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Capítulo 104. El comienzo del fin.

-García, retira el cuadro -le ordenó Vanesa a su compañero.

-¿Qué?- García estaba catatónico. Esa imagen lo había dejado bloqueado. 

-Que muevas el cuadro, vamos. 

García por fin consiguió mover el cuadro, y cuando vio que había una caja fuerte encajonada en la pared, sus ojos se abrieron como platos. Tenían ahí lo que estaban buscando. En esa caja se encontraba el comienzo de todo ese maldito camino lleno de asesinatos, de tanta sangre vertida, de tantos sueños destruidos y varias familias rotas. En esa caja incrustada en la pared,había empezado todo. 

García no sólo movió el cuadro, lo sacó de la pared. Tenían ante ellos una caja fuerte con teclado digital y tenían que descubrir cuál era el código o la contraseña que empleaba Carlos para abrirla. 

-Joder, ahora viene cuando nos pegamos de cabezazos en la pared. ¿Cómo vamos a saber la contraseña? Porque no veo ninguna cámara que nos pueda mostrar a Carlos marcando la contraseña.

-García, podemos sacar la caja fuerte y que algún especialista la abra. Pero, se me ocurre, Carlos es extremadamente limpio, su mujer dijiste que tenía la casa muy limpia, entonces…Carlos no toca las cosas por tocar. Con ésto quiero decir que habrá tocado sólo los números que él emplea para abrir la caja. Podemos buscar qué números tienen huellas dactilares. 

-Joder, eso es. Perdona Vanesa,es que estoy bloqueado. Vamos.

El policía se puso él mismo a buscar las huellas dactilares con un polvo especial y enseguida aparecieron éstas sólo en cuatro números, los cuales eran el cero, tres, el siete y el ocho. Ambos policías sonrieron, ya tenían los dígitos que usaba Carlos, pero ahora debían averiguar el orden de esos dígitos para adivinar la clave.

-¿Cuántas combinaciones posibles tenemos, Vanesa?

-¿Veinticuatro? -Vanesa se quedó mirando estupefacta el cuadro que había retirado García. Y sin quererlo, se fijó en la firma de la persona que lo había pintado, y debajo de la misma sus ojos se quedaron fijos en la fecha que el pintor debió de pintar el cuadro o lo finalizó. Era el tres, del ocho, del setenta. Coincidían con los dígitos aleatorios que tenían huellas dactilares. Vanesa estaba eufórica.

-¡Bingo! García, joder, lo tenemos. La contraseña es tres, ocho,siete y cero. 

García no perdió ni un segundo en probar con ese orden los números que tenían, y en efecto, la puerta de la caja fuerte se abrió. Los dos policías dieron un brinco por la alegría que tenían ambos. Por fin iban a llegar hasta el fondo del meollo. García sacó con cuidado lo que había dentro. Además llevaba guantes de látex puestos para no alterar la prueba. 

El policía sacó un diario muy antiguo, debía de tener por lo menos más de cuarenta años. 

-Joder,¿Cómo puede ser? En todos esos folios vamos a obtener las respuestas que estábamos buscando. Debe ser el diario de Carlos. Ahora vamos a saber con pelos y señales por qué Carlos se ha convertido en un verdadero monstruo. 

-Vanesa, yo me atrevería a decir que ese hombre tiene el seis seis seis por alguna parte de su cuerpo, en serio. Tanta maldad en una persona no es normal. 

-García, sabes que sí se puede dar. Hay mucho trastornado por ahí, y si encima su familia en vez de darle lo que necesita, lo maltratan y abusan de él, pues ahí tienes el resultado. 

-Tienes razón. Pero personas como nosotros que cumplimos con la ley al milímetro, es normal que nos cueste entender que haya mentes tan retorcidas y malignas.

-En eso te doy la razón también.

Ahora sí, por fin habían puesto el broche final a la investigación. Iban a saber gracias al propio Carlos, cómo un niño se podía convertir en un auténtico animal de adulto, sin emociones ni sentimiento alguno. La mente humana era jodidamente complicada de entender y desde luego menos teniendo en cuenta a mentes como la de Carlos.

García no pudo evitar abrazar a su compañera. Él también estaba eufórico.  No podía ser de otra manera. Por fin todo había terminado. Los dos policías se abrazaron. Ese abrazo denotaba mucho cansancio por ambas partes, noches de insomnio por el maldito caso, miedo, pero también mucho tiempo juntos y apoyo mutuo. Los dos policías estaban encantados de ser pareja. 

-Bueno, Vane, tengo que decirte que eres la mejor. No he podido tener una compañera mejor que tú. Eres lo mejor que tenemos en todo Madrid. En serio.

-Gracias, García, yo puedo decir lo mismo. No nos pueden separar nunca, salvo que alguno de los dos quiera cambiar de unidad. 

-Y eso no va a pasar porque amamos homicidios. Bueno, vamos a comisaría y que lea otro compañero el diario. Nosotros ya nos merecemos descansar. 

-Estoy contigo. Necesito dejar la mente en blanco. Voy a meterme en casa lo que queda de fin de semana, García. No quiero saber nada de nadie. 

García estuvo a punto de preguntarle si quería saber algo de Olivia, pero finalmente se abstuvo, no quería joder el buen momento que estaban viviendo los dos. 

-Oye, Vanesa, ¿Nos vamos a celebrarlo como en los viejos tiempos?

-García, perdona, por mí si iría, pero Rosa y los niños te están esperando.  No la cagues como la cagué yo. Ve a casa y pasa tiempo con ellos. Este caso te ha tenido mucho tiempo apartado de lo que más quieres. Y celébralo con ellos. 

-Tienes razón, Vane. Sabes, Rosa me dijo esta mañana que estaban muy orgullosos de mí. 

-No es para menos, García, ahora eres el héroe de toda España. 

-Y tú la heroína, no te jode. ¿Quieres venir a casa a cenar con nosotros?

Vanesa estuvo pensando qué responderle, pero finalmente decidió irse a su casa. Aún con todo lo que había pasado en esa consulta, no estaba de ánimo y necesitaba descansar. Aún le dolía la espalda y no dejaba de pensar en Olivia y en quedar con Sara para hablar.

-No García, me iré a descansar. Lo necesito. Esta investigación me ha dejado totalmente exhausta. En serio. Y mañana también aprovecharé para descansar. 

-Está bien, compañera, esta vez no te voy a obligar porque sé que me dices la verdad. Yo estoy exactamente igual que tú. Bueno, déjame acercarte a casa.

-¿Qué? No es necesario, vine en moto. 

-Vanesa, ¿En serio? Joder, te pasas lo que te dijo la doctora por ahí. No creo que te permitiera que cogieras la moto en esas condiciones. 

-García, ella no sabía que yo me llevo mal con el transporte público y de haberlo sabido me hubiera permitido coger la moto. No te preocupes por mí, en serio. 

-Está bien, tú ganas. Ten cuidado, por favor. Mañana hablamos. 

-Gracias. Descansa y disfruta de la familia. 

-Lo haré. 

La primera en marcharse fue Vanesa. Era verdad que se encontraba sin fuerzas y sin ánimos. Y necesitaba tirarse en su cama cuanto antes. Quería apagar el móvil, tomarse una pastilla y dormir hasta el día siguiente. Y eso era lo que iba a hacer. Y García no tardaría en irse para unirse a su familia y celebrar por fin, que volvía a ser un padre de familia. 

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