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Capítulo veintitrés.- Hola.

—Señorita Herlentz. —saludó la directora de esa escuela.

—Buenos días, directora Serlut. —hizo una reverencia y se sentó frente a la directora, se secó las manos en su falda, estaba muy nerviosa por lo que la directora tendría que decirle.

—¿No la acompaña el joven Herlentz?

La directora se quitó los lentes y sus ojos color violeta la miraron, se suponía que siempre llegaba junto a Eugeo, era común al ser "hermanos" en ese lugar.

—Eugeo tuvo que quedarse un momento con su hijo, no tarda en venir.—le sonrió.

Yuji estaba en los brazos de Eugeo, Yuuki salió a compras unas cosas, el lugar no estaba muy lejos de donde vivía, pero así fueran minutos, no podían dejar solo a su pequeño hijo. Sintiéndose feliz al ver los ojos verdes de su hijo, sonrió.

—¡He llegado! —anunció su feliz esposa.

Le entregó a su hijo en brazos.

—Me debo ir. —besó a su esposa en los labios y su a hijo en las mejillas. Salió corriendo hacía la pequeña escuela del pueblo, estaba seguro que la directora le iba a dar un sermón por llegar tan solo unos minutos tarde.

Yuuki lo vio irse desde el marco de la puerta, su esposo casi no era impuntual, algo que le debían agradecer a Quinella, gracias a ella aprendió a no llegar tarde a dar las clases. Recordaba que en sus inicios vio a Eugeo en la oficina de la directora, al parecer fueron amantes un tiempo, pero ya no los vio juntos tiempo después. Fue algo pasajero.

Luego de eso, cada vez que Eugeo llegaba tarde, Quinella lo regañaba durante horas y horas, parecía más una madre que una amante.

—Es curioso que nunca me importó esa relación que tuvo Quinella con Eugeo... —murmuró para sí misma y vio hacía su hijo, eso fue parte del pasado, ahora lo único que les importaba era vivir una vida tranquila y educar lo mejor posible a su hijo.

—Perdón por llegar tarde. —Eugeo interrumpió la plática entre la profesora y la directora, al parecer aún no iniciaban con el tema importante.

—Toma asiento, Eugeo... —Sortiliena sonrió y movió la cabeza. —Joven Herlentz. —se corrigió.

—Gracias, directora. —Eugeo se sentó junto a Asuna y le tomó la mano, era una forma de darse apoyo.

—¿Por qué creen que están aquí? —la directora sonrió con malicia.

—Porque usted nos citó. —respondió Asuna de forma automática, cuando se dio cuenta de lo que dijo y se sobresaltó en su asiento. —Bueno... creo que no hay motivos malos, creo que pueden ser buenas noticias para nosotros...

Eugeo sintió como la mano de Asuna se volvió fría, si de algo estaba segura era de que Asuna estaba nerviosa en ese momento, él lo sabía bien, porqué él se sentía igual. Pero sus cálidos dedos se daban paz.

—En efecto. Tengo buenas noticias para ustedes. —Eugeo y Asuna se vieron y sonrieron con los ojos brillantes. —Sé lo mucho que se esfuerzan y dan lo mejor para sus alumnos, me llegó esto hace días y pensé de inmediato en ustedes. Sobre todo en Eugeo, tu bebé puede tener más oportunidades si crece en la ciudad. —les entregó una hoja de papel tamaño oficio, sin duda era una oportunidad como ninguna para alguien que vivía en una aldea lejana, pero para ellos... era difícil.

—Esto es... ¿no tienen el personal suficiente en la universidad? Pero nosotros apenas les damos clases a niños de primaria. —le recordó Eugeo a la directora.

—Oh, sí. Pero estoy segura que los aceptarán, ustedes tienen los estudios suficientes para dar clases en la universidad. —sonrió al ver como Eugeo asentía y sus ojos brillaban con emoción. —¿Aceptan?

Asuna levantó su mano a la altura del hombro, estaba un poco pálida y su sonrisa era forzada, hasta la directora se sorprendió por eso. Stacia siempre fue alguien alegre, rara vez se le miraba deprimida y era en fechas específicas, aunque nunca le preguntó el motivo.

—¿Puedo... puedo pensarlo por hoy? Mañana mismo le daré mi respuesta. —Asuna se levantó e hizo una reverencia, estaba impaciente por salir de esa oficia, su cabeza casi explotaba por tanta información y porqué la dejaban sin salidas.

—Pero mañana mismo, Stacia, si tu respuesta es "sí" tendrás que irte el viernes. —ahora la directora tenía un semblante serio.

—Mañana le diré mi respuesta, no se preocupe. —volvió a hacer otra reverencia. —Con su permiso.

Salió de la oficina, le era difícil respirar después de esa noticia.

—Pensé que estaría feliz de progresar y dejar esta escuela. —Sortiliena suspiró y se sobó las cienes, el estrés la tenía de mal humor, aunque siempre trataba de ser amable y sonreír.

—Hay veces que la felicidad está en las cosas pequeñas. Con su permiso. —Eugeo hizo una reverencia y fue en busca de su "hermana".

—Estos jóvenes no dejan de sorprenderme. —murmuró Sortiliena a la vez que cerraba la puerta con seguro y encendía un cigarro, era su momento de relajación.

Asuna estaba dando sus clases, estaba un poco distraída y los niños lo notaron. Hasta ella se comprendía, debía de irse el viernes y ese día era martes, llegaría el sábado en la mañana a la ciudad. Pero ya no como Asuna Yuuki, ex prometida de Kazuto Kirigaya, ahora era Stacia Herlentz, una nueva mujer.

—Creo que esta noche no dormiré. —murmuró, los niños la miraron confundidos, Asuna tan solo rió nerviosa.

Estaba segura que Eugeo le encantaría dejar ese trabajo y progresar más en la universidad, solo lo dejó porqué Yuuki era una estudiante y aún era menor de edad, no podía pensarlo mucho, si Eugeo quería irse debían empacar desde ya.

Cuando terminaron las clases tomó su bolso y llegó corriendo a casa, como siempre Yuuki la recibió con una sonrisa, tenía que hablar con ella y saber su opinión. Al parecer Eugeo también pensó lo mismo, llegó corriendo y casi se caía al tropezar con un juguete de Yuji.

...

—Ah, madre. Estoy muy cansada. —la rubia se estiró en su asiento, estaban cortos de personal y la rubia pagaba los platos rotos.

Edry derramó su bebida sobre unos papeles que estaban en el suelo, toda la oficina era un tiradero, había hojas por donde quiera y los documentos estaban desordenados. Los cerezos se veían hermosos desde esa ventana, otra vez se encontraba con esa estación del año y su aniversario luctuoso se acercaba.

Se puso los anteojos que estaban junto a su laptop y terminó de redactar, Quinella revisaba cada documento, se mantenía despierta con una buena taza de café para estar atenta a cualquier mínimo error. La rubia también tenía una taza de café junto a ella, pero ni siquiera tenía tiempo para beber de ella.

Recordó a la época en la que estaba en la universidad, cuando quedó embarazada ya no siguió estudiando, pero le gustaba recordar los momentos que vivió en esos corredores. Casi todos los recuerdos eran junto a Eldrie, cuando salían de clases, cuando iban a la cafetería, cuando estudiaban juntos, las charlas que mantenían en la biblioteca, eran recuerdos muy especiales y que nunca podría olvidar. Eldrie fue el amor de su vida y nadie ocuparía ese lugar. Al igual con Kazuto, se tenían cariño y no de esposos, sino de amigos, Asuna era el amor eterno de Kazuto.

—Debiste dejar a Edry. —Quinella bebió de su taza de café sin apartar la vista de la hoja que sostenía.

Edry jugaba por toda la universidad, las estudiantes lo cuidaban mientras ella trabajaba, pero ese día no habían estudiantes por ningún lado. El pequeño estaba aburrido de jugar en la misma habitación, su espíritu libre de niño lo hacía inquietarse.

—Kazuto está trabajando, Selka tenía que salir a quien sabe dónde. No podía dejar solo a mi hijo. —Alice llamó a Edry y lo sentó en sus piernas. Revisó el último documento y casi se cae al ver el contenido. —¿Madre que día es hoy? —preguntó Alice en un grito.

—Sábado. —respondió Quinella con calma.

—¡Es hoy! —bajó a Edry de sus piernas y llevó la hoja hasta Quinella. (inserte meme xd)

Dio un último sorbo a su café y agarró la hoja, casi escupe el café al leer el contenido.

—¡Los nuevos profesores llegan hoy! ¡Cielos! —se levantó de su asiento. —Deberían llegar en menos de media hora.

Alice terminó de revisar todos los documentos y comenzó a recoger los papeles que estaban tirados, limpió el lugar donde su hijo derramó su bebida y organizó los que ya estaban checados por Quinella. Sacudió el polvo de los muebles y por suerte aún le quedaba tiempo para limpiar el piso, su cabello terminó enredado y sucio, no era su trabajo, pero también debía estar presente cuando llegaran los nuevos profesores.

—Kazuto... —llamó a su esposo, confiaba en que él estuviera disponible y pudiera ayudarlas a cuidar a Edry.

—Bueno. —contestó Kazuto.

—¡Kazuto! Necesito que vengas, ¿puedes cuidar de Edry en lo que yo recibo a los nuevos profesores? —preguntó un tanto exaltada.

—Claro, llego en menos de media hora. —sin esperar más respuestas el azabache cortó la llamada.

Alice fue al baño de la universidad a limpiar a Edry y a peinarse, se maquilló, se puso un poco de máscara de pestañas, se delineó los ojos y uso un labial fucsia en esa ocasión. Se arregló la falda y la camisa blanca que llevaba puesta. Todo estaba en perfecto orden. Kazuto llegó y se fue a jugar con Edry. Se dirigió a la oficina de Quinella.

—Con permiso. —era la hora citada para los profesores nuevos, Alice estaba un poco nerviosa, pero pudo permanecer de pie frente al escritorio de Quinella.

—Adelante. —respondió Quinella.

Ninguna de las dos veía hacía la puerta, cuando escucharon los pasos de dos personas por fin voltearon a verlos, se asombraron al ver quien estaba de pie frente a ellas.

—¡Tú! —Quinella estaba confundida y asombrada. — ¿Qué... qué haces aquí?

Una sonrisa se dibujó en su rostro. Los ojos de Quinella se cristalizaron al reconocer a esa persona.

—Eugeo Herlentz. Un gusto volver a verte, Quinella. —hizo una reverencia.

La mujer junto a él sonrió y se presentó. —Fanatio Syntesis.

Era una hermosa mujer, tenía poco más de 30 años, pero se le veía joven, al igual que Quinella.

Ambos tomaron asiento frente a ellas y charlaron para aligerar el ambiente, Fanatio estaba casada y tenía un hijo, al igual que Eugeo. Quinella se alegró mucho al saber que llevó una vida pacífica y feliz en su antiguo hogar, pero por alguna razón lo recomendaron y decidió volver a trabajar con Quinella. Quedaron contratados de inmediato.

Tomaron el té, acompañado de algunas galletas, Alice salió a buscar a Kazuto y a su hijo, el no verlos durante más de una hora la preocupó. Desde que Eldrie murió, siempre tenía miedo de que volviera a suceder lo mismo.

—Me alegro de que te fuera bien después de irte. —habló Quinella con honestidad.

—Al haber sido profesor de tan buena universidad me aceptaron de inmediato, aunque en esa escuela solo di clases a niños de primaria. —tomó una galleta y se la llevó a la boca.

Tocaron de nuevo la puerta, Fanatio se levantó para abrir la puerta, Quinella y Eugeo seguían hablando del pasado. No se sintió excluida, pero se cansó de estar sentada en todo el rato.

—Muchas gracias. —le dijo Quinella a la vez que se levantaba.

—No es nada. —respondió Fanatio.

Kazuto llegaba a la oficina con su hijo en brazos, se tuvieron que esconder cuando Edry y él rompieron una ventana, Alice los buscó como loca, pero se mantuvieron callados y muy bien escondidos.

Kazuto estaba por abrir la puerta, pero estaba abierta, sin dudarlo abrió la puerta.

—Con permiso. —murmuraron al unísono. Pero topó con una persona que no vio al abrir la puerta.

Se congeló en su lugar al ver a la persona, frente a él, también Quinella estaba sorprendida como él.

—Oh, lo siento. Me presento... —la fémina suspiró como para darse valor. —Stacia Herlentz, un gusto.

...

Más vale tarde que nunca :D. Y me complace avisarle que el próximo cap es el último de esta extraña y dolorosa historia. Gracias de antemano a los que han estado aquí a pesar de los giros inesperados de la trama  :'v. Los amo.

Nos leemos la siguiente y última semana.

-April

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