Capítulo 86. Con miedo en la oscuridad de la noche.
-Vane, Álvaro tiene que estar ahí. No se ve ninguna silueta humana, ni nada parecido, pero seguro que está ahí -dijo el policía dirigiendo la mirada a la ventana alumbrada.
-Bueno, ahora lo sabremos. Vamos a seguir recorriendo la casa, que de momento sólo hemos visto una entrada, y es la principal. Por ahí no podemos entrar.
-Y el tío está despierto a estas horas de la madrugada...Son las cuatro y media.
-Lo sé. No quiero ni pensar qué es lo que debe estar haciendo.
-Vane, por cierto...¿Te has parado a pensar que entremos en esa casa y no encontremos lo que buscamos? ¿Que no sea Álvaro el que está ahí y que no haya ninguna chica con él?
-¿Ahora me vienes con esas? Estamos a punto de forzar una ventana o romperla para meternos en esta mierda de casa, y me dices que quizás nos estamos equivocando. No me jodas García.
-Vanesa, entiéndeme, estamos aquí por una corazonada tuya mientras soñabas o estabas teniendo una auténtica pesadilla. A ver cómo le explicamos eso al equipo, que por cierto, si aún no me han llamado, es porque la chica no ha aparecido. O sea, que tenemos posibilidades de encontrarla aquí. Ah, ella se llama Teresa.
-Genial. Por fin le ponemos nombre a la chica. Entonces debemos encontrar a Teresa sana y salva. Y sabes que tengo razón, García, sino no estarías aquí conmigo apoyándome,¿No crees?
-Vanesa, estoy aquí porque confío en ti ciegamente, porque no quiero que te lleves tú sola la bronca y porque te quiero. No sé si la sacaremos viva de esta casa, pero de ser así, esa chica va a quedar marcada psicológicamente.
Vanesa pensó en las duras palabras de García y sabía perfectamente que su compañero tenía razón. Era fácil que esa joven necesitara ayuda psicológica quizás de por vida. Y de sólo pensar en eso, el alma se le quebró.
García se dio cuenta que era mejor no hablar más del tema porque estaba afectando a su compañera, y lo que debían hacer era actuar, no hablar tanto. Así que siguieron rodeando la casa, sin apenas visibilidad, hasta que García, sin querer, pisó algo que le resultó blando y asqueroso, por lo que quitó rápidamente el pie de ahí y perdió el equilibrio, cayendo de morros en unos arbustos.
-Joder, hostia puta, ¿Que cojones he pisado? No me basta con mancharme el traje de barro que para colmo me desgracio la cara. Rosa me va a echar de casa.
Vanesa no sabía si reír o llorar. Prefirió aguantarse tanto una cosa como la otra. La cara de su compañero era todo un poema. Se le dio por alumbrar con la luz del móvil lo que había pisado su compañero, y con razón se había asustado.
-¿Qué he pisado,Vane?
-¿En serio quieres saberlo?
-No, te pregunto porque no quiero saberlo...
-Está bien. Era una rata muerta. Lo siento. Tú me lo has pedido...
Entonces el que se echó a reír fue el policía. Pero era una risa que sustituía al llanto. Por lo que Vanesa se percató de ello y se acercó a su compañero para ayudarlo a levantarse, y para que García supiera que no estaba solo.
-Vanesa, lo siento. Ésto es una puta mierda. Me estoy empezando a desesperar. Lo siento de verdad. Para empezar por reírme así, Álvaro me ha podido escuchar.
-No lo creo. Y tranquilo, como tú mismo dijiste, necesitamos estar con la mente fría, García. Dejemos los sentimientos a un lado y seamos lo más fríos que podamos. Piensa en que si tú tienes miedo aquí afuera, ¿Qué debe estar sintiendo Teresa, ahí dentro, con Álvaro?
-Eso no se puede ni imaginar, Vanesa. Es algo que se nos escapa, estar a solas con alguien como ese monstruo. El miedo la debe tener paralizada por completo, aún llevando horas con Álvaro. Pero lo que hace que yo esté en esta tensión es el desconocimiento de no saber qué va a pasar ahí dentro con nosotros, ya me entiendes.
Vanesa miró a su compañero y prefirió no contestar a eso. A ella también le afectaba en su estado emocional el no saber cómo iba a acabar todo eso. El miedo a lo desconocido y no poder controlarlo, podía llegar a bloquearlos a los dos.
Mientras seguían rodeando la casa, se percataron de que a la altura del sótano había una minúscula ventana, donde podía caber Vanesa en caso de romperla para entrar. García no cabía por ahí, por lo que buscaron otra posible entrada para el policía. Además, García no se atrevía a entrar sólo en el sótano, mientras que la inspectora sí. De sólo pensarlo se puso a temblar. Tuvieron suerte y a un par de metros, pero en una altura mayor, había otra ventana que creyeron posible romper, puesto que no había luz, y García seguía pensando que Álvaro se encontraba en la habitación donde habían visto la luz. Vanesa buscó un objeto duro y puntiagudo, encontrando una piedra al lado de sus pies. Así que la inspectora le pidió a García que éste le hiciera pie y así ella rompería la ventana. Una vez rota, la abriría de la manilla, ya que tenía el brazo largo y podría meterlo tranquilamente. Sólo esperaba que Álvaro no se encontrara en esa planta de la casa, y lo bueno sería que aunque hiciera mucho viento y lloviera a cántaros, como era invierno Álvaro tendría todas las ventanas de la casa cerradas y no habría corriente. Tenían que intentar pasar totalmente desapercibidos y no hacer ningún tipo de ruido. Por lo que Vanesa golpeó el cristal en un lateral, hasta que éste se quebró.
Una vez roto, con sumo cuidado por parte de la inspectora, le dio instrucciones a García para que éste la bajara.
-Bueno compañero, ahora te hago a ti pie y entras tú. Ya tienes la ventana abierta.
García estaba muerto de miedo, pero debía hacerse el fuerte delante de Vanesa. Ya bastante le había mostrado de su "yo" más desconocido, a su compañera esa noche maldita. Era hora de que dejara el miedo a un lado y actuara como debía hacerlo de una vez por todas.
-Está bien, Vane. Venga, que si pienso lo que me espera...Me voy corriendo de aquí. Vamos.
Ahora fue Vanesa la que hizo pie a su compañero alzándolo como pudo, para que llegara a la repisa de la ventana. Le costó más levantarlo porque tenía algo de sobrepeso, y aunque la inspectora tenía fuerza y estaba en forma, necesitó esforzarse al máximo para conseguirlo.
-Joder García, recuérdame que cuando todo ésto termine, te obligue a apuntarte a un gimnasio. Pesas más que una vaca.
-No me jodas, sabes que no pienso ir. Tengo cosas más importantes que hacer. Lo siento, pero ésto solo lo vas a hacer una vez en tu vida, No habrá una segunda vez, ya lo verás. Bueno, compañera, ten cuidado, ¿Vale?
-Lo tendré, tú también, por favor, que Rosa y los niños te están esperando en casa.
-Sí, y a ti Olivia, no lo olvides.
Vanesa había conseguido no pensar en Olivia desde que había dejado la moto aparcada. El miedo la tenía totalmente abrumada. Pero tenía razón García, antes de despedirse de ella, le había prometido que tendría cuidado y que la avisaría cuando todo acabara. Y ella era una mujer de palabra.
-Lo tendré, luego iremos a celebrarlo, ya lo verás.
Los dos policías se miraron a los ojos, pero esa mirada era aterradora por ambas partes. Esa mirada estaba cargada de miedo. Ninguno de los dos sabía si iban a salir de ahí vivos, y no podían pensar qué pasaría si a uno de los dos le pasaba algo en esa maldita casa, no se lo podrían perdonar y cargarían con ello toda la vida, eso sí lo tenían claro los dos.
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