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Capítulo 105. Un fin de semana mustio.

Al día siguiente, Vanesa se despertó casi al mediodía. No se lo podía ni creer cuando miró la hora en el reloj de su mesita. La pastilla que se había tomado antes de irse a dormir y el cansancio acumulado que tenía, finalmente le hicieron efecto a la inspectora. Pero le vino muy bien para dejar la mente en blanco, tanto si pensaba en el caso como si lo hacía en Olivia. Llevaba unos días sin verla y ya la estaba echando de menos. No pudo evitarlo. Esa mujer se había adueñado de la gran mayoría de pensamientos que tenía al día. Sus ojos cristalinos la tenían hipnotizada y cuando pensaba en su cuerpo, de sólo imaginárselo desnudo y pegado al suyo, se estremeció y comenzó a excitarse. Estaba asqueada, no quería masturbarse, quería hacer el amor con Olivia y quería abrazarla, besarla por todo su precioso cuerpo, quería admirarla y acariciar toda su piel. Quería sentirla, y necesitaba quedarse de nuevo dormida, pero abrazada a ella. 

Cuando se iba a levantar para prepararse un café, recibió un mensaje de Sara. Ésta le preguntaba cuándo quería quedar con ella, y le decía que tenía muchas ganas de verla. Vanesa río amargamente. A buenas horas aparecía en su vida, cuando ya empezaba a ver la luz gracias a Olivia. 

Mientras se tomaba el café tranquilamente, decidió contestarle. Le dijo de quedar el lunes por la noche, en un restaurante céntrico, y Sara enseguida le contestó diciéndole que sí.

Cuando la inspectora se terminó el café, como tenía el estómago cerrado, decidió volver a la cama. En la casa hacía frío y no quería resfriarse. En la cama se taparía con el nórdico y por lo menos se mantendría caliente. 



La tarde pasó rápido. Sobre la noche, recibió una llamada de García pero Vanesa no estaba animada para hablar con él. Si García la notaba desanimada, su compañero era capaz de ir a su casa y sacarla a la fuerza de la cama. Por lo que prefirió contestarle al día siguiente. 

Y sin ella darse cuenta, llegó el lunes. 



Al día siguiente, García llamó a Olivia por la mañana, necesitaba saber qué decisión había tomado su amiga, y Olivia le dijo sin titubear que finalmente se iba el martes a Londres. Se iba precipitadamente porque ya la habían estado esperando por mucho tiempo y la forense necesitaba irse de Madrid cuanto antes. La ciudad, a pesar de ser grande, la estaba asfixiando. O más bien el no saber nada de Vanesa. Eso sólo quería decir que ésta se había decantado por Sara. Y tampoco tenía ganas de que Marco le hablara de ella. Así que lo mejor sería irse cuanto antes. Se llevaría lo justo para aguantar unos días, porque tenía pensado volver al fin de semana siguiente para llevarse poco a poco más cosas. Aún tenía que buscar una vivienda de alquiler, y no quería llevar nada hasta que la tuviera ya alquilada. 

García se quedó muy triste por la decisión que había tomado su amiga. Pero él no podía hacer absolutamente nada para evitarlo y sólo podía desearle lo mejor a la forense. Además, sabía que Olivia regresaría a Madrid siempre que el trabajo se lo permitiera. Al fin y al cabo sólo había dos horas y media casi de trayecto en avión. 



Mientras, Vanesa estuvo pensando en no quedar con Sara el lunes por la noche, puesto que llevaba días sin ver a su madre y a su hermana y decidió finalmente anular la cita con Sara para poder quedar con ellas. Pero Sara quería verla, por lo que le insistió para verse el martes para comer. Vanesa en realidad no tenía que ir a trabajar y no había hecho planes con nadie, por lo que acabó diciéndole que sí a Sara. 


Por la tarde, por fin García consiguió hablar con Vanesa. Estuvo a punto de decirle que Olivia se iba a ir, pero cuando le dijo de quedar el martes para comentarle lo que habían sacado del diario de Carlos, Vanesa le dijo que había quedado con Sara para comer. Lo que hizo que García declinara finalmente el decirle a Vanesa que Olivia había decidido marcharse. Ya no tenía sentido hablarle de la forense a Vanesa si ésta iba a quedar con Sara. Intentó que no se notara la decepción que le había provocado el saber que aún seguía pensando en Sara. Pero era lo que había, y él no podía cambiar nada ni reprocharle nada a su amiga. 


El martes llegó, no tan frío como los días anteriores, y además había dejado de llover,y Vanesa lo agradeció. Por fin iba a salir de su cama y de su casa. Necesitaba ver la luz del día. Había pasado unos días encerrada y quería salir a dar una vuelta. La noche anterior su madre y su hermana fueron a su casa a verla, porque la invitaron a casa de María pero Vanesa les dijo que no se encontraba bien para salir. Las dos mujeres notaron a la inspectora algo triste y decaída, pero María lo atribuyó a cómo la había dejado todo el proceso de la investigación, a pesar de haber cerrado ya el caso y de salir en todas las noticias a nivel nacional y local y ser una heroína para toda España. Elena sí se olía que en el estado anímico de su hermana tenía mucho que ver la forense, pero como Vanesa se cerró en banda, prefirió no insistir. La conocía a la perfección y cuando ella no quería hablar de un tema, lo mejor era no insistir. Ya la cogería por banda en otro momento y le preguntaría por Olivia. 

Ahora fue Vanesa la que llamó a García para quedar por la mañana, así su compañero le contaría lo del diario de Carlos, y además quería saber el estado de Teresa, imaginaba que seguiría ingresada curándose de las heridas físicas que ese mal nacido le había provocado. Quedó con Marco en la cantina de Pepe, por lo que se desperezó y se dio una ducha rápida, luego se vistió con una jeans y ésta vez eligió una camisa muy fina para la parte de arriba. En menos de una hora, se encontraban los dos desayunando juntos en la cantina. 

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