Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

66. Meg

Una semana para la gala...

La música del piano me acribilla los oídos. Mis dedos se mueven sobre las teclas con precisión, pero el sonido sale como si le disparase a un ganso en vuelo...

—No. Otra vez.

Una capa de humedad cubre mi frente. Suspirando para mi, deslizo la mano sobre mi piel antes de volver a empezar. Sofia y yo nos encontramos en la sala de música en donde la luz entra como una estela delicadamente fantasmal y etérea, sin embargo, eso no logra transmitirme lo que necesito.

Porque, ni siquiera sé lo que necesito.

—No, Meg. Otra vez—deja de caminar y se apoya del codo sobre el piano. Me muerdo el interior de la mejilla. Empiezo de nuevo.

Pasé los exámenes. He ido al trabajo y no he tenido inconvenientes. Jay y yo estamos... bien. Pero en mi cabeza, muy en el rincón de mis incógnitas no respondidas, respira el nombre de Lys...

Aviva mis preguntas el sonido de su nombre en mis pensamientos. ¿Quién es esa maldita Lys? Sí. La busqué en internet. Demasiados resultados como para diagnosticar uno. Jay me ayudó a encerrar cuatro perfiles con probabilidad... Cuatro. Y ningún rostro entre sus fotografías me parecen reconocidas.

Nunca había escuchado ese nombre en mi vida, ni siquiera por casualidad. ¿Qué tanta importancia tiene esa Lys y qué tiene que ver con mi mamá? ¿Qué tengo que hacer para entender lo que me corresponde como respuesta?

—¡No, Meg! Estás tocando con demasiada frustración.

Me detengo abruptamente esperando más palabras dejando caer mi cabeza sobre las teclas. Me contengo. Me contengo y respiro con mis ojos cerrados intentando aclararme y verlo desde una perspectiva objetiva... No puedo permitirme decepcionar a Sofia.

—Neg, necesito que seas honesta conmigo... ¿Puedes hacer esto?

Regreso a ver su rostro para encontrarme con una expresión calmada, apacible. Pero a su vez, demandante.

—Esto es un evento importante para la universidad, se escoge a los que se considera más preparados para preservar la atención que tenemos de las influencias... Y sí. Te estoy presionando. ¿Estás segura que puedes hacerlo?—me permito rasguñar algunos segundos.

—Sí—mi voz sale como un hilo—. Vendré más tarde y lo ensayaré. Me salió bien ayer.

—Necesito seguridad de tu parte, Meg—me advierte—. No podemos dejar esto a la suerte.

Asiento antes de retirarme sosteniendo mi bolso con más fuerza de la que requiere. Bridge está solo... Se escuchan los instrumentos de los músicos, el arte rebosa de forma impaciente, como si él mismo exigiese que el día esperando por todos —menos por... mí, obvio— llegue.

El departamento está no frío, pero no hace el calor suficiente para querer quitarme mi chaqueta a pesar de que las ventanas del balcón están cerradas y una bebida caliente me espera con la cola alegre de Pequeñito cuando me siento en el suelo, en la sala. Dejando mi cabeza caer sobre el sofá.

—¿Cuándo llegaste?

Sale Jay de su habitación. Se inclina dejándome un beso rápido en los labios y camina a la cocina donde abre una bolsa de papas. Se sienta con las piernas en posición de indio y me ofrece la bolsa, sus lentes se resbalan por el puente de su nariz.

—No me digas que vas a almorzar eso...—le digo. Sube una ceja y con la barbilla me señala la taza entre mis manos.

—¿Qué hay de ti? ¿Desayunaste siquiera?—pregunta con un rastro de preocupación escondida.

Suspiro y retiro mi atención de su rostro curioso, y preocupado.

—¿Quieres cocinar?—pregunta con suavidad.

—No...

—Pediré algo de comer. ¿Qué se te antoja? ¿Quieres algo árabe?

—Quiero cereal... Y que la esperanza regrese al futuro.

Espera unos segundos, escucho que cruje una papa en su boca.

—¿Te cambiaste a teatro?—bromea. Con una sonrisa le palmeo el brazo. Ambos conservamos lo que podría ser la sombra de un corto silencio—. Sé cómo te sientes...

Con mi cabeza reposando sobre el mueble y mis manos todavía cubriendo la taza de mi bebida ya fría, vuelvo a ver sus suaves ojos verdes.

—A veces me cuestiono sobre si tomé la decisión correcta. Sobre si... esto es lo correcto. ¿Qué haré después?

—¿Qué harás después, cuando te gradúes?—asiento.

—Mis sueños hace unos meses atrás llegaban hasta este momento. Nunca imaginé lo que vendría después. ¿Qué voy a hacer?

—¿Qué quieres?

He escuchado en mi cabeza esa pregunta demasiadas veces. Me he sentido distante de mí misma por preocuparme por lo que me rodea, no me he detenido a pensar en lo que haré o en las metas que tendré para el siguiente año. Ni las que tendré en cinco.

—Quiero... cantar.

Sonríe.

—Entonces, canta.

—¿Así nada más? ¿Así de fácil?—río.

—Si es lo que quieres hacer, Meg, lo vas a lograr, tú puedes.

—¿Cómo lo haré? Apenas si puedo resistir toda esta presión de la gala.

Jay contrae su expresión en donde también, se asoma algo más que no logro distinguir. Antes que pueda mencionar qué sucede, me sonríe y sujeta una de mis manos.

—No te preocupes por eso, Meg. Vas a poder hacerlo. No te enfoques en cómo lo harás, sino en lo que sientes al hacerlo y todo irá bien.

—Tú siempre sabes qué decir, ¿verdad?

Me regala una sonrisa ladeada, se ve cansado. Pero aun así, mi corazón palpita cuando me encuentro con el brillo de sus ojos y la sensación de su mano cálida sobre la mía, de su pulgar acariciando mi piel.

Algo más se agrega a la montaña de preocupaciones de mi vida. Jay se ve cansado y aunque se ha esforzado en comunicarse, todavía reprime sus emociones intentando ser fuerte.

Jay está asustado de su futuro. Mi... Jay está arropado en incertidumbre y nada más quiero sacarlo de ahí. Nada podría ser como antes, no después de las emociones tan intensas que hemos tenido que vivir estos últimos meses, nuestra rutina y miedos han hecho que dejemos a segundo plano el esperanzador futuro del que hablábamos en Ciudad Solar, en esas tardes después de clases, en la playa cuando estaba demasiado sola en el departamento de mis padres. En su casa, en su habitación que olía a pinturas de óleo y a su perfume que tiene una sutil esencia a madera. Una vez más... ¿Qué haré entonces?

Y esta vez, esa pregunta no se resume a mi solamente.

.
.

—¿Qué te vas a poner?—me dice Bianca sentada sobre mi cama, deslizando su pie descalzo en el suelo mientras reposa su peso en sus manos.

—Hailee, es mi mejor amiga en Ciudad Solar, ella me regaló un vestido el día de mi cumpleaños.

Me elevo de puntas para bajar la caja sobre mi armario. Abrí este regalo después, y casi lloro cuando leo su nota que decía: 

"Te escuché muchas veces hablar sobre que algún día tendrías un gran evento y no podrías vestirte con un vestido caro para la ocasión. Estoy harta de escuchar tus quejas. Así que éste vestido es para cuando llegue esa oportunidad... Te quiero".

Saco el hermoso vestido blanco de su caja. Me recuerda a mi bello vestido de graduación, ese con el que bailé y miré los ojos de Jay, con el que lo besé y no me imaginé que sería el inicio de algo mejor... Sonrío sosteniéndolo frente a mí.

Sí. Me recuerda a ese vestido por lo que sentí. Pero, esta es una encantadora versión adulta de esa prenda. Parece que la tela que cubre los hombros y pecho fuese una gasa compuesta de estrellas tímidas que acaban de surcar el cielo. Brilla con una intensidad que podría iluminar cualquier tristeza. De ahí, cubre el resto del cuerpo ajustándose a las caderas y muslos, dejando una bella caída a partir de abajo de las rodillas.

Bianca abre los ojos y se acomoda para verlo mejor. Hay admiración en sus ojos, la misma expresión que puse yo cuando lo vi.

—Meg...

—Lo sé, es hermoso, ¿no? Pero, podría ser demasiado...

—¿Qué? ¡Estás loca! Este vestido hará que brilles como estrella esa noche. Dios, desearía poderte ir a ver. Tienes suerte con los vestidos.

Sonrío. Notando que de cierta manera, es verdad. Cada uno ha estado sobre mi cuerpo, pero no ha sido sobre la misma Meg.

Esta Meg de ahora, de hoy, cree que sí existe el amor y que hay bondad en las personas... Cree que, su madre adicta puede cambiar y amarla como siempre soñó, y también cree que aunque no sabe que le depara el futuro, secretamente sí tiene una petición, un pequeño, pequeño sueño que no deja que sus miedos opaquen todavía, que es el de vivir el día a día con amor, con dicha...

Suspiro. Algo tan superficial como un vestido no es lo que hace que me sienta así. Es el detalle de Hailee de comprar esto para mí, quizás es el cariño de Patricia de invitarme a pasar año nuevo así me haya ido sin despedirme. Es Bianca, que está aquí para preguntar cómo me fue en mis exámenes y traerme chocolate. 

Siento lejano mi futuro, todavía siento que no logro armar ese plano del que hablaba en Ciudad Solar hace meses atrás, pero mi corazón palpita con ansias. Lys puede esperar unos días más... Unos días después. Necesito ser feliz ahora...

Me muerdo los labios.

—¿Estás bien?

La observo, y me siento junto a ella.

—Estoy bien, ¿estás bien tú?—sonríe con suavidad.

—Sí. Le conté a mamá sobre Harold... Le pareció un buen chico.

—Es un buen chico—veo su rostro cubrirse de rubor.

—Es el mejor... Sabes, cuando papá se fue y dejó a mamá, a ella le costó un poco recuperarse. Ella de verdad lo amaba. No entendió por qué se fue sin ninguna explicación... Por mucho tiempo, estuve resentida con papá. No culpo a mamá—une sus cejas—, pero siempre es más sencillo culpar al otro... Ella no admite nada, pero cuando hablo de papá, ya no se ve triste, se ve como si... Lo recordara con cariño.

—¿Ves a tu padre?

—Hablo con él. No mucho. Él tiene ya otra familia, y por más que lo intente, no puedo...—suspira— Creo que todos tenemos cosas que perdonar. No lo odio. Es sólo que, mamá sí me eligió y él no.

Sonrío a medias, recordando a mi propio padre y sus ojos apagados y siempre pálido, sabiendo que a pesar de su persistente cansancio, me quiere.

—Con Harold—continúa—, siento que yo misma podría empezar a crear posibilidades. Nada es oficial entre nosotros, ni creo que lo sea pronto—ríe—. Pero hace mucho que no me sentía así, es extraño y bonito a la vez. El amor y sus formas.

—Espero que entre ustedes todo salga bien...—sonrío, sujetando su mano momentáneamente.

—¿Ha salido bien para ustedes? ¿Siendo mejores amigos desde hace tanto?

—No te mentiré. Al inicio me sentía extraña, insegura. No sabía que sentía eso por Jay. Nos conocemos desde hace tanto, puedo atreverme a adivinar qué piensa y acertar dos de cada tres..

Pone una expresión de disgusto, pero conserva diversión.

—Eso es...

—¡Extraño! Lo sé—reímos—. Pero, sé que no podría volver a encontrar a alguien como Jay.

—Jay es especial... Llama la atención de las chicas—cruzo los ojos.

—Lo sé...—veo que se muerde los labios—, ¿qué pasa?

—Conozco que hay una chica llamada Britney, ¿no?

Mi corazón se detiene unos segundos.

—Sí... ¿Qué ocurre?

—¿Qué hay de Gemma, Meg?—mis cejas se unen, teniendo un vago recuerdo de su mención el otro día.

—¿Gemma?

—¿No sientes que hay algo... ahí?

—¿Por qué dices eso?—pregunto con suavidad pero enderezo mi espalda. Gemma es una buena chica, confío en ella. Podría ser mi amiga si nos damos un par de meses más, hasta tenemos cosas en común. No habría pensado nada de ella—. Pensé que te agradaba.

—Sí. Es... bastante sarcástica. Pero, he notado que... Gemma es cercana a Jay. 

—¿Crees... que deba preguntarle a Gemma? No quiero...

Termino mi oración. Entre Jay y yo, queda una conversación pendiente y se trata de Britney. No quise preguntar más por su ida a su departamento, no quise insistir. Es arriesgado, pero yo confío en Jay. Ahora, en Britney... Quizás no tanto. Pero observándolo desde un punto de vista objetivo, ella no se ve del tipo de chica que irrumpe en donde ve una relación. Ahora, Gemma por otra parte...

—Habla con Jay, y pregúntale. Sólo lo comento porque... Su cercanía es sospechosa.

Con ese último comentario, recuerdo las palabras de Jay. No puedo controlar todo a mi alrededor. Es frustrante, sí. Pero cierto. Quedan pocos días para año nuevo, y muchos menos para la gala... Decido esperar.

Así, transcurren tres días más.

Timotie's abarrotado. Prácticas extenuantes para la gala con Sofia y el resto de participantes. Mensajes sin ninguna información relevante de papá y Patricia insistiendo en que vaya a su casa para año nuevo...

Al final del segundo día, siento mi cuerpo abatido y mi cabeza todavía más. Jay me ayuda a darme un baño fregando mi espalda en la bañera, recogiendo mi cabello me pide que no me quede dormida, pero la sensación suave de la esponja en mi piel hace que quiera quedarme aquí. Jay es quien me levanta y me pone una de sus camisas, acostándose a mi lado contándome de su día, igual de extenuante que el mío, mientras Pequeñito se acomoda a nuestros pies suspirando antes de caer dormido.

Ha habido una calma extraña estos días... Sí. Mi vida en cierto punto se ha hecho más tranquila desde que llegué a esta ciudad, pero a la misma vez, he tenido más aventuras de las que he querido. No puedo evitar sentirme erizada por la silenciosa paz que nos envuelve a pesar del cansancio.

Debía invitar a un acompañante. Y decidir eso ni siquiera me preocupaba. No me preocupaba... Hasta que vi a Jay llegar con una bolsa. Evité husmear cuando salió a hacer unas compras. La curiosidad me hizo que con la punta de los dedos abriera la bolsa sobre la mesa para ver el contenido y noté una caja de zapatos... Y un traje.

No. 

¿Para qué necesitaría Jay un traje? ¿Quizás lo invitaron también a participar?

Me muerdo la uña de mi pulgar. Quizás lo invitaron a participar y no me ha dicho, y por eso, ha estado ausente durante ratos. Aunque... sería una coincidencia que estuviésemos los dos. Me acuesto en su cama a esperarlo y, así, pasa una hora. Una hora en la que mi cabeza maquina preguntas relacionadas con su paradero, y ese traje.

—Hola, creí que estabas en Bridge—sonríe—. Qué bien que estés descansando.

—Sí—respondo distante, une sus cejas.

—¿Pasa algo?

Suspiro. Pequeñito se baja de la cama cuando me siento y cruzo las piernas, entrelazando mis dedos sobre mis rodillas.

Me muerdo los labios. Miro hacia un lado. Muevo un pie con impaciencia. Todo con ese grano de ansiedad que no me ha dejado tranquila en días. Desde la visita de Bianca, y de Gemma más tarde.

—¿Encontraste algo de Lys?—pregunta.

—No.

Enfoco mi vista en algún punto de la pared.

—¿Meg?—ríe—. Ya me estoy asustando, ¿qué pasa?

—¿Para qué es ese traje? ¿Cuándo planeabas decirme que vas con Britney a la gala?

Sus ojos hacen una lenta transición, me mantengo firme observando. Atenta a su respuesta. Dime que no es cierto, suplico. Dime que no es cierto...

En mi pecho se arraiga una incómoda sensación, una conocida. Amarga. Tanto, que sube por mi garganta, pero no llega a humedecer mis ojos.

—¿Cómo lo sabes?—pregunta sin remordimientos—. Meg, Britney me dijo antes de saber que irías. Quise acompañarla nada más por la razón de que ha sido buena chica con nosotros.

No hablo. De mi boca no sale ni una sola palabra.

—Te fuiste con Heron, ¿y ahora me recriminas a mí por acompañarla? No estoy culpándote, pero es contradictorio que te molestes por eso...

—¿Cómo te sentirías si te dijera que Heron me besó?—respondo con calma, fijando mi decepción en mis palabras.

Algo en su mirada se desgarra. Aprieta la mandíbula. Me doy cuenta de que, Jay y yo no hemos estado bien... Ha sido un fastidioso vaivén que nos ha consumido energía y... Mis pensamientos sólo se dirigen a mi ira, a la impotencia y enojo que empiezo a sentir cuando no recibo respuesta alguna más que una mirada. Mi respiración se agita y me levanto sobre los pies, acercándome con las cejas unidas, con el rostro enrojecido.

—¿Es una venganza o algo así?—pregunto, entrecerrando los ojos. 

—¿Te escuchas cuando hablas? ¿Por qué me estaría vengando de ti?

Niego con la cabeza y salgo de la habitación. Mi pecho reprimido pero sin derramar una lágrima. Mi decepción intacta pero no estoy quebrada, por lo menos no ahora.

—Meg, no voy a disculparme por ir con Britney a la gala, puedo ir a verte también.

—No me harás esto de nuevo, no voy a quedar como tú opción.

—¿De nuevo? ¿De qué estás hablando?

—De Ciudad Solar, me hacías lo mismo. Te ibas con otra chica y yo quedaba de segundo plano para ti, y sólo estabas conmigo cuando estaba en problemas—mi voz se quiebra, trago fuerte y me doy cuenta de que hable demasiado fuerte cuando se hace un tormentoso silencio.

—Meg, ¡ni siquiera te gustaba en ese entonces! ¿Cómo puedes reclamar por algo que es una situación distinta?

Mi enojo me ciega, apenas sé que hacer. Camino y siento que mis lágrimas empiezan a aparecer. Subo mis ojos abriendo mis labios para respirar, retuerzo mis dedos y me siento tan colapsada que termino por correr al baño y cerrar la puerta detrás de mí.

—Meg...—toca la puerta.

Me deslizo. Atrapando mi rodillas hasta mi pecho, sintiéndome en pánico, sintiendo ahora que esto era lo que pasaría por tanta tranquilidad tan poco merecida. No, no puedo tocar en esa gala. No, no puedo ir a esa cena de año nuevo y ver el nombre de esa Lys enmarcado en la familia de mi padre. No, no puedo ver a Jay que escoge a Britney... y no a mí.

Escucho que está detrás de la puerta, su sombra se distorsiona a través de la rendija. Está sentado como yo, esperando alguna respuesta pero no quiero oírla.

—Vete—ordeno—. No quiero verte, ¡no quiero!

—No tienes que verme... Nada más, quiero que escuches. Voy a ir con Britney porque ella me invitó mucho antes de que me dijeras que tocarías. Si hubiese sabido que lo harías, ¿no crees que hubiese ido contigo?

—Deja de hablarme condescendiente, odio que hagas esto, déjame en paz.

Pánico. Estoy en pánico. Cada vez siento menos aire y más problemas.

—¿Cómo puedes ir con Britney? Has estado en su departamento, ¡y hasta sales con ella! 

Suspira.

—Meg. Ya basta. Sal de ahí y aclaremos esto, por favor. Estoy harto de jugar esto contigo.

Abriendo la perilla con todas mis fuerzas, lo enfrento sin sentir nada más que hormigueo, mis manos temblando y mis labios también. Afuera ya oscureció. Y con mi respiración que sube y baja, lo miro a los ojos con lo único que puedo sentir ahora, frustración.

—Entonces vete—le digo. Levanta sus cejas—. Vete si estás harto de esto. Porque si ninguno de los dos está listo ahora, nada habrá valido la pena. Lárgate si es lo que quieres.

—¿Estás escuchando lo que estás diciendo? ¡Me estás culpando de algo que ni siquiera he hecho! ¡Pensé que ya habíamos dejado atrás este tipo de discusiones! ¿Qué te pasa? ¿Ahora qué te pasa? ¿Todo tiene que girar a tu alrededor? ¿Siempre debes ser el centro de atención? ¿Te molesta que esta vez, no seas tú?

—¡Vas a ir con una persona que seguramente está enamorada de ti! ¿Cuándo vas a entender que yo no odio a Britney? Tú eres quien me ha dado razones para desconfiar, te fuiste a su departamento, pasas ahora más tiempo con ella, ¿estás seguro que no sientes nada por Britney?

—¡No, Meg! Pero quizás, ella me escucha lo suficiente sin hacer de todo un maldito drama...

Mi voz se ahoga.

Pasan uno. Dos segundos.

—Lárgate entonces—respondo entre dientes, pero mi corazón se quiebra—. Vete con Britney a su departamento. Porque yo soy la que ha estado aquí, como una estúpida. Ya veo que todavía me ves como la mejor amiga que tienes la obligación que cuidar. Te libero de eso...

—Meg...

—No me toques. Vete.

—¡Ves como reaccionas! ¿Cómo esperas que pueda contarte algo si eres así de susceptible?

—¡Tú me ves de esa manera!—regreso mi cuerpo, sacudiendo mi dedo frente a él—. ¡Yo no soy frágil! He vivido cosas que tú nunca debiste sufrir, y nunca te necesité.

—¡Por eso no quiero involucrarte!—explota—. ¡No quiero que sufras más! ¡Menos por mí!

—¡Eres experto mintiendo!

—¿Mintiendo? ¿Cuándo te he dado razones para que creas que soy un mentiroso? ¡Una y otra vez haces esto! Estoy harto de pelear contigo, estoy cansado de esto.

—¡Entonces vete, Jay! Esto no está llegando a ningún lado.

Frunce las cejas.

—¿Qué intentas decir? Meg...—me encamino a mi habitación, mientras me sigue con la mirada.

—Ve con Britney. Ya me quedaron claras tus palabras—digo sosteniéndome del marco de la puerta.

—Y a mí las tuyas. Como el agua—se mete las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Lo miro con todo el rencor que he podido llegar a sentir, pero en cambio, siento que una lágrima se desliza por mi piel antes de cerrar la puerta y guardarme en mi habitación como una pieza rota.

No miento.

No odio a Britney.

Me doy cuenta al final de que, no estoy enojada porque vaya con ella a la gala, no podría. Sería contradictorio, tan hipócrita de mí. No... No estoy molesta por eso. Lo que me frustra es que me lo haya escondido hasta ahora... Si lo sabía desde hace tanto, ¿por qué no lo dijo? Si estaba yendo a su departamento, ¿por qué no lo mencionó? Nunca tuve problema en mencionarle nada con respecto a Heron, excepto lo del beso, porque decidí tomar distancia a partir de ese incómodo momento, sabiendo que eso le haría daño a Jay y que para mí, eso no significó nada.

¿Qué tiene que esconder y cómo puedo confiar aun sabiendo lo que siente Britney por él?

Pero...

Jay tiene razón.

Ha sido una buena chica.

Y eso es lo que temo.

Britney quiere a Jay, lo tiene todo para captar su atención. Lo sé. Sé que Jay me ama, no estuviese aquí siento el desastre que soy ocasionalmente... Como ahora.

Pero esas palabras, eso que dijo, me hace creer que prefiere su compañía porque no hace de todo un maldito drama...

¿Y si quizás soy yo quien está mal, quien está tan temerosa de la soledad que a cualquier indicio de abandono, entro en pánico?

Quizás, y sólo quizás, yo no merezca tener a Jay. Quizás esté demasiado rota, demasiado confundida. Tal vez sea demasiado impulsiva e incorregible, y tenga los dramas suficientes para que necesite alejarse de mí.

Y quizás, funcionábamos bien como mejores amigos, y nada más.

Y quizás, estábamos destinados a esto, y nada más.

A hacernos compañía mientras nos adaptábamos a lo que sería a nuestro nuevo estilo de vida, en otra etapa de nuestras vidas. Y yo, quedaría como la madre de Bianca, con un buen recuerdo de lo que no pudo ser suficiente para ninguno, y de lo que sería suficiente para otra persona.

Fui ambiciosa con algo que no merezco. Jay merece ser feliz, y no puedo ofrecerle eso... Ahora no.

Escucho la puerta del departamento cerrarse.




















Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro