Capítulo 8
Primer Plano Astral: La sombra como memoria de la realidad.
El sonido de un chapoteo se hacia cada vez mas eminente en la oscuridad, Raúl no lo sabia pero con cada paso sonaba mas cerca, proviniendo de un cuerpo de agua cada vez mayor.
La viscosidad del suelo semejante a un fango, se fue transformando en una superficie mas diluida, como un liquido espeso. No tardo mucho en darse cuenta de este cambio, y desaceleró el paso.
Si todo este tiempo era barro, pensó Raúl, ¿por que cambiaba así, era acaso un lago un río?. La verdad era que con cada paso se hundía mas, en una superficie que ahora distaba de ser acuosa a una totalmente liquida.
Cuando el extraño liquido le llego a la cadera se detuvo, y atento pensó en que era eso, ¿un lago?, ¿un raro océano?, ¿el pozo adonde tenia que ir?. Fue entonces que aquella entidad guía apareció.
—Es lamentable —su voz agria era apagada, Raúl se lo imagino cabizbajo— , ahí viene otra alma.
Un destello de luz apareció, era un cambio notable sobre las pupilas de Raúl que se dilataban. Este destello se ilumino en varios tonos de blanco y gris mezclados.
Progresivamente se volvió mas opaco, acercándose al gris, asimismo está dejo ver como un reflector sobre un teatro, a una chica que sostenía su pálido cuello, forcejeando como si tuviera algo en él, cuando miro encima de sí se extrajo las manos y vio a su alrededor.
En sus ojos ansiosos parecía que intentaba hablar, pero no dejaba escapar palabra alguna. Entonces lo vio ahí parado, como una sombra, sus ojos eran lo único que podía ella divisar con claridad en esa penumbra.
De inmediato él intento avanzar pero el agua, que ahora lo veía claramente de un azul oscuro, no le permitía. En cambio, ella estaba parada sobre esta superficie, no producía la mas mínima perturbación en el agua, inclusive cuando se acercó a Raúl no sucedió nada.
—¿Donde estoy?—fueron las palabras en castellano de esa chica, esa voz dulce y mostrando un matiz de estar rompiéndose, era tan claro que él se adelantó a decir:
—No lo se con certeza—él miró sobre su hombro, en busca de su guía, pero la luz le impedía ver mas allá de unos pocos centímetros de oscuridad, que se perdían a simple vista.
—¿Como te llamas?.
—Raúl, ¿Y tú?—ella llegó al borde de la luz pero algo no la dejaba acercase, quedándose a dos metros de él.
—Sophia—ese nombre hizo que ella sonriera incómodamente, parecía no tener mas de dieciséis.
—¿Donde estabas antes de que llegaras aquí?—fue lo mas sensato que se le pudo ocurrir, pero fue en vano, ella soltó un alarido que lo petrificó.
Ella se agachó apretando con fuerza los dientes y cubriendo sus oídos con sus manos. Raúl le pregunto que era lo que le sucedía, ella solo respondió apuntando debajo de sus pies al profundo abismo azul oscuro que los separaba.
Miró bajo sus pies, y la tensión superficial no podía ser mas evidente, al estar hablando con ella olvido por completo el principal sonido que lo condujo hasta ese lugar, ese sonido del chapoteo, era lo que produjo ese miedo hacia Sophia.
Lo que estaba sumergido era una chica, de cabellos rubios que se suspendían en el agua, su mirada le recordaba a esa chica que estaba afligida frente a él. El cuerpo inerte sin vida que flotaba cerca de la superficie tenia la boca abierta, como si estuviese aterrorizada aun después de la muerte, con esos ojos con una visión de sorpresa.
Esa escalofriante quijada abierta, dejo escapar una burbuja de aire, que flotó lentamente hasta la superficie, y Raúl vio con terror que eso produjo el tortuoso sonido de chapoteo.
—¿Estas bien cariño?—llego una mujer de mediana edad, pasando a un costado de Raúl.
La mujer paso por encima del agua, y la perturbo de tal modo que el cuerpo inerte desapareció de entre las ondas.
—Es una transportista, ¿verdad?—pregunto Raúl, al sentir la presencia de esa voz a un lado de él, como un respiro pesado.
—Ella es lo que necesita Sophia, un guía—la mujer agarro a la chica afligida por los hombros y se la llevo de ahí a rastras, perdiéndose en la oscuridad, dejando la luz tendida allí sobre el agua.
—Su muerte fue horrorosa —seguia hablando esa misteriosa voz, y Raúl se lo imaginaba de nuevo cabizbajo— , jugaba junto a un lago en unas vacaciones familiares, no había pasado unos segundos cuando vio por el reflejo del agua a un extraño con unos ojos inyectados en sangre, la agarró por el cuello y la sumergió.
Le revolvió el estomago esa imagen y entonces decidió caminar rodeando la luz, para así seguir, mientras que la tenue luz se fue apagando, desapareciendo así el agua oscura del lago, secuestrando todo rastro de luz.
—Esto sucede en todas partes, todos los días, nosotros nos encargamos que lleguen a entender algo complejo, no importa la edad, de como murieron y como trascender los planos astrales...tenemos que seguir avanzando falta poco.
La vista de Raúl era cada vez mas nítida y clara, sentía un alivio, y veía como delante de sí, aparecía un pozo natural, de varios metros de diámetro, emanaba de él un resplandor grisáceo, que dejaba ver mucho de lo que se pensaba.
Una estructura relativa a ser gótica, se elevaba sobre el borde del pozo alzándose en una subida encorvada y puntiaguda, para unirse en una punta enorme en el medio del pozo, siendo este esqueleto punzante y amenazante el soporte de aberrante arquitectura.
—Solo tienes que dejarte caer, ya aprendiste que al sufrir algo horrible debes ir por un buen camino, a través de alguien que te lo enseñe, debes dejar a la confianza el resto, al igual que Sophia que sera guiada por alguien por un buen camino, y tendrá la oportunidad de dejarse caer también a su debido tiempo.
Raúl estaba parado en el borde, admirando las paredes del pozo que empezaban de un color gris, y al ir bajando la vista esta se perdía en un profundo oscuro, de donde no sabia donde terminaba. Era sumamente hipnotizante esa misteriosa inmensidad.
—No puedo salir de aquí —sentenciaba la voz, que no se veía de donde provenia— , recuerda que no sigas tu mente sino tu alma, recuerda siempre tu propósito...recuerda que te acompañare siempre—Raúl sabia que era ayudar a la humanidad, y recordando a la niña, supo que era así que debía ser su deber.
—¿Cual es tu nombre?.
—Ray...no tienes que decirme tu nombre, ya lo se desde hace mucho tiempo—fruncio el ceño, pero mas allá de esa duda decidió ignorarlo, el sabia que lo estaba llamando el pozo.
Finalmente se dejo caer, esperando que algo lo atajase o lo detuviese, pero estaba seguro de una cosa, antes no sentía frío o calor pero ahora lo invadía un aire gélido, que bajaba su temperatura cada ves mas, en un espiral de miedo, confusión y soledad.
Segundo Plano Astral: Mentes retorcidas.
Seguía cayendo, ese grisáceo hoyo de profunda sensación de extrañeza, que le sacudía el cuerpo, sentía un increíble peso en su corazón, que con cada segundo le hacia la eternidad mas padecer de desvaríos.
El viento se desparramaba con encarecida fuerza sobre su rostro, y con cada segundo esto se acrecentaba, le daba vértigo la simple idea de ir acelerando, lo cual era cierto, pero le daba mas terror no saber donde acabaría.
La oscuridad se acentuaba y cambiaba a un gris claro, que se asemejaba a un entorno muerto y letárgico. No sabia donde estaba, estaba boca abajo de lo que parecían raíces mas grises que el cielo.
Levantaba la vista con determinación y pudo contrastar que las raíces que servían de alfombra se reunían y creaban pilares desfigurados que se elevaban. Eran arboles de apariencia terrorífica. Pero había algo raro con estos, tal vez en la base eran arboles, pero mas arriba las ramas tomaban una forma irregular y bizarra.
Se agrupaban ahora en cinco tentáculos muertos, que se alzaban hacia un inexistente sol, como una mano tratando de alcanzar lo mas anhelado.
Su primera impresión fue de perturbación, al menos ya podía ver su entorno no como el anterior plano astral, y lo primero que se le presentaba eran esas figuras lúgubres, era realmente espantoso. Pero su vista no se centro solo sobre esos arboles, sino también en todo el ambiente y paraje en donde yacía.
Inmerso en el bosque, al igual que Raúl, estaban otras personas vagando entre las raíces que se elevaban, como fantasmas rondando. Eran completamente visibles, no había en ese lugar oscuridad alguna, todo era de un tono tenue de gris claro, sin alejarse mucho del blanco.
Raúl se acercó a una de ellas, y para su sorpresa tenia rostros grises y trastornados. Se le detuvo el corazón al verlos, parecían espectros, sus caras eran de un horror indescriptible, haciendo que él se le formará un nudo en la garganta.
Habían una especie de distorsiones diversas y variadas sobre ellos, para la apariencia distaban de ser ya humanos. Pero el estaba seguro de algo, eso era que ya no tenia forma clara, sus ojos, su boca, sus oídos, su nariz, su pelo, todo aquello que formaba su apariencia estaba arremolinado con un gris oscuro que consumía sus formas, como desconocidos de la memoria.
—Ellos son proyecciones—Raúl se volteó, y pudo ver a una persona colgando de un árbol, esta tenia un rostro normal como él, ella dibujaba una sonrisa, y contaba con una voz alegre.
Ella debe ser mi siguiente guía, pensó, parece amigable a cierto grado, tal vez no muerda, ¿no?. Meditaba con intriga y también ¿por que no?, un poco gracioso.
—¿Tu eres uno de ellos, los transportistas, como te llamas?.
—Me puedes decir Aleka —continuo por bajar de la rama y aterrizar como un mono, luego se fue acercando— , si, acertaste con clara rapidez.
—¿Como que son proyecciones?—ella se detuvo en una pose que emanaba superioridad poniendo su mano contra su cadera y con una mirada rebelde.
—Este es un plano astral etéreo, esta es la proyección mas loca del mundo, un plano que me quedo corta al decir que este lugar es el mas desquiciado—un ruido ensordecedor los sorprendió, ambos miraron arriba y solo él se aterró.
Sobre sus cabezas, sobrevolaba una criatura de origen desconocido, sus ojos eran cuencas negras que tenían tal profundidad que atravesaban hasta la parte trasera de su cráneo. De sus orificios a cada costado emergían venas rojas y azules, moviéndose en un frenesí colérico.
Sus alas, que eran bastante grandes en comparación a su cuerpo, estaban hechas de un rojo verdoso, como estando en descomposición. Su cabeza agujereada parecía de un águila por el enorme pico, y el resto de su cuerpo era de humano, desproporcionado. Era inexplicable como se mantenían todos los huesos unidos, flotando y danzando al compás de las alas. Y junto a él habían otras criaturas de horror indescriptible.
—Los pacientes esquizofrénicos —decía ella— , son los únicos mortales capaces de ver este plano—además de las personas aberrantes en el bosque, estaban también criaturas, que emitían sonidos escabrosos y lucían de formas tan bizarras.
Algunos tenían hilo en vez de ojos, otros con movimientos erráticos se comían a las personas grises, y otras criaturas mas, gritaban sin cesar mientras lloraban o expulsaban sangre por todas partes.
—Ven por aquí —le tocaba el hombro, y lo hacia voltear a otro lado— , no debes mirarlos mucho, o si no acabaras demente—se alejaron en un claro despejado de arboles, lejos de la locura y ruidos desenfrenados.
La chica con una conducta rebelde, introducía sus manos en una chaqueta de cuero negra con púas sobre los hombros.
—Muy bien te diré que sera difícil salir de aquí —ella ahora apoyaba sus brazos sobre los hombros de Raúl, con esa conducta impulsiva— , tienes que atravesar la locura pura de este lugar—Raúl empezó a fruncir el entrecejo.
—¿De que me estas hablando?—ella bajo los brazos.
—Te estoy pidiendo que te aventures a cruzar este bosque, eso es todo...¿sabes cual es la diferencia entre un plano de transición y uno etéreo? —Meneo la cabeza negando— que el etéreo dejas algo y en el de transición solo pasas y ya—ahora que le prestaba mas atención ella parecía menor de veinte, por la forma divertida y fugaz con la que hablaba.
—¿Eso es todo?.
—Algo por el estilo —murmuró ella— , esas criaturas te pueden hacer perder la cordura, procura que no te toquen, y defiendete si es necesario.
Ella perdió su mirada en el horizonte, como si la estuviesen llamando, y se fue caminando hacia allá, en lo profundo del denso bosque.
—¿A donde vas?—decía Raúl, sabia que ella era el único farol que tenia en un mar caótico y oscuro.
—No me necesitas mas —movió por un instante su rostro hacia Raúl y continuo— , aquí sabrás que debes dejar algo para continuar, tu alma necesita unir esas piezas rotas, y funcionar a la perfección.
Él se quedo expectante, viendo como simplemente ella perdía la vista en el profundo bosque y caminaba sin mas. Raúl le siguió con la vista hasta que ella desapareció por completo, entre esos tenebrosos arboles con formas de manos.
Le temblaban las extremidades cuando iba en dirección hacia esas criaturas, le aterraba la idea de que esas cosas fueran a hacerle daño. Pero decidido se interno en el casi poblado bosque, sin mencionar aquellas criaturas que lo habitaban.
Camino con miedo entre las trastornadas criaturas, las miraba disimuladamente, mientras estas caminaban tranquilamente o a pasos violentos que le helaban la sangre.
De entre algunas personas con el rostro desfigurado, sobresalía un rostro en particular que estaba completamente intacto, Raúl se detuvo en seco y se volteo lentamente al verlo.
Tenia un cabello pelirrojo, y veía a cuestión de cinco metros, la pobre cantidad de pecas en su rostro, era Ágata, era Teriaxum. Fue caminando, luego corriendo para ir hacia ella, estaba desesperado por ayuda y una irracional compasión.
Ignoraba todo lo que le rodeaba, estaba tan desesperado. Pero no pudo darse cuenta de lo que estaba a su lado. Una criatura, provista de una boca tan enorme que le cubría toda la cabeza, esta se empezó a tragar a la chica pelirroja.
Raúl se detuvo abruptamente mientras veía como sus esperanzas se desvanecían, pero no podía permitirlo, necesitaba ayuda de Teriaxum y la presencia de Ágata. Fue entonces que se abalanzo con tal rabia sobre la cosa, que salto un par de metros de donde estaba parado, confrontando lo extraño.
Su pierna impacto en el pecho de la criatura, y esta se tambaleo y cayo en el suelo, Raúl miro con furia, pero esta se desvaneció, por lo que había a su alrededor. Todas la personas y criaturas se le quedaron mirando con persistente atención, congelados ante él.
El también estaba congelado en ese instante de incertidumbre, la cual le costaba cada segundo de su paciencia que era escasa. Tenia terror por le pudiera pasar ahora, estaba recordando lo que aquella chica le dijo, pero el quería que estuviera mas bien ella en ese lugar, al menos ella sabia que hacer.
Todo estaba tan meramente calmado que no había notado el inquietante viento, que silbaba atravesando el bosque y a las figuras muertas que lo miraban. De entre la masa de espectadores nacieron otros, muy diferentes.
Sus rostros eran grises también, pero en ellos sus órganos padecían una distorsión carmesí, de ser relativo a una flamante llama sobre sus caras, que parecía ser sus carnes expuestas. Raúl estaba quieto pensando en como salir de allí, pensando, si lo atacarían o él lo haría primero, si la clave seria huir, ¿pero como?, lo superaban de quinientos a uno. Palpo la mano helada de esa Ágata gris, pero no obtuvo respuesta.
Las personas con facciones expuestas dieron un paso adelante, en una hórrida sincronía. También otros caminantes grises, de miradas frías, de entre las multitudes mas lejanas profirieron con sus bocas un sonido que acompañado con el viento perturbador, daba la impresión que voces de un coro apocalíptico y oscuro se iban acercando a Raúl con cada paso al unísono. Era una táctica sádica de confrontación.
Una de las personas con las facciones distorsionadas se detuvo, y con ello se cambio totalmente, su cuerpo empezó a caerse como si fuera de plástico, dejando ver, una figura familiar.
Esta figura era Teriaxum, con su forma de Ágata. Esto le confundió a Raúl, que inmediatamente miró la figura junto a él, que se estaba transformando en cenizas, convirtiéndose en su olvido, aquella que había pensado era la real entidad Teriaxum. Teriaxum extendió sus manos hacia el epicentro.
—¡Toma mi mano, por aquí!—ella estaba apresurada, y su voz dulce era un poco mas pesada.
Las pesadillas a su alrededor no les importaban en lo absoluto la presencia de ella, en cambio, sólo lo perseguían a él. Este corrió para alcanzar su mano extendida, sentía que se le escapaba cada aliento como un doloroso golpe en su pecho ante el aire frío y la tensión de la circunstancias.
Ya no tenia miedo como antes, había aprendido que no importaba lo retorcido o grave que fuera la situación, no había nadie mas allá que lo pudiera resolver. Eran sus acciones las que afectaban su entorno, no podía esperar por alguien, ese paso tenia que darlo él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro