Y NO LEVANTARSE (EPILOGO)
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Defíneme placer,
para conocer hasta dónde
tengo que llevarte
No lo había querido aceptar.
Mientras la ambulancia se llevaba a su adorado peliazul al hospital, mientras le anunciaban la terrible noticia horas más tarde, incluso ahora que se encontraba de pie frente al sarcófago abierto, viendo directamente el rostro pálido de su hombre, no lo podía aceptar.
El velorio tuvo poca asistencia esa tarde amarga de diciembre. Algunos compañeros del trabajo de Jungkook, el primo Yoongi, unos cuantos comerciantes vecinos de la primera galería de Taehyung. Nadie más. Y eso le había roto un poco el corazón a Jungkook, pero no porque nadie fuera a acompañarlo a él, si no porque significaba que eran pocos quienes todavía lo tenían humanizado. Pues no importaba que su novio hubiera sido un ángel en la tierra, ayudando a todos con su bondad y humildad infintas, para el resto del mundo se quedaría como aquel artista gay cuyo momento de gloria llegaría a su fin desde que cometió adulerio con un modelo amado por Corea.
Excepto claro, por Bae Joohyun. Había llegado a la funeraria con un par de muletas y llorado directamente sobre el vidrio que protegía el rostro lúgubre de Taehyung. Jungkook estaba tan ido en esa ocasión que ni siquiera tuvo ánimos de discutirle, pero ella le dedicó una mirada mortal cada vez que alzaba la vista, como si en el fondo supiera que eso era su culpa. Ella le había llamado la tarde anterior preguntando por Tae, quería comunicarle a su amigo que su arduo trabajo tuvo frutos y ella podía caminar nuevamente... Su entusiasmo duró poco. Y el primer deseo de Jungkook también.
Y lo dicho, nadie llegó al velorio para asegurarse de que él estuviera bien, recibió unos cuántos pesames de conocidos de Taehyung, pero ninguno por él... No podía culparlos, él estaba consciente de que no tenía amigos cercanos y las únicas personas que alguna vez le otorgaron su apoyo incondicional, estaban lejos de él.
Se había querido comunicar con su familia en el transcurso del velorio, demasiado desahuciado para querer escuchar una voz cualquiera que le consolara, pero su llamada fue cruelmente ignorada. Por fortuna el primo Yoongi fue el único que acudió por decisión propia en el peor momento. Comprendió entonces que su segundo deseo también había pasado de largo, su familia no les extrañaba.
Jung Hoseok tampoco se apareció esa fría tarde. Lo entendía, pese a todo. Y lo aceptaba, si él le hubiese jurado a Taehyung que no volvería a ver a cualquiera antes de verlo morir, se habría asegurado de cumplirlo.
Nadie nunca habló de Jungkook en las redes. Su apellido pasó desapercibido para el mundo cada vez que hablaban de su difunto novio, así entendió Jungkook que la fama que había deseado para él solamente le atrajo desgracias, aún después de la muerte. Ya nadie se interesaba por su arte, la galería que Jungkook se había encargado de terminar de reformar nunca se llenó de clientes. Jeon estaba seguro de que el tercer deseo fue el que más le dolió perder.
Días posteriores al entierro, Jungkook se seguía durmiendo más tarde, esperando inmóvil en la sala con la cruda esperanza de que su novio volviera a cruzar por la puerta principal y corriera directo a sus brazos. Lo deseaba con el alma. Sin embargo, nunca sucedió.
Probablemente lo que más hería a Jungkook era no haber pasado más tiempo con su novio antes de perderlo. Porque parecía tan obvia la solución ahora; Jungkook podría haber renunciado a su trabajo en la agencia de idols y dedicarse exclusivamente a las obras de su Taehyung, trabajando mano a mano para hacer crecer su negocio. Ambos dedicándose a lo que más amaban, estando con quien más amaban. Podían haber triunfado en el mundo del arte con la ayuda del otro.
Jungkook lloró aún más cuando se dio cuenta de eso, la lámpara les hizo perderse antes de siquiera darse cuenta.
Tonto Kookie, casi había podido escuchar.
Se sintió peor al enterarse de que su agencia le había despedido sin más remedio, alegando que sería una vergüenza que a uno de sus empleados le hubieran sido infiel con la imagen de otra empresa competencia. A pesar de que a Jungkook no le dieron atención en el tema del adulterio de Taehyung. Pero lo aceptó también, ese fue el cuarto deseo destruido.
Jungkook se refugió en su propia imaginación, pasaba las horas y días sentado en la sala viendo películas imaginando que Taehyung se encontraba con él, que él se quedaba en la cocina para hacer sus desastres. Incluso podía invocar el olor del humo de aquella vez que su novio había dejado un poste más tiempo de lo esperado en el horno. No le hacía falta trabajar, pues gracias al seguro de vida de Taehyung y sus ganancias del arte en vida, le había dejado el dinero suficiente para vivir dos vidas. Podía hacer lo que quisiera, viajar a otro continente, comprarse una mansión, fundar otra agencia de Idols donde pudiera hacer algo de provecho, pero se rehusaba a abandonar su zona de confort; su hogar había sido el hogar de Taehyung también, no quería renunciar a eso.
Se enteró por las noticias una tarde lo que también estaba esperando: Seokjin se recuperó de sus heridas sin cicatrices visibles. El resto del mundo lo consideraba un milagro, a Jungkook le resultaba inquietante. Eso lo aceptó, su quinto deseo había llegado a su fin.
Lo que lo enfureció fue escuchar al modelo en entrevistas posteriores, cuando finalmente le preguntaron sobre Taehyung y lo que había sucedido entre ellos. Él contestó que no hacía falta preocuparse por cosas tan poco relevantes. Fue rudo, pero no tan grave. Lo que hizo reventar a Jungkook del coraje fue que Kim, en televisión nacional, comenzara a desprestigiar el trabajo de Taehyung diciendo que había destruido las dos piezas adquiridas del artista. Y no conforme con eso, animó al resto del país a hacerlo también.
Catarsis, había dicho el modelo.
Y una puta mierda, contestó el viudo a la distancia.
Le enfadó porque debía ser él quien estuviera enojado con el mundo, no tenían derecho a seguir hablando porquerías de un difunto. De su Taehyung, el hombre más bueno. Y sin embargo, tenía la suficiente coherencia para quedarse haciendo nada mientras todos seguían hablando, aceptando en silencio el pago de sus consecuencias.
Ahí razonó, todavía con el programa y la estúpida cara del modelo en la televisión, que no hacía falta quedarse de brazos cruzados si involucraban a Taehyung. Le había prometido protegerlo, después de todo, y si no lo había conseguido entonces se aseguraría de mantener su memoria.
Esa misma noche empacó sus pertenencias importantes, arrastrando también la que había sido la posesión más preciada de Taehyung, y compró un boleto de ida a China, el país donde vivieron sus ancestros. Ahí se ocultó en un templo de poca recepción y rogó durante 7 días y seis noches una oportunidad para cobrar venganza. La séptima noche, un yaoguai se apiadó de él.
La caja de música de Taehyung fue poseída, y Jungkook tuvo la oportunidad que tanto deseaba. Su poco rastro de cordura le susurró que no valía la pena, pero poco duró. No le importaba ya, pues lo único que le importaba ya lo había perdido.
Deseó que nada de eso hubiera ocurrido, que él pudiera volver a la tarde de su aniversario antes de que Taehyung le obsequiara la lámpara.
Lo siguiente que supo fue que tenía a Taehyung abrazándole con fuerza, él sentado sobre la cama. Se dio cuenta de que ya tenía lágrimas en los ojos, pero el motivo de su llanto cambió en un segundo, no recordaba ni le interesa saber porqué estaba llorando antes de volver, sólo quería abrazar a su adorado peliazul de nuevo. Escuchar sus órganos funcionando en su oído. Sentir su respiración lenta y las palabras de consuelo que había esperado por muchos tiempo.
Jungkook miró a su regazo entre lágrimas, pero la caja de música había desaparecido de sus manos.
Creyó que todo había vuelto a la normalidad, que se había salido con la suya. Pero había una nueva regla de la que no se enteró.
Sangre. Los deseos concedidos por el yaoguai de la caja de música se pagaban con sangre.
Jungkook murió al día siguiente, en la galería de Taehyung, mientras trataba de abrir un nuevo bote de pintura roja. En lugar de encajar el destornillador en la tapa del bote, se apuñaló a sí mismo en el abdomen con una torpeza inhumana.
Taehyung gritó su nombre mientras se acercaba en un vano intento de auxiliarlo, pero la sangre seguía fluyendo aunque la herramienta siguiera enterrada en la piel. Jungkook lo aceptó nuevamente, estaba satisfecho con haber visto a su novio por última vez antes de morir.
Y con la poca conciencia que tuvo, se dio cuenta de que, de cierta forma, el sexto deseo concedido por la lámpara también se había desecho... La lámpara había reencarnado en la caja de música y había encontrado a alguien.
Al final, lo que ahora poseía a la caja encontraría su forma de seguir condenando a cuantos pudiera al agrio placer de caer en la tentación, y no levantarse.
···
¡Gracias por haber llegado hasta aquí!
Espero que pasaras un buen momento leyendo. ♡
Como probablemente ya leíste en la descripción, este fic es una adaptación a la película de Netflix "7 deseos", a fin de participar en el September Festival, un bonito concurso creado por @Editorial_NamBloss.
Si te gustó este retorcido fic, te invito a divagar por el escaso catálogo de mi perfil, tengo especial aprecio por los géneros de drama, terror/misterio y ciencia ficción. Con mucho romance incluidos en el medio.
Eso es todo por ahora, gracias por desperdiciar valiosas fracciones de tu tiempo en mí. Espero verte más seguido.
atte, lili ت
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