Capítulo 69. Uniendo cuerpos.
-Vanesa, lo siento. Tú y yo tenemos un problema, y es que nos gusta demasiado nuestro trabajo. Pero hay más vida a parte del trabajo. También entiendo que Sara se cansara de la vida que llevabais en pareja. Es complicado. Pero hay que llegar a un punto intermedio. Aunque ya te digo que yo no soy la más indicada para hablar.
-Sí, lo es. Y más los trabajos que tenemos, que son muy absorbentes. Me parece que las dos estamos muy parecidas, sí. Pero es bonito compartir con otra persona el día a día, el pasar tiempo con ella, el tener planes conjuntos...-Dijo Vanesa pensando en cómo sería todo si ella saliera con Olivia. Y sabía que con la forense, no querría dedicarse sólo a trabajar.
Olivia sólo pudo sonreír. Con las palabras de Vanesa, ella también se imaginó saliendo con la inspectora, compartiendo sus días, pasando tiempo juntas y haciendo planes conjuntos. Y no podía estar más feliz. La idea le encantó.
En un momento dado, Olivia cogió con cuidado la mano que tenía Vanesa vendada por ella misma. Necesitaba tocarla y sentirla de alguna manera.
-¿Te ha dolido la mano, Vanesa?- Le preguntó a la inspectora mientras le acariciaba suavemente. Vanesa se estremeció con las caricias de la forense. El sólo hecho de que la tocara con tanto cuidado y mimo, le provocaba a Vanesa muchas cosas, y todas buenas. Esa mujer era capaz de hacer magia sólo con su piel y su contacto.
-Si te soy sincera, he tenido una tarde muy pesada y algo dura, y si me ha dolido, ni he pensado en el dolor. Sabes, me ha dolido más ver a los señores Fernández hundidos. Es incomprensible que pasen estas cosas. Cuando te dedicas a formar una familia, a trabajar para tu familia y sacar a tus hijos adelante, y luego llega un desalmado y te quita lo que más quieres. No sé, no me acabo de acostumbrar a esto. Imagino que algún día lo haré, pero aún lo veo muy lejano.
-Vanesa, en realidad no sé si lo harás. Y es que si eres una mujer empática y sensible como veo que eres, dudo mucho que puedas controlar este tipo de situaciones como si nada. Lo siento. No eres una mujer de piedra. Eres de carne y hueso.
Vanesa miró fijamente a los ojos a Olivia. Esa mirada cristalina le daba una seguridad y tranquilidad infinitas. La pelirroja tenía razón. Aunque tuviera mil casos como el que tenía entre manos, nunca acabaría por acostumbrarse a llevar bien todo el proceso de las investigaciones. Era humana, y siempre lo sería.
Olivia comenzó a acariciar con la yema de sus dedos el antebrazo de la inspectora, y toda la piel de ésta se erizó descontroladamente. Vanesa se acomodó como pudo en el sofá, y Olivia se percató con ello del nerviosismo de la inspectora.
Las dos mujeres se miraron con un deseo palpable en el ambiente. Olivia fue acercándose más y más a Vanesa, y ésta no pudo ni moverse. Hasta que la forense se subió un poco la falda y se sentó a horcajadas sobre la inspectora. Ésta, que no se esperaba ese movimiento por parte de Olivia, enmudeció. Su corazón y toda ella se encontraban totalmente fuera de sí.
Vanesa llevó sus manos a los muslos de Olivia y comenzó a acariciarlos lentamente y en su totalidad. Le volvían loca las piernas de la forense. Podía pegarse horas y horas acariciándolas, que no se cansaría de hacerlo en ningún momento.
Olivia acercó sus labios a los de Vanesa, y mientras ésta cerraba los ojos, los rozó con los de la inspectora. Todo el cuerpo de Vanesa se tensó. Nunca antes la había besado nadie de esa manera, ni siquiera Sara. Los labios de Olivia eran exquisitos para sus propios labios. Se acoplaban a los suyos a la perfección. Estarían hechos los unos para los otros.
La forense, mientras se animó a introducir la lengua entre los labios de Vanesa, decidió quitarle a ésta el suéter que llevaba. Pero Vanesa no se quedó atrás. Comenzó a desabrochar los botones de la blusa de la pelirroja mientras rozaba con sus nudillos sus pechos. Ahora fue ésta la que se quedó petrificada, cuando sintió los dedos de Vanesa rozar su piel sobre la blusa.
Las dos mujeres podían tener en ese mismo instante un orgasmo descomunal por lo excitadas que se encontraban ambas. Pero querían disfrutar y alargar el momento de placer que estaban viviendo juntas.
Cuando Vanesa subió completamente la falda de Olivia, se quedó pasmada cuando vio que la mujer llevaba unos sexies ligueros ajustados a sus muslos. Y esa visión hizo a Vanesa perder completamente el control y sin llegar a tocarla Olivia, tuvo un orgasmo único.
-Joder Vanesa...¿Ya?-Le preguntó la forense sin poder dejar de reírse.
-Sí...Perdona...No pude controlarme...¿Tú te has visto? No me pidas que me controle si vas vestida como vas. Estoy sobreexcitada, Olivia. Tranquila que vamos a tener un orgasmo en breve juntas.
Vanesa besó con ganas a Olivia, mientras le retiró la blusa dejando al descubierto sus bonitos pechos sujetados por un brasier de encaje. Sin pensarlo dos veces, le retiró el brasier y comenzó a acariciar ambos pechos. Ahora fue Olivia la que empezó a gemir suavemente. Y a Vanesa esos gemidos la excitaron más si cabía. Lo que provocaba la forense en ella era algo completamente nuevo, y a ella le encantaba sentir tanto por Olivia.
Olivia se rozó con la entrepierna de Vanesa y sin quererlo, también tuvo su propio orgasmo. Quería haber llegado a la vez que Vanesa pero le fue imposible controlarse. Así estaban las dos.
Vanesa decidió que era hora de llevarse a Olivia a la habitación. Quería desnudarla y sentir su piel con la de la pelirroja. Cuando eso pasaba, Vanesa creía estar en otro mundo, pero éste era perfecto y nada tenía que ver con el mundo en el que ella estaba viviendo. Podía pasarse toda la vida amando a Olivia, que nada cambiaría con el paso del tiempo, de eso estaba más que segura la inspectora.
Vanesa cogió a la forense de los muslos y se levantó como pudo del sofá con ella encima. Fue directamente a la habitación de Olivia.
Ambas mujeres querían más, necesitaban amarse sin prisa pero sin pausa, descubriendo cada recoveco del cuerpo de la otra, cada espacio, cada peca o cada lunar, cada marca, cada herida o cada cicatriz. Tenían toda la noche para hacerlo e iban a aprovechar y disfrutar de cada segundo que iban a pasar juntas. Porque la primera vez que se acostaron, la pasión se apoderó de las dos y no tuvieron tiempo de descubrir qué escondía el cuerpo de la otra mujer. Olivia sí pudo ver la cicatriz que tenía la inspectora por un disparo. Pero fue incapaz de ver y encontrar más cosas inusuales en el cuerpo de Vanesa, al igual que ésta, que también se moría de ganas de aprenderse de memoria todo el cuerpo de Olivia.
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