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41. Jay

—El número al que ha marcado, no puede ser localizado en este momento. Por favor...—corto la llamada masajeando mi sien resignado.

—¿Vendrá?—pregunta Gemma, mirándome con sus ojos grises.

Siento la música retumbando dentro de mi cabeza, hay suficientes personas como para acompañar el bullicio.

—No lo sé. No atiende las llamadas.

—Seguro está bien—asegura Harold llevando un vaso con licor a su boca.

—Debí traerla conmigo—Harold me ofrece algo de beber con su rizos sobre la frente, pero lo rechazo.

—¿No te gusta?—pregunta Gemma soportando su peso en los codos de espalda en la barra.

—No es como que soy muy amante de estar inconsciente.

Me subo un hombro, el alcohol sólo trae problemas. Suprimí esa regla un vez, el día de mi cumpleaños, y ahora estoy en un tira y afloja que me tiene con dolor de cabeza.

Intento llamar nuevamente a Meg, pero no suena ni siquiera un tono. Vine hasta acá sin decirle nada, ¿y si fue a casa?, Meg puede hacer las cosas por sí misma, pero esta es una ciudad prácticamente nueva para nosotros y quizás puedo perderse o algo peor...

Respiro con preocupación pasándome una mano por el cabello, intentaré más tarde. Sino, iré a casa. No puedo disfrutar de una fiesta sabiendo que quizás este en peligro.

—Te preocupas mucho por ella—Britney acaricia mi brazo, tranquilizándome—. Ella es grande, puede cuidarse sola.

—No digo que no sepa—me quedo sin palabras—. Sólo quiero saber en dónde está. Y si está bien.

—Sí, relájate, Jay—dice Gemma, bebiendo lo que debe ser vodka—. Si no contesta de aquí a mañana, preocúpate en serio.

Creo escuchar algo de decepción en su voz. A Gemma le hacia mucha ilusión conocerla. Gemma tiene el cabello tan claro que aparenta ser blanco, pequeña y delgada, con un sonrisa tímida.

 Según su historia, vino aquí por la misma razón que Meg, para empezar de nuevo. Vivía únicamente con su abuela y fue ella quien le propuso estudiar en Bridge, aunque ella no quería dejarla, está algo anciana y enferma, así que me contó que va por lo menos dos veces al mes para poder verla y cuidarla.

Cuando su abuela muera, estará sola definitivamente.

La veo arrastrar a Harold por un brazo para llevarlo por la pista de baile, aunque Harold se tambalea algo inmerso en las redes del alcohol antes de desaparecer entre los cuerpos y la música.

Britney toma asiento junto a mi cruzando los tobillos con sus tacones negros, viste con jeans y suéter claro, su cabello está recogido en una cola alta pero no es tan apretado como su peinado de bailarina. Es extraño encontrarla así cuando siempre está vestida tan formal. Baja mi teléfono obligándome a levantar la vista, sonríe.

—Ella está bien.

—Debí decirle que viniera con nosotros.

—Igual no iba a venir—responde.

Uno mis cejas antes de guardar mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón.

—¿Por qué no?—pregunto un poco más severo de lo que quería.

—Escuché que estaban peleados.

Gemma regresa fugazmente dejando con diversión dos vasos de alcohol sobre la barra para nosotros. Tomo uno y lo llevo hasta mis labios, tomando un trago largo retractándome de lo que dije hasta un momento. Timotie's es más pequeño de lo conveniente a veces. De pensar en la localización de Meg, un escalofrío me recorre por la espalda. Ya debió salir de su turno hace mucho.

—¿Es cierto?—pregunta de nuevo Britney, devuelvo mi vista a ella con la mandíbula apretada.

—Sí, es cierto. Por eso quería esperarla.

Britney baja sus ojos azules a sus manos unidas sobre sus piernas. Insistió en que Raphael nos trajera, quise invitarla como compensación de su ayuda. Se muerde los labios.

—Lo siento, Britney—suspiro, tomo una de sus delgadas manos—. Es que estoy preocupado.

—Si sabes que Meg es así, ¿por qué no lo dejas estar?

Sin soltar mi mano, apoya su codo en la barra. Creo ver algo de reproche contenido en su mirada.

—No quiero que me malinterpretes, pero Meg te hace mal. Siempre te está trayendo problemas.

—No lo entiendes, es que Meg...

—No la justifiques.

Bebo otro sorbo. Meg siempre se está metiendo en problemas.

Regreso a verla cuando la siento acariciar mis nudillos. Sus manos no son tan suaves como las de Meg. Recuerdo lo extraño que me sentí cuando tome su mano. Pero no la aparto.

—Mereces a alguien que te traiga paz—dice, su otra mano roza mi mejilla—. Me parece injusto que estés tras alguien que no anda en tus mismos pasos.

¿Meg no está caminando junto a mi? ¿Por qué me rechazó cuando la besé después de nuestra discusión?

Britney se acerca mi con sus ojos brillando, tiene un sonrisa delicada. Pienso un momento en que debo apartarme porque sé a dónde se está llevando está situación.

Detrás de ella, veo a un grupo de chicos reír que me parecen familiares.

Me levanto dejando a Britney sentada en la barra, después de un momento escucho ligeramente su paso detrás de mi. La mayoría de las personas están en la pista de baile por lo que se hace más fácil y rápido llegar a donde se encuentran. Una de las chicas, la de cabellos rizados tumba sus pies y se deja caer en los brazos de uno de los chicos que logra sostenerla antes de caer, todos vuelven a partirse de risa.

El primero que logra verme es el chico que me llamó la última vez, puedo recordar su nombre como Chris.

—Hola—le saludo, los demás parecen ignorarme.

—Hola—devuelve levantando la cabeza, me da la mano y le doy un apretón.

—Necesito saber algo—no veo a Heron. No veo a Meg. Lo que hace que sienta un vacío en el estomago—. ¿Meg estaba con ustedes?

Chris le da un sorbo a su vaso.

—Hace un rato—asiente.

—¿Sabes a dónde se fue?

—Se fue con Heron. Pero no sé específicamente a dónde.

Respiro. Chris me toma del brazo apartándome del grupo con discreción.

—No quiero quedar como un mal amigo—empieza—. Pero yo conozco a estos chicos, Heron no es para Meg. Te lo digo en serio, amigo. 

—¿Por qué me dices eso?

—Porque intento corregir errores. Créeme, Jay. Puedes preguntarle Britney, Heron no es mal chico. Sólo que... Es un asunto complicado, y tiene cosas que resolver.

Como si necesitara más complicaciones.

—Gracias... Amigo—digo en español, Chris sonríe.

Palma mi hombro y se retira. Enredo mis dedos en mi cabello. Una vez más, no sé qué carajo hacer. La según persona que me dice que Heron no es conveniente.

Llamo una vez más a Meg, pero no responde.

—Britney—digo caminando hacia ella—. ¿Qué pasa con Heron?

Suspira.

—Es complicado, Jay.

.
.

Mi dolor de cabeza se incrementa, y siento mis ojos enrojecidos por el esfuerzo. Ya debería estar dormido.

Pero aquí sigo, esperando que Meg de señales de vida.

Britney le pidió a Raphael que me dejara en casa, en el auto casi no habló conmigo y me recordó enviarle un mensaje cuando Meg apareciese. Gemma y Harold me rogaron quedarme, aunque Harold estaba bastante borracho, así que es lo que pude entender de su balbuceo.

Miro mi celular una vez más colocando una mano en mi abdomen. No dejo de darle vueltas a lo de Heron. Britney no me contó toda la historia, pero sí lo suficiente para quererlo lejos de ella. Meg no necesita más problemas.

Además de que no entiendo muy bien lo que continua pasando entre nosotros. Me besa, sale con otro chico. No quiero pensarlo, pero las palabras de Britney me dejaron pensando en que podría ser cierto. Meg no está segura de lo que quiere, o por lo menos es lo que me deja pensar.

Tocan la puerta un par de veces. Me levanto lo más rápido que puedo para abrir la puerta. Pero no es la chica de cabellos negros y sonrisa bonita.

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