue en lo suyo, conversando con Kealsey y disfrutando de las caricias de la chica.
No demoran demasiado en llegar, serpentean entre la gente dando pasos largos, muchos se mueven para dejarlos pasar, es obvio que les tienen respeto.
—¿Vienen para acá? —pregunta, alzando la voz—. ¡Demonios! ¡Sí vienen hacia acá!
—Relájate, pueden oler tu miedo —bromeo.
—Qué linda sorpresa —suelta Aldridge segundos después, su comisura sube con cierto aire de picardía—. ¿A qué se debe esta linda visita?
Nunca he hablado con él, siempre está su amigo, pero en este instante decido que me cae bien.
—Pelirroja, creí que no te vería de nuevo, ¿al final encontraste un mejor lugar o te decidiste por el sofá? —pregunta Mateo.
Ahora que lo veo de cerca me parece más atractivo, quizá es porque tiene pinta de chico malo y mirada dulce. Si los escucharan nadie creería que son parte de una pandilla, se ven adorables y juguetones. Me hacen recordar a Rome.
—¿Que no te vería de nuevo? —La mandíbula de Ushio se desencaja por la sorpresa, me encojo de hombros—. ¿Cuándo los viste?
—¿Y esta hermosa criatura quién es? —cuestiona Mateo—. No puedo dejar de mirar tu vestido, nena.
Ushio frunce el entrecejo.
—No te atrevas a reírte de mi vestido —dice y alza la barbilla a modo de reto.
Mis párpados se abren por el asombro, no entiendo ni un poco a esta mujer. En el auto me dijo que le aterraban los chicos como Willburn y ahora le contesta a uno de los miembros de la pandilla.
Mateo alza las palmas.
—Me gusta tu vestido. —Él le ofrece su mano—. ¿Bailarías conmigo?
Ella se tarda en responder, pero acepta su invitación. Se baja del banco dando otro saltito y deja que Mateo la guíe. ¿A dónde se ha ido el sentido común de Ushio? No tengo idea, probablemente la abandonó cuando pensó en Crepúsculo.
Si Rome estuviera aquí se infartaría, no seré yo la que le advierta.
—Entonces, pelirroja, ¿cuál es tu nombre? —cuestiona Aldridge sonriendo de una manera que pondría a temblar a cualquiera—. Nos hemos visto varias veces y todavía no sé cómo te llamas.
—Me llamo Giselle.
—Mucho gusto, Giselle, yo soy Omar. —Agarra mi mano y la eleva, deposita un beso suave en el dorso antes de soltarla, como un caballero galante. Su vista me abandona y ve algo a mis espaldas—. Ten cuidado, es un experto robando corazones.
Voy a responder, pero un brazo me rodea, el agarre es fuerte y posesivo, me arrastra a su costado y no me da opción de escapar. Es Willburn.
Omar suelta una risita, entonces entiendo su comportamiento, lo estaba molestando.
—No te distraigas porque puedo robarla —dice Omar a lo que él gruñe.
—Pareces carroñero.
Omar Aldridge suelta otra risita antes de irse, se aleja y vuelve al grupo que vi antes, algo en mi interior quiere rogarle para que no se vaya, debo de admitir que estoy un poco nerviosa.
—¿Estás diciendo que soy carne muerta? —pregunto. Mi voz muestra una seguridad que no siento.
La expectación burbujea dentro de mi cuerpo, me giro esperando que me suelte, pero ocurre todo lo contrario, me acerca más. Entonces mis piernas empiezan a temblar y tengo que tragar saliva porque su mirada me ha secado la boca. Los ojos celestes de Willburn escanean mis labios.
—No me atrevería —susurra—. ¿Quieres un trago?
—¿Tu amigo es confiable?
Él frunce el ceño, así que los señalo con mi barbilla. Willburn mira por encima de su hombro, la parejita está bailando, Ushio no se ve muy angustiada, creo que todo lo contrario.
—¿Mateo? —cuestiona una vez que vuelve a concentrarse en mi cara—. Sí, es el más bueno de todos.
Desvío la vista para comprobar que Ushio esté bien, no debería preocuparme tanto, no es la primera vez que se escapa, sale con chicos con mucha frecuencia, ella y Avs van a fiestas y bares.
Vuelvo a la realidad cuando me suelta abruptamente, aunque la lejanía dura poco, su mano toma la mía y me arrastra por todo el bar. Creo que me llevará con Ushio y su amigo, sin embargo, llega a la pista y busca un lugar para nosotros.
La canción cambia, una melodía en español, con un ritmo bastante bueno, empieza a sonar.
Abandona mi mano y se me queda mirando, como si estuviera esperándome. La gente a nuestro alrededor de mueve siguiendo la música, la oscuridad del bar le da cierto aire misterioso que, no puedo negarlo, me pone de los nervios, pero para bien.
Me muerdo el labio inferior cuando me ofrece su mano, con gusto voy hacia él, su palma es grande y sus dedos largos se enredan en los míos por un momento. Choco con esa masa de músculos, rodeo su cuello y cierro los espacios que hay entre nuestros cuerpos.
Me puse un vestido negro muy corto, así que temo que se me esté viendo todo el culo por estirarme para alcanzarlo. Para mi sorpresa, Willburn pone las manos en mis caderas y resbala la tela hacia abajo. El roce de sus dedos, el calor que irradia su piel cuando deja sus palmas sobre los costados de mi trasero, es más de lo que puedo soportar. Ese inocente y sutil toque manda descargas y me acelera el corazón.
No hay brillo en sus ojos, y yo quiero hundirme en esos cielos que se ven nublados por la oscuridad del lugar.
Huele bien, a cítricos, me dan ganas de lamerlo, a ver a qué sabe.
Se mueve como el demonio, sus manos me guían y yo estoy encantada con los movimientos de nuestras caderas. Nuestras piernas se mezclan, una de ellas se cuela entre las mías. No llevo nada más que un vestido y mis bragas, la tela es muy delgada. Atrás y adelante, él se mueve y yo lo sigo. Atrás y adelante, me relamo los labios y disfruto del contacto. Su muslo toca ese lugar que empieza a endurecerse y a doler, duele y es dulce, y me dan ganas de cerrar las piernas, pero Willburn está ahí, rozándome.
Su comisura sube, quizá cuando se percata de lo que está haciendo, o tal vez este fue su plan desde el principio.
—¿Todo bien? —cuestiona y pestañea, me recuerda a los niños que hacen travesuras.
Maldito infeliz.
—¿Tú qué crees?
No me responde ni se detiene. Su pierna sigue moviéndose ahí, la mezclilla dura de su pantalón repercute en todo mi cuerpo y no solo en lo que hay debajo de mis pantaletas. Sus dedos me vuelven loca, apretujan la carne de mis caderas, me acercan más y más. Mis pechos se vuelven pesados, no puedo controlar las reacciones de mi cuerpo, quiero maldecir, pues su sonrisa se ensancha cuando mis pezones se endurecen.
—No estás usando sostén —dice—. Qué delicia, caperucita.
Su voz enronquecida y el movimiento que da su manzana de Adán me roban la respiración. Tengo que abrir la boca para jalar aire, ¿él puede sentir la maldita atracción que hay entre los dos o es que yo me estoy volviendo loca? Es realmente jodido, nunca había sentido algo así, una fuerza invisible me obliga a ser consciente de todos los lugares donde nos estamos tocando.
He estado con muchos chicos, tal vez con más de los que me gustaría, y ni siquiera recuerdo la mitad. Pero nadie me ha hecho suspirar, nadie amenaza con robarme la cordura y la tranquilidad.
—Y yo que me moría por robártelo, ¿ahora qué voy a hacer? —pregunta y hace un puchero, como si de verdad estuviera sufriendo.
—Hay muchas otras cosas que puedes robar. —No sé de dónde saco la fuerza para responderle, creo que me derretiré en cualquier minuto—. Afuera está mi auto, creo que traigo diez dólares.
—¿Y tu vestido y tus bragas? ¿Eso te gustaría?
La punta de su nariz acaricia la mía, la mueve hacia los lados. Oh, maldito Willburn, él sabe que no tiene que robarlas, yo misma se las entregaré.
—Tendrás que averiguarlo —digo.
Mueve la cabeza hacia un lado, va a besarme y ¡joder! ¡Quiero que lo haga! Pero decido extender el jugueteo y muevo la cara, sus labios caen en mi barbilla. Él abre los párpados con asombro y yo me doy la vuelta en sus brazos para darle la espalda.
No será cuando tú quieras, cariño, será cuando yo lo decida.
—¿Me acabas de hacer la cobra?
Siento que su pecho tiembla por la risa, me aprieta y coloca su boca muy cerca de mi oído, sopla su aliento y hace que mis poros se levanten uno a uno. Tengo que morderme los labios para no suspirar, tal vez esta posición es peor que la anterior.
Cierro los ojos y dejo caer la nuca en su hombro, él aprovecha eso para rozar mi piel con su nariz.
No sé bailar como la mayoría de las chicas que hay por todos lados, soy más de música electrónica, el reguetón no es un ritmo que domine y, francamente, me siento muy estúpida cuando imito los movimientos de los demás. Voy a detenerme, él suelta un gemido bajo y ronco, casi silencioso, que me devuelve la seguridad.
Meneo las caderas, sus manos se clavan ahí y me ayudan, me motivan a bailar. Él sí que sabe moverse, lo hace muy bien.
Hay un bulto endurecido dentro de sus pantalones que se clava en mi espalda baja, me aprieto contra él, y él me recibe abrazándome desde atrás, cruza los brazos por encima de mi torso y me aferra, siento que estoy dentro de una cárcel.
—Sé cómo son las chicas como tú.
—Ilumíname, ¿cómo soy?
Él no tiene ni puta idea, a veces las apariencias engañan, y yo sé actuar muy bien.
—Te gusta atrapar corazones y romperlos —murmura—. No sé qué estás buscando, pelirroja, si lo que quieres es amor y esa mierda o trasformar al chico malo, te aviso que no lo vas a conseguir conmigo.
Si él supiera lo que pasa por mi mente no diría eso, no busco enamorarme ni sueño con hacerlo. Creo en el amor porque lo he visto en los ojos de mis padres cuando se miran, lo veo en la devoción que mi madre le profesa a un recuerdo, lo veo en Avs cada vez que aguanta las groserías de sus padres, lo veo en Rome cuando mira a Ushio y la aparta para no lastimarla, lo veo en Henry y en Demetria cuando protegen a los niños en Bridgeton. Pero no creo que el amor sea para mí, por eso no lo busco ni lo espero, no se puede amar a alguien que está vacía.
Mis padres adoptivos me aman porque lo decidieron, los niños de Bridgeton me aman porque no tienen a nadie más, mis amigas solo ven lo que yo quiero que vean y nadie me recuerda con cariño porque fui un estorbo. Nadie me ama porque le inspire cariño. Y los pocos confundidos que creyeron quererme salieron heridos porque no sé hacer otra cosa más que lastimar. Las personas que debieron amarme no lo hicieron, ¿cómo podrían amarme los desconocidos? Me gusta mirar el amor, no sentirlo. Me gusta mirar el amor, pero de lejos.
—Voy a ser claro, lo único que me interesa de ti es llevarte a la cama un par de veces y pasar página... ¿Lo tomas o lo dejas?
Quizá para otros su propuesta es despreciable, para mí tiene mucho sentido y, si Willburn piensa como yo, tengo la certeza de que no lastimaré a nadie.
—No me gusta atrapar corazones, mucho menos romperlos, pero te advierto que todo lo que me toca se muere —respondo.
Él se queda en silencio, por un instante creo que la intensidad y la oscuridad de mis palabras lo han asustado, que se ha largado y me ha dejado en medio de la pista, cualquiera lo haría; pero su respiración pesada en mi oído me recuerda que sigue aquí.
Me está doliendo el corazón, y ni siquiera sé por qué. Hay algo en mi memoria que se muere por salir, sin embargo, lo llevo a las profundidades, lo entierro para que no me mate.
—Entonces arrástrame a la muerte, pelirroja.
—Suena bien.
No pierdo el equilibrio cuando, de un movimiento brusco, me da la vuelta. Mis pechos se pegan al suyo, la fuerza del apretón hace que se apachurren contra él. No sé dónde poner mis manos, así que enredo mis dedos en las pretinas de su pantalón. Su nariz toca la mía, solo tengo que inclinarme para arrebatarle un beso, pero la cercanía basta para acabar con los pensamientos que me estaban torturando.
Acércate más, Willburn, tal vez si caigo en tu maldición los dos acabemos con el otro. Acércate y acaba conmigo.
Él sonríe con malicia, se siente como si hubiera firmado un trato con el mismísimo demonio.
* * *
Hola❤️
No sé, cuando escribo sobre Giselle me duele mucho el corazón, ella está tan herida y se siente tan sola que me rompe :c
Espero que les haya gustado, les pido que si fue así dejen su estrellita y compartan la historia para que llegue a más personas. Los votos y los comentarios me animan muchísimo.
Los quiero.
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