Capítulo 2 - Sinceridad.
Movía mis rodillas, ansioso con la maldita situación, pensando en cómo actualicé cada uno de los correos más de diez veces, incluso busqué en las carpetas de Spam, pero no había ni rastro del supuesto correo que Carolina aseguraba haberme enviado a través de su secretaria. Así que ... allí estaba, esperando en la sala de espera a ser atendido. Reconozco que se me da de puta pena que me hagan esperar.
Aproveché ese momento para enviar los vídeos que tenía metido en la nube a mi hermano, quería conocer la opinión de mi hermano mayor con respecto a la publicidad y después de hacerlo, me puse a mirarlo en bucle. A medida que lo veía, una y otra vez, me iba dejando engatusar por él.
El teléfono móvil de la chica que estaba sentada a mi lado irrumpió a mi lado y esta lo descolgó con rapidez, tremendamente avergonzada de estar metiendo la pata.
–Ahora no puedo hablar. Estoy a punto de entrar a una reunión. No. Sí. Claro que estoy interesada, Ana, pero... estoy en medio de una campaña, no puedo hacerles el feo de marcharme a la mitad, no me parece ético. Me ofrecieron esta oportunidad y ... Está bien. Sí, iré a la entrevista si te quedas más tranquila. No. No quiero hablar sobre lo que pasó la última vez. Esos cabrones me usaron para que les sacase el trabajo y me echaron en cuanto... – el carraspeo de la secretaria hizo que ella dejase de hablar. – hablamos de esto luego. Tengo que colgar.
Lo hizo y desconectó el teléfono. Luego lo guardó con rapidez en su chaqueta y yo me fijé en lo desaliñada que estaba. Llevaba unos pantalones azules muy anchos, unas zapatillas de deporte, una camisa de rayas que le quedaba muy holgada y sobre esta una rebeca mostaza. Parecía una mendiga. Sus cabellos estaban recogidos en un moño despeinado y algunos caían por su rostro.
–Hola – saludé. Parecía alguien muy normal, nada de ella llamaba mi atención, sobre todo porque yo estaba aún engatusada por la sanguijuela de Carolina. – ¿Quieres ver algo impactante? – me miró sin comprender. Entonces puse el teléfono a su alcance y pulsé el play para que reprodujese el anuncio. Esperé encontrar emoción después de que lo viese, pues yo estaba tan feliz con lo que había conseguido. – ¿Qué opinas?
–Es espectacular, sin duda. Pero ... ¿de qué es el anuncio exactamente? Quiero decir... ¿qué es lo que publicita?
–Es una broma, ¿verdad?
–Lo pone en el logo que sale al final. ¿No te has fijado?
–Una empresa de tuberías, ¿no?
–Eso es.
–¿Y por qué el anuncio es así? – la miré, sin comprender. – Parece que estás publicitando una bebida alcohólica. – Puso el dedo sobre el reproductor y le dio hacia atrás antes de parar la imagen en la parte en la que bebía un vaso de wisky sentado en un sillón junto a la chimenea con un impoluto traje. – ¿Ves? Una bebida cara.
–Vale, puede que el mensaje en este no esté claro. Pero ... ¿qué me dices de este? – busqué en mi teléfono otro de los anuncios que habíamos grabado y se lo puse. Vi la misma cara de pasotismo de antes, como si no le hubiese impresionado.
–Es igual que el primero, no parece un anuncio de una empresa que se dedique a vender materiales de construcción.
–No vendemos materiales de construcción, solo tuberías.
–A mí me parece un anuncio de un reloj. – Volvió a rebobinarlo con el dedo y lo soltó justo en la parte en la que se me enfocaba a la muñeca donde estaba un rolex – ¿De qué sirve un anuncio tan caro y con tantos recursos, si las personas que los ven no saben lo que publicitas hasta que al final sale el logo de la compañía?
Esa chica cada vez me caía peor. ¿Por qué no era capaz de verlo?
–¿A qué te dedicas?
–Atención telefónica. Trabajo en esta misma compañía. ¿Y tú?
–No espero que una simple telefonista entienda de publicidad.
–Por supuesto. Pero ... has pedido mi opinión y te la he dado. ¿Acaso esperabas que mintiese? Sinceramente, creo que las personas que verán tu anuncio no saben de publicidad. Así que ... probablemente opinen como yo.
–Ya...
–Sinceramente, creo que un anuncio publicitario debería ser más fácil. No quieres marear a los telespectadores, ¿no? Si el mensaje no está claro, se cansarán de verlo a la mitad y apagarán el televisor antes de haber visto el logo. O... puede que se defrauden al darse cuenta de que no es un reloj lo que publicitas, si no tuberías. Un poco desconcertante, ¿no crees? Creo que sería mejor si empiezas hablando... no sé... ¿quién inventó las tuberías? ¿fue en la antigüedad? Quizás hablaría sobre ello, mostraría imágenes de cómo eran las tuberías en aquella época y como han evolucionado hasta el día de hoy, mostraría las instalaciones donde se fabrican o donde se almacenan, a los responsables de ese lugar. Crearía cercanía entre los trabajadores, como si fuesen una gran familia. La humildad también es importante, ¿no crees?
–¿Y qué me dices del eslogan?
–No sé, hablaría sobre el precio y la calidad, por supuesto. Algo como... "llevamos más de veinte años construyendo tus sueños..." sería un buen eslogan.
–No vendemos materiales de construcción.
–Ya...
–Eli – la llamó la mujer que previamente me había indicado que me sentase. – Fernando te verá ahora.
–Claro – ella se levantó. Cogió su larga rebeca y se colgó el bolso, luego miró hacia mí. – Suerte con sus anuncios.
Carolina opinaba que todo estaba bien y prometió enviarme el dosier corregido por correo electrónico en cuanto pudiese. Volví al hotel y por el camino llamé a mi hermano.
–¿Has recibido los anuncios?
–Sí, aún no he tenido tiempo de verlos, llevo una mañana ajetreada. ¿Tienes ya el estudio de mercado?
–Aún no.
–¿No? La reunión es el viernes, Mario.
–Si hoy no me lo manda...
–Nada. No harás nada. Esa mujer te tiene demasiado dominado, tío. ¿No te das cuenta? Tu problema siempre ha sido ese: confías demasiado en las personas, y en este mundo hay mucho aprovechado suelto. Sinceramente, no me cae bien esa chica. Siempre las eliges por su belleza y ese tipo de chicas sólo quiere dinero.
–Ella es distinta a lo que crees, David. Tiene cerebro.
–No voy a discutir de eso contigo, tengo trabajo que hacer. Te diré algo en cuanto vea los anuncios.
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