PREFACIO.
En una sala de reuniones de una de las más importantes empresas de Tele marketing del país, me encontraba. La había elegido no sólo por ser la mejor y por tener su sede más prestigiosa en Madrid, sino porque esa empresa era sinónimo de éxito y era justo eso lo que yo quería obtener en mi primer encargo como director del departamento de publicidad. Quería demostrarle a mi padre que era válido para el puesto y que ya no era ese niñato irresponsable al que la gente solía timar con facilidad.
Había firmado un contrato millonario con la empresa Talos Connect. Ellos se encargarían de la publicidad de la empresa de mi familia. Quería proponerle a mi padre una idea innovadora, algo mucho más actual y nuevo, no el típico anuncio que cualquier otra empresa podía hacer. Y así fue como me convertí en la imagen de los anuncios. Me tomé el atrevimiento hasta de cambiar el logo de la compañía sin que estuviese aún aprobado en junta. Todo para impresionar a mi familia, para demostrar que no era un maldito cero a la izquierda.
Y allí estaba, en una monótona reunión sobre estudio de mercado. Los anuncios publicitarios habían sido evaluados por un extenso público y las respuestas eran muy positivas. Tenía delante el balance y las nuevas mejoras que la empresa proponía para impulsar el producto, pero ... para seros sinceros, estaba más ocupado comiéndome con la mirada a la chica que explicaba las diapositivas. Ella era Carolina Cote, una verdadera loba en los negocios. Y... mi futura esposa, aunque... eso aún no era oficial. De hecho, nuestra relación era confidencial debido al proyecto que teníamos entre manos, pues sus colegas y sus jefes no verían con buenos ojos que mantuviésemos una relación, así que ... acepté sus exigencias cuando aseguró que debíamos ser precavidos y que no desvelaríamos nada hasta que terminase nuestra colaboración.
Sinceramente, gritar a los cuatro vientos que estaba completamente enganchado a ella no era mi prioridad. En aquellos días, me bastaba con tenerla en mi cama cada noche. Aunque... eso de cada noche se estaba alargando más de lo que me gustaría admitir, y en aquellos días, la veía más bien poco.
Siempre me he considerado alguien comprensible, así que no iba a quejarme, pese a que verla tan poco implicaba ansiarla incluso más. Me tenía tan enganchado con esa técnica suya de darme una de cal y otra de arena, que me era imposible pararme a pensar en su estrategia. Y por supuesto, ni siquiera pensaba en que me estuviese tomando el pelo.
Llevaba semanas sin hablar con David, mi hermano mayor. Y eso era debido a que cada vez que lo llamaba empezaba con sus bromas con respecto a aquella relación secreta con Carolina.
Nunca debí confesarle lo que sentía por ella, pero ... debo admitir que soy muy malo para guardar secretos de mi familia. Siempre he sido muy unido a mamá y David, así que... les solía hablar de casi todo.
Mi familia se dedicaba a la fabricación y comercialización de sistemas de tuberías y accesorios de plástico que daban solución a cualquier tipo de necesidad en materia de conducciones y canalizaciones. Éramos pioneros desde la década de los sesenta y ni siquiera la crisis había podido con nosotros. Teníamos distintas sedes distribuidas por toda España, aunque mi familia y yo nos ocupábamos de la de A Coruña, el lugar del que procedíamos y donde vivíamos. También teníamos una importante oficina en Marruecos y pronto habilitaríamos la de Portugal.
–¿Hay preguntas? – levanté la mano haciendo que todas las miradas se pusiesen en mí, incluso la suya.
–Hay una cosa que no entiendo de la gráfica siete. Verá en el baremo de la diapositiva nueve se muestra un descenso de las visitas del blog en la última semana, mientras que en la gráfica siete no aparece por ninguna parte dichos números. ¿Es por algún tipo de error, quizá?
–Oh, no. Es porque los datos del baremo aún no han sido actualizados. Pero, le imprimiré los resultados reales para la presentación del viernes.
–Bien, y... ¿qué me dice de las respuestas de los hombres entre dieciocho y treinta años? La gráfica tres dice que el noventa y nueve por ciento de los entrevistados dio un diez en su valoración. Mientras que en el mapa de resultado de la diapositiva seis, habla tan sólo de un veinte por ciento.
–Ya se lo he dicho, señor Ferro, algunas de las diapositivas no están actualizadas. Tan sólo han sido preparadas para la presentación de una forma global.
–Ya veo. Asegúrese de enviarme las actualizaciones antes del viernes.
–Por supuesto.
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