46. Jay
Con las manos en los bolsillos de mi chaqueta, camino sin ningún rumbo. Ya es medio día, parece ser un día pacífico. No hay demasiadas personas en la calle, el sol está en lo más alto y hay una ligera brisa que mueve suavemente las copas de árboles.
Moviendo mis pies sin ninguna dirección, intento pensar en otra cosa que no sea el rostro de Meg sin consuelo. En su mano rodeando mi muñeca y una lágrima escapando, haciendo un camino hasta su barbilla.
Necesitaba salir de esa tensión que nos ahogaba. No sé si hice lo correcto, ya no sé qué es correcto con esto. Pero no mentí cuando dije que preferiría detenerme y contenerme, antes de perderla. ¿Pero entonces seré infeliz viendo a Meg estar con alguien más? No puedo obligarla a amarme, no quiero hacerlo. Quiero que sea ella quien me quiera, como la quiero yo.
No como una expresión de mis emociones, sino como una necesidad, necesito que esté junto a mi, la quiero. Meg es autodestructiva e impulsiva, a veces no tiene filtro, y siempre quiere tener la razón. Pero, Meg es brillante, inteligente. Cariñosa, con ansias de explorar el mundo que la rodea y llenarlo de colores y vida.
Y perder esa chispa de energía, de pasión, lo que la hace tan distinta a lo que soy yo, tolerarlo sería un suicidio. ¿Podría encontrar algo igual, o mejor, otra vez?
Marco un número en mi teléfono, teniendo una dirección en mente.
—Ey, hola.
—¡Hola! No esperaba tu llamada...—responde a través de la línea.
—¿Estás disponible?
—Sí, estoy en Timotie's.
Estiro mis labios en una sonrisa débil.
—Está bien. Pasaré por ti.
.
.
Timotie's está igual que siempre a medio día, pocos clientes y la mayoría de empleados descansando del ajetreo del resto de las horas del día. Saludo a Robin, que lleva una bandeja con un pedido. Me pregunta por el estado de Meg, confundido le respondo que está bien. Sonríe y se despide con la bandeja sostenida entre su mano y hombro.
Britney sale de la cocina, vestida con un vestido negro sencillo y zapatos deportivos, sonrío cuando veo que se acerca a mi entrelazando sus manos frente de sí. Su cabello rubio está cruzado en una dirección y sus mejillas están ruborizadas con algo de maquillaje. Pero se ve encantadora.
—¿Mujer práctica?—le digo refiriéndome a sus zapatos, sonríe con seguridad mirándolos.
—Hay que estar preparada si un chico lindo te invita a pasear.
Me río subiendo los hombros.
Colin sale de la cocina, casi corriendo y con el rostro rojo, sosteniendo una patineta debajo de su brazo. Su pecho sube y baja en una respiración agitada, y tiene las trenzas de sus zapatos sueltos.
—¿Ya nos vamos?—dice.
Britney le reprende con la mirada, y se regresa a mi apenada.
—¿No te importa si lo llevamos?—río—. Hace demasiados desastres si no estoy.
Colin se encoje, con gesto travieso y culpable.
—Para nada—revuelvo el cabello rizado y rojizo de Colin.
Colin se nos adelanta con su patineta, Britney camina junto a mi dando algunos tumbos. Luce relajada, y se ve más joven con su vestido simple y zapatos. Con la guardia baja, sin darle órdenes a nadie —y sin tacones admirablemente altos— , se ve más baja, Meg le llevaría unos buenos centímetros.
La mido a comparación con mi hombro discretamente.
—Te ves mucho más pequeña sin tacones.
—Bueno, ese es el propósito de los tacones, aparentar ser más alta.
—¿Quieres ser más alta?
—En el escenario se ven los movimientos más precisos si tienes extremidades largas. Unos centímetros de más no me molestarían, se vería bien con las zapatillas—asiente con una sonrisa.
Britney sonríe bastante, en el trabajo se mantiene en su firmeza y liderazgo, se esfuerza en lo que hace. Pero resulta conversadora y alegre fuera del café.
—¿Por qué eres tan distinta fuera de Timotie's?—le pregunto, sus ojos azules me observan.
—No lo sé... No quiero que me subestimen por ser joven—empieza—. Y, quiero que papá vea que soy capaz de llevar un negocio.
—Eso es evidente—arquea una ceja—. Digo, el que eres capaz de hacerlo.
Su sonrisa se hace más amplia.
—¿Qué me dices tú?
—¿Sobre qué?—mantengo mi atención en ella.
—Ya que nos hacemos preguntas... ¿Qué hay entre tú y Meg?
Evito cambiar mi gesto, buscando restarle importancia.
—¿A qué te refieres?—eleva sus cejas, cruzando los brazos.
—¿Cómo que a qué me refiero?—se ríe—. No soy estúpida...
—Jamás pensé que lo fueras—lo niego. Creo ver un ligero sonrojo aparecer antes de que fije su vista al frente.
—Estás evitando mi pregunta.
Suspiro.
—Es que ahora no quiero hablar de Meg—me devuelve sus ojos claros—. Tuvimos un discusión.
—¿De nuevo?—se burla—. Siempre que los veo juntos, están discutiendo o metidos en una situación extraña.
—¿Podrían apurarse?—grita Colin en la siguiente esquina.
Britney le abre los ojos reprendiéndolo, a lo que Colin bufa y gira su cabeza para patinar cruzando la calle.
—¡Ten cuidado, Colin!—le dice.
—¡Ya sé!
—¡Mira al frente!—Colin le rueda los ojos al llegar a la otra calle, cerca de la entrada del Parque de los Álamos.
El Parque está algo más lleno de la última vez, hay algunos chicos de la edad de Colin en patineta esquivando a los caminantes que desean disfrutar del parque, Colin se acerca a Britney antes de seguirlos.
—Ten cuidado—estira su camisa y peina su cabello—. Por favor, no te pierdas, Colin. Responde cuando te llame a tu celular.
Avergonzado, pero divertido, lanza su patineta sobre el camino, montándose después de unos pasos. Me encuentro con la mirada de Britney.
—¿Qué?—pregunta.
—Nada, sólo que... Cuidas de Colin.
Empezamos a andar en dirección opuesta, Britney cambia de lado su cabello que cae por su hombro.
—Es mi hermano—dice con cariño—. Aunque a veces quiero asesinarlo por ser tan descuidado y desordenado.
—Me dijo que vivían juntos. ¿Tu padre no vive con ustedes?
—No, él vive a una hora de aquí.
—Si puedo preguntar, ¿por qué?
—No se recuperó después de que mamá murió. Ella, murió en el parto.
—¿Y el bebé?
Britney aguarda un momento.
—¿Es Colin?—asiente orgullosa, pero también con algo de tristeza sobre ella.
—Mamá quería que Colin se llamara Timotie. Pero, papá le puso otro nombre después de saber que había muerto. Se arrepintió de no cumplir el deseo de mamá años después y...
—Le puso al café Timotie's...—completo su oración.
—Sí...
—¿Y quien cuidó de ustedes entonces? Digo, si tu padre no estaba...
—La familia de Domenico—recuerdo al hombre de ojos amables, dueño del restaurante al que fuimos hace un tiempo atrás—. Estuvimos con ellos hasta que tuve edad para vivir sola, y traje a mi hermano conmigo. Son increíbles, no me malinterpretes, pero necesitamos comenzar otra vez, quería cuidar yo misma de Colin.
—¿Tu padre jamás los visita?...
—Soy yo quien lo hace. Pero es exclusivamente para hablar de negocios. Después de catorce años, sigue sin querer saber nada de Colin.
—Están solos desde muy jóvenes...—asiente. No parece conmovida por el tema, no sé si aparenta ser fuerte o ya ha sufrido suficientemente como para acostumbrarse al dolor.
—Colin no sabe que papá no desea verlo. Trato de que no lo odie, pero ya no es un niño. Y, hay cosas de las que no puedo protegerlo, por más que quiera.
—Entiendo esa parte... Es admirable, Britney. Que ames así a tu hermano.
—Daría la vida por Colin...—toma una pausa reflexiva, sacude su cabeza regresando a la realidad— Pero ya es suficiente de mi. ¿Qué hay de tu padre?
Sonrío nostálgico. Aunque la mayoría de recuerdos que conservo con mi padre los conservo para mi, deseo compartir un poco con Britney.
—Mi papá era escritor. Daba conferencias de literatura en universidades grandes. Tuvo una vida complicada. Creció solo, su familia no apoyó su sueño de ser escritor. Querían que fuese militar, como su abuelo. Pero fue el padre más increíble del mundo...
—Suena así—responde con atención.
—Él conoció a mi mamá cuando eran muy jóvenes. Incluso, me tuvieron a mi antes de casarse. Me llevaba a pescar, me enseñó a surfear y a jugar baloncesto. Jugaba en la escuela sólo para hacerlo sentir orgulloso. Pero pescar era aburridísimo...—Britney ríe— Iba con él porque me gustaba escucharlo hablar. Sabía de muchas cosas, y siempre me decía que disfrutaba del silencio porque ahí sentía mejor...
—Eso es hermoso, Jay...
—Sí, él era... Tenía una conexión con sus emociones y con lo que lo rodeaba. Si pudiera pedir una cosa, sería poder pescar una sola vez más con él.
—Es extraño pero, que recuerdes a tu padre así, me reconforta. Es hermoso que todavía tengas un vínculo tan fuerte con él. ¿Se parecía a ti?
—Mamá dice que sí, que sólo me falta hacer un café perfecto para ser igual a él—Britney sonríe y ríe—. ¿Y tú a tu mamá?
—No... Mamá era como Colin. Pelirroja. Yo me parezco más a papá. Así que tenemos eso en común. Aunque para ti debería ser un halago que digan que te pareces a tu padre, supongo...—esta vez, soy yo quien ríe.
—¿Tan mal está?—Britney hace el gesto de un escalofrío.
—Adoro a mi padre. Pero no deseo su nariz.
Busca en la galería de su teléfono una fotografía. Su padre es un hombre delgado, canoso, de ojos gélidos iguales a los de ella, aunque de una manera distinta. La nariz es gruesa y con un hueso prominente, lo hace ver muy europeo.
—Bueno, te aseguro que tu nariz no es así. Pero jamás podrías negar que eres su hija.
—Acabas de llevarte toda mi esperanza...—bromea—Ahora yo. Quiero ver si tu padre se parece a ti.
Hago lo mismo con mi teléfono. Es una de mis fotos favoritas, tendría poco más de cinco años. Ambos tenemos suéteres tejidos navideños, papá me abraza frente a un árbol de navidad a penas decorado.
Britney se sorprende y toma el teléfono en sus manos, comparándome con la fotografía.
—¡Jay! ¡Son idénticos! Tu mamá tiene razón, tienen la misma sonrisa y ojos. Podrían ser hermanos. ¡Y mírate de pequeño! Qué tierno, eras muy lindo...
—Voy a tomar eso como un cumplido...—Britney se ríe.
—Sigues siendo lindo de una forma más adulta—entrecierra sus ojos, pensando sus palabras.
Britney resulta más interesante de lo que pensé. Aunque siempre está queriendo cruzar el límite de sus emociones, las contiene haciendo comentarios inteligentes y en su mayoría graciosos, como si quisiera demostrar que es mayor. Pero eso se ve con simplicidad, Britney es todo, menos inmadura.
Ha ido a bailar a algunas partes del mundo, pretende graduarse rápido para ser parte de una compañía por algunos años. Comenta que no está segura de poder hacerlo por la responsabilidad que tiene aquí con Timotie's, Colin, y el resto de los negocios que maneja su padre, que heredará cuando tenga la suficiente edad. Me dice que odia que crean que no puede con la tarea, pero que en el fondo sabe, momentáneamente, que tienen razón.
—No creo que tu padre lo diga por subestimarte...—empiezo— Creo que tal vez, quiere que vivas algo de tu juventud.
—El sueño de todos es ser joven eternamente, el mío es ser mayor rápido—suspira—. Desde que puedo recordarlo, ha sido lo que más deseo en la vida. Cuando cumplí veinte sentí que lo había logrado todo. Pero, realmente no había cambiado nada.
—Es una aspiración, bastante extraña, sí—ríe, acompañándome—. Aunque tiene sentido.
—¡Puedo jurar que es así! Si en este instante, pudiese elegir entre todas las cosas que hay por elegir, sería ser mayor. Quince años mayor.
—¿Y luego?
—Luego, hacerme cargo de los negocios de papá.
—¿Y el ballet?...
—Cuando hay demasiadas responsabilidades, lo que tú quieres pasa a un segundo plano, ¿no te parece?...
—No creo que deba ser así. Papá logró convertirse en lo que deseaba, aún teniéndome a mi.
—¿Y tu mamá?
Pienso un poco. No llega nada. Nunca escuché a mamá desear nada, ni quejarse. Ella sólo era feliz, con lo que tenía y con lo que no. Quizás ella tenía sueños por cumplir. Y ahora, siento algo de culpa por no saber qué eran esas cosas.
—¿Y por qué no encontrar un equilibrio?—digo. Con mis ideas repartidas en preguntas.
—Espero encontrarlo alguna vez. Pero mientras, me dedicaré a desear ser mayor, hasta que se cumpla.
Río distraído.
—Es algo que inevitablemente pasará.
—Ese es mi consuelo, y también mi miedo—responde risueña.
Vemos a Colin llegar con la patineta frente a nosotros. Su cabello rizado se pega a su frente y cuello, con la camisa y pantalones sucio. Y la rodilla quemada, manchando la tela con sangre.
—¡Colin!—se adelanta Britney unos pasos.
—Me caí. Pero estoy bien. ¡Ya, Britney! Estoy bien, sólo me caí, resbalé.
—¡Te dije que tuvieras cuidado!
—No sabía que una piedra se atravesaría en la rueda, Britney. No iba a pedirle por favor que se quitara.
—Ni siquiera llevas tu casco. No tienes ninguna protección.
Colin la mira negando con la cabeza asqueado. Su hermana le quita la patineta para ser ella quien la lleve. Colin apoya su pierna mala con dolor, caminando sobre el talón.
—He tenido heridas peores...—comienza.
—¿Cómo que heridas peores?—le dice Britney, sus ojos se abren asustados.
—Nada. Olvídalo.
—Jay, ¿te importaría acompañarnos hasta casa?—me pregunta Britney.
—No, mi jefe me dio el día libre—sonríe.
El trayecto en taxi hasta su departamento, es menos de quince minutos. Pero se ve la diferencia cuando nos acercamos a la zona en donde reside. Las edificaciones son sofisticadas y menos urbanas, no hay murales ni música. Tampoco tantas personas. El edificio de Britney podría ser sin duda, más alto que todos los edificios de Ciudad Solar juntos. De vidrios azules y delicados balcones cubiertos de plantas selectas, posicionadas para caer de forma que se unan hasta hacerse una enredadera casi perfectamente podada.
Los pasillos están recubiertos por una alfombra blanca que parece bastante costosa, tiene una sala en el recibidor con muebles beige con pinturas y espejos horizontales sobre las paredes. Intento no lucir impresionado, pero jamás había visto un edificio así.
Y el pent-house de Britney, es quizás el quintuple de lo que es mi departamento. Parece de exhibición, pulcro y con mueblería gris nueva. Un ventanal que se extiende pared a pared frente a la sala, y después la cocina de tonalidades blancas y ocres, igual de impresionantes.
—Se que es bonito, pero de nada sirve porque Britney no me deja tener un perro—dice Colin caminando apoyado en su talón.
—Ve a darte una ducha para cubrirte la herida—ordena Britney, Colin hace un ademán de fastidio, pero obedece—. No creas que soy una bruja por no dejarlo tener un perro, el pobrecito estaría todo el tiempo solo. Pasamos demasiado tiempo afuera.
Giro sobre mi eje, observando a mi alrededor.
—No te veas tan impresionado—ríe—, esto es demasiado solitario y frío.
—Mi departamento es del tamaño de tu cocina, claro que estoy impresionado—le digo con sinceridad—. Es espectacular.
—Bueno, puedes venir cuando quieras. Siempre que esté aquí, por supuesto—ríe.
—Está bien, vendré en las noches cuando duermas—respondo refiriéndome a sus días ocupados.
Britney ríe con el dorso de la muñeca sobre los labios. Me doy cuenta de lo que dije segundos más tarde, le arqueo una ceja con diversión.
—A menos que quieras...—bromeo siguiéndole el juego. La veo enrojecer y sonreír con algo de timidez, sin desaparecer su seguridad.
—¿Y qué si sí?—sin querer, elevo las cejas. Se pone una mano en la cintura.
Sonríe frente a mi, alzando su barbilla. Divertido, frunzo mi gesto. Espero que diga algo más, pero nada más camina hasta el sillón después de mirarme sobre el hombro.
—¿Es... De verdad?—intento aclarar. Todavía sonriente, pero seductora, cruza las piernas y apoya un brazo en el respaldo del mueble.
—Dependiendo de tu respuesta...—sin dejar de observarme, cambia su postura— ¿Te quedarás a cenar?
—No. Hoy no—le digo algo confundido, creo ver algo de decepción en su mirada—. Pero en otra oportunidad... Debo ver si Meg está bien.
Suspirando, guía su vista a otra parte brevemente.
—Escuché a Sarah hablar con Víctor. Le dijo que tuvo un desmayo.
—Y esguince...
—¿Los dos a la vez?—intenta recuperar su entusiasmo.
—Bueno, con un día de diferencia—asiente, con una sonrisa floja—. Si quieres que venga pronto, tienes mi número...
Algo en su mirada cambia, se aprieta más su sonrisa y se endereza.
—¿A cenar o por mi ofrecimiento?—camino hacia atrás con las manos en la chaqueta, cruzando los ojos mientras sonrío.
Britney me alcanza para abrir la puerta.
—A cenar...—digo al salir— Por ahora—termino la oración después de unos pasos fuera, dándome cuenta de la sonrisa y mirada bajo sus cejas claras.
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