Capítulo 7
—¡Raúl...Raúl!—seguía caminando Elisa en pos de buscarlo en toda esa bruma oscura como huésped de la mente su mente.
La luz tenue que recaía sobre ella seguía sus pasos, mientras avanzaba por ese suelo negro y viscoso, su respiración empezaba a exhalar vapor por el frío que tendía ese lugar. Y se le cruzaba por la cabeza el porque de ese inmenso frío descomunal que llegaba hasta los menos cero grados.
Por sus años de experiencia ella sabia que era una tortura estar mas de un par de horas en cualquier mente, tanto mortal como inmortal, es una forma que tiene la mente de diluir a un intruso que se encuentre allí. Ese era uno de sus miedos, sino conseguía a Raúl a tiempo, su mente terminaría enredada en una maraña de pesadillas y deseos profundos.
Ella seguía gritando a todo pulmón por si la suerte le caía a favor, estaba contrarreloj, tenia que hacer algo apresuradamente. Pero un indicio se le presentó en frente, una pista que tal vez seria un camino al paradero de Raúl.
Había un grupo de diez o nueve perdonas, arrinconadas todas en la oscuridad, ella las vio con pavor y cierta duda, no podía confiar en todo lo que la mente le presentase. Elisa pensaba que había mas posibilidad de que fuesen una pesadilla a que fueran de ayuda.
—Hola, —hablaba en un tono fuerte, dando a entender quien mandaba— estoy buscando a un hombre de ojos grises...o con heterocronía...¿lo han visto?—de toda la multitud fría y apartada, solo una persona encaró conversación con ella.
—¿El que buscas tiene los ojos grises?—era una voz calmada y pausada, parecida a su anterior encuentro con aquel despojo de huesos.
—Si, ¿Por donde se fue?.
—Esta aquí, con nosotros—esta respuesta le desconcertó y con cierta desconfianza miro mas allá de esa persona sombría, hacia la multitud apretada y monocromática.
—No lo entiendo, ¿esta ahí?—Elisa apunto a la multitud.
La mujer sombría respondió con un ademán afirmativo, ella parecía triste y no mantenía contacto visual. Elisa se encamino hacia el enjambre de personas, manteniendo un paso calmado y suave.
Cuando pasaba junto a esas personas, notaba una presencia mas fría que el ambiente, parecían petrificados. A su lados se sentía un vacío en el estomago, producto de las figura grisáceas y muertas que tenían.
Su pensamiento se hizo mas precavido y preocupado, poco a poco avanzando, veía que las personas empezaban a tener unos dedos alargados y grotescos.
Al llegar al centro de la multitud, la mayoría tenia sus extremidades alargadas y retorcidas, como serpientes negras y tiesas, dibujando un camino ondulado hasta una figura en el centro.
Elisa se detuvo al ver que se encontraba en el centro, de una pila de estas extremidades alargadas. Aquí las personas tomaban un oscuro ambiente, no por sus extremidades, sino por sus rostros transformados totalmente, teniendo una sonrisa alargada y escabrosa.
Ese lúgubre centro, daba engendro a múltiples pensamientos, pero por la distancia, y por la oscuridad, ella no podía divisar con claridad lo que descansaba bajo esa pila de extremidades.
Trataba de pensar si ahí era donde estaba Raúl, pero no podía arriesgarse, pero por otra parte, tenia que escapar de allí, y esas extremidades confirmaban que llevaba mucho tiempo en ese lugar. Le penetraba en la cabeza la idea, esa hórrida idea, pero no podía hacer mas nada tenia que verificarla o no.
Se acerco con una profesional cautela admirando la concentración oscura en el centro y el alrededor, manteniendo una casi lunática distancia. Veía como el panorama cambiaba con cada paso, esos que se volvían cada vez mas gélidos.
La pila de partes humanas estaba ante sus pies, ahora miraba curiosa hacia los lados.
«¿Sera una trampa?»
Pensó, bajando hasta la altura de la pila, que desde arriba dibujaba la forma de una persona en posición fetal.
Se introdujo entonces en el oscuro cumulo, apartando las pesadas y lúgubres partes, descubriendo cada vez mas la figura. Parecía dormida, y cuanto mas quitaba las partes mas podía ver a Raúl. Con lo que, apresuro el paso, ya estando visible le trato de despertar.
Pero no lo hacia, había también un hoyo, en donde debía estar su corazón, de tal magnitud que atravesaba todo el torso. Miraba las figuras y no podía entender que sucedía, o hasta que estas reaccionaran.
Como pilares de una edificación vieja, estas se tambalearon y se arrastraron al unisono hacia el centro, dando un escabroso paso certero. Elisa se percato de esto, y sujetaba con fuerza a Raúl sin saber que hacer, nunca había lidiado con esto.
—Lo estamos protegiendo—dijo uno de ellos.
—Le arrebataron algo—decia otro completando al anterior.
—¿Nos puedes ayudar a buscarlo?—esta vez habla todos al mismo tiempo, dando otro abismal paso.
Ella no sabia que hacer, miraba para los lados, y por los pasos que habían dando esas figuras oscuras le habían sellado el paso. Veía con terror hacia arriba, hacia esa luz tenue que la bañaba, estando a punto de hacer algo una voz dijo:
—No te lo llevarás—esta era la mujer con que había hablado anteriormente, dando pasos rápidos hacia Elisa y Raúl, en un frenesí demencial.
—¡¡Ahora!!—grito Elisa mirando hacia la luz en forma de cono sobre su cabeza.
Toda la multitud se abalanzo contra ella, atrapando con ansías lo que les pertenecía. Pero fue tarde, cuando uno de ellos se aparto vio que en el centro no quedaba nada anunciando con frialdad:
—Han escapado—soltó un alarido tan estruendoso, que ningún mortal desquiciado pudiera hacer.
—Casi me atrapan allá, gracias—decia Elisa soltando a Raúl postrado en cama, en esa habitación de la mansión oscura, hablando con el resto que se mantenía expectante y luego la ayudaba a levantarse, recobrando el sentido físico de sus piernas.
—¿Quienes casi te atrapan?—preguntó Sindier, en su refinado inglés.
—Unas figuras con dedos alargos, —decía ella— puedo decir con certeza que eran los que en primer lugar tenían a Raúl cautivo.
—No eran ajenos a él, —decía Mition— se trataba de restos de alguna protección mental.
—¿De un trauma?—pregunto de forma a tajante Elisa.
—Eran muy difusos Elisa, —meditaba mientras con sus poderes recorría el viaje de Elisa— parecen fragmentos de su identidad—con esas palabras Elisa no había entendido, pero Sindier gustoso de haber sido profesor de psicología, le explicó:
—Los fragmentos de la identidad, como ella dice, son trastornos de identidad disociativa, parece que él lo sufría...esto se adquiere cuando se sufre un trauma de la infancia...algunos lo sufren porque les parece mejor asimilar así el sufrimiento, creando inconscientemente una brecha entre varios fragmentos, por ejemplo cinco personas en una mente, manteniéndose trabajando para tener una vida plena, soportando el trauma—rápidamente Mition cambio el tema, diciendo al acercarse a Raúl:
—Pero Elisa, —decía Mition palpando la frente de Raúl— él no esta del todo aquí—ella fruncio el entrecejo, mientras que Sindier le preguntaba a que era lo que se refería.
—Esta su mente, —continuaba ella— pero en el núcleo de su conciencia le falta algo—Elisa recordó aquella hendidura en su pecho que lo atravesaba.
—Es su alma, —decía Teriaxum abruptamente, capturando la atención de todos los presentes— eso es lo que falta, tu pudiste ver lo que le faltaba ¿verdad Elisa?.
—Había un hoyo donde debía estar su corazón —ella miraba a Raúl y luego se volvía a Teriaxum— , eso era lo que le faltaba.
—Hay que buscarlo—decia Karma.
—Me temo que soy el único que puede —decía Teriaxum acomodando su cabello pelirrojo sobre sus hombros— , ustedes lo saben hermanos, el estar perdido en un reino que ni la materia ni la mente caben, algo mas allá.
—Bueno, haremos lo posible para que Sindier y Elisa vallan para ese lugar—dijo Mition.
—Ahora —decía Karma con una sonrisa— , después de llevarnos la contraria, tienes la dicha de ayudarnos, ¿acaso Raúl ya no es un novato y un corrompido portador?—Mition estaba furiosa.
—Tal vez si yo tuviera cuerpo tu pudieras deshacerlo en mil pedazos —decía Mition con una furia que concentraba en una descolocada sonrisa— , pero yo te puedo hacer sufrir un infierno en tu psique, y que peor infierno para un demonio que otro plano de existencia, donde la conciencia se hace pedazos.
—¡Maldita sea, no tenemos mucho tiempo, dejen de discutir!—dicho esto por Teriaxum con miedo en sus ojos, le causo sospecha a Mition que preguntó:
—¿Acaso tienes miedo de algo?.
Teriaxum se quedo mirando hacia otro lado para volverse a ella diciendo:
—Ellos vienen, son la pelea final...La estrella de la mañana—los cuatro se sorprendieron, Karma se sacudió como loco por un momento golpeando una mesa contigua a la cama de Raúl, vociferando:
—¡¡Esos engendros de la mierda, cambiaron el tiempo otra vez!!.
—No exactamente, —decía Teriaxum calmada— antes de entrar a la tierra sentí la presencia de los dos, acercándose un año luz por día, mas allá de Próxima Centauri.
—¡Esos son miles de años luz mas cerca de donde los habíamos lanzado!—anunció Sindier con furia.
—Irremediablemente, —hablaba esta vez Karma, mostrando un poco de calma— esta vez contaremos con Raúl—todos se miraban los rostros, Sindier y Elisa habían peleado con Lucifer una vez en el pasado, pero era solo uno de ellos, y en esta ocasión llegaría el otro, ambos pensaron que esos dioses traerían estragos al mundo.
—Por cierto, Teriaxum —decia Elisa, recordando aquella petición que habia olvidado ante la conversación, mientras este demonio quedaba expectante— , hay una mujer en la mente de Raúl, que esta muerta y te pidió que le dieras compañia—dijo ella recordando la conversación con la pila de huesos.
—Vere que pueda hacer, ¿no te dijo su nombre?—dijo acercándose a Raúl, para meterse en su ser.
—Me...temo que no.
2
Estaba todo oscuro, era pesadamente profundo el abismo, tenia una prominencia vacía, pero aun así carecía de frío o calor. La vista era ciega en este lugar, y los sentidos se desconectaban, a excepción de lo que se podía percibir como un pesado caminar sobre un suelo fangoso y profundo.
Esa persona que encarnaba esas sensaciones oscuras era Raúl, con el cuerpo desconectado en un andar maquinal y una conciencia perdida y confundida en la nada.
—¡¿Elisa, Sindier...Karma?!—gritó con lo que mas pudo el aire en sus pulmones, pero no recibió respuesta alguna.
Lo único positivo de aquel extraño y desolado lugar era que no sentía dolor, ni voces, se sentía tranquilo, por fin lo sentía por primera vez en su vida, se sentía en paz. Ya no recordaba quien fue, y tampoco quien sería.
Escaseaba tanto el aire, que tomaba bocanadas fuertes en busca de mas, era una sensación aberrante de asfixia, pero no le detenía en su paso maquinal por esa superficie acuosa.
No sabia de donde, pero una voz se presento, era tan agria como misteriosa, con un tono pulsante al final de cada oración, diciendo:
—¿Que haces aquí?, tu no perteneces a este lugar.
—¿Quien es?, ¿donde es aquí?...¿puede...puede seguirme hablando?—estaba perdido durante horas en una profunda oscuridad, era reconfortante oír una voz, al menos una concisa.
—Soy un transportador, llevo las almas a donde deben ir, para ser mas exactos este lugar, pero tu llegaste sin mi consentimiento, ¿entonces como has llegado hasta este plano astral?—Raúl se mantuvo en silencio, mientras por unos segundos intentaba inútilmente alzar los brazos buscando algo, que no fuera el suelo, para tener un punto de referencia.
Como había llegado hasta ahí, pensaba Raúl, como fue que estaba en un plano astral o algo por el estilo, lo último que recordaba, hacia unas horas, era la cama donde se encontraba en la mansión oscura, y recordaba débilmente los gritos en su cabeza.
La voz se anuncio otra vez gritando:
—¡¿Vas a hablar o que?!.
—¡No lo se!, ¡no tengo idea de como llegue aquí, lo único que se es que no he muerto, pero no debería estar aquí!—la voz quedo meditando hasta que explico:
—Pues, te quedaras la eternidad aquí, no se puede volver en este plano astral.
—¿Pero que me esta diciendo? —hablaba ahora en español, que tal parecía no le importaba a la voz— ¿no puedo salir de aquí?, ¡pero si necesito irme!.
—Ahí una manera, —carraspeo un poco antes— pero siendo un mortal no creo que puedas.
—Cual quiere cosa la hago...yo... —buscabas las palabras desesperadamente, en ese aire asfixiante— soy portador de un maldad oculta.
—Eso no tiene importancia aquí, ellos están en una batalla, y los planos astrales no pueden interferir—acaso hay, pensó Raúl, ¿mas de un plano astral?.
—También...yo... —decia Raúl— conozco la entidad...Teriaxum, ¿acaso tiene relevancia aquí?, es el demonio...—antes que pudiera explicarlo, la voz con vehemencia susurró:
—Se quien es joven, pero si realmente lo conoces espero que te ayude de algo, ese terrorista.
—¿Terrorista?, ¿que es lo que ha hecho exactamente?.
—¿Tu que crees?, ¿el es Teriaxum la fusión de almas, no?, ¿de donde crees que las saca?, se las roba de este plano astral—no podía verle, pero de alguna forma imaginaba la furia de esa voz encarnando unos ojos endemoniados en medio de la nada.
—Recapitulando, me temo que —prosiguió la voz agria— , la única opción para que te vayas de aquí es subir todos los planos astrales hasta el último, a través de un pozo.
—¿Y como lo haré? Si no puedo ver nada...¿de que es exactamente este plano?—pregunto Raúl con interés, realmente nunca en su vida había conocido sobre eso, pero le fascino, además de que era la mejor forma de escapar de ese lugar era teniendo un poco comprensión.
—Cuando entras en un cuarto oscuro tienes que esperar a que tu vista lo diluya, para que puedas ver, así es aquí, este plano es de transición, el resto son etéreos, y algunos otros son del espíritu puro, siendo tu quien los llenas. En fin —decía volviendo al tema— , camina en dirección recta por donde vas, y calma si te sientes perdido, te puedo ayudar por el camino.
—¿Pensé que eras un transportista, no hay almas que debas llevar?—no se podía ver pero Raúl fruncio el ceño.
—Soy un transportista, pero de tu alma, cuando mas lo necesites estaré ahí...y una ultima cosa —la voz se dispersaba en el aire, como si la ahogara el sonido de un ruido blanco— guía tus pasos al compás de tus latidos, eso te ayudará—la voz se desvaneció en la ultima silaba.
Raúl aun tenia muchas preguntas, y un sonido lo distrajo al instante, era un chapoteo. Y en ese preciso instante lo siguió, adelante de él, en dirección recta.
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