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୨♡୧
𝒮𝑖𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠 𝑛𝑜
ℋ𝑎𝑦 𝒫𝑎𝑟𝑎𝑖𝑠𝑜.
Satomi miró con gracia su teléfono, nuevamente le estaban ofreciendo una gran cantidad de dinero por aquella rubia tan bonita.
Pero, tenía un problema. Su abuelo no la quería dejar salir por los rumores y porque había llegado con compras exageradamente caras.
La morena rodó sus ojos, guardando su teléfono en su bolso y retomó sus prácticas de fútbol.
Debía mantener su físico, aquél abdomen plano y ciertamente marcado. Aquella cintura de avispa y glúteos firmes.
Mantenía su figura y su apariencia de una forma muy cuidadosa, su hermosura tan deslumbrante es una de sus claves para conseguir dinero.
Cuándo sus prácticas terminaron, se quedó hablando con algunas chicas entre risas mientras se marchaba. Lanzó su bolso hasta su auto y se subió, se puso sus gafas de sol.
︈─ A veces quiero saber en qué trabajas para tener tantos lujos. ︈─ Comentó una de sus compañeras mientras sostenía su bicicleta.
︈─ Yo sólo le pongo precio a lo que tú das gratis, querida. ︈─ Tras ello, Satomi se fue de allí.
Pasaría por la casa de los sano con un par de cosas para emma y su abuelo, tenía una idea para engatuzar al viejo aquél.
Cuándo llegó hasta la propiedad, llamó a Emma por su teléfono.
︈─ Deberías bajar, te tengo una pequeña sorpresa..~ ︈─ Dijo entre risas malvadas camufladas de dulzura.
Satomi se bajó del auto mientras tomaba las cosas qué eran para Emma y su abuelo. Cuándo la rubia salió, vio sus ojos iluminarse ante los regalos
Ambas se abrazaron, satomi le dió un beso en la mejilla mientras reía.
︈─ ¿No pensaste qué me iría de viaje y no te traería nada? ︈─ preguntó con una sonrisa.︈─ Te traje el vestido y los tacones qué te gustaron
︈─ ¡Eres la mejor, Sato!, además le trajiste las medicinas a mí abuelo y sus postres favoritos. ︈─ Emma saltó de emoción.
Ambas entraron a la casa de la sano, satomi miró con una sonrisa al abuelo sano.
︈─ Abuelo, te presentó a Satomi, ella es mi amiga. ︈─ La morena extendió su mano de forma educada hacia el anciano
︈─ Es un gusto conocerlo, soy muy fan de sus instrucciones de karate. ︈─ Ambos empezaron a hablar sobre su Dojo y demás.
Emma le mostró los regalos qué Satomi había traído, haciendo qué el abuelo confiara más en aquella chica.
Aunque, una tercera presencia hizo su acto de aparición. Manjiro había vuelto a casa.
El pelirubio se quedó paralizado al ver a aquella chica.
Vestía con una falda corta de jean, unas botas y un top. Su cabello suelto, aquél labial rojizo tan brillante.
Su cintura y su abdomen estaban al aire, sus senos de marcaban gracias al escote de aquella blusa corta.
︈─ Manjiro, no seas maleducado y saluda a Satomi, trajo muchas cosas para nosotros. ︈─︈ Regaño su abuelo.
Ambos se miraron a los ojos, satomi le sonrió mientras le guiñaba el ojo.
︈─ También traje algo para tí, pero creo qué esta en el auto. ¿Me acompañas? ︈─ Ella caminó hacia el.
Sus caderas se movían de forma frenética, caminaba cómo una modelo. Él asintió y ambos salieron.
Miró su trasero, el cuál era apretado por aquella falda que llevaba puesta.
Ella sacó del baúl de su auto algunas piezas de Motocicletas bastante caras.
︈─ Un amigo mío las vende a un precio bastante accesible, supuse que te gustaría, te he visto en tu motocicleta... Invencible Mikey.
Ella soltó una risa mientras se acercaba hasta él, ambos se quedaron bastante cerca.
Satomi lo sabía todo con esa mirada, apesar de qué esos ojos querían no expresar nada más qué cierta felicidad y normalidad.
Había deseo, lujuria. Él la deseaba a ella y ella lo sabía.
Deseaba su piel morena, su cintura, su trasero, sus tetas.
Normal, la mayoría de adolescentes todavía no se desarrollaban por completo. Tampoco encontraría una mujer con un auto qué se vistiera de una forma tan provocadora.
︈─ Gracias, supongo. ¿Por qué estos regalos? ︈─ él tragó saliva.
︈─ Tú y tú abuelo han sido muy... amables conmigo, además es una disculpa por todos los rumores. La gene sinceramente habla más por envidia. ︈─ Ella Susurró encima de sus labios.
Maldita sea. Aquél tono tan pícaro, le generaba un enorme morbo.
Satomi deslizó su mano por el pecho de Manjiro, mientras lo veía a los ojos pero simplemente se alejó para marcharse.
︈─ Llámame si quieres, Jiro. ︈─ Ella le guiñó el ojo y después se metió a la casa.
Él frunció su ceño mientras apretaba los regalos qué ella le había dado. Justamente era una pieza qué debía cambiarle a su moto.
Esa chica...era una desgraciada, una malvada.
Una desgraciadamente sensual y provocativo a la cuál deseaba cojerse cómo un animal.
︈Él bajó su mirada ante el bulto qué había en sus pantalones. Ese efecto era lo qué causaba aquella sucia y estúpida chica.
Deseaba ver su cuerpo desnudo, encima del suyo moviéndose cómo si no hubiera un mañana.
Cómo si ambos fuesen uno, chocando sus pieles sudadas. Imaginando sus labios besando los suyos, su culo aplastando su miembro.
Sus paredes vaginales apretando, él restregando su rostro entre aquellos senos.
︈─ Maldita perra, estás bien buena.
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