Capítulo 18
Lo próximo que recuerda Elisa era despertar en un lecho blanco en un cuarto acogedor. Estaba confundida, aun tenia vividas imágenes de lo que le había sucedió, como si aquella pelea entre ángeles y demonios hubiese acabado solo hace unos segundos. Pero ese no era el caso, ya que, llevaba en cama varios días, reflejándose en su descuidado cabello y su deplorable cuarto.
Se sentó sobre las sabanas admirando su ropa completamente blanca. Pero ella no estaba sola. Alzo la mirada para examinar el cuarto y pudo ver una imagen de entre las tenues sombras de la habitación, algo que le trajo recuerdos melancólicos arrebatados por el conflicto.
—¿Eres tu Sindier?—estaba impactada mirando esa figura que se valía de esconderse tras la puerta de un ropero ahí.
—Si soy yo amada mía —decia susurrante— , ¿he muerto cierto?.
Ella no sabia que responder, además de su estado de impacto, algo mas le impedía formular lo que quería expresar a su difunto marido. Esto era su apariencia. Sindier aunque consumido por la oscuridad de la recamara, se le podía denotar con una piel teñida de un rojo, que se asemejaba mas bien a la carne expuesta en su totalidad.
—Si —titubeaba— , me temo que si, pero ¡¿como estas aquí?!—aun no podía creerlo, y antes que abrazarlo por la emoción que le hacia verlo de nuevo, estaba escéptica a lo que veía, pero de hecho en esa década ya había visto de todo.
—Por suerte aun conservo mis poderes y gracias al cosmos he podido reencarnar en un cuerpo desde uno de los planos astrales.
Tanteando con los pies, Sindier se aventuro a donde estaba sentada su esposa. Pero ambos tenían ese miedo y deseo al mismo tiempo, ambos se querían pero no podían creerlo.
Oportunamente, Mition irrumpió en la recamara y se sobresalto al verlo. Ambos de hecho lo hicieron, como si de un secreto que ha salido a la luz se tratase. La entidad ayudó a Sindier para cubrirse, mientras Elisa llegaba a la puerta para llamar a todos y decirles de la noticia, pero fue detenida por su entidad en una escena que le traía recuerdos.
—Pero no disponemos de tiempo—pronunció Elisa con indignación.
—Tenemos que averiguar esto a detalle, antes de que el resto corra la voz, tampoco es bueno dar falsas esperanzas —ambas miraron a Sindier que usaba gasa para cubrirse, y que por un diminuto error dio por hecho un chorro fino de sangre, cayendo en uno de los zapatos recién puestos de Elisa— , y como me has dicho el no esta del todo aquí.
—Lo que sí —decía Sindier tapando la herida con mas gasa— , es que si aun conservo parcialmente mis poderes, a de significar que Karma aun existe—todos se miraron la cara ante tal inaudita hipótesis que no se alejaba de la realidad.
No les quedo mas remedio que continuar con un plan fallido. Este era seguir con la creación del bucle, incluyendo a Sindier nada más, esperando que esto ante los otros no causara perdida de tiempos, ya que trataron de mantener el secreto.
—¿Y donde estamos?—Mition sonrió hacia Sindier, y le respondió tanto para él como a Elisa que tenían esa misma duda:
—Estamos en el lugar adecuado para alejarnos de los hermanos.
—¿Que lugar exactamente?—preguntó Elisa.
—Uno donde los amos son los viajeros del tiempo, y tienen el control absoluto, y que sin importar que, podemos planear el tiempo que queramos y en la tierra no ocurrirá nada aun, pues verán aqui el tiempo no existe.
—Te equívocas, —decía otra voz al cruzar la puerta de la habitación, ganándose la atención de todos— aqui el tiempo no es relevante, mas igual si existe aun, lo que sucede es que se controla a nuestra voluntad, y disculpa padres, soy yo, Vicent.
Elisa parecía que despertaba de un trance, y mas Sindier que parecía a tal punto de sorpresa que estaba en un estado de casi desmayarse. De entre todas las cosas, esa era la menos esperada, el encuentro con su hijo muerto que había corrompido la razón de ella, durante tantos años.
—Se que no es la mejor forma para encontrarnos —hablaba él— pero si que necesitamos de su ayuda, y que además solo faltaría Raúl para completar el trio, pero como apremia la ocasión, solo vasta con dos, y se como resolverlo.
—¿De que...? —murmuraba Sindier aun mudo por la escena— ¿Que es lo que insinuase?.
—Con Mition y con los otros, mientras ustedes no se encontraban, tuvimos una charla para organizarnos y vamos a tener el plan de traer a los ángeles desde el lado oscuro para que peleen junto a nosotros.
—¿Y que sucedió con Raúl?—preguntó Elisa con trémula, caminando hacia la puerta junto con su entidad.
—Pues...nos ha dejado, pero su entidad protegió el cadáver y no sabemos donde está.
—¿Hay acaso algo mas que nos haga falta saber?—alzó la voz Sindier.
—Pues, ahora estamos trabajando junto con Zaahel...por lo que seria bueno que no trataran de matarse, y eso va mas con Sindier—mencionó Vicent.
—Bueno, —continuó Mition— no perdamos mas tiempo, tenemos cosas que hacer.
Con sumo empuje los cuatro salieron de la habitación estando ahora caminando sobre una pasarela, de la cual no se escapaba de la vista de todos que veía a Elisa despertar de su sueño de días, y la figura casi milagrosa de Sindier envuelto completamente en gasa.
Desde todas partes, se alzaron como niños con esperanza, a los refugiados de sus camas o colchas. Y no era por ver a Elisa, sino a su esposo, quien en una forma llamativa atraía la vista de todo, pero aun así cubriendo su apariencia real, todos conocían y anhelaban al fin quien era, sino quien el legendario Sindier Coverfield. Y en sus pasos apresurados, a la par de su esposa, brindaba un alivio para matar la ansiedad que los comía a todos. Y el destino de los cuatro era preciso, hablar con todos aquellos que están al mando, quienes eran Zaahel y los demonios.
2
En una planicie roja cual sanguínea. Se encontraba surcando una bola sin forma determinada de energía negra, fluctuando como un bólido. En lo que respecta su naturaleza demoniaca, tenia una velocidad impresionante, llegando a sobrepasar al sonido.
La polvorienta superficie era lanzada por los aires al venir el paso del bólido, que cortaba la tela de una verdad absoluta, que era el odio quien la encarnaba. Si, un odio primordial de pérdida, que no solo la empujaba como a una bola para ocasionar una avalancha, sino también, hilaba la idea de un poder que se creía muerto.
A la lejanía, se levanto un colosal montículo de negrura absoluta, apareciendo en lo que era en el camino del bólido. Su inmensidad se podía apreciar desde kilómetros en el páramo. El objeto volador, tenia el destino cursado hacia el monolito de maldad a lo lejos. Siendo esta distancia cada vez mas corta, por la velocidad que alcanzaba el bólido, presumiblemente en aumento.
«Si he de morir —decia Teriaxum en su mente, fijando su curso— , me fijare entonces en la memoria de él, mi amor mortal»
Continuaba su figura con tal rapidez, que el odio hacia de esa criatura que solo podía concretar una venganza sobrenatural, origen de su amor hacia Raúl.
Mientras llegaba, su entorno se consumía mas en lo que el desierto ardía más. Se veía en su cúpula de energía que se formaba alrededor, ese incontrolable cólera y ya tenia en su mente, que su misión estaba hecha.
Y no estaba equivocada, faltaban unos misero kilómetros, cuando la meta vengativa ya estaba siendo una realidad, siendo el gigante en su camino ya consciente de su hórrida presencia, y preparado para lo que esa criatura le lanzase, pero la realidad era distinta, Teriaxum lo iba a atacar directamente.
Cual gigantesco monolito de espesa negrura se trataba, ya tenia su mirada hórrida sobre lo que pensaba era una simple bala que estaba en pos de intentar atravesar un muro de acero. Cuando el bólido supero por el doble su velocidad, la enorme amalgama oscura levanto un brazo para intentar detenerlo, al mismo tiempo que en su torso bajo se construía mas sus piernas, como si se estuviese armando de un liquido negro subterráneo del suelo.
Al alzar su extremidad lentamente, no contuvo la velocidad de Teriaxum, finalizando en un espectáculo catastrófico.
En una fracción de segundo, el bólido rozó el brazo del gigante, sin no antes arrebatarle de un tajo uno de sus dedos que se mantenían extendidos. La criatura impactó con una descomunal fuerza al tórax del gigante, despedazándolo a su paso, iniciando un inminente caos.
El bólido se detuvo cuando su trayectoria fue cambiada hacia el suelo, quedando parada unos cuantos metros lejos del gigante, quien parecía despedazarse así mismo. Fue tal la energía concentrada por Teriaxum para cruzar en medio del gigante, que este enorme montículo negro dejó de elevarse y se fue burbujeado, como si fuese un metal calentándose, terminando en un escabroso derretimiento del mismo.
La escena de los mas fantástica acabo cuando todo a su alrededor se tiño de una oscura y cálida brea escabrosa, donde el hedor ácido se acrecentaba mas al fluido esparcirse. Teriaxum no podía darse una sonrisa aunque lo quisiera, tenia cosas muy importantes que suscitar, donde la marea demoniaca tenia confinada a Raúl.
El demonio alzo la vista, estaba decidida a salir de allí en pos de atacar los cimientos de esa marea, pero una figura se le presento. Está llego cautelosamente. Y sin que pudiera hacer algo, Teriaxum le habló con desdén:
—Te necesito para conflicto, Vaknar...—esas palabras merecían de la rápida respuesta del allegado, pero el silencio se tendió.
Era como una gran tensión que seguía después de años rodeando con desconcierto a estos conocidos oscuros.
«Dejé la tierra aquella vez por otra causa, ¿y ahora requieren de mi para esta causa otra vez?»
Teriaxum se volteo y encaro esos pensamientos que salían de la cabeza de aquel terrorífico demonio: una boca cocida que expulsaba culpa, y un ojo ausente que despertaba recuerdos de milenos.
—Sabes muy bien el poder del que tu mano es acreedora, dejarte partir a este mundo fue la peor que equivocación de las que pudieron hacer mis hermanos—trataba a la defensiva, conducir a Vaknar para que regresara, teniendo como ultima opción suplicarle si fuese necesario.
«En ese caso, —le comunicaba mentalmente con esa voz de ultratumba trastornada— no me queda de otra»
Ella se sorprendió de su extraña victoria, no podía comprender como tal conducta indiferente podía venir de un tipo de criatura como esas, las demoniacas.
«Si te preguntas por que mi indiferencia me consume, es debido a mi estadía aquí —señalo todo el páramo rojo— no tengo nada que hacer, no puedo subir o bajar de plano astral sin la ayuda de mis hermanos, y para tu sorpresa están muertos»— soltó una risa y continuó:
«Esto es una prisión de mera desesperación, llevo años esperando mi destrucción o mi salvación...y he sido paciente»
A ese punto no le sorprendía, para ella estar ahí un segundo mas seria el infierno, pero no por lo vasto o lo violento que podía tornarse ya que para eso había peores lugares, sino por lo infinito e inacabable, además de que ella podía escapar y él no. Y era más, ese plano astral donde la entidad estaba atrapada no podía estar al tanto de los sucesos en el mundo terrenal, asi que cuando Teriaxum iba a encaminarlo a los sucesos recientes, él la interrumpió:
«No necesito que me expliques, supongo que al llegar aquí y matar a un gigante de esas proporciones, tengo mas que entendido que el tiempo de ustedes no es suficiente»
—Es correcto—soltó Teriaxum ya con la fuerza con que iba a explicarle todo el embrollo que tenían.
«Bueno, es hora de irnos»
Vaknar extendió su brazo, y Teriaxum lo imitó. Ambos agarraron sus hombros, y en un torbellino de energía, una bruma muy pesada y colérica los engulló, elevándolos hasta los confines mas altos que la realidad de ese sitio podía dar. Abrazando el escape, yendo directo hacia la masa de odio que aprisionaba a Raúl.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro