Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 04


Después de que me escapé, tuve que hacer muchas cosas que no podrían catalogarse como buenas para sobrevivir, me adapté, a pesar de mi corta edad. Al principio aprendí porque me obligaban a robar, a llevar dinero, después lo hice por mi cuenta. Iba a los mercados, agarraba frutas y pan, y corría antes de que se percataran de lo que había hecho. No es por presumir, pero me hice una experta.

Conozco muchas estrategias, pero que un auto no tenga alarma, facilita mi trabajo. Niego con la cabeza, seguramente es robada.

—Gi, mejor vámonos —dice Avril con nerviosismo.

—No seas aguafiestas, Avs. —Ushio lanza una risotada.

—¿Aguafiestas? Lo siento, pero asaltar a criminales no me divierte.

—Se nota que no sabes lo que es la adrenalina.

—Y supongo que tú sí, mala copia de Sakura Kinomoto.

—Ni siquiera me parezco a Sakura.

En otro momento me reiría de la riña que suena a pleito de secundaria, justo ahora no puedo concentrarme, y debo hacerlo.

—¿Se pueden callar? Necesito que vigilen.

—Esto es emocionante —dice Ushio—. Siento que estamos en un capítulo de Criminal Minds.

Esto definitivamente no es una serie. Rio entre dientes, al tiempo que jalo el alambre. Sonrío de lado con satisfacción al escuchar el sonidito que hace el botón cuando cede.

Ushio chilla tan pronto abro la puerta, Avril bufa. Me las imagino como el diablito y el angelito en mis hombros, son tan diferentes que da risa.

La camioneta está limpia, no hay nada personal, ni adornos ni ropa ni basura, ni siquiera hay polvo. Rebusco en la guantera del tablero, hay papeles, un labial, también encuentro una libretilla azul con un elástico que la mantiene cerrada. En la pasta de adelante dice «Propietario: Willburn», seguido de un número telefónico. Me tienta la idea de ver el interior, pero la descarto.

También encuentro una bolsa roja en forma de saco, la abro jalando dos cordones. Mi ceño se frunce. ¿Relojes de marca y cadenas en una bolsa de terciopelo? Sospechoso. Creo que encontré lo que estaba buscando.

—Ni se te ocurra, Giselle Callahan, ¿quieres que te maten o qué mierda? Mira, yo sí valoro mi vida y tengo muchos sueños y un futuro prometedor, no planeo morir tan joven, mucho menos se me antoja la idea de ser perseguida por maleantes.   —La voz cargada de preocupación de Avril me hace reír.

—Relájate, no seas dramática —digo—. Me lo debe. 

Meto el saquito en mi bolso y vuelvo a acomodar la guantera. Me bajo de la camioneta dando un saltito y cierro la puerta. Ushio está ahogando la risa en su boca y Avril no se ve contenta. Gira los ojos con lo que creo es fastidio, se da la vuelta y se va sin decir más, dejándonos en medio del estacionamiento.

—Eres una perra, recuérdame que no debo pelear contigo.

El día de hoy, Ushio está usando una de mis faldas y una blusa escotada que no sé de dónde sacó. En la mañana se metió a mi auto para cambiarse y me dio una maleta con ropa limpia, las prendas que le presté la semana pasada.

Aplano mis labios y compruebo que mi labial no se haya secado. Deposito un beso en la ventana. Le sonrío a mis labios de color rojo en el vidrio.

—Tienes que contarme cómo lo hiciste, ¿cómo sabes hacer eso?

Me doy la vuelta y le lanzo una mirada a Ushio, no me sorprende que esto la esté divirtiendo. Sus padres son estrictos, me los imagino como unas cadenas deteniéndola, así que se la pasa buscando situaciones extremas que sean todo lo opuesto a lo que sus padres quieren para ella. Quizá es un poco loco, pero cuando no sucede nada emocionante, a veces debes buscar. Tal vez nos parecemos más de lo que creo. 

—Tutoriales de YouTube —respondo, encogiéndome de hombros. Ojalá fuera cierto.

Le damos un vistazo a los alrededores y nos largamos antes de que alguien se percate de nuestra presencia, o peor, que vengan los dueños de la camioneta y arruinen mi  travesura.



Me las ingenio para ir de clase en clase sin ser vista, escondiéndome en los rincones de los pasillos y esperando a que el alumnado despeje los caminos para que me sea más fácil averiguar si corro peligro.

Antes de salir de la facultad, obtengo uno de los relojes del interior del saquito y lo guardo en otro lado.

—Gi —dice alguien. Salto del susto al escuchar, al principio no logro identificar la voz, pero me tranquilizo cuando Rome se planta frente a mí—. ¿De quién te escondes?

—De ti y de tu sonrisa lobuna, obviamente —respondo al tiempo que deslizo el cierre para cerrar el bolso.

Auch, eso me dolió. —Rome se lleva las palmas al pecho y hace una mueca, fingiendo dolor—. Te perdono porque sé que soy irresistible.

En otra época me habría pasado nuestra amistad por el culo y me habría bajado las bragas, no me caracterizo por ser una buena amiga, pero precisamente esa fue la razón por la que no insistí y acepté su respuesta de entrar a la zona de amigos, quizá si hubiera empujado un poco más, él y yo habríamos terminado en la cama.

Él está usando su uniforme de natación, una sudadera y un pants, pertenece al equipo de la universidad, seguro va a una práctica.

—Yo no perdono tu falta de humildad.

—No te pedí disculpas, nena —dice él, divertido—. Escucha, tengo prisa, te vi aquí y quise saludar e invitarte a la competencia del viernes, después podemos ir por unos tragos con las chicas para celebrar mi victoria.

—¿Este es un plan tuyo para invitar a Ushio indirectamente?

Rome guiña.

Entre ellos dos hay química, y mucha. Cada vez que están juntos hay chispas, el problema es que no lo admiten, no en voz alta, ni siquiera creo que se hayan besado, juguetean un rato y luego se ignoran como si nada hubiera pasado. Como sea, lo que pienso es que a Ushio le hace falta vivir y, ¿quién mejor que Rome para mostrarle? Aunque seguro a sus padres les daría un ataque si encontraran a su hija con semejante hombre, por lo que sé, ellos quieren que mi amiga se case con un chico asiático de buenas costumbres, según sus propias palabras.  

—Me conoces bien —murmura antes de irse.

Él sabe que ya dejé esos ambientes, pero podría solo ir y pedir algo que no contenga alcohol, eso he estado haciendo, pues tampoco quiero recluirme y alejarme de mis amigos. No tengo problemas con los bares ni restaurantes nocturnos, evito las fiestas privadas porque me traen recuerdos malos de mi adolescencia y ahí es donde me siento más tentada a caer.  

Como no tengo nada más que hacer, decido que es hora de marcharme. Supongo que los dos grandotes no se han dado cuenta de mi crimen o tal vez ya se lo cobraron robando mi auto.

Me interno al estacionamiento casi vacío. Hay unos cuantos vehículos, mi auto sigue en su cajón, el único detalle es la camioneta negra estacionada a un lado, la cual lo hace parecer pequeño. Creí que tendría suerte esta vez. Los vidrios polarizados no me dejan ver si hay alguien en el interior, mi beso sigue decorando el vidrio. Toma de todo mi control seguir caminando como si no tuviera idea de que me están esperando, debería regresar corriendo y llamar a emergencias para reportar el robo de los relojes que hay en mi bolso, en cambio, camino hacia Mercedes.

Mi corazón palpita a toda velocidad, retumba dentro de mi pecho, podría jurar que los latidos suenan más fuerte que el traqueteo de mis tacones contra el concreto.

No hay neumáticos desinflados esta vez, tampoco vidrios quebrados o pintura rayada. Desactivo la alarma, con movimientos robóticos, y como si no me importara, abro la puerta y dejo mi bolso en el asiento del piloto. Mi corazón se acelera más cuando escucho que se abre una puerta, desde debajo de mis pestañas lo veo rodeando mi auto y colocándose detrás de mí. Solo él, ¿debería temer?

Cuando era chica me metía en problemas y hacía muchas estupideces para sentirme viva, estoy descubriendo que esto se siente muchísimo mejor que aquellas actividades. A pesar de que aquello era riesgoso, creo que esto es suicida. Si sé que no debería y que mi psicóloga reprobaría este comportamiento después de los avances que hemos tenido este último año, ¿por qué se siente tan bien molestar al diablo? ¿Por qué me sigue gustando más que mis venas ardan por lo desconocido?

—Regrésame lo que me robaste, ladronzuela.

Su voz es baja, amenazante y ronca.

Tomo un respiro profundo, relamo mis labios y me doy la vuelta para enfrentarlo. En lugar de adoptar la actitud desafiante del otro día, pongo cara de asombro.

—¿Disculpa? —pregunto fingiendo indignación.

Aprieta la mandíbula, su músculo se contrae y lo hace ver fuerte, me lo imagino conteniendo todo ese enojo en ese punto. Sus ojos llamean rabia, podría incendiarme con tan solo un vistazo.

Está parado frente a mí a unos cuantos pasos de distancia, trae jeans oscuros y una camiseta negra que se amolda a sus músculos. Las facciones cinceladas de su rostro varonil parecen haber sido talladas en el cielo, mis dedos pican por la ansiedad de querer peinar su cabello, aunque no se ve mal, tal vez incluso podría despeinarlo más.

Su mirada abandona la mía y se clava en mi escote por un segundo, luego regresa a mis ojos y creo que se ve más molesto que al principio.

—No te hagas la tonta. —Gruñe—. No voy a repetirlo otra vez, regrésame lo que me robaste, pelirroja del infierno.

Su mote me saca una sonrisa de lado.

—No sé de qué me estás hablando —susurro, aleteando mis pestañas más de la cuenta, en un intento de lucir inocente.

Cierra los espacios entre los dos, las puntas de sus zapatos chocan con mis tacones, me tambaleo, pero él me estabiliza jalando mi cadera, luego me suelta como si quemara. Su mano agarra mi barbilla con brusquedad y su pulgar limpia el labial de mi labio inferior, su caricia no es amigable, es tosca. La almohadilla de su dedo se pinta de escarlata.

—Yo creo que sí sabes y me estoy cansando de darte oportunidades. —Su aliento se estampa en mi cara y su respiración se vuelve pesada. Esos ojos celestes me dejan enmudecida por un instante.

—Deberías calmarte un poco, grandulón.

Me doy la vuelta bajo su atento escrutinio, me agacho y obtengo de mi bolso el saquito con los relojes. Vuelvo a la posición inicial y le tiendo la bolsa, él se apresura a arrebatármela, investiga si están ahí y la guarda en el bolsillo de su pantalón.

Ahora es tiempo de hacer mis movimientos, solo espero que traiga la navaja encima. Coloco una de mis manos en su pecho para distraerlo, con mi dedo índice dibujo formas irregulares, sus pectorales se contraen al sentirme y sus ojos se nublan. Willburn esboza una sonrisa maliciosa que me hace temblar y sí, por un segundo me distrae.

—Ya veo, la niña buena quiere un poco de emoción —susurra como si de verdad supiera—. Solo te advierto que meterte conmigo no es un acto inteligente.

Una de sus manos se coloca en mi cadera y me quema, me empuja hacia él y me mantiene quieta ahí. ¿Y si mejor olvido que esto es un plan para darle una lección? Si ese punto me incendia no quiero imaginar lo que podría hacerme en otros lugares. Sacudo la cabeza para espantar esos pensamientos.

Me apresuro a meter mis dedos dentro del bolsillo trasero de su pantalón, la otra vez que vino a amenazarme estaba tan pegado a mí que no pudo haberla guardado en los delanteros. Si estoy equivocada tendré que seguirle la corriente, no me desagrada en absoluto esa opción.

Afortunadamente doy con mi objetivo. Casi quiero brincar de la felicidad cuando mis dedos sienten el metal frío, abro la navaja con maestría y subo mi mano con cuidado para que no se de cuenta.

—Si no quieres que me meta contigo, no te cruces en mi camino —le digo, colocando el artilugio justo en el mismo lugar donde él la colocó el día de ayer.

Sus cejas se elevan por la sorpresa y sus ojos casi se salen de sus órbitas. Me muerdo el labio para no reír y burlarme de su confusión.

—De-ja de ju-gar —pronuncia, separando las palabras por sílabas—. Tus lindas manos no deberían sostener algo tan peligroso, sé de otras cosas que podrías sostener.

Mis párpados se entrecierran, ¿ahora me está hablando sucio?

Él se ve complacido, a pesar de la situación y de que hay una navaja en su cuello, él no suelta mi cadera. Escucho un ruido, él no alza la mirada, pero sé que alguien viene. Por supuesto, no estaba solo.

Sus ojos me queman, me estudian. No me gusta que vea más de la cuenta, así que bajo el arma antes de que su compañero llegue. Willburn asiente, me arrebata la navaja y da un paso hacia atrás. ¿Eso es todo? ¿Se va a ir sin más?

Miro por encima de mi hombro, su amigo regresa a la camioneta. Willburn se aleja un par de pasos, sin embargo, se detiene y regresa. Me encarcela contra mi auto, colocando sus manos a cada lado de mi cabeza, la suya baja y sus labios llegan a mi oído. Cierro los ojos por inercia al sentir que sopla su aliento.

Uno de sus dedos roza mi cuello y baja a sitios más peligrosos, dejando un camino de fuego. Despierta, Giselle, empújalo. Repito una y otra vez, por algún motivo no puedo.

—Unos labios tan calientes y seductores no deberían besar un vidrio frío y sucio.

Me atraganto con mi saliva y mi respiración se entrecorta. Él respira hondo hundiendo su nariz, me provoca cosquillas sutiles que me hacen retorcer, luego se aleja y trepa a la camioneta con demasiada rapidez, como si necesitara alejarse. Me cuesta unos minutos recuperarme. Cuando lo hago me subo al auto y tomo respiros profundos para calmarme. 

¿Qué carajos ha sido eso? Suelto una maldición entre dientes y tallo mi cara. No puedo acercarme de nuevo, no voy a poner en riesgo lo que he construido, aunque sea tentador y divertido. Mañana dejaré el maldito reloj en el parabrisas de su camioneta y evitaré el puñetero estacionamiento.

No pasa desapercibido para mí el hecho de que  el fuego en mi cuerpo me sigue quemando.


* * *

Hola, hola :D ¿cómo están? Espero que bien y que les haya gustado el capítulo. Estaré leyendo sus comentarios, me interesa mucho saber qué les está pareciendo la obra. 

Si les gusta por favor dejen sus estrellitas y compártanla para que más personitas puedan leerla. También los invito a que me sigan en mis redes sociales para que estén enterados de todo.

Les mando un abrazo fuertísimo. 






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro