Capítulo 14
SILVIA
—¿Qué haces aquí? —inquirí sorprendida. Mi tono de voz resultó más agudo del que deseaba, delatando los nervios que me provocaba verlo.
Marc se encogió de hombros.
—Trabajo aquí de vez en cuando. —Agitó el comandero—. ¿No se nota?
Me removí en el asiento.
—Es cierto.
—¿De qué os conocéis? —intervino Fran.
En aquel momento, sentí como si todo a mi alrededor se detuviera por un instante. Por un momento, al ver a Marc, me había olvidado de todo. No había pensado en que estaba junto a mi novio, pasando un maravilloso día.
Fui a responder, pero Marc se me adelantó.
—Es mi profesora.
Fran esbozó una sonrisa y le estrechó la mano a Marc. Él siempre tenía que mostrarse simpático y agradable con todo el mundo.
—Soy Fran, mucho gusto.
—Yo Marc. —Su mirada bailó entre Fran y yo—. Siento ser indiscreto: ¿Eres su novio?
Se echó a reír ante la pregunta y no tardó en posar su mano sobre mi muslo, dejando ver así el anillo en su dedo anular.
—Sí. Aunque ya estamos prometidos.
Yo oculté mis manos. Mi anillo también estaba ahí, pero no me apetecía que Marc lo viera.
—Enhorabuena. Seguro que la profe es muy buena novia.
Mi cuerpo estaba cada vez más tenso. Estaba segura de que Fran no habría notado ese sarcasmo en el comentario, pero yo sí. Era una especie de ataque disfrazado de cortesía, y además me daba donde más me dolía y gustaba a partes iguales: en la dignidad.
—Lo es.
—¡Bueno! —exclamé de repente, a punto de rozar la histeria—. Me alegra ver que estás bien. Espero que el trabajo no te quite mucho tiempo de estudio.
—No se preocupe, maestra. —Marc se metió la libretita en el mandil—. Bueno, voy a por vuestra bebida.
Una vez se fue a la barra a preparar los cócteles, miré a Fran con cierto reproche.
—No era necesario que fueras tan simpático con mi alumno.
Él rio.
—¿Qué hay de malo? El chico era muy simpático y es el que nos está atendiendo en este local. Además, ya puedo ponerle cara a un alumno tuyo. Se le ve buena gente.
Sentí una acidez en el estómago. Si supiera las cosas que me había dicho, donde me había tocado y cómo me había incitado a hacer algo tan inmoral como ir a clase con un vibrador dentro de mi intimidad.
—Prefiero tener un contacto nulo con mis alumnos fuera de las clases.
—Y lo entiendo, pero tampoco es como si hayas quedado con él. Ha sido casualidad que trabaje aquí.
Me sentía tan mal por ocultarle cosas a mi prometido, por haber quedado con mi alumno fuera de horario lectivo... Y encima mentirle a la cara. Era de lo peor.
Pero se había acabado.
Marc trajo las bebidas y las colocó sobre la mesa antes de regresar tras la barra. Había muy poca gente en el local y asumí que todavía no había llegado la hora punta. Di un trago a ese coctel hecho con zumo de tomate y vodka. Me encantaba, aunque me llamaran friki por beber algo así.
Fran me estuvo hablando de las últimas novedades en su clínica, de sus padres y de sus amigos, yo escuchaba con atención sin poder aportar mucho más a la conversación que más preguntas sobre el tema. De vez en cuando, mi mirada se deslizaba hacia ese camarero insolente, el cual no había vuelto a prestar atención a mi dirección. Eso me daba calma, pero a la vez sentía cierta molestia por sentirme ignorada.
Detestaba sentir que había dos Silvias dentro de mí. La que quería vivir tranquila y la que añoraba la emoción, la tensión y el riesgo que le proponía mantener el contacto con Marc.
—¿Todo bien, Sil? —La voz de Fran me trajo de vuelta a la realidad.
—S-sí, todo bien.
Él se volteó para ver a donde iba mi mirada.
—No dejas de mirar hacia la barra. ¿Te preocupa algo?
Me preocupaban muchas cosas.
—Es solo que estoy sorprendida de que trabaje aquí.
—Tranquila, mujer. Ya te ha dicho que es un trabajo que no afecta a sus estudios. Además —dio un vistazo al local, al lujo que desprendía, sus butacas aterciopeladas, sus asientos acolchados, la decoración vegetal del techo—, parece un buen sitio.
—Sí, tienes razón. Disculpa.
Volví a sumergirme en la conversación con mi novio, esta vez tratando de no mirar ni por un instante hacia Marc. La cosa fue bien, ya casi nos habíamos bebido nuestras copas cuando Fran se puso en pie para ir al aseo.
No pude evitar volver a mirar hacia la barra y me sorprendí al ver sentada sobre un taburete a una mujer de cabello rubio que vestía un vestido rojo muy corto. Llevaba unos tacones de aguja y un escote prominente. Estaba bebiendo una copa mientas conversaba con Marc. En el momento en que ella posó su mano sobre el brazo de él para hacerle una caricia y él le dedicó una sonrisa juguetona, sentí que me arrasaba un sentimiento de rabia. Estaban claramente tonteando. Esa mujer parecía bastante mayor que él; de hecho, debía ser mayor que yo también.
Aférrate a la veintena como un clavo ardiendo, Silvia.
Cuando llegó Fran, perdí el control de mí misma. Culpé al vermut, al vino y al cóctel. Ninguno de mis pensamientos de ese momento culpaban a mi atractivo alumno tonteando con una mujer también atractiva. Me levanté de mi asiento y me posé sobre las piernas de mi prometido.
—Sil, ¿qué haces?
Yo le callé dándole un beso. No uno de esos tiernos y efímeros que solíamos darnos, no. Un beso lascivo, de esos que buscan su lengua, que dominan su saliva durante largos segundos mientras mis manos sujetaban su rostro. Al apartarme, miré de soslayo hacia Marc, que me miraba con el rostro ofuscado.
Me sentí satisfecha, así que rodeé el cuello de Fran con mis brazos y volví a besarle, aunque estuviera en una posición más propia de unos adolescentes con las hormonas revolucionadas que de dos adultos con trabajos estables.
—¿Y esto? —preguntó Fran ruborizado, con esa sonrisa tímida tan tierna que ponía.
Me mordí el labio.
—Nada, solo tenía ganas de besar a mi novio.
Me levanté para ir al servicio y, al salir, me encontré a Marc saliendo del almacén.
—Te veo desatada —comentó.
—¿Desatada?
—Qué manera de besar a tu novio, no estaba seguro de si eras un dementor o una mujer.
Aquel maleducado...
—Es mi novio, así que le beso. No deberías estar celoso.
Él soltó una risa mientras se quitaba el mandil que tenía atado a la cintura y lo hacía una bola.
—Celoso, lo que se dice celoso, no estoy. Mi turno ha acabado y voy a casa a follarme a esa rubia de la barra.
Parpadeé con fuerza.
—¿Cómo dices?
—Vaya, no me digas que estás celosa.
—¿Celosa? Para nada. Yo también me iba ya. A hacer lo mismo, por cierto.
Volvió a reír. Mientras pasaba por su lado, dijo una última cosa.
—Ya me contarás si ha logrado satisfacerte.
***
Hola!!!
Quería dar la bienvenida a todas las lectoras (y lectores) que se han unido desde este fin de semana. ¡Espero que os esté gustando la historia!
Quería subir este capítulo el viernes, pero me ha puesto muy contenta que tanta gente le haya dado la oportunidad y que por una vez me estén funcionando las promos, que no he podido esperar jaja
¿Alguna vez os habéis portado mal con alguna persona igual que hace Silvia con su novio? Yo seguro que sí, no cuernos, pero fijo he sido injusta (no estoy orgullosa)
Tengo ya muchas ganas de que conozcáis más en profundidad a Marc y a Silvia y sepamos mejor por qué se comportan como lo hacen, sin justificaciones, simplemente ver cómo han llegado allí.
En fin, lo dicho.
Muchas gracias por leerme!
Hasta el próximo finde
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