Capítulo 11
En la mansión oscura una situación extraña se presentó, atrayendo la vista de miles de ojos, que dejaron sus labores y corrieron apresurados cuando todo tembló, un susto que consumió a Sindier y Elisa, que junto con sus Maldad Oculta acudieron al lugar.
Estaban corriendo con un mal sabor de boca, después de que Elisa pronunciara la palabra "Lucifer", haciendo posible cualquier descabellada idea que tuvieran el grupo oscuro. Acompañándolos estaba el general, que además de presentar una incertidumbre en sus fríos ojos, se valió de susurros en el camino, provenientes de portadores que salían de sus habitaciones y asomaban la cabeza en busca del origen de ese estruendo.
El ruido, según algunos portadores, venia de los limites de la mansión oscura, donde la realidad monótona y carmesí se terminaba enfrente de un cosmos estrellado y enorme. Para llegar hasta ahí, tenían que pasar por un puente, en el cual lo acompañaba un oscuro secreto.
Mientras corrían, Elisa agarro con fuerza la mano de Sindier, lo miro a los ojos con tristeza y él le devolvió el mismo gesto, ambos les traía el recuerdo de ese puente, de donde habían lanzado a su hijo muerto años atrás.
Los cuatro se detuvieron en seco, ante lo que se cernía mas allá del puente. Sindier apretó con fuerza el puño de Elisa, prometiendo sin palabras que todo iba a estar bien, y luego la soltó, para apretar sus puños con fuerza y también sus dientes, preparándose ante lo que viniera frente de sí.
Ella se preparo para cualquier cosa, y estaba mas protegida, sabiendo que su esposo estaba a su lado en cualquier circunstancia. Karma estaba junto a Sindier, dándole energías, con una mirada decidida hacia al frente. Mientras que Mition era la mano derecha de Elisa, que con tal confianza lo había sido en el pasado.
Su posición quedo ante el medio del puente admirando a lo que se elevaba sobre un pedazo de tierra que se mezclaba con el oscuro y vasto cosmos. Sobre este había una bruma de humo que nació por el impacto de la cosa, que estaba mas que decir que provenía aparentemente del espacio.
Ellos permanecían preparados para cualquier demonio que viniera del espacio, al igual que la legión de portadores que se acerco como soldados a las espaldas de los cuatro legendarios.
La bruma se calmaba y dejaba ver algo sobrenatural, uno que no comprendieron ni los portadores, ni tampoco los demonios preparados, algo que hizo a Elisa querer que Raúl estuviera allí presente.
La figura que estaba ahí parada era una persona, provista de una mascara, rápidamente todos bajaron la guardia, pero Elisa al igual que otros portadores y demonios que controlaban la mente, intentaron penetrar la psiquis del visitante, que sin éxito ella le susurro a su marido:
—Esto no esta bien, no te confíes mucho.
Sindier escucho con antelación a su amada, y por acto seguido dio un paso al frente con su demonio a su costado, anunciando guturalmente:
—¿Quien es usted?, ¿como ha llegado aquí?.
Se quedaba viendo tras esa máscara blanca de gato, que ocultaba su rostro. Su postura decía mucho de sus intenciones, con un brazo a la cintura y el otro sobre su nuca. Y aunque era solo una mascara, parecía expresar cada emoción que el presentaba, como una parte de su cuerpo, delineando cada movimiento de su mandíbula.
—Me pueden decir Mr.Kat—esa voz hostil, era suficiente para ponerse a la ofensiva nuevamente tanto los demonios como los portadores.
—¿Que intenciones tienes aquí, Mr.Kat?—esta voz salio de detrás de Sindier, y paso junto a él.
El coronel tenia una vista mas intrépida que la de Sindier, pero su voz autoritaria gano mas terreno, no por haber avanzado, sino por su rostro que adquirió un matiz mas agresivo. Pero al extraño visitante no le importo en lo absoluto, y con el mismo tono de voz dijo:
—Un amigo conocido me pidió que los matara...hmmm, creo que era Lucifer en persona—soltó una risa desquiciada.
Mientras que desplazaba su mano bajo su nuca hacia adelante, y la sacudía deliberadamente dando vueltas, para terminar apuntando en el cielo. Lo único que además de su voz escapaba de su mascara, eran esos ojos fríos y penetrantes.
Todos se inquietaron, pero un reducido puñado de portadores y demonios, que habían sobrevivido al ataque al núcleo, palidecieron ante estas palabras, entre ellos estaban los cuatro oscuros.
Sindier perdió cualquier facultad heroica, aunque permanecía en esa postura defensiva, sentía como sus puños temblaban. Elisa en cambio cruzó su mirada con la de su amado, expresando con sus ojos un terror, y él le devolvió la misma mirada.
—Ustedes saben, —hablaba esa voz tras la misteriosa mascara— que el viene, y nada lo detendrá...porque Vicent esta muerto, junto con muchos viajeros en el tiempo—la carcajada que confirió fue tal, que Sindier le produjo en lo mas profundo de su ser un odio.
Pero Karma recordó esa vez que salvo a Sindier de los ángeles, pero que al sacarlo de esa prisión mató una cantidad inconmensurable de viajeros en el tiempo, poniendo mas que fuera de dudas lo que Mr.Kat sentenciaba.
—¡Escuchame bien, mal nacido, te deberías arrepentir de lo que has dicho!—grito Sindier teniendo la iniciativa de proteger el nombre de su hijo, y Elisa agradecía a su esposo tal acto noble con la mirada.
—No.
—¡¿Como que no?!.
—Los matare a ustedes, no solo los mortales sino también los demonios, tu amenaza me importa un comino...y empezare por ti Elisa Allen—avanzó un paso, y éste denotaba un andar tan débil al arrastrarse que parecía un títere.
Estas ultimas palabras le produjeron un mar de preguntas a Elisa, quien en su rostro se bañó en un terror. Se preguntaba, ¿como era que sabia su apellido, desconocido para el resto?, esto solo le hizo recordar su vida pasada, aquella donde había vivido en una secta. En esa penumbra de dudas, conjeturó lo mas obvio, lo que era indudablemente, que ese enmascarado pertenecía también a esa secta infame.
—Debido a sus intenciones, —hablaba el coronel— no nos deja opción...
—¿Acaso piensan detenerme?—su brazo comenzó a moverse en dirección hacia ellos, con una notable pesadez.
Lo que continuo fue merecedor de quedar en la memoria de todos para la posteridad, por lo horrible que fue.
El hombre con su brazo alzado, tenia una postura inclinada hacia ellos, en pos de lanzar lo que fuese que tuviera. Su extremidad sufrió una aberrante transformación, despojándose de su manga dejando solo vestigios de ella, ante su inminente crecimiento, quedando con una musculatura, que el resto del cuerpo no tardo en asimilar de misma forma.
El suelo, junto con el piso de madera que comenzaba en el puente hasta perderse en las alfombras de la mansión oscura, comenzó a temblar y emergió algo del mismo.
Unos objetos salieron despedidos con tal velocidad, que no se podía divisar bien lo que era, no hasta que llegaran a su objetivo. Ante Sindier se detuvo uno de esos objetos que freno por su poder. Al verlo detenidamente, pudo contrastar que eran fragmentos de lo que parecía el suelo, que adquirían una forma alusiva a una daga bien compuesta.
Otros cientos como estos se dirigieron a la multitud, quienes entre ellos con poderes casi similares a los de Sindier, capturaron los proyectiles, unos cuantos desafortunados terminaron penetrados por ellas, cayendo muertos inmediatamente la gravedad de la herida.
El coronel se palpo el cuello, y con terror pudo notar que ahí no había nada. Olvidó por completo su amuleto, que le confería poderes ilimitados, pero que sin él era un simple mortal. Tuvo que correr como un cobarde detrás de la multitud, básicamente era el mas indefenso de todos.
Sindier vio a Karma asombrado, a su vez que Elisa miraba con terror a Mition. Cuando volvieron su vista contra la del enmascarado, este pronuncio:
—Espero que esos diez años les hayan enseñado a defenderse ¡Del poder del Cosmos!—lanzo nuevamente ráfagas con ambas manos, pero esta vez no fueron cientas, sino miles de estas que se dirigieron a los portadores y los demonios.
Sindier agarró por el hombro a Elisa, y ambos se despegaron del suelo para volar hasta un pilar contiguo al puente, escapando al fin de la lluvia de dagas. Karma apareció de inmediato junto a ellos gracias a su poder sobre su posición en el espacio. Mition por su lado corrió junto con otros portadores para atravesar la enorme puerta, entrando a la mansión oscura, para ella por suerte, siendo un demonio psíquico, no tenia una existencia física definida, siendo atravesada sin problemas por las dagas.
«Elisa, ¿no puedes entrar en su mente?»
Sindier pensaba en su mente, sabiendo que le escucharía, debido al sonido estruendoso que producían las dagas al viajar por el aire.
«Es imposible, algo me lo impide...otros portadores me dicen que esta dentro de una especie de burbuja, es imposible de penetrar»
Esto le produjo furia a Sindier, por lo que intento otra estrategia para confrontarlo.
Salió de su escondite tras el pilar, siguiéndole la vista de sorpresa de su amada, quien intento detenerle pero las dagas rozaban el lugar donde estaban, haciendo imposible la idea de asomar el brazo para atraparlo.
Se detuvo justo allí, admirando a su adversario, y con su poder evitaba que las dagas le tocaran, al hombre enmascarado notarlo, se vio en la tarea de agrandar los proyectiles diez veces su anterior tamaño, eran menos por suerte, pero eran tan grandes que podían hacer volar una persona en pedazos.
Al instante Sindier dibujó frente de sí un símbolo demoniaco, conjurando no solo una defensa sino un arma. Al estar el circulo rojo creado en el aire, de este nació una inconmensurable cantidad de bolas de fuego, traídas desde el mismísimo plano infernal.
Las dagas, cual yunques de dimensiones filosas y de ágil trayectoria, chocaban estrepitosamente contra las esferas, en una marea destructiva, en donde salían ambos tipos de proyectiles dispersos por todas partes, desparramándose contra las paredes y el puente.
Las dagas tomaban mas terreno, adentrándose entre la bruma de fuego. En el rostro de Sindier se dibujaba la sorpresa y temor, al ver como su portal era despedazado poco a poco por las dagas que llegaban inminentemente.
Cuando se desmoronó, Sindier conjuró otra cosa diferente, una barrera morada, que al hacerlo sus ojos se bañaban en un morado mas intenso que del habitual, y un vapor empezó a salir. Apretaba los dientes en un increíble esfuerzo mas allá del entendimiento humano, uno que sobrepasaba sus poderes.
Sindier alzo sus brazos, y de la barrera fue expulsado una honda enorme, que desintegraba todo a su paso. Las dagas se deshicieron al instante en el aire como papel, las barandas del puente se destruyeron al acto, pero cuando su objetivo estaba a solo unos centímetros, esta se desvaneció.
El estaba impresionado y otra vez aterrorizado, pero cuando su enemigo no mostró alguna señal de impacto continuó disparando, esta vez con mas fuerza. Sindier no tuvo mas remedio que conjurar lo mismo, pero las dagas eran mas fuertes y duraban mas en su trayecto.
Con cada ola de energía que él enviaba, sus pies temblaban y sus manos también, sintiendo como un empuje sobre su cuerpo, y de su nariz una gota de sangre se resbalaba por sus labios. Otra mas y otra ola, conteniendo otra tras otra las dagas, que ahora con audacia lo rodeaban y atacaban ahora la entrada de la mansión, pero que la onda expansiva las contenía parcialmente.
«Sindier, no puedes contra él sólo»
Le dijo Elisa de forma telepática, pero al no responder, Karma al instante se lanzó al ataque. Karma apareció de la nada en medio del conflicto, parecía un dios caminando entre las dagas, y las que se atravesaban en su camino se desintegraban.
Mr.Kat, solo se le podía percibir como un ser frío ante la aparición de Karma, que seguía sin inmutarse ante las interminables ráfagas de dagas. Sindier seguía resistiéndolas mientras veía a Karma acercándose al enemigo, y de forma extraña, otros portadores y demonios confiados se acercaron, llegando hasta el escudo de Sindier, unos que otros por la aparición de ese demonio, optaron por agrandar el escudo ayudando.
El hombre con la mascara tampoco hizo caso alguno a lo que se avecinaba, y de hecho, aumentaba el arsenal de cosas a su disposición para atacar. Sin embargo, nadie se dio cuenta de que el suelo, de donde emergían los proyectiles, se estaba acabando. Al menos Karma uso eso a su favor.
—No pueden detenerme, ustedes ya están muertos —decía tras la máscara— , y si tengo suerte los matare antes de que llegue él.
Aunque las ráfagas eran estruendosas, esas palabras salpicaron con malicia el rostro de Karma, y por su carácter este no se contuvo, y sin importar las dagas, lanzo un golpe con el puño cerrado directamente a su rostro. Inmediatamente las dagas cesaron.
La entidad se sorprendió al no sentir el impacto, movió su rostro a un costado de su puño, y pudo ver que este se detuvo en el trayecto, quedando frenado por una barrera a centímetros de la mascara. Él podía sentir como lo miraba con malicia tras ese blanco gato.
—¿Que sucede Karma, los siglos no te cuidaron bien?.
—Sigo igual desde el primer día de mi existencia—sus palabras tenían un tono ácido.
Karma precipito su rostro contra el gato, que con éxito atravesó la barrera, haciendo que el enemigo temblara ante el impacto. La contusión fue tal que primero se tambaleo y luego cayo al suelo, a lo que la entidad soltó una risa al ver como se desmayaba fácilmente.
Todos salieron de su escondite, el que fue mas rápido para salir de su lugar fue Elisa preocupada por Sindier, quien se arrojo para sujetarle la mano.
Pero no respondió, manteniendo la vista hacia adelante, al igual que el resto tras él. Ella miro adelante, hacia el enemigo, y junto a la multitud, se adelantaron hasta donde se hallaba Karma, examinando el cuerpo.
—¿Quien es?—preguntó ella, acercándose tras el hombro del demonio.
—No lo se, no puedo verle el rostro por la puta máscara.
—¿Y cual es el problema?—alcanzo a decir Sindier, con extrañeza.
—La tiene adherida a la cara, no se la puedo quitar por que un poder superior se la puso, algo que escapa de mi poder demoniaco.
«Lo ha enviado Lucifer, no cabe duda»
Elisa no podía articular palabra alguna, por lo que se lo comunico a su marido con su poder mental, pero la fuerza que uso fue tal, que envió una onda psíquica que le llego a todos los presentes ahí y en la mansión oscura. Anunciando lo inevitable, el ataque de La estrella de la mañana.
—Sindier, Elisa —decía Mition junto a Karma— , nos llevaremos a Mr.Kat a interrogatorio, ustedes vayan al observatorio...para ver cuando...llegaran los hermanos.
Rápidamente Mition se hincó y toco el hombro de Karma, así los dos se desvanecieron junto con el cuerpo de Mr.Kat. A ellos solo les quedo correr hacia el observatorio, seguidos por las miradas preocupadas de los portadores y demonios circundantes.
Antes de llegar al observatorio, Elisa se detuvo lentamente, Sindier lo notó y se puso a su lado, preguntándole porque lo había hecho.
—Si estuviera aquí, nos ayudaría—la tristeza en sus palabras solo se podía comparar con sus apagados ojos.
Lo que miraban era una estatua en bronce, de uno de los mas importantes luchadores en la guerra de los demonios contra los viajeros en el tiempo, que también peleo contra el temido Lucifer. Tenia una inscripción en cada idioma, en una placa que abajo rezaba:
«En honor a Xio.
Que su valor no haya sido en vano.»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro