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Capítulo 1 - El mensaje no está claro.


La reunión con papá para mostrarle parte de los avances que estaba logrando se acercaba a pasos agigantados, debía ponerme de acuerdo con David para la presentación y estudiar los datos, pero Carolina se resistía pasarme el dosier actualizado con el estudio de mercado. Por suerte para mí, no tendría que aguantarle en persona, pues él tenía asuntos que atender en casa.

Me acicalé la corbata mientras que el Skype cargaba. Lo tenía todo listo, los apuntes, el desfasado estudio de mercado, incluso las gráficas en power point para impresionar a mi hermano mayor. Estaba dispuesto a mostrarle que esta vez no me dejaría avasallar y sería un gran apoyo para la compañía.

Carraspeé la garganta en cuanto le vi la cara al otro lado de la pantalla. No me pasó desapercibido su atolondrado cabello rizado de un rubio mucho más intenso que el mío y sus penetrantes ojos azules.

–¿Qué pasa, lumbreras? – Era su saludo característico, pese a que odiaba que me llamase así. Pero ... ya estaba acostumbrado. – ¿Estás solo? – miró detrás de mí como si estuviese buscando a alguien. – ¿Dónde has dejado a la top model?

–Está trabajando. – Contesté, sin más. Él se miró el reloj y puso una de sus famosas caras.

–¿Trabajando? Son casi las once y media de la noche, hermanito. ¿Qué pasa? ¿ya hay problemas en el paraíso? Si ese es el caso...

–Todo va perfectamente, gracias. Ahora, si no te importa, creo que deberíamos hablar de trabajo.

–Directo al grano. ¡Qué poco te gusta irte por las ramas!

–Es un asunto importante, David. Estamos hablando del futuro de la empresa. ¿Recibiste la información que te mandé?

–La tengo delante – levantó una carpetilla y la ojeó por un momento.

–¿Qué opinas? Esta es mi primera presentación frente a la familia y los accionistas, no quiero dejarme ningún punto sin...

–El estudio de mercado no concuerda.

–Ya... eso. Estoy esperando una actualización que tiene que pasarme Carolina, pero en cuanto lo tenga, todo estará listo. ¿Qué opinas de todo lo demás?

–Todo lo demás está perfecto. Has hecho un gran trabajo.

–¿Crees que papá se sentirá orgulloso esta vez?

–Aún no he visto los anuncios. ¿Cuándo vas a dejarme verlos?

–Están haciendo los últimos retoques. En cuanto los tenga listos te los mandaré. Vas a flipar, David.

–¡Ya pueden ser buenos para haberte gastado dos millones de euros, Mario!

–El dinero no es lo importante en este asunto...

–Papá no opinará lo mismo.

–¿Cómo va todo por allí? ¿cómo está mamá?

–Deberías de llamarla. Se pone histérica si no puede localizarte. Además, me está haciendo demasiadas preguntas sobre Carolina.

–¿Le has dicho algo sobre...?

–¡No le he dicho nada, pesado! ¿Crees que tu matrimonio es lo único importante en mi vida? No eres el centro del universo, hermanito.

Unos golpes en la puerta nos interrumpieron y me olvidé de lo que iba a contestarle a mi hermano.

–¿Quién es a estas horas? – se quejó David.

–Probablemente será el servicio de habitaciones. Igual quieren dejarme más toallas. Espera un momento.

Fui a abrir la puerta y me quedé a cuadros al ver a mi chica allí. Llevaba un conjunto de lo más osado que no solía ponerse cuando iba a trabajar. Sus piernas eran largas como una sinuosa carretera y sus medias de leopardo. La falda era tan corta que parecía un cinturón ancho. Y llevaba un top tan estrecho que resaltaba mucho más sus turgentes pechos. Su sonrisa fue apareciendo a lo largo que le hacía un examen con la mirada.

¡Cielos! Me había dejado sin aliento.

–¿Estabas ocupado?

–¿Qué? – miró hacia el ordenador aún abierto, pues ni siquiera me había despedido de David. – ¡No! ¡Claro que no! Solo estaba hablando con David. Pasa – me eché a un lado y la invité a entrar a la habitación. En seguida me fijé en el enorme bolso que llevaba y en la bolsa que traía consigo.

–Oh, ¿en serio? ¡Qué pena! ¿te he pillado en medio de una reunión? Yo que veía a celebrar... – dejó el bolso sobre la cama y sacó de la bolsa una botella de champagne.

–En realidad, ya había terminado. – Me acerqué al ordenador y lo cerré sin tan siquiera despedirme de mi hermano. –¿Qué es exactamente lo que querías celebrar?

–Los anuncios ya están listos. Te van a encantar. – metió la mano dentro del bolsillo trasero del bolso y sacó una memoria pen drive para ponerla a mi alcance.

La agarré y sonreí mientras ella colocaba la botella sobre la mesa y me sentaba en la silla de escritorio junto a la mesa. Me moría de ganas de ver el resultado de los vídeos. Así que metí la memoria en la ranura correspondiente del ordenador y abrí la pantalla, con toda la intención del mundo de verlo.

Carolina se sentó junto al ordenador, como si intentase distraerme. Yo tenía mis prioridades muy marcadas, más después de la conversación que había tenido con David.

El primer anuncio era innovador, con una música impactante, en el que se me veía en primera plana entrando en la oficina, sentándome en un sillón junto al fuego y echándome un vaso de ron. Luego le daba un sorbo y se escuchaba mi propia voz de fondo, en off, diciendo: No te arriesgues, confía en lo mejor y apuesta por lo seguro. Después salía el logotipo de la empresa y decía a lo que nos dedicábamos.

No era lo que había esperado, pero al salir yo me parecía bueno.

–Es...

–Es bestial, ¿no crees? – no estaba de acuerdo con ella. Si bien la música era buena y era atrayente, había algo que no me terminaba de gustar. – Vas a flipar con el otro.

Lo puse y volví a verme en primera plana, aquella vez aparecía en la habitación de ese lujoso hotel terminando de vestirme, elegiendo los accesorios para un buen look, se enfocaba bien el reloj, la corbata y los zapatos. Salía por la puerta y terminaba el anuncio con el eslogan: Toda una vida contigo, ante la duda... no te arriesgues.

–Creo que falta un trozo – recordaba haber dicho mucho más en la grabación del estudio. Hablé sobre la historia de la empresa que fundó mi bisabuelo y algunas cosas más. Pero lo habían omitido todo. Tan sólo se habían quedado con el final del discurso. Recordé además el dosier que aún no me había pasado sobre el estudio de mercado. – ¿Cuándo vas a mandarme el estudio de mercado actualizado? – se le cambió la cara en cuanto escuchó hablar sobre ello.

–¿No te ha llegado?

–No.

–¡Qué raro! Le pedí a principios de semana a mi secretaria que te lo enviase. Hablaré con ella mañana mismo...

–Eso es lo mismo que me dijiste la última vez. Necesito preparar la presentación con datos reales, Carolina.

–Mario... estás muy tenso – cerró la pantalla del ordenador y se abrió de piernas, haciendo que me fijase en que no llevaba bragas

–Oh, ¿qué...? – me agarró de la corbata y me atrajo hasta ella para besarme apasionadamente. Ni siquiera la vi venir cuando ya la tenía encima. Empezó a darme besos por el cuello, encendiéndome cada vez más, hasta cogerme el paquete.

–Relájate, mi vida.

Estaba tenso después del agobio de todo el día y ella sabía exactamente lo que hacer para descargar mi ansiedad. Se agachó frente a mí, sin dejar de mirarme a los ojos. Me desabrochó el cinturón y los primeros botones del pantalón. Yo ya sabía qué era lo que ella se proponía y no la detuve cuando me bajó los pantalones, los calzoncillos y se metió mi duro miembro en la boca.

¡Cielos! Sus mamadas me gustaban tanto que siempre terminaba de la misma forma, aferrándome a silla, con el rostro desencajado, gimiendo como un poseso, dejando que se tragase hasta la última gota de lo que tenía para ella.

–Mucho mejor así – se puso en pie mientras se limpiaba la comisura de los labios y me guiñaba un ojo. – Tengo una sorpresa para ti.

Se acercó al bolso que había traído consigo y sacó del interior una carpetilla. Mientras, yo me recuperaba, sin poder si quiera hablar o subirme los pantalones, estaba exhausto.

Caminó hacia mí y me cedió la carpetilla.

–¿Qué es esto?

–La comisión ha pensado que un tercer anuncio sería bestial para la presentación de la compañía.

–¿Qué? Pero ... ya no tengo más presupuesto, Carolina.

–Seguro que puedes hacer algo. ¿Acaso el director del departamento financiero no es tu hermano? Lo tienes en la palma de la mano, Mario. Deberías usar esa baza para triunfar en los negocios, vida. Además, piensa en lo orgulloso que se sentirá tu padre si en vez de ofrecerle un anuncio innovador le llevas tres.

–Bueno... en eso sí que llevas razón.

–Por supuesto. Los dos queremos lo mismo, amor. Eres mi hombre y ansío verte triunfar.

–Bueno, podemos olvidarnos del trabajo y seguir celebrando mi inminente éxito – sugerí mientras caminaba hacia ella y empezaba a desnudarla.

Acabamos teniendo sexo en la cama, aunque siempre era de la misma forma, ella era demasiado dominante y siempre era la que me cabalgaba. Eso me hacía sentir ansioso, porque no terminábamos de conectar en el sexo. Siempre terminaba primero y me dejaba con ganas de más. Intenté como siempre colocarme sobre ella, pero terminé ganándome una buena ostia sexual y un extrangulamiento, haciendo que ella llegase al éxtasis y yo me quedase como un idiota viendo cómo se levantaba y empezaba a vestirme. Con ella siempre me sentía como un maldito hombre objeto, era como si solo estuviese conmigo por el sexo.

–Esta noche no voy a poder quedarme, amor. Estoy agotada. Sólo he venido a traerte el pen y a darte un adelanto de nuestra celebración.



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