Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7. 🦋

Valerie

No supe a qué hora llegó Mark y tampoco fue cómo que me importara mucho. Podía irse al demonio con su estúpida y nefasta actitud y todas sus malditas reglas que se podía meter por el culo. Me tenía harta con sus constantes advertencias de lo que podía pasar conmigo y con Jean sino hacía lo que me pedía o más bien con lo que ordenaba porque él solo podía dar órdenes y pedir las cosas a base de gritos y reclamos.

Toda la semana que estuvimos en la casa de la playa la pasamos discutiendo por cualquier cosa, solo faltaba que le molestara si respiraba o caminara frente a él. Quería regresar a casa y ver a Jean, comprobar que estaba bien y que Andrew se largara de una vez para que no estuviera con ella molestando, dando malos consejos, porque eso es lo único que ese malviviente hacía con su vida, además de derrochar dinero que no es suyo y meterse en problemas por andar apostando.

Aquella mañana salí a la terraza, no quería estar dentro y tener que soportar a Mark, estaba de muy mal humor y no lo calentaba ni el sol. Tal vez eran suposiciones mías, pero sentía que estaba de malhumor por algo que pasó la noche que se fue y regresó tarde. No era estúpida, aunque Mark pensara que sí.

Me encontraba sentada en una de las mecedoras que había afuera en la terraza. Con los pies arriba, abrazando mis piernas con mis brazos, mientras la brisa del mar acariciaba mis mejillas y el viento frío movía mis cabellos, algunos mechones se pegaban a mis labios, el sabor salado prevalecía en estos. Escuché unos pasos acercarse a mí, quise moverme de mi lugar cuando reaccioné y me di cuenta que se trataba de Mark, se encontraba furioso cómo siempre, no me permitió hablar pues ya lo tenía frente a mí impidiendo que pudiera escapar de su ira.

—Te has negado a ser mía, pero esta noche no te vas a salvar. Mañana por la noche regresamos a casa y no me voy a ir sin antes llevarte a la cama —lo tenía a pocos centímetros de mi rostro, su nariz rozaba la punta de la mía y sus ojos destellaban odio puro.

—No me amenaces —lo empujé con las manos abiertas, sin embargo, no se movió ni un ápice —. No me vas a poner un dedo encima —sus facciones se pronunciaron más severas, casi como si estuviera a punto de golpearme. ¿Se atrevería a hacerlo? Esperaba que no porque entonces no sabría qué hacer si eso llegaba a pasar.

—No es una amenaza —subió una mano a mi rostro, cogiendo mi barbilla entre sus dedos, los cuales enterró sin piedad en mi piel, provocando dolor en mis mejillas —. Debes cumplir cómo mi esposa —apretó la mandíbula.

—No me puedes obligar a hacer nada que no quiera, ¡no tienes derecho! —me puse de pie de manera violenta pasando a su lado, pero antes de dar un paso más su mano se cerró entorno a mi muñeca deteniendo mi andar.

—¿Quieres ver cómo sí puedo? —mi ceño se frunció.

—¿Te atreverías a tocarme sin mi permiso? —me jaló para quedar a centímetros de mi cuerpo.

—No me pongas a prueba, Valerie —ejerció más presión en mi muñeca —. Te lo he repetido una y mil veces.

—Eres un bastardo, un maldito egoísta —espeté —. Te odio.

—¿Crees que me importa? —me estaba lastimando y no le importaba el daño que me causaba.

—Me estás lastimando.

—¡Solo cumple con lo que debes y no me hagas enojar!

—¡Puedes irte al infierno! —me solté de su agarre —. En tu maldita vida me vas a poner un dedo encima —escupí.

Intentó acercarse, sin embargo, se detuvo en el momento justo en el que Carson apareció en la terraza.

—¿Me mandó llamar? —las manos detrás de la espalda en todo momento.

—No, pero ya que estás aquí llévala a dar una vuelta a la playa.

—No necesito que tomes decisiones por mí —me sobaba la muñeca —. No quiero ir a dar una vuelta a la playa —mascullé.

—¡Ve a dar una vuelta a la maldita playa! —tres venas saltaron en su frente, a punto de explotar.

No me quedó de otra más que obedecer e ir a dar una vuelta a la playa, ni siquiera dejó que entrara a la casa por unas sandalias, me tuve que ir descalza y tampoco es que me molestara, pero la arena estaba tibia por encima.

—¿Te hizo algo? —preguntó Carson. Miré sobre mi hombro y Mark nos observaba a la distancia, sin despegar sus ojos de nosotros.

—No, solo está molesto —respondí.

—Pero no tiene por qué hablarte así —lo miré por una fracción de segundos y mis mejillas se encendieron cuando recordé lo que pasó aquella noche. Y si bien no hicimos nada más, cada vez que lo recordaba mi pecho colapsaba y mi corazón empezaba a latir cómo un loco. Los besos y las caricias de Carson me elevaban al cielo y me dejaban suspendida entre las nubes. No entendía si era por mi nula experiencia con los hombres, pero lo que me pasaba con Carson se sentía diferente, jamás pensé que esto se sintiera de este modo.

—Yo lo sé y tú lo sabes, pero Mark no. Es una bestia —Carson negó con la cabeza.

—Es un animal —espetó. Miré de nuevo sobre mi hombro, pero esta vez al lado de Mark se encontraba Lorna. Parecía un león enjaulado a punto de devorar lo que tenía enfrente.

—Pero es mi maldito esposo —con una mano me cubrí el rostro.

Y debía cumplir cómo su esposa.

Estuve alargando esto toda la semana, hasta evité dormir en la misma habitación con él, todo con tal de que ese imbécil no me pusiera una mano encima, pero no siempre lo iba a poder evitar, no siempre me iba a poder salvar de cosas como estas y lo mejor que podía hacer era terminar con esta mierda de una vez por todas.

Dimos una vuelta por la playa, no quise hablar de nada de lo que había pasado minutos atrás, no tenía caso hacerlo ya que de nada servía quejarme o ponerme a llorar cuando eso nunca había solucionado nada en mi vida. Tampoco le dije a Carson lo que en realidad estaba pasando con Mark y lo que quería de mí, no era algo que él debía saber.

Regresamos a la casa una hora después y Mark se encontraba un poco mejor, no es que hubiera cambiado de un segundo para el otro, pero al menos ya no parecía que me iba a soltar un golpe cada vez que abriera la boca, porque a mi parecer esas eran sus intenciones y si eso llegaba a pasar no sabía que iba a ser de mí, no contaba con mi padre, de eso estaba más que segura, él no me iba a apoyar si Mark me ponía una mano encima, así que estaba perdida en ese aspecto.

—¿Le puedo hacer una pregunta? —me encontraba en la cocina con Lorna. Ella lavaba los platos de la cena mientras yo revisaba mis redes sociales donde no tenía casi nada ya que todo a lo que le diera like, según Mark, se podía malinterpretar. Era un maldito paranoico que pensaba que todos estaban en su contra y tenía que hacer lo que me ordenaban él y mi padre.

—Dime —dejé el móvil con la pantalla hacia abajo.

—¿Por qué evita al señor Mark? —me miraba fijamente.

—¿Yo lo evito? —pregunté y ella asintió.

—Cada vez que entra a una habitación donde usted esté se aleja para no estar a su lado. Es obvio que no se casó enamorada.

—¿Se nota tanto? —de nuevo asintió con la cabeza. Terminó de lavar los platos, cogió un trapo y se secó las manos para sentarse frente a mí —. No me casé enamorada, si es lo que se pregunta.

—Eso también se nota. No es una mujer enamorada de su esposo —subió las manos a la mesa y las enlazó al frente.

—Yo no quería nada de esto, no pretendía que esta fuera mi vida, pero las cosas no salieron cómo yo las quería y ahora estoy aquí —exhalé.

—Atrapada en un matrimonio sin amor —asentí —. Lo siento tanto —me encogí de hombros.

—No debe sentirlo, era algo que iba a pasar tarde o temprano. Mi padre me vendió a Mark, esa es la realidad —cuando me di cuenta de lo que dije ya era muy tarde. Lorna sabía lo que en verdad estaba pasando con Mark y este matrimonio que al parecer no tenía futuro —. No le digas nada de esto a Mark, por favor, si se entera que sabes esto se va a enojar conmigo y podría ser peor.

—No se preocupe, no le diré nada a Mark —solté un suspiro de alivio.

—Gracias —le sonreí.

—¿Le puedo decir algo? No quiero que piense que soy una metiche, pero me he dado cuenta de cómo la mira Carson —tragué grueso. Iba a decir algo, sin embargo, Lorna habló primero —. Tenga mucho cuidado con lo que hace, no quiere desatar la ira de Mark. Es el único consejo que le puedo dar —asentí de manera sutil.

Me regaló una sonrisa antes de ponerse de pie.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Lorna. Yo apago la luz —me dijo que sí y salió de la cocina.

Esperé un rato más para subir porque la verdad no quería hacerlo, no me quería enfrentar a Mark y lo que sea que tenía planeado para esta noche. Al final no me quedó otra opción más que subir y enfrentarme a esto, pero no estaba preparada para hacerlo, nadie se podía preparar para entregarse a un hombre nada más porque tenía que hacerlo, porque debía cumplir con ello. Siempre pensé que la primera vez que estuviera con alguien sería por amor y no porque me obligaron a casarme y debía hacerlo.

—Tardaste mucho. ¿Dónde estabas? —preguntó Mark en el momento que entré a la habitación y cerré la puerta.

—Estaba platicando con Lorna —mentí. Me quité el suéter, dejándolo sobre el respaldo del sofá que yacía en una esquina.

—¿De qué tanto platicaban? —sostenía la tableta con una mano, pero la bloqueó y dejó sobre la mesita de noche.

—Me preguntó sobre mí —de nuevo mentí. Me deshice de las pantuflas y me senté en los pies de la cama. No dijo nada, solo soltó un "uhm" sonoro. No sé si me creyó o no, pero ya era cosa suya. Escuché que se puso de pie y en pocos segundos lo tenía de rodillas frente a mí, sus manos sobre mis piernas.

—¿Por qué te cuesta tanto acercarte a mí? No te has permitido conocerme de verdad.

—No sé, creo que no eres quien dices ser —sus manos se deslizaban de arriba abajo sobre mis piernas —. Siento que me mientes, Mark.

—No te miento, Valerie —dijo con firmeza —. Nunca lo haría —por más que lo juraba no podía creerle, porque su mirada me decía otra cosa. Me decía que mentía y que detrás de esa sonrisa encantadora se encontraba alguien totalmente diferente a quien decía ser —. Solo dame una oportunidad, es lo único que pido —me suplicaba con la mirada —. No te pido más, déjame demostrarte que puedo ser un buen hombre.

Evité mirarlo a los ojos, porque sabía lo mentiroso y manipulador que podía llegar a ser y si continuaba mirándome de esta manera no iba a tardar en caer en cada una de sus mentiras.

—Mark...—cogió mi barbilla con una mano.

—Valerie —musitó —. Por favor, solo te pido una oportunidad —su mirada y su voz, todo me rogaba que lo hiciera, que le diera una oportunidad. ¿Qué más podía perder? Ya había perdido mi libertad. Las cosas no iban a cambiar, yo seguiría casada con Mark y toda esta mentira se mantendría en pie.

Me odiaba por ser tan débil y ceder tan rápido, pero me estaba resignando a esta vida porque no tenía más opción que esto, no contaba con el apoyo de mi padre, quien se suponía debía ser el primero en ayudarme, pero fue el primero en venderme a la primera oportunidad que tuvo. ¿Qué más podía hacer? No podía continuar con esta guerra que no me estaba llevando a ningún lugar, solo provocaba más la ira de Mark y la verdad no quería saber de lo que era capaz con tal de obtener lo que quería.

No pasó mucho para que terminara por ceder y aceptar lo que Mark me estaba proponiendo, tampoco era tonta, sabía lo que quería de mí: mi cuerpo, mi virginidad. Después de eso no sabía qué iba a pasar. Mark se puso de pie dibujando una sonrisa victoriosa en sus labios, me pidió que hiciera lo mismo que él y me puse de pie también. Cogió mis manos y se posó detrás de mí, sus manos se deslizaron lenta y pausadamente por mi cintura, una ascendió a mis senos, los tomó sin nada de cuidado y acarició sobre la tela de mi pijama. Con la otra empezó a tocar mi sexo, lo tocaba por encima del pantalón, pero segundos después metió su mano palpando todo lo que podía, lo que su mano podía abarcar.

—Eres tan suave, Valerie, justo cómo lo imaginé —susurró con su aliento caliente rozando mi oreja. Dos de sus dedos atacaron mi sexo, los introducía y sacaba, tocaba mi clítoris y pellizcaba con el dedo pulgar y el índice —. Demonios —gemí cuando me penetró con violencia y así mismo giró en redondo para devorar mi boca con vehemencia.

—Mark —no me permitió terminar de hablar. Metía su lengua dentro de mi boca, bajó sus manos a mi trasero y me llevó hacia la cama para dejarme sobre el colchón, metiéndose en medio de mis piernas.

Cubrió mi cuerpo con el suyo, me sentía tan pequeña y frágil, tan expuesta a esa mirada de maniático, desorbitada y ensombrecida por el deseo y la lujuria. Me sentía tan indefensa, cómo si solo fuera un objeto, una muñeca cara que solo servía para ser exhibida detrás de un bonito aparador.

Las rodillas de Mark se hundieron en el colchón cuando tiró con fuerza de mi pijama dejándome expuesta ante su atenta mirada. Alzó una ceja al observar lo que había en medio de mis piernas y que todo este tiempo guardé con recelo, como si fuera lo más preciado de este mundo, tal vez porque era lo único que tenía y ahora, ya ni siquiera eso podía decir que me pertenecía a mí. Mark sería el primer hombre en mi vida, el primero que me iba a tener en su cama y podía jactarse de eso toda la vida.

No supe en qué momento se deshizo de la ropa, pero cuando reaccioné estaba desnudo ante mis ojos. Encima de mí, deslizándose dentro. Soltó un ronco y profundo gemido cuando se adentró, maldijo y hundió su rostro en mi cuello.

—Eres virgen —susurró contra mi piel. Empujó con fuerza y chillé.

—¡Es obvio, maldito imbécil! —le escuché sonreír. Procedió a besar y lamer mi piel, la chupaba sin nada de cuidado y jadeaba cerca de mi oreja. Se movía despacio, alargando esta maldita tortura que me estaba matando lentamente. Mis manos se asieron a sus hombros mientras una lágrima ácida recorría mi mejilla.

Te odio, te odio tanto.

Decía para mis adentros, a la vez que Mark me tomaba y profanaba mi cuerpo cómo se le pegaba la maldita gana. Mientras él estaba disfrutando este momento yo me sentía la mujer más desafortunada de este mundo y todo el universo. ¿Cómo es que llegué hasta aquí? ¿En qué momento mi vida se desgració de esta manera? Ahora me quedaba más que claro que no había solución para este infierno y que debía, tenía que hacerme a la idea de que esta era mi vida y eso nunca iba a cambiar. Estaba condenada a ser la esposa perfecta para que Jean no pasara por lo mismo que yo.

—Tu cuerpo es perfecto, Val —se separó sin dejar de moverse dentro de mí. Su mano se cerró alrededor de mi cuello y ejerció un poco de presión sobre mi piel —. Es mío, ¿lo entiendes? Tu cuerpo es mío, tú eres mía —asentí, apretando los labios.

—Soy tuya, Mark —murmuré. Sonrió con la victoria palpable en la mirada y sus labios.

—Solo mía, Valerie —no soltó mi garganta, al contrario, su agarre se acentuó mucho más al mismo tiempo que me penetraba con vehemencia. Se movía despacio, como si estuviera alargando el momento para no terminar rápido y disfrutar de esto lo más que pudiera. Yo solo quería que esto terminara de una maldita vez y salir de esta habitación. Su boca buscaba la mía con desespero y me besó apasionadamente mientras soltaba pequeños y guturales gemidos que inundaban la habitación. Me estremecía y excitaba un poco, y eso me hacía sentir mal, porque no quería que Mark provocara este tipo de cosas dentro de mí, no me podía permitir sentir nada por este idiota y desconsiderado ser al que tanto repudiaba.

Jadeó con fuerza y sin pudor, su boca se abrió y soltó una maldición en el momento que su semen se disparó dentro de mí, su cuerpo se contrajo, soltó una larga y vigorosa exhalación. Podía sentir los espasmos sobre mí, su piel caliente, su sudor pegado en mi piel. Cuando terminó empezó a besar mi clavícula, mi cuello y mi hombro desnudo, se separó y rodó a mi lado cansado y jadeante, casi al borde del colapso.

—Voy a necesitar más de esto —llevó un brazo a su frente perlada en sudor. Su pecho subía y bajaba frenético, abría la boca buscando un poco de oxígeno.

Y yo necesito arrancarme la piel desde la raíz.

Mis ojos se inundaron de lágrimas, pero contuve las ganas de hacerlo frente a él, lo único que pude hacer fue asentir con la cabeza y apretar los labios, tragué el nudo que se estaba formando en medio de mi garganta.

****

Pasados unos minutos Mark fue al baño, escuché que tiró de la cadena y poco después regresó a mi lado. Él estaba feliz y yo...yo me estaba muriendo por dentro. Dormía plácidamente a mi lado, hasta roncaba el maldito imbécil. Bajé de la cama y me vestí con el pijama, salí de la habitación y recorrí el desierto pasillo, bajé las escaleras y giré hacia la derecha, donde se encontraban las habitaciones de los guardaespaldas. Cuando estuve frente a la puerta levanté la mano y toqué con los nudillos muy despacio para que ni Ramsay ni Henderson me escucharan. Pasaron unos minutos y la puerta se abrió con cuidado, detrás apareció Carson, frotándose los ojos con una mano, bostezó recargándose en la puerta.

—¿Valerie? —sin dejar que dijera nada más entré a su habitación —. ¿Qué pasa? —La habitación se encontraba iluminada con la tenue luz de la lámpara que descansaba en la mesita de noche.

—Ese maldito...—mis ojos estaban inundados de lágrimas ácidas y lacerantes —. Lo odio, lo odio —giré sobre mis talones, casi choco con su pecho ya que estaba demasiado cerca —. No sabes cuanto lo detesto —espeté. Me arrojé a sus brazos y me solté a llorar cómo una chiquilla.

—Tranquila —siseaba despacio —. ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? —abrí los ojos y recordé todo lo sucedido minutos atrás, sus manos en mi cuerpo, su lengua lamiendo mi piel, él dentro de mí.

—Yo...—apreté los labios y hundí mi rostro en su pecho —. No puedo decirte —musité.

—Está bien —me separó de él —. Estás muy alterada y necesitas calmarte —me llevó a su cama y me ayudó a sentarme. Caminó hacia un mueble y sirvió un poco de agua en un vaso.

—No debería estar aquí —me cubrí con el suéter que llevaba puesto —. Si Mark se entera me mata —Carson regresó a mi lado y me entregó el vaso, lo cogí con manos temblorosas y lo acerqué a mis labios.

—Graham no se va a enterar de nada. No le voy a decir que estuviste aquí —me sonrió. ¿Graham? Nunca se había referido a Mark de esa manera —. ¿Estás bien? —negué despacio.

—No, no estoy bien. Nada de esto está bien, quiero irme de aquí, quiero regresar a mi casa con Jean y dejar atrás todo esto —le di un pequeño sorbo al vaso —. ¿Por qué la vida es tan cruel conmigo? —le pregunté cómo si él tuviera la respuesta —. No sé por qué te pregunto a ti.

—No sé porque la vida es tan cruel contigo, pero te puedo decir que esto no va a durar toda la vida —solté una exhalación —. Un día vas a obtener lo que mereces y te vas a librar de la escoria de Graham —lo decía cómo si fuera un hecho, cómo si él supiera que sus palabras se iban a convertir en realidad.

—No creo que eso pase. Mark no me va a dejar ir, solo muerto me daría mi libertad, y no olvidemos a mi padre, él también me ha tenido presa todos estos años —apreté el vaso entre mis dedos —. No hay salida para esto, Carson, estoy atrapada en esta maldita vida —me puse de pie con violencia y arrojé el vaso contra el suelo soltando un grito lastimero que contuve llevando mis manos a la boca.

Los brazos de Carson me abrazaron por detrás, rodeando mis brazos, apretándome contra su cuerpo. El delicado aroma de su loción me picó en la punta de la nariz, el calor que desprendía su cuerpo me abrazó con vehemencia, haciéndome sentir cómo en casa, cómo si sus brazos fueran mi lugar seguro, donde nada ni nadie me pudiera lastimar. No me contuve y lloré con dolor, no me importó que Carson me viera llorar, solo quería sacar esta pena que me estaba quemando el pecho.

—Te prometo que te voy a ayudar a librarte de Graham y su dominio —sacudí la cabeza —. Cree en mí, princesa, por favor. No te voy a defraudar —dejó un beso en mi mejilla.

—No hagas promesas que no vas a cumplir —mi llanto era fuerte, sacudía mi cuerpo y mis hombros temblaban —. No me digas que me vas a salvar de las garras de mi nefasto padre y del tirano de Mark. ¡No lo prometas, Carson! ¿Por qué lo harías? ¡Yo no te importo! —me soltó y me hizo girar sobre mis pies para encararme, cogiendo mi pequeño rostro entre sus grandes manos.

—Nunca más repitas eso, que no me importas porque no sabes lo que yo siento —sostenía mi rostro con fuerza, sin hacerme daño —. Me importas más de lo que deberías importarme —apretó sus labios contra los míos con una súbita pasión que me recorrió cada centímetro del cuerpo —. Te juro por mi vida que te voy a sacar de este infierno, no sé cómo y no sé cuándo, pero lo haré —asentí. De nuevo sus labios se acoplaron perfectamente a los míos.

—¿Lo juras? —mis manos ascendieron a su pecho, agarrando el cuello de su camiseta.

—Lo juro por mi vida —apoyó su frente contra la mía —. Tampoco quiero que pases tu vida al lado de Graham —soltó mi rostro, pero sus brazos rodearon mi cuerpo —. Él no te merece, princesa, eres una mujer maravillosa y necesitas brillar con luz propia, sin que nadie te opaque —me mojé los labios.

—No me defraudes, Carson, tú no por favor.

—Nunca lo haría, princesa, jamás te rompería el corazón —prometió.

Y por alguna extraña razón le creí. Solo podía creer en Carson, solo necesitaba creer en él y todas sus promesas. Porque solo él me hacía sentir amada, que no era un objeto. Carson no me trataba cómo si fuera mercancía barata, para él no era eso. 


🦋🦋

¿Qué tal el capítulo? 

Yo odiando a Mark y espero que ustedes también. Esta vez se comportó con Valerie, pero habrá veces que no lo hará y ahí lo vamos a odiar mucho más.

¿Qué creen que haga Carson? ¿Creen que acepte el trato de su jefe con tal de ayudar a Valerie? 

Yo amo a estos dos, Carson es tan diferente a mis otros protagonistas y no lo quiero arruinar. 

Nos leemos en el siguiente capítulo.

Síganme en mis redes sociales.

Twitter:

elena_santos92

Instagram:

elena_santos.92

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro