Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I / V

En una húmeda y calurosa noche en la ciudad de Washington D.C., Estados Unidos, el hogar del presidente de la nación, esperaba una lluvia suave cerca de las últimas horas del día. El movimiento frenético de los autos en la ciudad apresurados por retornar a sus hogares y los universitarios regresaban a sus residencias, pues aún se encontraban en semana de clases, hacían el son de la ciudad más importante del país. El receso de primavera se acercaba y la mayoría, de todos los departamentos, se encontraban angustiados en entregar todo, mientras otros aprovechaban para organizar la próxima fiesta de verano. Podrían estar ahogados de tareas y proyectos, pero el alcohol, sexo y drogas que próximamente consumirían con calma era su única motivación para sobrellevar las semanas.

Los pasillos de la residencia del edifico de Dugmore Hall se tornaron en silencio, pues la mayoría de los estudiantes habían regresado a sus dormitorios después de cenar. Podía escucharse cuchicheos, silencio, o incluso llantos por detrás de las puertas de los cuartos. Lo que se podría describir como normal dentro del ambiente del universitario. Incluso por debajo de las puertas podías transpirar el olor a desesperación, estrés, alcohol, Red Bull y lágrimas más vivas que las ganas de vivir de los mismos estudiantes.

A pesar del ambiente tan pesado y tenso, e incluso bipolar, de una residencia universitaria, era algo que alguna vez los adolescentes de la preparatoria soñarían pasar. Incluso los adultos que actualmente se encuentran con problemas económicos y sin salida laboral. La universidad es algo que se recuerda por el resto de tu existencia.

La universidad de Washington era prestigiosa en su propio estado, e incluso es bien calificada por sus mismos alumnos y los padres de estos al darles su confianza en que sus hijos estudien y vivan en sus instalaciones. Es de esperarse que la seguridad sea excelente o mínimo muy buena, al menos así es como se desearía que fuese el mundo ideal. Lo que jamás cuentan es que los guardias de seguridad son víctimas del sueño y el chantaje, e incluso a la amenaza, para cerrar la boca.

Esa noche lluviosa, el guardia se vio obligado a apagar las cámaras de seguridad. No con eso suficiente, el victimario lo noqueó después de cumplir con lo que quería y le robó la llave que le daba el acceso a cualquier dormitorio que quisiera.

Como si se tratase de un juego de "tin marin", el homicida con cicatrices de quemaduras de tercer grado en la piel pasaba por los pasillos del segundo piso del ala 'C', silbaba mientras daba aquellos pasos ansiosos de ver cuál sería su última decisión. Paró frente al cuarto "C212". Abrió y cerró la puerta con cuidado en no hacer ruido y evitar que la luz del pasillo revelara su identidad o que despertaran los estudiantes. Lo cual, fue todo un éxito.

No perdió el tiempo. Sacó su navaja, que aún tenía rastros de sangre vieja, y puso la punta de la navaja por debajo de la mandíbula del estudiante de primer año, donde fácilmente se pueden sentir los latidos del corazón que al principio estaba relajado. Este se aceleró cuando fijó su mirada en el hombre de 25 años frente a él. Quería gritar, pero no lo logró, el hombre tapó su boca con su mano rasposa llena de cicatrices de cortadas viejas y callos.

- ¿Qué pasa? ¿No puedes gritar? – Susurró. El estudiante trató de hacer mínimo un ruido, que lo que salió fue como este se ahogaba. – Shh...No querrás despertar a tu amigo. – Encajó un poco más la navaja en su cuello.

El estudiante de primer año, como si tratase de comportarse como un héroe, trató de hacer ruido pataleando y moviendo sus sábanas para que su compañero se despertase. Jeff encajó la navaja en el mismo lugar, para luego terminar de rasgar hacia abajo y encajarlo en su cuello. Callándolo. Removió la navaja de su cuello.

- Imbécil. – Comentó así mismo, con una risa pequeña acompañada. Agarró la funda de la almohada, que esta estaba chorreando aún con sangre. Se acercó a la cama restante y se sentó encima del estudiante, jaló ambas manos por encima de la cabeza de la víctima y las amarró juntas con la funda de la almohada. Este, aún dormido, simplemente se quejó, murmurando el nombre de su compañero de cuarto junto con un "déjate de mariconerías, ahora no". – ¿Ahora no qué? – La voz seca y hostil del asesino despertó al estudiante.

Con la luz de un trueno, reveló por un instante la identidad del homicida, que fue reconocida por las mejillas cortadas en forma de una sonrisa en su cara delgada, perfilada y en forma de triángulo invertido. La sudadera blanca y sucia, el cabello largo, seco, seboso y sucio, pero este no se notaba mucho debido a que era de color negro; los parpados cubiertos de suciedad negra, que haría parecer como si no tuviese, acompañados encima de ellos unas cejas gruesas. Aquellos ojos muertos reconocibles, que, a pesar de poseer un color azul claro, estos no tenían ni una pizca de luz.

Antes de que la sorpresa se transformara en grito, Jeff recargó la navaja con sus dos manos, encajándola en los extremos de su boca.

- Grita. Anda ¡Grita! – Apoyó un poco más la navaja en los extremos de la boca del estudiante, que este gimoteaba con temor. – ¿Eres sordo? ¡Que grites! – El joven, que seguía congelado del susto, dijo una oración inentendible suplicante. – Bueno, también cuenta. – Rió Jeff, empujó y con el filo de la navaja, empezó a cortar los extremos de los labios de la víctima. Este no pudo evitar gritar, lo que provocó que Jeff siguiera empujando, cortando sus mejillas.

Este dejó de empujar una vez que el filo chocó con el extremo de la mandíbula. El estudiante de psicología lloraba del dolor ardiente y punzante de las cortadas, suplicante en que lo dejara en paz y que le daría lo que sea. Jeff, expectante a la navaja bañada en sangre, regresó su vista a su víctima con una sonrisa burlona.

- ¿Lo que sea? – Jeff acercó su cara, el estudiante quitó la suya moviendo a un lado y asintió, ya no quería seguir viéndolo. El victimario no pudo evitar sonreír y reír a la desesperación del estudiante. Antes de que este pudiese seguir con su respiración entrecortada, el homicida se la cortó encajando la navaja en el pulmón derecho. – Hazme el favor de callar la puta boca e irte a dormir. –

Después de sacar la navaja, se levantó de encima del estudiante moribundo, que estaba jadeando por aire, se limpió las manos llenas de sangre con su sudadera y guardó su navaja. No vaya a dejar rastros extra. Salió de la habitación de los estudiantes difuntos. El día de mañana no se presentarían dos estudiantes, uno de psicología y otro de derecho.

Jeff continuó caminando de un lado a otro por el pasillo, continuando con su juego de tin marin, apuntando hacia los cuartos hasta que finalmente escogió. "C201" era el siguiente. Colocó la llave en la cerradura y la abrió.

El cuarto que pensaba que estaría igual de silencioso como el anterior, lo sorprendió con la presencia de alguien más. Que al ver que la espalda de este estaba tocando el techo concluyó que no era un humano. Al menos uno común. Aquello no prestó atención cuando Jeff abrió y cerró la puerta. El cuarto ya olía a sangre fresca, acompañado de sonidos de algo filoso desgarrando el interior de la carne nueva junto con el líquido espeso ahogando los quejidos y gritos del universitario que se encontraba en la cama pegada a la pared derecha.

Unos tipos de pompones blancos con negro encima, la espalda ancha y la cabeza agachada no le ayudaba a verle la cara al sujeto que estaba haciendo su trabajo. Como si sus oídos ignorasen el sonido de las gotas de lluvia pegando contra la ventana y los truenos relampagueando, se concentró en el sonido de las tripas cubiertas de sangre espesa, pegajosa, moviéndose a medida que aquello lo movía y cortaba con sus propias manos mientras la persona seguía viva.

Entre sus dedos jalaba los intestinos de la víctima, que ningún grito podía salir de ella debido al dolor estresante e insoportable que sentía. Aquello rompió uno de sus brazos que le estaba estorbando, que la víctima trató de interponerse entre su obra y él. El crujido de éste le causó un escalofrío agradable que recorrió toda la espalda de Jeff hasta llegar a sus pantalones. Era música deliciosa para sus oídos. El disparo eléctrico volvió a recorrerlo cuando escuchó como era que rompía las costillas de la víctima y el sonido suave y veloz de ese 'algo' filoso encajándose en el estómago y en los pulmones. Dejó su cabeza en blanco, que era como fumar marihuana. Que lo hacía sentir su piel enfriarse y calentarse al mismo tiempo.

Mierda, se estaba poniendo duro con esto. Esto sólo lo empeoró al ver el pedazo de un órgano caer lejos de la cama de dónde se estaba haciendo la operación fallida. Joder, eso se veía excelente. Cortado con rudeza, dejando rasgado.

Una vez que la víctima cayó en silencio, su cuerpo inmóvil, aquello decidió dejarla en paz. Es ahí, cuando voltea hacia donde estaba Jeff. Con la poca luz que un relámpago le brindó, vio a la persona de piel blanca, nariz respingada y larga con aros continuos de colores monótonos, pupilas totalmente negras y con, podría decirse, maquillaje negro alrededor de los ojos con pestañas largas, que tenía pintado una línea de forma vertical que se iba engruesando a medida que se acercaba al ojo. Cejas y labios delgados pintados de color negro, pero estos un poco ensuciados con sangre, que daba a entender que llegó a morder la carne. Cara larga y ovalada, con cabello sucio y negro que llegaba por encima de sus hombros y orejas largas y puntiagudas como si de un duende se tratase. Tenía una gargantilla floral típica de un payaso de color blanco, la camisa de manga larga rayado de forma horizontal de colores monótonos. Por debajo de su pecho, cubriendo todo su delgado vientre, unas vendas con toques de café. Unas pantalonetas cortas por debajo de las rodillas de color gris y tirantes conectados a este.

- ¿Estas cosas no tienen seguro? – Preguntó el ente con voz aguda y filosa. Lo cual le hizo cortar sus pensamientos. Regresando a la expresión hostil.

- Yo tengo la llave, imbécil. – Respondió Jeff, tomando la navaja en los bolsillos de su sudadera, por si el cabrón se le ocurría tratar algo gracioso. Aquello miró hacia el techo, como si estuviese procesando aquella pequeña respuesta. Después, cuando pareció que regresó con los pies en la tierra, lo miró de arriba hacia abajo con una mirada curiosa. – ¿Qué tanto ves, marica de mierda? –

- Se me olvidaba lo pequeños que son los humanos. – Contestó con una risa al final, haciendo notar sus dientes puntiagudos. Esto no le hizo gracia a Jeff, al contrario, pareció como si le hubiera insultado. – En fin, pequeñín, si queréis seguir vivo y no como mi estimado aquí atrás. – Señaló al cadáver detrás de él. – Querrás irte de aquí, ¿entendido? ¿Tickiti-boo? – Con esa última palabra tuvo suficiente y su cara lo decía todo. Además, el acento que tenía era extraño.

- Yo vine a este lugar primero, pedazo de idiota. Tú llegaste después. Es mi hora, muévete. – Contestó, acercándose a la cama restante.

- Al contrario, amigo mío. – Con su gran mano, trató de empujar al homicida blanco. Jeff rajó la mano del payaso con su navaja de un abrir y cerrar de ojos, este se hizo hacia atrás.

- No soy tu amigo, payaso. No me toques. – Escupió Jeff, dejando saliva entre medio de ellos dos. El contrario miró con repudio al de menor estatura.

- Qué salvaje...- Agitó la mano en donde le había cortado. – Pequeño y rabioso, como un jodido chihuahua. – Para Jeff, quien sea que sea, parecía que quería morirse ese momento.

- ¡Cagaste! – Dijo entre dientes antes de abalanzarse hacia aquello. En vez de caer encima de él, lo traspasó de inmediato. Sintió una brisa fría, muy helada, al pasar por su cuerpo. Esto le provocó escalofríos. Parpadeó más de dos veces, tratando de procesar lo que acababa de pasar. Si de verdad vio sus adentros por un segundo, que eran prácticamente nada. Lo más importante, ¿de verdad acaba de pasar eso?

Volteó a ver a...lo que sea que sea, y vio que este lo estaba mirando hacia abajo, riéndose. El pecho de Jeff ardía del coraje que le estaba causando el imbécil que tenía en frente. No creyendo lo que acababa de ver, decidió volver a intentarlo y se abalanzó hacia él nuevamente con la navaja en mano. Volvió a suceder lo mismo y cayó encima de la cama limpia, encajando la navaja en el colchón.

Sí, ya no había manera de negarlo, al menos para él. Escuchó al de mayor estatura reírse de él.

- Cállate la puta boca. – Contestó irritado en respuesta. Sacó la navaja con solo dos jalones. Entonces, miró la cama con sábanas cafés y blancas. No había algo que lo estaba cubriendo. Miró la almohada, que esta solamente estaba salpicada con la sangre de la víctima anterior. No había nadie en la cama.

Jeff frunció el ceño, su mente se sintió pesada. No había nadie en la cama.

Un ruido de afuera, que no fuera la lluvia, le llamó la atención. Tanto el ente que lo acompañaba como él se acercaron a la ventana, para ver a los carros policiacos con sus luces potentes de colores rojas y azules brillando hacia el edifico y su sirena.

- Ah, mierda. – Susurró entre dientes. Escuchó la puerta de la habitación tratar de abrirse a golpes, anunciando la llegada de la policía. – Mierda, mierda, mierda. – Repitió Jeff mientras abría la ventana de la habitación. El contrario, lo miró con extrañeza al ver cómo batallaba para abrirla. Hasta que por fin la abrió, Jeff brincó de ella, cayendo a salvo al suelo, rodó un momento antes de empezar a correr, olvidándose del sujeto que lo acompañó. Que él se salve con su propia vida.

Para su mala suerte, un policía lo alcanzó a ver y empezó a perseguirle detrás. Lo habían reconocido.

"A las unidades presentes cerca la Central Universitaria de Washington, dentro del campus, entre bulevar E. Dean Nicholson y calle N. Wildcats, un hombre de aproximadamente 1.75 con sudadera blanca se ha visto corriendo. Se sospecha que es Jeffrey Woods. Repito. Sospecha que es Jeffrey Woods. Por favor de confirmar."

Corrió por el húmedo concreto que rodeaba el centro de residencias del Central Universitaria de Washington, pasó por un estacionamiento en donde pudo haber agarrado un carro y robarlo, pero era muy poco tiempo y lo primero que tendría que hacer era perder a los cerdos.

Empezó a correr hacia la izquierda, esperando encontrar la salida del campus, mientras se escabullía entre edificios, escondiéndose detrás de ellos. Lo suficientemente lejos y donde los policías sabían que no podían meter sus patrullas a continuar, obligándoles a bajarse con sus linternas y pistolas en mano.

Miró hacia atrás, un carro de policía alcanzó a verle la cara. Maldiciéndose a sí mismo, se movió de ahí y corrió más adentro del campus, continuando, moviéndose en zigzag por si pensaban en disparar.

"Confirmamos, el sujeto en fuga es Jeffrey Woods. La persona es peligrosa. Disparen a neutralizar. Repito. Disparen a neutralizar."

Escuchó el primer disparo a su dirección. No le dio. Continuó escabulléndose entre los árboles del campus y los edificios por encima de la fría lluvia.

Entró a un edificio al estar lo suficientemente lejos. Traspasó el lugar con la navaja en la mano, por si algún gracioso trataba de detenerlo. Dejando sus pisadas mojadas y con lodo en el camino. Al llegar al final del pasillo y salir del edificio, escuchó atentamente. Podía seguir escuchando las sirenas un poco lejos. Miró al lado de él, había una escalera. Aprovechó y subió en ella hasta el techo. Se agachó al frío y sucio suelo, remojado por la lluvia. Se mantuvo abajo, que los ladrillos cubrieran su presencia.

Suspiró cansado, recargándose en él y acostándose en el suelo. Cerró los ojos un momento.

- Eres un poco gilipollas, ¿lo sabías? – Reconoció la voz irritante que conoció en el dormitorio. Volvió a abrir los ojos, extrañado y un poco asustado. El payaso de colores monótonos y nariz puntiaguda estaba encima de él otra vez. Jeff se alejó de él hasta llegar a la esquina, chocando con la pequeña pared. Este lo siguió con la vista. – Había 2 policías detrás de ti. Deberías darme las gracias que los distraje para que cambiasen de camino y no subieran acá. – Dejó de flotar y puso los pies en la tierra.

- ¿Cómo mierda me encontraste? – Preguntó, aún en desconfianza.

- Estaba acompañándote todo este tiempo, anormal. – Rio el ente. Si eso era cierto, no se explicaba cómo es que no había notado su presencia. Tampoco en este instante, no lo sintió cerca. – Dame las gracias. –

- ¿Por qué me ayudaste, cara pito? – Esa era otra cosa que no le explicaba. Si ni siquiera saben quiénes son.

- Joder, ¿todos los humanos son tan preguntones? Si te da vergüenza darme las gracias, dilo, macho. – Rodeó los ojos. Jeff frunció el ceño, el tipo era bastante extraño.

- Para con tu puto acento de mierda, maricón. – Ahogó el grito entre dientes. – ¡Y baja la puta cabeza que por tu culpa nos verán! –

- ¿Jugamos a las escondidas? – Hizo lo que le pidió y se agachó. Se estaba riendo de él, se le notaba perfectamente en la cara y la pequeña risa de él. Por ahora quería ignorarle el mayor tiempo posible mientras la policía se va. – Eres gracioso, ¿cómo te llamas? –

- Tu puta madre, así me llamo. – Se asomó un momento por encima del pequeño barandal de ladrillos, pues el ruido de las sirenas y radios disminuía. Veía el lugar desértico, y las luces de las patrullas estaban lejos. Se arrastró en cuclillas hacia la otra esquina para comprobar del otro lado.

- ¡Un gusto, tu puta madre! – Jeff se sobresaltó al sentirlo atrás de él. No sabía qué estaba peor. Que avisara su presencia antes o como lo tenía planeado.

- ¡Cállate el puto hocico! – Cubrió la boca del payaso con su mano y este le arremedó con su otra mano, que esta le cubrió hasta la mandíbula. Ambos regresaron su vista hacia el suelo y alrededor.

"¿Lo encontraron?"
"No. Se ha escapado, de nuevo."
"Mierda...Nos regresaremos junto con otra patrulla a la escena. Ya va en camino una ambulancia. Sigan alerta por si vuelve a aparecer."

Las luces de las patrullas se alejaban poco a poco, suponiendo que se regresaban a la residencia universitaria donde habían cometido los asesinatos. Jeff suspiró tranquilo, recargándose. Ambos quitaron sus manos de sus bocas. Jeff miró la suya, estaba ensuciado con labial negro. Se limpió en su sudadera. Cerró un momento los ojos. El contrario se recargó al lado de él.

- Yo me llamo Jack. Laughing Jack me dicen por ahí. – Comentó. Jeff volvió a abrir los ojos y lo miró con el ceño fruncido, irritado. Maldita sea en que ya no tiene energía para partirle la cara y fallar en el intento por cualquier extraña razón. El cabrón tenía una sonrisa divertida.

- ¿Te pregunté? – Respondió. Se levantó del suelo. No debería descansar en este lugar, tiene que moverse. – Me voy. – Se acercó a las escaleras nuevamente.

- ¡Adiós, tu puta madre! – El que lo haya dicho él lo hizo reír. No pudo evitarlo. Sonrió. Regresó su vista hacia él.

- Ese no es mi nombre, tarado. – Corrigió.

- ¿Cómo te llamas entonces? –

Jeff le levantó los dos dedos de en medio, sonriéndole.

– ¡Ojalá no vuelva a verte! – Bajó de las escaleras después de gritarle. Empezó a correr, buscando la salida del campus.

Jack le veía de lejos. Soltó una leve risa. Le parecía gracioso aquel humano. Con poco sentido del humor, pero en sí es gracioso. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro