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Capítulo 103. La entrevista (parte 2) y el registro de la consulta.

-Perdone señora, ¿Usted sale a la calle? ¿Ve a su familia?-García ya se olía cuál iba a ser la respuesta de la mujer. 

-¿Yo? No. Sólo salgo a algún acto benéfico con mi marido. Él me dice cómo tengo que comportarme y yo hago lo que él me dice. A él no le gusta que yo enseñe mucho, alguna vez me ha dicho que parecía una puta, por lo que enseguida me he cambiado de ropa. No me gusta enfadarlo ni decepcionarlo. Él se esfuerza mucho por ser perfecto tanto para mí como para mis hijos, y yo debo hacer lo mismo. En cuanto a mi familia, Carlos me dijo que ellos no eran buenos para mí. Y tenía razón, así que dejé de verlos. No me convenían para nada. 

-Claro, señora -contestó García muy asustado por lo que esa mujer le estaba contando-por cierto…¿Qué sabe usted de la familia de su marido? ¿Sabe cómo fue su infancia?

-Sí, él siempre me ha dicho que se crió en un ambiente muy familiar. Pero que sus padres murieron cuando él tenía veinte años por lo que tuvo que trabajar mientras estudiaba medicina. Pero él fue feliz, es lo único que le puedo decir. Yo en realidad no he conocido a ningún familiar suyo. Era hijo único, por cierto. Y otra cosa, ¿Cuándo lo van a soltar?

Ese dato a Marco no le cuadraba. Carlos seguramente habría mentido a su mujer acerca de su vida anterior. Así que se dio cuenta que no sacaría la información que él necesitaba para saber por lo que tuvo que pasar Carlos de niño, por lo que decidió terminar ahí la entrevista. Se despidió de la señora y se fue por dónde había venido. Salió muy preocupado por lo que vio en esa casa. Esa pobre mujer vivía en una auténtica jaula de oro. Iba a necesitar terapia de por vida seguramente, para poder alejarse de Carlos y para poder llevar una vida completamente independiente. Lo cual sería una tarea casi imposible. Y además, ¿Cómo le preguntaba cuándo iba a salir de los calabozos? Esa mujer no era consciente de lo que había hecho su marido. Había estado viviendo con un auténtico monstruo durante veinte años y ella ni se había dado cuenta, o quizás lo había normalizado. 

García se metió en el coche, pero se dio cuenta que la calle Recoletos, donde Carlos tenía la consulta, estaba a tres minutos andando de donde él había aparcado, así que decidió ir andando. Necesitaba digerir todo lo que esa mujer le había contado. 

Cuando llegó a la consulta, ya se encontraba la policía científica trabajando, y sus propios compañeros, además de los periodistas y unos cuantos fisgones. García se tapó la cara con su gabardina y pasó desapercibido entre toda esa gente. No estaba para dar la cara con los periodistas. 

El policía buscó a su compañera nada más entró en la consulta, y a ésta la encontró hablando con la secretaria de Carlos. Cuando Vanesa vio a García, se despidió de la señora y se acercó a su compañero. 

-¿Cómo fue, García?-Preguntó Vanesa de forma decidida. 

-Vaya, ¿Ahora vuelvo a ser García?Ayer en tu casa era Marco.

-Anda, no digas tonterías. Estamos en el trabajo. ¿Cómo te fue con la mujer?

-Nada. Él le mintió acerca de su infancia. Según ella él fue muy feliz, y eso no nos concuerda para nada. Además, a esa mujer la tiene completamente dominada Carlos. Joder, no ve ni a su familia y la trata como una sumisa. Ella no tiene ninguna mujer que le ayude en casa, y se podía comer en el suelo, a pesar de ayer haber hecho un registro los compañeros. Además, vestía con unas ropas nada acordes a una mujer de su nivel. Es una mujer maltratada, por lo menos psicológicamente. Se dedica a agradar y tener contento a su marido. 

-Joder, menos mal que no la entrevisté yo. Me pone de muy mala hostia ver a una mujer así. Todo lo que ha tenido que sufrir para que ese hombre la domine de esa manera. 

-Vanesa…Si llegas a estar tú en el interrogatorio lo hubieras matado con tus propias manos, así que me alegro que tú no lo hicieras. 

Vanesa sabía que García la conocía muy bien, y seguramente eso hubiera hecho de haber hecho ella el interrogatorio. 

-¿Y cómo va el registro aquí?

-Nada, joder, no hemos encontrado nada sobre él. El ordenador lo tiene completamente limpio, sólo los archivos de sus pacientes, eso sí, de Álvaro no hemos encontrado nada. Sólo los informes que ya nos pasó cuando vinimos a verle.Y para colmo no te lo pierdas, la secretaria sólo me habla maravillas de él. Dice que es un hombre como pocos, todo un caballero, muy educado y muy pendiente de ella. Además se ve que le paga bien. Ella está muy contenta con él. Hasta me ha dicho que había pensado que cuando llegara el momento de jubilarse, de habérselo permitido Carlos, seguiría con él. Pero la mujer ya estaba asimilando que eso no pasaría nunca. 

-Claro, en la calle es encantador y en su casa un monstruo. Típico de su psicopatía. 

-Tal cual. Pero García, yo acabo de llegar, al final me enredé hablando con mi madre y he llegado tarde. Aún no he hecho una buena inspección ocular de esta habitación. 

-Pues hazla, Vane. De ti depende que encontremos algo, ya lo sabes. 

Vanesa se puso a ello, mientras García hablaba con unos y con otros mientras todos trabajan.

Mientras Vanesa echaba un ojo rápido a esas cuatro paredes, se fijó en algo que, cuando visitaron al psiquiatra por primera vez para recabar información de Álvaro,habían pasado por alto. De repente comenzó a sudar de lo nerviosa que se puso. Se acercó a un cuadro que colgaba en la pared, y le llamó la atención porque la casa que estaba dibujada y pintada en ese cuadro, era la casa de los abuelos de Carlos. No había ninguna duda de ello, porque el cuerpo de Vanesa reaccionó de igual manera que cuando se encontró en esa maldita casa la noche que por fin descubrieron todo el pastel. Normal que no se hubieran fijado en ese dibujo,  si cuando visitaron a Carlos aún no sabían que éste tenía que ver con el caso. 

Vanesa comenzó a respirar con cierta dificultad. Algo le decía que ahí estaba lo que estaban buscando. Por lo que movió torpemente el cuadro, y se dio de bruces con una caja fuerte. El corazón se le iba a salir del pecho, por lo que volvió a dejar el cuadro en su sitio, y llamó a su compañero a gritos. 

García llegó corriendo a donde se encontraba Vanesa. Y enseguida se fijó en lo mismo que la inspectora. El policía tragó saliva mientras palidecía. Ese dibujo era escalofriante, y ya no por el dibujo en sí, sino por lo que ese dibujo representaba. 

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