Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

—¿Estas bien?—volvía a hablar aquel hombre en un perfecto acento ingles.

          Raúl tenia la dificultad para entender ese idioma, que con fluidez mostraba este característico personaje.

—Vamos a llevarte a una habitación, parece que no lo has adquirido aún—mientras Raúl era llevado a una habitación cercana junto a las otras cuatro personas, pudo entender la ultima frase dicha por el hombre ingles de ojos morados, y en su mejor intento por hablar el dialecto preguntó:

—¿Que es lo que aun no he adquirido?—entraron al fin a esa habitación, donde sobre una chimenea descansaba un gigante cuadro del ángel Miguel, con su evidente representación de la superioridad ante el demonio.

—El don de la inmortalidad—respondió la mujer que los acompañaba vistiendo un sombrero marrón, pero hablaba en un ingles mas entendible de origen Norteamericano.

—¿Que es lo que me ocurre?...¿que es lo que está sucediendo?...¿pueden hablar mas lento?—mientras lo sentaban en un sofá, sentía como si sus energías se desvanecieran, viéndose mas en su voz apagada.

          La razón de no haberle respondido era por el hecho de que ninguno de los dos lo entendía bien en aquel balbucear en castellano. Al mismo tiempo dos personas y la entidad Teriaxum se quedaban parados de un lado de la habitación, mirando sin ninguna emoción lo que sucedía, mientras era tomaba un matiz mas y mas oscuro que desde el instante que entraron.

—No te duermas, ¡¿escuchaste?!, no lo hagas—decía el hombre con el acento de ingles, cuando frente a él, de los ojos de Raúl emergía mas sangre que llegaba hasta su boca.

          Hacían lo imposible para poder detener el sangrado, intentaron vendarle los ojos, fue entonces que el flujo sangriento se detuvo, pero la venda había quedado impregnada de ello.

          Raúl recobró los sentidos en una habitación rustica, de paredes rojas y de techo de un amarillo rancio, se sorprendió al sentir lo que estaba en su rostro, una venda lo cubría junto con sus patillas largas, no sentía dolor, por lo que intento quitársela, pero una voz a la distancia de la estancia le dijo:

—No te la quites aun, te espera aguardar y sanar—este personaje tenia ese característico acento ingles, que torpemente Raúl respondió también en ingles, comenzando así la conversación en este idioma:

—¿Donde estoy?, ¿que me ocurrió?.

          El hombre se levanto de lo que parecía ser un sofá al extremo contrario de la habitación donde la cama residía.

—Al pasar esa puerta, al igual que todos, como yo, la mansión oscura revelo tu verdadera naturaleza.

—¡¿Acaso mi verdadero yo es ciego?!—replicó Raúl.

—Es el alma, tuve la duda al principio de quien seria el tercero de nosotros, y la verdad no esperaba que quedaras ciego, tu entidad me lo aclaro todo, estas ciego porque así también es tu alma, tu conciencia esta no solo nublada por prejuicios, sino de una idea errónea de tu entorno, ¿sera que me explico mejor diciéndote por que tus padres murieron?—el hombre se acomodaba a un lado de la cama mirando a Raúl recostado.

          Inmediatamente le invadió el cólera a Raúl, no lo expresaba, pero deseaba poder estrangular a esa persona que no podía ver pero si escuchar. Se preguntaba como un completo extraño tenia acaso el conocimiento sobre la vida personal de Raúl, un secreto que mantenía con el hasta ese preciso instante.

—¿Como sabes eso?—pregunto Raúl mostrando furia en su tono de voz.

—Me lo dijo Teriaxum—se relajo un poco, porque desconocía los limites del demonio.

—¿Acaso te dijo todo?, ¿acaso te contó que por mi culpa murieron abatidos por un extraño?—tal vez su rostro estaba cubierto pero hasta para la otra persona podía alcanzar a ver su tristeza y furia escapar a través de la gasa gruesa.

          Sindier se levanto nuevamente, y alzando la voz dijo:

—Mira bien, no intento hacerte daño, tengo que admitir de que soy impulsivo...pero maldita sea, es para que veas tu equivocación, porque por el momento veo que no has cambiado nada.

—Tal vez... —decía Raúl analizando lo sucedido con Mikel y Ágata— pero no tienen el derecho de hacerme cambiar de parecer, al haber llegado así a mi vida, otras personas me lo hicieron ver, pero ya estoy cansado de que me lo digan en cara, como alguien que no controla su vida.

—Pero descuida —evadía con desdén la conversación— , no quedaras así para siempre, tienes que encontrarte con tu energía de tu maldad oculta, y así su poder te sanar, como yo y Elisa que nos obsequiaron la inmortalidad.

         En medio de la discusión irrumpieron en la habitación dos personas, estas que ya habían estado anteriormente con Raúl, parecían diferentes, con un terror que les invadía sus facciones.

          Se trataba de Karma y Elisa, con vestimentas rotas y polvorientas, y lo que parecía tinta en sus rostros. El hombre junto a la cama se sorprendió al verlos, y dijo invadiéndole lentamente un notable terror:

—Raúl...me temo que terminaremos esta discusión en otro momento, algo se ha presentado nuevamente—Sindier y los otros le parecían ocultar un detalle importante mientras él estaba acostado.

          Rápidamente Sindier se abalanzo en dirección hacia la salida, y se detuvo al escuchar:

—¿Que es lo que sucede?—Raúl dijo mirando hacia el último lugar donde había escuchado una voz.

—Están viniendo...—mencionó Sindier antes de salir  abruptamente de la recamara.

          Todo había quedado en silencio, para Raúl todo era una oscuridad tranquila pero profundamente inhóspita. Se sentía aislado, en cuanto movía la cabeza hacia alguna parte.

          Un terror desterró la calma de su oscuridad, un golpe se presentó allí, uno que le detuvo la respiración, agudizando su percepción del sonido.

          Él levanto la vista estrepitosamente en dirección al techo, fue entonces que lo escucho de nuevo, esta vez mas fuerte. No podía ver nada, por lo que se contrajo sobre la cama hasta llegar a una pequeña porción de está.

          Al ser la tercera vez mas estridente, salto de la cama, y con terror tanteo la pared para encontrar la salida.

          La cuarta vez fue menos fuerte, pero le abrió paso a la quinta en un lapso mas corto que las anteriores. Otro golpe le seguía al anterior en un ritmo como de reloj tortuoso, siguiendo y siguiendo sin césar.

          Raúl temblando intentaba encontrar el picaporte lo mas pronto posible, los ruidos llegaban a un punto de estar mas cerca de él, y un hedor los acompañaba, un fétido olor insoportable que con la mano desocupada intentaba de evitar a toda costa, tapando sus fosas nasales. Sumándose todo esto en un intenso frenesí que aislaba mas sus sentidos y le destrozaba la cordura. E  inútilmente gritaba por ayuda, pero nadie contestaba.

          Sentía que había avanzado una distancia incierta, que alimentaba su locura, y le parecía imposible no llegar a la puerta, y tampoco tuvo la certeza de encontrarse con la cama que estaba postrada a la pared.

          Caminaba, corría y no paraba de sentir la misma textura, al mismo tiempo que esos golpes erizaban su piel. Algo como una mano toco su hombro, haciendo que parara, tanto sus temblorosos pasos como el sonido que de todas partes emergía.

          De misma forma, en cuestión de unos segundos, sintió también una respiración del mismo lado, donde la escalofriante mano  descansaba, era una respiración cansada y profunda. Que con una voz espeluznante le murmuro:

—Te matare...y luego te violare como el necrofílico que soy—al final de esa macabra frase soltó una risa ahogada que le heló la sangre.

          No podía hablar, le había sucedido lo mismo que en la universidad, un frío lo consumía y lo dejaba inmóvil, el terror no podía dejarle hablar ni correr.

          Pero se armo de valor y lo enfrento. Soltó un grito amenazador mientras que lanzaba su codo con fuerza tras de él. El inconveniente era que al hacerlo no hubo nada que lo amortiguase, como solo golpeo el aire se sobresalto, y se quedo inmóvil nuevamente, esperando a que la criatura hiciera una señal, pero no pudo escuchar aquella respiración otra vez.

          Sindier nunca le menciono los peligros que traía quitarse la venda, pero la situación hizo que no le tomara tal importancia, por lo que se la quito y un dolor apareció de nuevo, penetrando sus ojos como agujas. Rápidamente se puso la venda y el dolor cesó, y se juro así mismo de no volver a atentar contra su salud no después de maldecir a todo lo alto.

          Empezó a escuchar pasos que progresivamente se acercaban a él, estos pasos parecían de un par de personas, luego cuatro y así sucesivamente. Raúl se apresuro a buscar el picaporte con un miedo que rasgaba la superficie de su cordura.

          Finalmente encontró el picaporte y lo giro con tal velocidad con que salio de la habitación, asustado por lo que estaba apunto de atraparlo. Los pasos desaparecieron, pero unos ruidos a su alrededor le llamaron la atención, mostrándole una conmoción en el pasillo.

          A lo que sus agudizados oídos podían alcanzar, era la escena de una guerra, gritos por todas partes denotaban conflicto y sufrimiento, sonidos de golpes y explosiones se oían cerca o a la distancia. Y aquel hedor que emanaba no era normal, uno tal de ser repulsivo, un olor que se asemejaba a putrefacción.

          Caminaba tanteando las paredes, con un miedo sobre sí mismo, podía sentir como personas corrían a un costado de él en el pasillo, pidiendo auxilio o solicitando refuerzos a lo que parecía encarecidamente una guerra.

          Cuando con los dedos sintió en la pared el cambio de dirección del pasillo, se tropezó con algo en su camino, era algo inmóvil y frígido, se encontraba frío y tenia impregnado cierto hedor a putrefacción.

          Raúl se echo para atrás al descubrir con lo que se topo era un cadáver. Instintivamente le pregunto si necesitaba ayuda, y al no contestarle le saco de toda duda de si en verdad estaba muerto.

          Al terminar de examinarlo permaneció tieso y luego siguió su trayecto con un mal sabor de boca, era evidente que los ruidos a su alrededor le imposibilitaban concentrarse en lo que se topaba por el camino. Se alarmó ante una voz, que le llamo la atención, esta parecía la de un hombre con que ya se había topado, diciéndole al encontrarlo:

—¡Demonios, —decia furioso y sorprendido a la vez— ¿acaso quieres morir aquí afuera?!.

—Una cosa, —decía Raúl con trémula, al mismo tiempo que apuntaba a lo que el creía era de donde venia— entró en mi habitación, dijo que me mataría, ¿que hubieras hecho tu, quedarte en esa habitación como una gacela ante un león?—Raúl no podía verle pero ante el rostro de ese hombre había furia, y una desconcentración por lo que sucedía alrededor.

—¡A la mierda, ya no importa, todo aquí afuera es un caos...entra de una vez!—el hombre condujo al ciego al interior de una habitación en el pasillo, y cerro la puerta tras él.

          El sitio, aunque oscuro, aun tenia ese aspecto rojizo en las paredes y un techo dorado, con un piano junto a una de las paredes, y una biblioteca extensa a un lado.

          Raúl preguntó, al mismo tiempo de buscar algo con que aferrarse conmocionado:

—¿Quien es usted?.

—Me puedes decir Karma... —este apunto su vista hacia la puerta y se volvió hacia Raúl— ¿Me estabas diciendo que una cosa entro en tu habitación, y quería matarte verdad?.

          Raúl asintió con la cabeza, mientras se disponía a sentarse en el suelo, alejándose de lo que él creía era en dirección a la puerta.

—Esa cosa era un demonio.

—¿Que es lo que esta sucediendo afuera?.

—El arco ha caído —mientras Karma hablaba se mantuvo rondando la habitación en busca de algo en las paredes con cierta vehemencia— ,ya no hay nada que evite la entrada de los demonios a la tierra, el arco era el único maldito bloqueo de los ángeles contra los demonios—inmediatamente se detuvo al escuchar algo sobre sus cabezas, una criatura que Raúl también percibió, deslizándose sobre el rústico techo.

—Cuidado, hay viene uno—volvió a decir.

          Raúl no podía verlo, pero Karma retrocedió hasta quedar en medio de la habitación, mientras miraba lo que se cernía sobre el techo junto al candelabro. Parecía ser que se fundía, como una masa burbujeando, traspasando como magma el techo.

          Estalló, y con ello Karma alzo ambos brazos y abrió sus dos palmas, conteniendo la nube de bruma y lo que era una esfera negra de movimiento errático. Fruncía el entrecejo, en un uso extremo de su poder para contenerlo, por lo que optó por usar una forma mas fuerte de sí mismo.

          Su rostro se torno mas rojo, a su vez que sus huesos que componían su cráneo tomaban una figura mas pulsante y puntas que sobresalían sobre su cabeza y debajo de su mandíbula. Pero también sus extremidades y su torso adquirían una apariencia mas enorme y tonificada, despojándose de su ropa como vestigios. Mostraba una sonrisa de maldad mas allá de lo que sus labios negros podían.

          Raúl podía percibir como el conflicto se tornaba mas intenso y violento, por el calor que de los dos demonios emergía. Karma con su energía estaba despedazando capa por capa aquella esfera negra, que cada vez se agitaba mas violentamente como una presa intentando escapar.

          La energía que rodeaba a Karma era tal que emanaba un calor sin igual, a su vez que  parecía estar apunto de matar al demonio frente a él. Por un instante sus ojos se tiñeron de un intenso rojo, y a lo que respecta Raúl, pudo escuchar como estallaba  algo en ese momento, a lo que presumió que aquello era la criatura esférica que explotó por el poder de Karma.

          Karma había tomado esa forma grande, imponente, roja y macabra, aquella que reflejaba su verdadero lado sádico de demonio, y esa sonrisa de extremo a extremo como un psicópata. Una apariencia de la cual Raúl se salvo de ver.

          No podía verlo pero restos de aquella criatura quedaron regados por todo el suelo. Rápidamente regreso a su forma anterior, perdiendo el color rojo y reduciéndole esas crestas sobre su rostro.

—¡Es evidente que esta maldita situación se nos fue de las manos...estamos matando nuestros hermanos y hermanas!—gritaba Karma reduciéndose a esa figura anterior, parecida a la de un hombre de estatura promedio.

—¿Ahora que haremos?—pregunto Raúl levantándose, tomando compostura con el piano.

—Yo, tengo que buscar a Sindier y al resto, tu tienes que buscar a Teriaxum—Raúl mostró furia, como era posible que le dejara semejante tarea.

—¡Acaso no me ves, es evidente de que no puedo solo!...¡¿y si otra de esas criaturas me encuentra?!, ¡es seguro que me mataran allá afuera!—a lo que Karma respondió:

—¡Si puedes maldita sea —lo decía con una malicia y acidez en su profunda voz— , lo se porque eres una parte fundamental de esta guerra!...¡eres parte del trio oscuro, por ende tienes un poder inimaginable!—él parecía confundido y por ende sentenció de nuevo:

—¿Como piensas que seré parte de una guerra?, yo...yo no tengo ese poder del que hablas, y si lo tuviera ¿como haría para usarlo?.

—Claro que si lo tienes, tu entidad es la que te ayudara a explotarlo —Karma se acercó a la puerta rápidamente— , hasta aquí te ayudare, ¡hay una maldita guerra frente a nosotros!, ¡por lo que no tenemos tiempo que perder!.

—¿Si dices que soy tan importante para todo esto, por que no simplemente me ayudas?—Karma miro melancólico su entorno, recordando aquella misma situación que había tenido con Sindier Coverfield, y luego se volvió con una sonrisa hacia la puerta.

—Nos veremos pronto, mas de lo que crees, Raúl.

          Karma abrió la puerta y salió apresuradamente, cerrándola al salir, dejando a Raúl allí con mas preguntas que respuestas. Pero mas que todo comenzó a razonar: ¿Que era exactamente el poder y como es que podía usarlo?.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro